Publicat a CTXT. Contexto y Acción
Categoría: Cooperativa
Berlín, el mundo y las cooperativas de vivienda
Article publicat a El Diario.es
El Congreso Internacional de Economía Solidaria muestra que es posible vivir dignamente de manera colaborativa
Can Batlló, de centro social a barrio cooperativo
Article publicat a Alternativas Económicas i a El Diario.es
Biblioteca en el bloque 11
Uso público
La economía de los excluidos se abre paso
Publicat a El País
Inversiones colectivas, trueque y aplicaciones colaborativas apuntalan las finanzas de los parados
Pero esta generación, encabezada sobre todo por los parados más jóvenes, amenaza con tomarse la revancha. El imparable movimiento de la desintermediación financiera y la economía colaborativa son las armas del cambio. Lo advierte Celia de Anca, profesora del Instituto de Empresa (IE). «La banca no puede permitirse dar la espalda a este segmento y a esta generación. Porque son ellos quienes, en justa respuesta, podrían prescindir de los bancos y cajas de ahorro. ¿Cómo? El crecimiento de las plataformas de crowdfunding (inversiones colectivas), peer to peer (intercambio entre particulares) y las aplicaciones de consumo colaborativo son el inicio de un modelo bancario distinto». Y añade un consejo: «El sistema financiero tiene que interactuar con estos excluidos. Pero no mirándolos como si fueran un acto de caridad, sino como los responsables de una forma diferente de relacionarse con las finanzas».
La Unión Europea ya regula el crowdfunding a través de una directiva. Empresas como la británica Crowdcube, que acaba de abrir su filial española, sirven de enlace entre los emprendedores y sus potenciales financiadores.
Las finanzas alternativas
- Dwolla. Plataforma especializada en la transferencia de dinero.
- Transferwise. Web especializada en el cambio de divisas entre particulares.
- Crowdangel y Crowdcube. Portales para que los emprendedores puedan obtener financiación para sus proyectos.
- Kredito24.com. Web para la concesión de créditos.
- MicroBank y Coop57. Entidades especializadas en microcréditos.
Desde que comenzó la crisis, millones de trabajadores sin empleo han visto cómo el mundo financiero les iba olvidando. Pocos se han preocupado por el 16,9% de los hogares que llega a fin de mes con «mucha dificultad» —según la encuesta de condiciones de vida del INE—, o del 20,4% de ciudadanos en riesgo de pobreza. Hablamos de «las familias que desde 2007 han perdido el trabajo o les han bajado el salario. Y que no podrán conseguir un préstamo hipotecario tras la desaparición de las cajas de ahorro [de las 45 de 2010 quedan 13] y la banca de proximidad», dice el economista José Carlos Díez. «Están condenados a no acceder al crédito. Por eso, que no haya productos a su medida resulta un mal menor».
Una parte del sector financiero, sin embargo, está convencida de que algo tiene que cambiar. «Todos los bancos tenemos que replantearnos el negocio», ya sea por el auge de la economía colaborativa o el crowdfunding, observa Jon Antoni Melé, subdirector general de Triodos Bank, una entidad que enarbola la bandera de las finanzas éticas. Porque la competencia arrecia. Amazon, Google y Facebook, por ejemplo, quieren participar en el mercado de los medios de pago. Incluso sistemas operativos de teléfonos móviles como iOS (Apple) y Android (Microsoft) han descubierto también el potencial del negocio. A su vera surgen plataformas especializadas en transferir dinero (Dwolla), cambiar divisas entre particulares (Transferwise), levantar financiación para emprendedores (TheCrowdAngel) o conceder préstamos (Kredito24.com). Y al trabajar con precios bajos —Transferwise, por ejemplo, cobra una comisión por enviar divisas entre particulares del 0,5% frente al 4,5% de los bancos— facilita que entren los desempleados.
Hasta la llegada de estos nuevos actores, las personas en paro habían tenido escasos asideros frente a las dificultades. Tal vez, los microcréditos sean de los pocos instrumentos que resultan de una cierta ayuda. MicroBank (el banco social de La Caixa) concedió el año pasado un 25% de sus préstamos de pequeña cuantía a clientes que estaban en paro o no habían trabajado en España. Con una filosofía similar camina Coop57, una cooperativa de servicios financieros que financia iniciativas de economía social. Sus tipos anuales oscilan entre el 1,65% (productos de ahorro) y el 6,90% (financiación). Son números que en conjunto mejoran a los de la banca tradicional. En este caso, mirando a las finanzas de los más débiles, promueve los avales personales mancomunados. Instrumentos por los que un grupo de personas respalda individualmente (con participaciones desde 500 euros) un crédito para lanzar un proyecto. Por ahora, los valedores de Coop57 son 2.758 socios y un volumen de aportaciones de 21 millones de euros.
Pero tanto MicroBank como Coop57 parecen excepciones. La verdad es que «hasta ahora los parados han resuelto sus problemas económicos dentro del sector financiero informal. Amigos y familiares que prestan pequeñas cantidades y que saben que difícilmente las recuperarán», describe Carlos Martín, director del gabinete económico de Comisiones Obreras (CC OO). «A este colectivo, siendo optimistas, se le concede servicios básicos, por ejemplo, una tarjeta de débito. Puesto que no te van a producir mucho, que te cuesten poco», admite un analista, que pide no ser citado.
Frente a esa banca anclada en modos y maneras egoístas, llegan vientos de cambio impulsados, sobre todo, por los millennials. Los jóvenes que hoy tienen entre 18 y 33 años, quienes, a su vez, son los que muchas veces soportan más paro. Un informe del Tesoro de EE UU y de la fundación Finra señala que compran un 18% menos de casas respecto a la generación precedente. «Sobre todo porque no tienen ese afán consumista», recalca Gerard Costa, profesor de Esade. Algo similar ocurre con los coches. Para hacer frente a salarios bajos y empleos precarios su respuesta es el alquiler y el transporte público. Pero también la búsqueda de otro estilo de vida lejos de los bancos clásicos. Y aunque partan de una situación de paro, una vez dentro del mercado laboral sin duda lo cambiarán.
«Es una generación que quiere crear sus propios negocios y tiene una interconectividad sin precedentes», sintetiza Jason Dorsey, estratega jefe de The Center for Generational Kinetics, un centro de estudios estadounidense especializado en los millennials. Palabras que encuentran eco en otras. «El potencial de los jóvenes es tremendo, pero también el bloqueo del acceso al mercado laboral», apunta Julio Pérez, demógrafo del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). En ese lado de la pujanza, el 59% de los estudiantes españoles tiene —según la encuesta PISA de 2012 de competencia financiera— una cuenta bancaria. El freno radica en «el nivel de incertidumbre con el que afrontan un futuro marcado por la precariedad en el trabajo y una cultura financiera y del ahorro menor que la de sus padres», desgrana José Luis Martínez, economista jefe de Citi.
En el fondo, afrontamos una ruptura. Algunos economistas sugieren que no vivimos en una sociedad solamente desigual, sino en dos economías, una frente a la otra, separadas. Los hábitos de consumo de los desempleados o trabajadores precarios parecen refrendarlo. «El consumo está fracturado», avisa Sara Baliña, experta de Analistas Financieros Internacionales (AFI). «Hay una clase media y media-alta que había retraído sus compras ante la incertidumbre económica y que ahora empieza a gastar más en ocio, viajes y restauración. Por otro lado, vemos las clases más bajas que perdieron su trabajo o tienen uno precario».
Como recuerda Javier Vello, socio del área comercial de PriceWaterhouseCoopers (PwC), «el gasto no solo se mueve por la realidad financiera, sino por las expectativas personales. Si son buenas, gastas. Si son malas…».
EN DEFENSA DE LES COOPERATIVES . DEMANEM LA RETIRADA DE L’AVANTPROJECTE DE REFORMA DE LA LLEI DE COOPERATIVES
El empleo en las cooperativas crece un 3,7%
Article publicat a El País
El año 2013 se cerró con 122 nuevas sociedades
La Generalitat destina 900.000 euros a promoverlas
Son datos de la Federación de Cooperativas de Trabajo de Cataluña, que esta semana celebra su asamblea anual. Las cooperativas de trabajo (3.105 a cierre de 2013) constituyen el grueso de las 4.808 existentes en Cataluña, que incluyen las agrarias, de educación, servicios, consumo y vivienda. El sector estima que de forma indirecta da empleo a otras 119.000 personas.
El presidente de la federación, Perfecto Alonso, celebra que un año más desde 2009 las cifras sean positivas y resalta que al contrario que en otras situaciones —las crisis de los 70 o los 90, cuando se crearon cooperativas como respuesta a la quiebra de sociedades—, “desde 2000 se crean cooperativas como opción de modelo empresarial”. Alonso recuerda que la ley concursal de 2000 “bloquea la posibilidad de que los empleados continúen la actividad de las empresas”. “La ley está pensada para momentos de bonanza y para que todo el mundo cobre”, explica, “prevé la posibilidad de comprar la unidad productiva, algo difícil por parte de los trabajadores, que cuando las empresas entran en concurso suelen llevar tiempo sin cobrar y se han comido los ahorros, de modo que si se están creando cooperativas es por convicción, no porque sea la única alternativa”.
Las cooperativas son empresas más participativas y democráticas, donde los valores están muy presentes, de ahí que su resistencia a la crisis haya sido mayor: porque las decisiones se toman de forma conjunta y son más flexibles a la hora de ajustarse a situaciones coyunturales. Pero también quiebran: en 2013 se disolvieron 77 cooperativas. La respuesta de la federación es que el saldo de creación sigue siendo holgadamente positivo y que los cierres disminuyen año tras año (en 2009 fueron 165).
Los retos de las cooperativas son, en opinión de Alonso, “que su modelo se vea como modelo empresarial. Todavía hay mucha gente que piensa que una cooperativa no es una empresa”. Otros retos son “generar confianza para atraer inversiones e introducir elementos de corresponsabilidad en la gestión, con los valores cooperativos y al mismo tiempo profesionales”. Por ejemplo, explica, “en el caso de la cooperativa de L’Aldea, el gerente no actuó correctamente y el resto de socios, que se dedicaban a lo suyo, que es el campo, no intervinieron en la gestión diaria”.
La Federación de Cooperativas de Trabajo ha sido el principal impulsor junto a la Generalitat del programa Aracoop, en el que participan 34 entidades, las diputaciones, universidades, cámaras de comercio y colegios profesionales. El ejecutivo destinará 900.000 al programa, que busca ampliar el posicionamiento de las empresas de economía social como modelo empresarial viable, y que ganen presencia social; favorecer la creación de nuevas iniciativas y fortalecer su sostenibilidad.
El director general de Economía Social y Cooperativa, Xavier López, señala que la economía social “es un sector económico mucho más presente en nuestra sociedad de lo que imaginamos. La red logística de las farmacias, por ejemplo, es una cooperativa”, dice y sintetiza que el objetivo de Aracoop es “ponerlas en valor”.
En la misma línea de fomentar el cooperativismo, un reciente estudio sobre la poca efectividad de las políticas de empleo juvenil del Igop (el Instituto de Gobierno y Políticas Públicas de la UAB), dirigido por el catedrático Joan Subirats en el marco del programa RecerCaixa, apuesta por el fomento de la economía social e “incorporar cláusulas sociales en la contratación pública”. Esto es, que las administraciones públicas reservaran una parte del mercado a las empresas de economía social, lo que les garantizaría unos ingresos. Con los ingresos que obtuvieran, dice, podrían “afrontar inversiones con tranquilidad”, además de que provocarían un “impacto positivo en la sociedad y el territorio donde están implantadas”.
Emprendedoras de la economía social
Entre los 26 y los 31 años, Cèlia Sanz, Laura Bordera y Núria Mateu, universitarias, estaban hartas de “encadenar trabajos precarios”. Hablan como una sola voz, la de la cooperativa n’klôwô, que además es un proyecto de comercio justo: importan de ropa del hogar de algodón confeccionada “en condiciones de trabajo digno” en Costa de Marfil y Burkina Faso. Lanzarán su primera colección en mayo.
El proyecto, del que responden desde el LabCoop (el vivero del grupo cooperativo Ecos), ha ganado la última edición de los premios Manuel Arroyo para Jóvenes de la Economía Cooperativa. Las creadoras defienden que si apostaron por el cooperativismo como forma jurídica es “por sus valores y por su dimensión más humana y horizontal”.
30 años y ni un despido
La cooperativa Ambulancias La Pau ha cumplido tres décadas y puede presumir de no haber despedido a nadie. Ni durante la crisis que ha hecho estragos en el sector. Suma 86 socios trabajadores y 330 asalariados. De éstos, 13 han sido contratados en el último año, explica el presidente, Frederic Torrent. Relata que entre 2000 y 2006 dieron un “salto cualitativo”.
“Desde entonces, salvo en 2011, cada año ha habido incorporaciones, lo cual demuestra la capacidad de supervivencia y flexibilidad de las cooperativas”. José Luiz Méndez es una de estas incorporaciones. Con 35 años nunca había trabajado en una cooperativa: “Aquí hay más formación, te escuchan más y puedes aportar más”.
Un colectivo promueve un proyecto de viviendas en régimen de cesión de uso sobre un solar municipal de Can Batlló
article publicat a El País
El embrión del proyecto es una asociación —todavía no se han constituido en cooperativa— vinculada a la Plataforma Can Batlló, el movimiento de recuperación para los vecinos del recinto industrial que toca la Gran Via, en el barrio de la Bordeta (Sants). El mismo que en verano de 2011 ocupó el Bloc Onze y lo ha convertido en una biblioteca, espacios de encuentro, un bar, salas de actos y reuniones y una sala-auditorio para espectáculos.
Con el Bloc Onze ya en marcha, el siguiente paso es seguir resucitando espacios que están vacíos, explica Pol Massoni, miembro de la plataforma y del colectivo de arquitectos La Col. Han decidido trabajar en cuatro ejes para recuperar naves: la cultura, la educación, la economía social y la vivienda, la pata donde encaja la futura cooperativa.
El proyecto no se entiende sin el apoyo del Ayuntamiento, dispuesto a ceder el suelo por un periodo largo (entre 50 y 100 años). “Para Barcelona la prioridad es el alquiler”, explica el gerente adjunto de Vivienda de Habitat Urbano, Antoni Sorolla. “Estamos encantados de ceder un suelo en derecho de superficie, un proyecto que no formalizaremos sin valorar su solvencia”, añade y explica que se está gestando otro proyecto en Ciutat Vella. Son pisos que no se pueden comprar ni vender: se paga mientras se vive y en el caso de una cooperativa, si se sale se recupera la inversión inicial.
Desde la plataforma, Massoni cuenta que el proyecto y sus detalles lleva desde septiembre de 2012 diseñándose: “Los estatutos, el modelo de convivencia, hemos estudiado el modelo Andel, que en Dinamarca supone el 10% del parque de viviendas, hemos visitado Cal Cases —referente en Cataluña—, la cooperativa Sostre Cívic… pero este sería el proyecto con mayor número de viviendas que se ha realizado, y además en una gran ciudad”.
En lo que será la cooperativa no hablan de familias, sino de “unidades”. Las originarias impulsoras del proyecto son diez y en enero celebraron una reunión para captar las 20 que necesitan de más. “Lo superamos de largo”, explica Massoni. La aportación inicial está calculada para que ascienda a entre un 20% y un 30% del coste final, pero “son cálculos de máximos” porque una parte será autoconstrucción y puede abaratar el presupuesto final.
“Enlazando con la tradición de la industria textil de Can Batlló estamos planteando pisos de tres tallas: S, M y L [40, 50 y 70 metros cuadrados]”, prosigue Massoni. En las zonas comunes habrá una gran cocina industrial —aunque cada piso tendrá la suya—, espacios de trabajo o de estudio, trasteros… y hasta dos pisos para invitados. Pensando en plazos razonables —tramitación del suelo, proyecto, construcción…— los cooperativistas sueñan con comerse los turrones de 2016 en el nuevo edificio. Y a largo plazo, replicar el proyecto en otras ubicaciones.
Desobediencia energética: cómo contratar electricidad verde sin tener que pagar más
Publicat al web Economia Zero
Con motivo de la campaña de desobediencia solar iniciada por varias cooperativas energéticas, como podéis ver en esta noticia y en esta rueda de prensa, animamos a informarse, a informar y a pasarse a las cooperativas energéticas habidas y por haber.
¿Qué son las cooperativas de electricidad verde?
¿Qué cooperativas de energía verde destacan en España?
Model productiu en la nova societat
Societats Laborals
Associacions
Las cooperativas de crédito: la banca alternativa
Sin embargo, no todas las entidades financieras siguieron esta estrategia. A modo de pueblo galo que evita a toda costa la invasión romana, en España existen entidades financieras que se han negado a seguir el modelo de gestión impuesto globalmente en el sector financiero: las cooperativas de crédito.
Las cooperativas de crédito son entidades financieras que, al igual que las cajas y los bancos tradicionales, son supervisadas por el Banco de España y tienen como principal objetivo recibir depósitos de los ahorradores y dar créditos a las economías que necesitan financiación, bien pymes bien economías domésticas. Sin embargo, el enfoque de negocio ha sido distinto, porque se ha centrado en continuar, en la mayoría de los casos, en su región de origen, con un claro objetivo social, priorizando el negocio local frente a la expansión hacia otros territorios y consiguiendo así ser piezas clave en el desarrollo económico e integración financiera de los territorios de procedencia.
¿Por qué este distinto enfoque? Básicamente por la propia idiosincrasia de una cooperativa de crédito. Hay que tener en cuenta que no existe ninguna limitación en su operativa bancaria por lo que la diferencia está, únicamente, en su naturaleza jurídica, al ser una entidad de carácter cooperativo. Por tanto no existen accionistas como tales, sino que son los propios trabajadores o clientes los propietarios de la entidad, llamados en este caso «socios cooperativistas» y son ellos los que ponen el capital de la entidad y los que, incluso, pueden tomar decisiones de carácter directivo a través de sus Asambleas.
Este modelo de gestión bancario no es único en España. En países como Alemania o Francia, o incluso en Estados Unidos, las cooperativas de crédito («mutual banking» o «community banking») están perfectamente implantadas y su peso dentro del sector financiero puede incluso alcanzar el 25% de la cuota de mercado de un país. En España no llega a tanto, siendo la cuota del crédito de un 5% sobre el total del sistema financiero y de un 7% en el caso de los depósitos.
Esta cuota posiblemente crezca en los próximos años debido a las integraciones que ha habido en el sector financiero español. La desvinculación de muchas antiguas cajas con sus territorios de origen debido a las fusiones con otras entidades puede servir para que muchos clientes abandonen sus antiguas sucursales y confíen en las cooperativas regionales. De hecho, las cooperativas de crédito también se distinguen por tener un número de oficinas por cliente mucho más elevado que las cajas y bancos, lo que es perfectamente coherente con su forma de entender el negocio.
No obstante, y pese a haber soportado la coyuntura económica negativa mejor que otras entidades (de hecho no ha existido ningún proceso de concurso de acreedores sobre ninguna cooperativa de crédito en Europa) no han sido inmunes al proceso de concentración y en los últimos dos años también han abordado integraciones, mediante fusiones o a través de sistemas institucionales de protección (los llamados SIP). Estas integraciones, sin embargo, en España se han hecho de modo racional y orientadas por mejoras de eficiencia, en la mayoría de los casos entre cooperativas de territorios limítrofes, que deberían servir para fortalecer aún más su posición dentro del territorio.
Parece que seguir modelos de gestión financiera menos arriesgados y más vinculados al desarrollo económico territorial, como el de las cooperativas de crédito, puede ser la poción mágica para sobrevivir a las crisis.