RICHARD WOLFF / ECONOMISTA “Los adultos pasan la vida en el trabajo, y en el trabajo no hay democracia”

Publicat a  CTXT. Contexto y Acción

Álvaro Guzmán Bastida / Traducción Adriana M. Andrade

Richard Wolff
Shane Knight
Nueva York | 4 de Mayo de 2016
Como Bernie Sanders, Richard Wolff (1942) ha pasado toda su vida adulta hablando y escribiendo sobre las mismas cosas. Hasta no hace mucho su feroz crítica al capitalismo se podía oír en el programa de radio  Economic Update y leer en numerosos libros y ensayos, pero tenía poca resonancia fuera de ciertos nichos de la izquierda. Sin embargo, en los últimos meses, en paralelo al ascenso en las encuestas del senador de Vermont, su voz se ha amplificado de manera notable. Cuando Wolff, economista marxista formado en Harvard, Yale y Stanford, recibió a CTXT  en una cafetería cerca de su oficina en la New School for Social Research de Manhattan hace un par de semanas, estaba preparando un viaje a Kentucky para dar conferencias en varias universidades. “Nunca he estado en Kentucky”, contaba admirado, “¡y me van pagar para que hable del desastre del capitalismo y de qué se puede hacer para cambiarlo!”. Wolff señala al movimiento Occupy Wall Street como la fuerza que ha puesto teorías como las suyas o las de Sanders encima de la mesa. En su peculiar tono –a la par didáctico y contundente– Wolff habla de la situación actual de la economía estadounidense, de la competencia a nivel global, y de los entresijos de la solución que propone en su libro Democracy at Work: A Cure for Capitalism (Haymarket Books, 2012) (Democracia en el trabajo: una cura para el capitalismo), inspirada en la cooperativa vasca Mondragón. 
Parece que en este lado del Atlántico las cosas marchan mejor económicamente que en Europa o en la mayoría del mundo. Y aún así usted describe la situación económica estadounidense como desalentadora, incluso como un desastre. ¿No viven una recuperación los Estados Unidos, con menos desempleo y un crecimiento sostenido?
Hay que entender que Europa es diferente porque son muchos países. En EE.UU. hay muchas ciudades y estados, pero son tamaño de los países europeos. Allí está Grecia, aquí Puerto Rico. Me gustaría llevarle a Detroit para enseñarle algo que ni siquiera existe en Europa. 
¿Qué pasa en Detroit?
Un tercio de la ciudad está abandonada. Una de cada dos casas está quemada. Los perros salvajes representan un verdadero problema social. Repito: perros salvajes. Hace veinte o treinta años Detroit constituía el mejor ejemplo del capitalismo americano. Cuando el rey de España o el primer ministro inglés visitaban los Estados Unidos, el presidente les llevaba a Detroit para que vieran las fábricas, los trabajadores que tenían buenos sueldos porque eran miembros de un sindicato fuerte, el UAW.  Ahora no hay nada de eso. El UAW casi ni existe. En 1970 Detroit tenía dos millones de habitantes. Ahora tiene 700.000. Más de la mitad, 1,3 millones ya no están.
¿Qué pasó?
Ford, General Motors y Chrysler se fueron. Ganan más dinero fabricando coches en México, Canadá y ahora también en China. Eso es todo. Le dijeron ´que os jodan´ a la clase trabajadora. La ciudad está en bancarrota. Podría pasarme tres horas poniendo ejemplos de la desaparición de la clase media americana. ¿Es cierto que hemos reducido el número de desempleados de 15 millones a siete u ocho? Sí, pero lo que ocurre es que la mitad ya no forman parte de la población activa, es decir, ya no buscan empleo.
Quiere decir que los bajos niveles de desempleo ocultan una realidad económica dura para la mayoría de los americanos…
Nuestra economía se ha reorganizado. Casi todos los buenos trabajos –bien pagados, con pensión, cobertura sanitaria y todo eso– se han reducido drásticamente. Quizá se hayan reducido a la mitad. Toda esa gente ha sido recolocada como trabajadores del sector servicios. Trabajan en gimnasios, en Amazon, transportando paquetes, camareros en Starbucks. Tienen empleo, un salario bajo, ninguna prestación, y ningún futuro, nada. Pero están trabajando.  Eso no es una solución económica. Por eso, aunque tengamos poco paro nuestra economía no va a ninguna parte. No tenemos crecimiento ni bienestar. La brecha sigue creciendo porque antes toda esa gente formaba parte de familias que tenían buenos sueldos, que cumplían esa especie de sueño americano de tener una casa, un coche, de poder mandar a sus hijos a la universidad. Ahora ya no lo pueden hacer. La gente joven ni se casa ni tiene hijos. Ni siquiera saben cómo van a pagar los préstamos que pidieron para estudiar. 
¿A quienes atribuyen esa situación a la creciente competencia a nivel global?
En los últimos 40 años la relación entre capital y trabajo se ha alterado radicalmente. Después de la caída de la Unión Soviética y del cambio de la atmósfera política en China, el capitalismo occidental ha visto incorporarse a sus filas un enorme número de trabajadores. China puede ofrecer mano de obra muy bien preparada y muy mal pagada  a cualquier empresa europea o americana. India, Brasil, o Europa del este pueden hacer lo mismo. Pensemos, por un momento, en ello con mentalidad capitalista:  de repente contamos con muchísima más mano de obra. Y, si tus trabajadores tienen salarios a nivel europeo o americano te preguntas: ´¿para qué necesito a esta gente? Cierro la fábrica de Barcelona, París, Cincinnati o Chicago y la abro en Shanghái, en Hyderabad o en Sao Paulo´.
Algunos afirman que esto está suponiendo un cambio de las condiciones de vida para el Hemisferio Sur. Dicen que las periferias están creciendo y que se acercan a occidente gracias al desarrollo. En definitiva, que la riqueza se está moviendo desde el centro hacia la periferia. ¿Qué opina?
Pensar que esto va a ser beneficioso para el Hemisferio Sur es una ilusión. Los que toman las decisiones siguen siendo los mismos.  Enfrentarán a Brasil contra India como enfrentaron a Estados Unidos con China. Volverán a moverse. Irán a donde les convenga.
Entonces, ¿estamos ante una competencia a la baja?
Sí, pero no se trata de una conspiración. Podemos verlo con las marcas de ropa. Desembarcaron todas en China. Ahora muchas se están marchando porque en los últimos años los sueldos han aumentado un 5 o 6%. Se van a Vietnam o a Malasia. Ese es su trabajo. Todos compiten. También ocurre en EE.UU. Pero aquí se enfrentan una ciudad contra otra, un estado contra otro. Esta es una de las razones por las que tenemos una pésima estructura fiscal, que acaba poniendo todo el peso sobre los hombros de la clase media y baja.
Hablemos de la solución que propone en su libro. ¿Por qué cree que las cooperativas o, como usted prefiere llamarlas, empresas autogestionadas por sus trabajadores, son la solución para nuestros problemas?
Todo tiene que ver con la organización del trabajo y, con este modelo, los trabajadores no solo son empleados, sino que también son la cúpula directiva.
Lo que significa que son dueños del fruto de su trabajo y deciden cómo trabajar…
Ellos dirigen la empresa. Hacen en su empresa lo mismo que la Junta Directiva hace en una sociedad mercantil. Deciden qué producir, cómo hacerlo– con qué tecnología, en qué condiciones –, y dónde hacerlo. También qué hacer con los beneficios. Las plusvalías que generan los trabajadores les pertenecen y deciden qué hacer con ellas. No hay capitalistas.
Pero siguen teniendo que vender en el mercado, ¿no?
Solo si el mercado es la institución de distribución.
Pero ¿no percibe al mercado como origen del problema?
Hay un problema más básico. La estructura de una empresa es una cosa, el mecanismo de distribución de los productos o servicios es otra.  En EE.UU. el capitalismo se define como libertad de empresa y mercado. El socialismo es empresa pública y planificación. Pero Marx nunca hizo eso. En Marx no hay nada sobre planificación. La cuestión es quién produce la plusvalía y quién se queda con ella. En la esclavitud el esclavo produce la plusvalía y el amo se la queda. En el feudalismo es el siervo el que genera plusvalía y  el señor feudal el que se la queda. En el capitalismo, el empleado genera la plusvalía y el propietario se la queda. En el comunismo, el trabajador la produce y se la queda. Esto es lo que dice la teoría.  En mi opinión, la materialización de esa teoría es una empresa en la que los trabajadores no solo generan la plusvalía, sino que se adueñan de ella. Esto lo diferencia de la esclavitud, del feudalismo y del capitalismo.
Muchos progresistas ponen el énfasis en la preponderancia del mercado. ¿Hay demasiado mercado en este momento?
El hecho de que haya gente de izquierdas enfadada con los mercados significa que hay algo que se ha perdido. Es un análisis desnortado, que camina hacia atrás. Que en la cultura burguesa no se hable del horror de la explotación en el trabajo y sí de los mercados resulta sospechoso. Están trabajando a favor de su enemigo.
Hablemos, pues, de producción. Dice que una democracia no está completa si no tiene instituciones económicas democráticas.
¿Completa? No hay democracia… Creo que la idea de que Estados Unidos es democrática es absurda.
¿Por qué?
Porque el lugar donde casi todos los adultos pasan la mayoría de sus vidas es en el trabajo, y en el trabajo no hay democracia. Entonces, ¿de qué estamos hablando? Como mucho podríamos decir que hay democracia en el lugar en el que resides –en tu casa, en tu barrio– – porque votas a un alcalde, a un senador, a un gobernador. Pero no votas a tu jefe. Incluso si equiparas la democracia al mero ejercicio del voto –cosa que yo no hago– esta no existe donde pasas más tiempo, que es en el trabajo. 
Si no hay democracia ¿qué hay entonces en el trabajo? 
Una dictadura. Es obvio. El lugar de trabajo es fundamentalmente, no solo no democrático, sino una institución antidemocrática. Cuando llegas al puesto de trabajo, cruzas la puerta y te dicen lo que hay que hacer, cómo hacerlo, y dónde hacerlo. Cuando terminas, vuelves a casa y otros se apropian de lo que tú has producido. Tú no tienes nada que decir al respecto.
¿En qué medida resulta más democrático su modelo, basado en las empresas autogestionadas?
Todas las decisiones importantes se tomarían por voto mayoritario. Una persona, un voto. Una decisión colectiva. Se propone, se discute, y se decide. Por ejemplo, ¿vamos a desplazar la producción de Ohio a China? Eso es una conversación corta porque sé la respuesta, y tú también. No. ¿Qué grupo de trabajadores destruiría su propio trabajo, comunidad y futuro? Es de locos. Otro ejemplo. A la hora de repartir las ganancias ¿crees que le darían millones de dólares a unos pocos mientras el resto no podría ni mandar a sus hijos a la universidad? Eso no ocurriría. 
Sobre esto último, utiliza como ejemplo a la cooperativa Mondragón.
Sí. En el caso de Mondragón, la persona mejor pagada no puede recibir 8,5 veces lo que gana el de menor sueldo. En este país la proporción de lo que gana un Director General y el peor pagado en una empresa es de 300 a 1, de media. En algunos casos de 600 a 1. El problema no es cómo distribuir la renta. Esa es la peor manera de afrontar el problema. Estamos creando conflicto y animosidad. Por eso los que pueden evaden impuestos. Un método mucho más inteligente sería no distribuir de manera desigual de entrada. 
Supongo que la gente que aboga por la implicación del estado y la redistribución desde arriba está preocupada por el problema de la escala. ¿Qué se puede hacer para que esto funcione para la mayoría de la gente, sobre todo en cooperativas que no compiten con empresas que deslocalizan la producción?
Creo que el capitalismo es una organización social y presenta un problema social. Para solucionar un problema social se necesita un movimiento social. Uno puede imaginarse a todas las empresas, pequeñas, medianas y grandes pasando por una transición hacia el modelo de la autogestión. Pero creo que antes de que ese proceso concluya habrá un conflicto. Los capitalistas van a verlo como una amenaza. ¿Cómo van a seguir pagando poco a los trabajadores y mucho a los ejecutivos si la cooperativa de enfrente no permite esas prácticas? Necesitamos un partido político que defienda a los trabajadores de cooperativas y cuya estructura de base sea la de los trabajadores de cooperativas, que apoyan y fomentan su crecimiento. Por cierto, esto es una réplica del nacimiento del capitalismo. Los primeros capitalistas  también necesitaron un movimiento social para arrebatarle el control al gobierno feudal del rey. Tuvieron que luchar para desarrollar los partidos políticos, el parlamento. Creo que tanto republicanos como demócratas son agentes del sistema capitalista. Tendremos que tener un agente del sistema alternativo y políticas para estos sistemas alternativos,  algo de lo que ahora carecemos. 
Entonces, quienes ven en el Estado la herramienta para dotar de soluciones a los problemas sociales que plantea, ¿se equivocan?
No tiene nada que ver que el estado sea más intervencionista con que cambie el sistema de producción. La Unión Soviética representa el estado erigiéndose en gestor del sistema de producción. No era la idea inicial, pero lo que terminaron haciendo fue deshacerse del modelo de capitalismo privado y sustituirlo por el estado. Pero el modelo era el mismo. El trabajador trabajaba de lunes a viernes, llegaba a las ocho, hacía su trabajo y se iba a casa. Otros tomaban las decisiones. Si el capitalista es el Estado y sus funcionarios, entonces  hay capitalismo de Estado. 
¿Qué significa para usted el modelo Mondragón?
Uso el ejemplo de Mondragón para varias cosas. Uno: el modelo es realizable; se puede hacer. Dos: para constatar que se puede resolver el problema de pasar de ser un grupo pequeño — en 1956 el Padre Arizmendiarrieta contaba con seis personas–  a ser una gran empresa con 80.000 o 100.000 trabajadores, con su propia cadena de supermercados y todo el resto. Tres: muchas de las cooperativas de Mondragón tuvieron que competir con empresas capitalistas en sus sectores. Hay quienes han dado el salto y lo han logrado. Que no me digan que una cooperativa no puede competir con una empresa capitalista. 
Habla de las redes de financiación de Mondragón como ejemplo a seguir. 
Sí. Mondragón destina un porcentaje de los beneficios de cada cooperativa a la Caja Laboral y ese dinero sirve para poner en marcha una nueva cooperativa. Así es cómo se autofinancia el movimiento cooperativo. Es muy importante. Es una forma de colaboración que resuelve el problema financiero para el desarrollo y crecimiento de las cooperativas. La mayoría de quienes me escuchan nunca ha oído hablar de Mondragón y, cuando les digo que es el séptimo grupo empresarial más grande de España, no saben qué pensar. 
Los movimientos sociales actuales no suelen centrarse en la producción como hace usted. Muchos ponen el énfasis en el hecho de que trabajamos demasiado, que deberíamos tener más tiempo para el disfrute, más ocio, menos trabajo, también por motivo ecológicos. ¿Cómo propone lograr el cambio social centrándose, una vez más, en la producción cuando muchos de sus supuestos aliados ven el trabajo como algo que querrían hacer menos tiempo, y no como una fuente de identidad?
Es un problema ideológico. La sociedad de la que queremos escapar es la que nos da forma. Esto no puede desaparecer de la noche a la mañana. Es absurdo debatir qué es más importante o que viene antes, si cambiar de mentalidad o cambiar las condiciones materiales. Las dos cosas tienen que cambiar. Por ejemplo: una empresa autogestionada puede decidir usar su plusvalía para incrementar el tiempo dedicado al ocio. Son los trabajadores quienes toman las decisiones. Tienen poder de decisión y por eso pueden destinarla a su tiempo libre, para estar más con la familia, para pintar, para cantar, para pasear, o para lo que les apetezca. O pueden inclinarse, otro ejemplo, por el medioambiente. No quieren contaminar el río y deciden producir menos, trabajar menos y destinar a eso la plusvalía. 
Eso necesitaría una cierta coordinación, ¿no? ¿Algún tipo de gobernanza política política por encima del nivel empresarial? 
Por supuesto tiene que haberla. Las decisiones de una empresa –una fábrica, una oficina, una tienda–  tienen un impacto en la comunidad. El sistema político tendrá que evolucionar para que las empresas y la comunidad sean co-determinantes. Cada una deberá tener poder de veto sobre la otra. De lo contrario, no hay una verdadera democracia. Por supuesto la democracia no está limitada por el lugar de trabajo. Eso solo sería posible si el lugar de trabajo estuviese separado de la comunidad, lo que nunca pasa. Ahora sucede algo similar: el alcalde se sienta con el ejecutivo de la empresa y toman las decisiones. Lo que ocurre es que trabajadores están excluidos de ese proceso. 

Berlín, el mundo y las cooperativas de vivienda

Article publicat a El Diario.es

 El Congreso Internacional de Economía Solidaria muestra que es posible vivir dignamente de manera colaborativa

Participantes en el Congreso Internacional de Economía Solidaria, celebrado recientemente en Berlín.

Participantes en el Congreso Internacional de Economía Solidaria, celebrado recientemente en Berlín.
Es increíble la cantidad de experiencias de economía solidaria que se llevan a cabo en muchos países del mundo, que han surgido desde lo pequeño y que han permitido que la gente salga adelante.
Hace poco tuve la suerte de asistir al  Congreso Internacional de Economía Solidaria que se llevó a cabo en Berlín, y me dejó un muy dulce sabor de boca: no está todo perdido. Podemos seguir avanzando, observando, analizando y creando alternativas para salir adelante, como lo han hecho muchas otras personas en otros momentos de la historia y en otros lugares del planeta.
Lo que más me llamó la atención del Congreso fue cómo se han ido consiguiendo en el mundo modos cooperativos de vivienda de muy diversa índole.
La vivienda es básica. El techo, el espacio donde se vive, es el refugio, el primer eslabón de una vida digna, donde se relacionan todos los demás aspectos de la vida. Y por eso el tema ocupó un lugar central dentro del Congreso.
Entre las experiencias interesantes estaba, por ejemplo, la del Sindicato Mietshäusersyndikat de Berlín. Muchos años atrás, jóvenes sin acceso a una hipoteca (o que no disponen del 20% del precio que piden los bancos para dar un crédito) se juntaron y comenzaron a pedir dinero prestado a sus primos, amigos, hermanos y toda la gente que estaba alrededor para lograr formar una cooperativa y acceder a una vivienda. Esa experiencia, que comenzó como algo muy informal, hoy es la base de un completo movimiento, que ha permitido el crecimiento exponencial de cooperativas de vivienda de cesión de uso (la dueña siempre es la cooperativa, los socios solo alquilan eternamente). Más de 10.000 personas viven actualmente en cooperativas de viviendas creadas con el método del Sindicato.
Por supuesto, y ante posibles estafas (que han surgido, generando desconfianza), se han sofisticado y legalizado. Es decir, tienen formatos legales y una estructura suficientemente robusta que permite el desarrollo seguro de las inversiones.
Lo importante de esto es que se ve una luz al final del túnel. Hay salidas para las miles de personas que no tienen actualmente acceso a la vivienda. O que piensan en que cuando les llegue la edad de jubilación, lo más probable es que no puedan pagar el techo con lo poco que les quede de pensión.
Cada cooperativa de viviendas apoyada por el sindicato se organiza como quiera dentro de su estructura, siempre bajo la premisa de que luego esas viviendas no puedan transformarse nunca en objeto de especulación; es decir, que quedan fuera del sistema de mercado tradicional y sirven para defender el derecho al techo. Hay cooperativas que se han organizado de tal manera que han conseguido financiar todas las viviendas, no solo el 20% que no da el banco, bajo este sistema: pidiendo préstamos alrededor de las personas que la conforman. ¿Y cómo lo han conseguido?
La fórmula es sencilla. Los cooperativistas suelen dar un 2% de interés anual a sus prestatarios. Cualquiera que tenga ahorros conseguirá un interés mayor si invierte en la cooperativa, por ejemplo, 1.000 euros (el banco le daría alrededor de un 0,30%). Y para la cooperativa es mucho mejor que un crédito hipotecario tradicional, porque el interés que paga a los inversores es menor que el que tendría que pagar al banco.
Por supuesto, luego hay una serie de medidas legales concretas, muy estudiadas y a tomar en cuenta, para que se pueda devolver el dinero. La cooperativa va devolviendo poco a poco los préstamos, por ejemplo, a diez años. Y sigue pidiendo préstamos cortos (cada vez menos cantidad de préstamos) hasta haber financiado toda la inversión. De esta manera, los costos y los riesgos se hacen menores y se financia la liquidez necesaria por si surgen imprevistos o alguien pide el dinero devuelto todo de una vez (los montos por persona son pocos, y no se devuelve toda la suma de golpe).
Lo interesante de esto es que hay un tipo de financiación desde abajo. Cualquier grupo que quiera formar una cooperativa de vivienda podría utilizar el sistema. Ellos se organizan con algo tan sencillo como que cada cooperativa crea su propia página web (en plataformas gratuitas, nada del otro mundo) para dar a conocer y sacar adelante su idea.
La experiencia del sindicato fue una de las tantas presentadas en el congreso. Por supuesto, hubo muchísimas otras historias de las que aprender.
Otro de los proyectos interesantes, en lo que a acceso a la vivienda se refiere, tiene que ver con lo que llaman Community Land Trust. La idea, llevada a cabo inicialmente en Estados Unidos y en Inglaterra, es sacar las tierras del mercado de la construcción tradicional para evitar la especulación y promover el derecho al techo. Sus fundadores intentan promoverlo en otros lugares.
Los Community Land Trust son terrenos que básicamente no se pueden vender ni alquilar. L a cooperativa y sus usuarios compran la vivienda en sí. Lo que se puede vender es la vivienda, es decir, lo que ha costado construir. Pero no se puede vender la tierra, y por lo tanto el inmueble queda totalmente fuera del mercado.
Hay cientos de experiencias que demuestran que hacer esto, sacar las tierras del mercado inmobiliario, permite una calidad de vida muchísimo mejor para quienes allí habitan. Y por supuesto, lo que han demostrado las cooperativas de vivienda, con cesión de uso en muchos lugares del mundo, es que se puede vivir mejor allí que en las viviendas tradicionales.
Un ejemplo de esto lo contó John Restakis, canadiense, experto en cooperativas. Las cooperativas de vivienda canadienses tienen largas lista de espera de gente que quiere entrar. Sus creadores han conseguido que las viviendas sean mucho mejores que otras, por un precio mucho más reducido. Ademá, suelen dar muchos más servicios a su colectivo. No solo piensan en la vivienda, sino que también se coordinan para abaratar costes de alimentación, guarderías, transporte, y otras tantas cosas. Es evidentemente atractivo.
El problema para comenzar a crear cooperativas de este tipo, según Restakis, reside en que muchas de ellas, la mayoría, han recibido inicialmente el apoyo –con tierras, por ejemplo- de algún ayuntamiento para llevarlo a cabo. Es un tema difícil, sobre todo en aquellos ayuntamientos que no tienen intención de generar proyectos cooperativos, colaborativos, para la ciudadanía; incluso hay algunos ayuntamientos que han querido sacar partido de la burbuja inmobiliaria, especulando con su propio parque de viviendas, y que se ven ahora sumidos en un horrible espiral de deudas.
Hay alternativas, sí. Muchas. Pero es importante que la política esté de parte de la gente, y no de parte del mercado.

Can Batlló, de centro social a barrio cooperativo

Article publicat a Alternativas Económicas i a El Diario.es

Can Batlló se ha convertido en un gran laboratorio de la economía social que entronca con la Barcelona popular y libertaria que el franquismo quiso arrasar
El bar de Can Batlló, con la pizarra de tareas y actos al fondo. FOTO: ANDREA BOSCH

El bar de Can Batlló, con la pizarra de tareas y actos al fondo. FOTO: ANDREA BOSCH
Si uno se acerca cualquier mañana a tomar café en el bar de Can Batlló —la antigua fábrica textil del barrio de La Bordeta de Barcelona reconvertida por los propios vecinos en un macrocentro social autogestionado —, tiene muchas posibilidades de encontrarse a filósofos, arquitectos y contables enfrascados en la limpieza cotidiana del local.
Los mismos filósofos que han concebido el espacio, los mismos arquitectos que han transformado un basurero que hace más de cuatro décadas albergaba hilaturas en un espacio vanguardista y lleno de luz y creatividad, y los mismos contables que ayudan a cuadrar las cuentas para que este emblemático espacio siga en pie y con proyectos cada vez más importantes.
Tres años y medio después de que los vecinos ocuparan la antigua fábrica textil de la familia Muñoz-Ramonet —una de las grandes fortunas de Barcelona—, Can Batlló sigue funcionando con la misma filosofía autogestionada y libertaria del primer día. Se ha convertido en uno de los mayores ejemplos en España de que realmente existe otra manera de hacer las cosas: democrática, participativa, sin burocracia y eficiente, tanto en términos meramente económicos como en rentabilidad social. Y además, con una ambición extraordinaria: esto no es ya un centro ocupado, sino el germen de un auténtico  barrio cooperativo que aspira a reconectar con una gran tradición de economía popular que en Barcelona llegó a ser muy importante y que la victoria del franquismo quiso arrancar de cuajo.
Can Batlló es tan grande como el Camp Nou y como una manzana entera del Eixample. La fábrica textil cerró las puertas en el tardofranquismo y del enorme espacio fue cociéndose a fuego lento un gran proyecto inmobiliario al que faltó tiempo para consumar  pelotazo alguno porque la crisis le pilló aún con cabos sueltos. El proyecto incluía necesariamente equipamientos también para el barrio y los vecinos se cansaron de esperarlos en vano: el 11 de junio de 2011 tomaron sin esperar el permiso de nadie la antigua fábrica en un acto multitudinario que el Ayuntamiento no tuvo otro remedio que tolerar. Y ahí empezó una dinámica que no se ha detenido aún: los vecinos y las entidades de un barrio con gran tejido social y cooperativo se organizan, lanzan nuevos proyectos y el Ayuntamiento los acaba validando, incluso boquiabierto.
Así volvió a suceder con el derribo del gran muro que separaba la fábrica del barrio. Tras muchas demandas instando a la demolición, los vecinos se pusieron manos a la obra y forzaron la llegada de las máquinas municipales: ahora ya no hay muro, sino una calle pública donde antes estaba vedado el paso. Todo ello sin que exista siquiera una organización jurídica que represente Can Batlló, ni burocracia, ni estructura, ni cargos: hay una asamblea mensual y luego múltiples comisiones que van trabajando a su aire y que sólo tienen que rendir cuentas a la asamblea.

Biblioteca en el bloque 11

“Nací al lado de la fábrica y, después de más de 30 años reclamando que hicieran equipamientos públicos, nos cansamos de esperar y decidimos hacerlo nosotros mismos”, explica Agustina, jubilada que participa en la gestión de la biblioteca, un espacio en pleno Bloque 11 —el epicentro del proyecto, el primer lugar que se recuperó para el barrio— que tiene poco que envidiar a las bibliotecas municipales: abre tres días por la mañana y todas las tardes, tiene ordenadores y espacio para estudio y para tertulias, y cuenta con un fondo bibliográfico que ya supera los 10.000 libros, todo donaciones, y eso que sólo aceptan ediciones recientes: “Esto es una biblioteca, no un contenedor de libros”, señala Agustina.
El Bloque 11 cuenta con instalaciones extraordinarias, que se han ido autoconstruyendo poco a poco: auditorio, biblioteca, bar, rocódromo, taller de artistas, sala de reuniones, etc. Todo funciona con el mismo esquema: es de uso libre, pero el usuario debe aportar también algo a Can Batlló e involucrarse de alguna manera, en la asamblea, en comisiones, en nuevas iniciativas que vayan dando respuestas a las lagunas que persisten en el barrio… Siempre con esta filosofía, el proyecto se ha ido extendiendo más allá del Bloque 11 y ello es precisamente lo que le diferencia de un mero centro social y lo acerca a la utopía de “barrio cooperativo”, donde se pueda vivir con otra lógica sin renunciar a ningún servicio y con actividad económica de base cooperativa.

Uso público

Esta utopía está plasmada en documentos, pero empieza a ser perfectamente evidente a simple vista: la calle nacida tras la destrucción del muro es un espacio realmente de uso público, un lugar de paso y también de encuentro, sin coches, ni publicidad, ni establecimientos comerciales de lógica privada. Y ya funciona una carpintería de base cooperativa que tras la jornada laboral queda a disposición del barrio. “El objetivo es generar actividad económica que sirva para que la gente viva, pero siempre incluyendo retorno social para Can Batlló y para el barrio”, explica Hernán Córdoba Mendiola, activista de Can Batlló y socio de La Ciutat Invisible, auténtica factoría para la recuperación de la memoria de la Barcelona popular que el franquismo quiso borrar del mapa y hacerla invisible.
En la práctica, los trabajadores de la carpintería ejercen también de maestros de su oficio fuera de la jornada laboral —se organizan cursos— y los medios de producción están colectivizados y al servicio de todo el barrio.
Hernán Córdoba Mendiola. FOTO: ANDREA BOSCH
Hernán Córdoba Mendiola. FOTO: ANDREA BOSCH
En la calle ha abierto también un “taller de movilidad” —se encuentran y se reparan desde patines hasta motocicletas y el objetivo es que incluya también vehículos a disposición del colectivo—, un  pipicán para el barrio y huertos que acabarán nutriendo a grupos de consumo. Además, están ya en la cuenta atrás los proyectos de un comedor popular —con 100 plazas y comidas a cuatro o cinco euros—, una imprenta y hasta una fábrica de cerveza.
Evidentemente, un auténtico barrio necesita viviendas y también en esto los primeros proyectos están muy avanzados. Se ha constituido una cooperativa que construirá 31 viviendas en régimen de cesión de uso, esa fórmula a medio camino entre la propiedad y el alquiler que es habitual en algunos países nórdicos pero prácticamente desconocida aquí: la propiedad de la vivienda es de la cooperativa, pero los usuarios pueden disponer de ella toda la vida —incluso pasarla en herencia a los hijos— y, si se marchan, recuperan lo invertido.
Si hay familias viviendo en el barrio, lo lógico es que haya también escuela: ya está reservado el espacio para una escuela autogestionada vinculada al grupo de pedagogía libertaria de Josefa Martín Luengo, fallecida en 2009 y gran referencia contemporánea de la tradición que creó en Barcelona Francesc Ferrer i Guàrdia.
La última pata en marcha, que tiene también una nave ya reservada aunque la negociación con el Ayuntamiento aún no ha concluido, es el proyecto de Coopolis, un espacio de fomento de la economía social que aspira a convertirse en el gran polo de generación de proyectos económicos de base cooperativa, de la misma forma que Barcelona Activa tiene en el 22@ el gran semillero de emprendimientos mercantiles. El proyecto prevé hasta 42 espacios, incluidos 13 para empresas tractoras ya consolidadas que sirvan de acicate para la intercooperación y de impulso para los proyectos de la incubadora.
Si alguna vez usted cae en el desánimo y cree que la suerte está echada, que el futuro está escrito y que no hay nada que hacer, déjese caer por Can Batlló.

La economía de los excluidos se abre paso

Publicat a  El País

Inversiones colectivas, trueque y aplicaciones colaborativas apuntalan las finanzas de los parados

Un mercadillo de trueque en la plaza de San Pedro, en Santiago de Compostela.
Ninguna entidad financiera española (bancos, cajas y aseguradoras) comercializa productos específicos para parados. Hay 5.622.900 personas (datos del segundo trimestre de la Encuesta de Población Activa) que permanecen excluidas del sistema financiero convencional. Hace algunos años, por ejemplo, se comercializaban seguros de paro asociados a hipotecas, sin embargo, con la llegada de la crisis, empezaron a suponer un fuerte desembolso para las aseguradoras y éstas, pensando en cubrirse las espaldas, los penalizaron con primas muy altas. El producto se diluyó.
Pero esta generación, encabezada sobre todo por los parados más jóvenes, amenaza con tomarse la revancha. El imparable movimiento de la desintermediación financiera y la economía colaborativa son las armas del cambio. Lo advierte Celia de Anca, profesora del Instituto de Empresa (IE). «La banca no puede permitirse dar la espalda a este segmento y a esta generación. Porque son ellos quienes, en justa respuesta, podrían prescindir de los bancos y cajas de ahorro. ¿Cómo? El crecimiento de las plataformas de crowdfunding (inversiones colectivas), peer to peer (intercambio entre particulares) y las aplicaciones de consumo colaborativo son el inicio de un modelo bancario distinto». Y añade un consejo: «El sistema financiero tiene que interactuar con estos excluidos. Pero no mirándolos como si fueran un acto de caridad, sino como los responsables de una forma diferente de relacionarse con las finanzas».
La Unión Europea ya regula el crowdfunding a través de una directiva. Empresas como la británica Crowdcube, que acaba de abrir su filial española, sirven de enlace entre los emprendedores y sus potenciales financiadores.

Las finanzas alternativas

  • Dwolla. Plataforma especializada en la transferencia de dinero.
  • Transferwise. Web especializada en el cambio de divisas entre particulares.
  • Crowdangel y Crowdcube. Portales para que los emprendedores puedan obtener financiación para sus proyectos.
  • Kredito24.com. Web para la concesión de créditos.
  • MicroBank y Coop57. Entidades especializadas en microcréditos.

Desde que comenzó la crisis, millones de trabajadores sin empleo han visto cómo el mundo financiero les iba olvidando. Pocos se han preocupado por el 16,9% de los hogares que llega a fin de mes con «mucha dificultad» —según la encuesta de condiciones de vida del INE—, o del 20,4% de ciudadanos en riesgo de pobreza. Hablamos de «las familias que desde 2007 han perdido el trabajo o les han bajado el salario. Y que no podrán conseguir un préstamo hipotecario tras la desaparición de las cajas de ahorro [de las 45 de 2010 quedan 13] y la banca de proximidad», dice el economista José Carlos Díez. «Están condenados a no acceder al crédito. Por eso, que no haya productos a su medida resulta un mal menor».
Una parte del sector financiero, sin embargo, está convencida de que algo tiene que cambiar. «Todos los bancos tenemos que replantearnos el negocio», ya sea por el auge de la economía colaborativa o el crowdfunding, observa Jon Antoni Melé, subdirector general de Triodos Bank, una entidad que enarbola la bandera de las finanzas éticas. Porque la competencia arrecia. Amazon, Google y Facebook, por ejemplo, quieren participar en el mercado de los medios de pago. Incluso sistemas operativos de teléfonos móviles como iOS (Apple) y Android (Microsoft) han descubierto también el potencial del negocio. A su vera surgen plataformas especializadas en transferir dinero (Dwolla), cambiar divisas entre particulares (Transferwise), levantar financiación para emprendedores (TheCrowdAngel) o conceder préstamos (Kredito24.com). Y al trabajar con precios bajos —Transferwise, por ejemplo, cobra una comisión por enviar divisas entre particulares del 0,5% frente al 4,5% de los bancos— facilita que entren los desempleados.
Hasta la llegada de estos nuevos actores, las personas en paro habían tenido escasos asideros frente a las dificultades. Tal vez, los microcréditos sean de los pocos instrumentos que resultan de una cierta ayuda. MicroBank (el banco social de La Caixa) concedió el año pasado un 25% de sus préstamos de pequeña cuantía a clientes que estaban en paro o no habían trabajado en España. Con una filosofía similar camina Coop57, una cooperativa de servicios financieros que financia iniciativas de economía social. Sus tipos anuales oscilan entre el 1,65% (productos de ahorro) y el 6,90% (financiación). Son números que en conjunto mejoran a los de la banca tradicional. En este caso, mirando a las finanzas de los más débiles, promueve los avales personales mancomunados. Instrumentos por los que un grupo de personas respalda individualmente (con participaciones desde 500 euros) un crédito para lanzar un proyecto. Por ahora, los valedores de Coop57 son 2.758 socios y un volumen de aportaciones de 21 millones de euros.
Pero tanto MicroBank como Coop57 parecen excepciones. La verdad es que «hasta ahora los parados han resuelto sus problemas económicos dentro del sector financiero informal. Amigos y familiares que prestan pequeñas cantidades y que saben que difícilmente las recuperarán», describe Carlos Martín, director del gabinete económico de Comisiones Obreras (CC OO). «A este colectivo, siendo optimistas, se le concede servicios básicos, por ejemplo, una tarjeta de débito. Puesto que no te van a producir mucho, que te cuesten poco», admite un analista, que pide no ser citado.

Las nuevas generaciones consumen menos y emprenden más

Frente a esa banca anclada en modos y maneras egoístas, llegan vientos de cambio impulsados, sobre todo, por los millennials. Los jóvenes que hoy tienen entre 18 y 33 años, quienes, a su vez, son los que muchas veces soportan más paro. Un informe del Tesoro de EE UU y de la fundación Finra señala que compran un 18% menos de casas respecto a la generación precedente. «Sobre todo porque no tienen ese afán consumista», recalca Gerard Costa, profesor de Esade. Algo similar ocurre con los coches. Para hacer frente a salarios bajos y empleos precarios su respuesta es el alquiler y el transporte público. Pero también la búsqueda de otro estilo de vida lejos de los bancos clásicos. Y aunque partan de una situación de paro, una vez dentro del mercado laboral sin duda lo cambiarán.
«Es una generación que quiere crear sus propios negocios y tiene una interconectividad sin precedentes», sintetiza Jason Dorsey, estratega jefe de The Center for Generational Kinetics, un centro de estudios estadounidense especializado en los millennials. Palabras que encuentran eco en otras. «El potencial de los jóvenes es tremendo, pero también el bloqueo del acceso al mercado laboral», apunta Julio Pérez, demógrafo del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). En ese lado de la pujanza, el 59% de los estudiantes españoles tiene —según la encuesta PISA de 2012 de competencia financiera— una cuenta bancaria. El freno radica en «el nivel de incertidumbre con el que afrontan un futuro marcado por la precariedad en el trabajo y una cultura financiera y del ahorro menor que la de sus padres», desgrana José Luis Martínez, economista jefe de Citi.
En el fondo, afrontamos una ruptura. Algunos economistas sugieren que no vivimos en una sociedad solamente desigual, sino en dos economías, una frente a la otra, separadas. Los hábitos de consumo de los desempleados o trabajadores precarios parecen refrendarlo. «El consumo está fracturado», avisa Sara Baliña, experta de Analistas Financieros Internacionales (AFI). «Hay una clase media y media-alta que había retraído sus compras ante la incertidumbre económica y que ahora empieza a gastar más en ocio, viajes y restauración. Por otro lado, vemos las clases más bajas que perdieron su trabajo o tienen uno precario».
Como recuerda Javier Vello, socio del área comercial de PriceWaterhouseCoopers (PwC), «el gasto no solo se mueve por la realidad financiera, sino por las expectativas personales. Si son buenas, gastas. Si son malas…».

EN DEFENSA DE LES COOPERATIVES . DEMANEM LA RETIRADA DE L’AVANTPROJECTE DE REFORMA DE LA LLEI DE COOPERATIVES

Molt Honorable Sr. Artur Mas i Gavarró, President de la Generalitat de Catalunya
Il·lustres  Portaveus dels Grups Parlamentaris del Parlament de Catalunya
Els sotasignats, ciutadans de Catalunya, cooperativistes molts de nosaltres, volem expressar el nostre profund disgust per la presentació d’un nou Projecte de Llei de cooperatives que qüestiona d’antuvi la pròpia naturalesa de la societat cooperativa,  tan arrelada a la realitat i a la historia del país, i compromesa, avui com ahir, en la consecució d’una societat lliure, profundament democràtica socialment i econòmicament, equitativa i solidària.
El Projecte de Llei diu obertament que  pretén obrir un ventall de possibilitats perquè les cooperatives s’adaptin al mercat i al mercantilisme dominant, desfigurant les característiques pròpies del cooperativisme, com és la seva naturalesa de societat de persones que s’associen per millorar la seva situació econòmica i social mitjançant una activitat empresarial de base col·lectiva, oferint per contra com a model de referència  el de les societats de capital.
És en aquest sentit que proposa reduir a tan sols dues persones el nombre de socis, ampliar el percentatges dels vots ponderats fins al 25% del total de la societat (introduint percentatges de control particular de les societats), reforçar el paper dels col·laboradors no cooperatius, reduir els fons col·lectius dels recursos cooperatius,  permetre la repartibilitat d’una part dels mateixos i limitar la capacitat de constituir federacions  de cooperatives. Propostes que trenquen directament les institucions bàsiques de les cooperatives i la tradició legislativa catalana mantinguda, sense interrupció,  des de la Llei de Bases de la Cooperació de 1934. 
Davant d’aquesta proposta de diluir el cooperativisme en un entorn de predomini de les societats de capital, anul·lant la seva naturalesa associativa, col·lectiva, de democràcia econòmica i responsabilitat social, els sotasignats demanem al President que el Govern RETIRI EL PROJECTE DE LLEI DE COOPERATIVES, i en el seu cas als Portantveus dels Grups Parlamentaris  que REBUTGIN AQUEST PROJECTE DE LLEI , mantenint en vigència la Llei actual, tot millorant el seu desplegament.  En la convicció de que el desenvolupament i enfortiment del cooperativisme és, avui més que mai, un factor imprescindible per garantir la pluralitat econòmica, la creació de treball, la solidaritat social i el progrés d’una cultura  ciutadana democràtica i participativa a Catalunya
Barcelona, 23 d’abril de 2014

El empleo en las cooperativas crece un 3,7%

Article publicat a   El País

El año 2013 se cerró con 122 nuevas sociedades

La Generalitat destina 900.000 euros a promoverlas

Las reuniones informativas semanales de la federación de cooperativas del trabajo se llenan de gente que quiere saber cómo funcionan, pros y contras… Algo inaudito hace unos años, pero un indicador informal de que la economía social despierta interés y sigue creciendo. El año pasado se cerró con más cooperativas de trabajo (122 nuevas, 3.105 en total) y un aumento de la ocupación del 3,7% (1.397 nuevos empleos, hasta 39.149 trabajadores en conjunto). El porcentaje de creación de empleo dobla el aumento de la ocupación registrado por el conjunto de sectores económicos (1,9%) después de cinco años consecutivos de caída.
Son datos de la Federación de Cooperativas de Trabajo de Cataluña, que esta semana celebra su asamblea anual. Las cooperativas de trabajo (3.105 a cierre de 2013) constituyen el grueso de las 4.808 existentes en Cataluña, que incluyen las agrarias, de educación, servicios, consumo y vivienda. El sector estima que de forma indirecta da empleo a otras 119.000 personas.
El presidente de la federación, Perfecto Alonso, celebra que un año más desde 2009 las cifras sean positivas y resalta que al contrario que en otras situaciones —las crisis de los 70 o los 90, cuando se crearon cooperativas como respuesta a la quiebra de sociedades—, “desde 2000 se crean cooperativas como opción de modelo empresarial”. Alonso recuerda que la ley concursal de 2000 “bloquea la posibilidad de que los empleados continúen la actividad de las empresas”. “La ley está pensada para momentos de bonanza y para que todo el mundo cobre”, explica, “prevé la posibilidad de comprar la unidad productiva, algo difícil por parte de los trabajadores, que cuando las empresas entran en concurso suelen llevar tiempo sin cobrar y se han comido los ahorros, de modo que si se están creando cooperativas es por convicción, no porque sea la única alternativa”.
Las cooperativas son empresas más participativas y democráticas, donde los valores están muy presentes, de ahí que su resistencia a la crisis haya sido mayor: porque las decisiones se toman de forma conjunta y son más flexibles a la hora de ajustarse a situaciones coyunturales. Pero también quiebran: en 2013 se disolvieron 77 cooperativas. La respuesta de la federación es que el saldo de creación sigue siendo holgadamente positivo y que los cierres disminuyen año tras año (en 2009 fueron 165).
Los retos de las cooperativas son, en opinión de Alonso, “que su modelo se vea como modelo empresarial. Todavía hay mucha gente que piensa que una cooperativa no es una empresa”. Otros retos son “generar confianza para atraer inversiones e introducir elementos de corresponsabilidad en la gestión, con los valores cooperativos y al mismo tiempo profesionales”. Por ejemplo, explica, “en el caso de la cooperativa de L’Aldea, el gerente no actuó correctamente y el resto de socios, que se dedicaban a lo suyo, que es el campo, no intervinieron en la gestión diaria”.
 La Federación de Cooperativas de Trabajo ha sido el principal impulsor junto a la Generalitat del programa Aracoop, en el que participan 34 entidades, las diputaciones, universidades, cámaras de comercio y colegios profesionales. El ejecutivo destinará 900.000 al programa, que busca ampliar el posicionamiento de las empresas de economía social como modelo empresarial viable, y que ganen presencia social; favorecer la creación de nuevas iniciativas y fortalecer su sostenibilidad.
El director general de Economía Social y Cooperativa, Xavier López, señala que la economía social “es un sector económico mucho más presente en nuestra sociedad de lo que imaginamos. La red logística de las farmacias, por ejemplo, es una cooperativa”, dice y sintetiza que el objetivo de Aracoop es “ponerlas en valor”.
En la misma línea de fomentar el cooperativismo, un reciente estudio sobre la poca efectividad de las políticas de empleo juvenil del Igop (el Instituto de Gobierno y Políticas Públicas de la UAB), dirigido por el catedrático Joan Subirats en el marco del programa RecerCaixa, apuesta por el fomento de la economía social e “incorporar cláusulas sociales en la contratación pública”. Esto es, que las administraciones públicas reservaran una parte del mercado a las empresas de economía social, lo que les garantizaría unos ingresos. Con los ingresos que obtuvieran, dice, podrían “afrontar inversiones con tranquilidad”, además de que provocarían un “impacto positivo en la sociedad y el territorio donde están implantadas”.

Emprendedoras de la economía social

Cèlia Sanz, Laura Bordera y Núria Mateu, socias del proyecto de comercio justo n’klôwô. / CARLES RIBAS

Entre los 26 y los 31 años, Cèlia Sanz, Laura Bordera y Núria Mateu, universitarias, estaban hartas de “encadenar trabajos precarios”. Hablan como una sola voz, la de la cooperativa n’klôwô, que además es un proyecto de comercio justo: importan de ropa del hogar de algodón confeccionada “en condiciones de trabajo digno” en Costa de Marfil y Burkina Faso. Lanzarán su primera colección en mayo.
El proyecto, del que responden desde el LabCoop (el vivero del grupo cooperativo Ecos), ha ganado la última edición de los premios Manuel Arroyo para Jóvenes de la Economía Cooperativa. Las creadoras defienden que si apostaron por el cooperativismo como forma jurídica es “por sus valores y por su dimensión más humana y horizontal”.

30 años y ni un despido

Frederic Torrent, presidente de Ambulancias La Pau, con el técnico José Luiz Méndez. / GIANLUCA BATTISTA

La cooperativa Ambulancias La Pau ha cumplido tres décadas y puede presumir de no haber despedido a nadie. Ni durante la crisis que ha hecho estragos en el sector. Suma 86 socios trabajadores y 330 asalariados. De éstos, 13 han sido contratados en el último año, explica el presidente, Frederic Torrent. Relata que entre 2000 y 2006 dieron un “salto cualitativo”.
“Desde entonces, salvo en 2011, cada año ha habido incorporaciones, lo cual demuestra la capacidad de supervivencia y flexibilidad de las cooperativas”. José Luiz Méndez es una de estas incorporaciones. Con 35 años nunca había trabajado en una cooperativa: “Aquí hay más formación, te escuchan más y puedes aportar más”.

  

Un colectivo promueve un proyecto de viviendas en régimen de cesión de uso sobre un solar municipal de Can Batlló

article publicat a El País

Boceto de lo que podría ser el edificio de la Cooperativa de Can Batlló. / La Col
Una cooperativa de viviendas de alquiler en Can Batlló. 30 viviendas que en parte serán construidas por sus habitantes, gente de todas las edades que vivirán en un edificio eficiente energéticamente en el que las zonas comunes tendrán mucho espacio. Esta es la explicación sencilla. La larga, o más oficial, es una promoción de viviendas, por parte de una cooperativa, en régimen de cesión de uso sobre un suelo del Ayuntamiento de Barcelona en Can Batlló. ¿Y qué es la cesión de uso? Pues una modalidad habitual en los países escandinavos a medio camino entre la propiedad y el alquiler. En este caso, los cooperativistas harán una aportación inicial (prevista en entre 15.000 y 20.000 euros) y una cuota mensual de entre 350 y 700 euros en función del tamaño de la vivienda.
El embrión del proyecto es una asociación —todavía no se han constituido en cooperativa— vinculada a la Plataforma Can Batlló, el movimiento de recuperación para los vecinos del recinto industrial que toca la Gran Via, en el barrio de la Bordeta (Sants). El mismo que en verano de 2011 ocupó el Bloc Onze y lo ha convertido en una biblioteca, espacios de encuentro, un bar, salas de actos y reuniones y una sala-auditorio para espectáculos.
Con el Bloc Onze ya en marcha, el siguiente paso es seguir resucitando espacios que están vacíos, explica Pol Massoni, miembro de la plataforma y del colectivo de arquitectos La Col. Han decidido trabajar en cuatro ejes para recuperar naves: la cultura, la educación, la economía social y la vivienda, la pata donde encaja la futura cooperativa.
El proyecto no se entiende sin el apoyo del Ayuntamiento, dispuesto a ceder el suelo por un periodo largo (entre 50 y 100 años). “Para Barcelona la prioridad es el alquiler”, explica el gerente adjunto de Vivienda de Habitat Urbano, Antoni Sorolla. “Estamos encantados de ceder un suelo en derecho de superficie, un proyecto que no formalizaremos sin valorar su solvencia”, añade y explica que se está gestando otro proyecto en Ciutat Vella. Son pisos que no se pueden comprar ni vender: se paga mientras se vive y en el caso de una cooperativa, si se sale se recupera la inversión inicial.

Son 30 viviendas que en parte construirán sus habitantes, de todas las edades

Desde la plataforma, Massoni cuenta que el proyecto y sus detalles lleva desde septiembre de 2012 diseñándose: “Los estatutos, el modelo de convivencia, hemos estudiado el modelo Andel, que en Dinamarca supone el 10% del parque de viviendas, hemos visitado Cal Cases —referente en Cataluña—, la cooperativa Sostre Cívic… pero este sería el proyecto con mayor número de viviendas que se ha realizado, y además en una gran ciudad”.
En lo que será la cooperativa no hablan de familias, sino de “unidades”. Las originarias impulsoras del proyecto son diez y en enero celebraron una reunión para captar las 20 que necesitan de más. “Lo superamos de largo”, explica Massoni. La aportación inicial está calculada para que ascienda a entre un 20% y un 30% del coste final, pero “son cálculos de máximos” porque una parte será autoconstrucción y puede abaratar el presupuesto final.
“Enlazando con la tradición de la industria textil de Can Batlló estamos planteando pisos de tres tallas: S, M y L [40, 50 y 70 metros cuadrados]”, prosigue Massoni. En las zonas comunes habrá una gran cocina industrial —aunque cada piso tendrá la suya—, espacios de trabajo o de estudio, trasteros… y hasta dos pisos para invitados. Pensando en plazos razonables —tramitación del suelo, proyecto, construcción…— los cooperativistas sueñan con comerse los turrones de 2016 en el nuevo edificio. Y a largo plazo, replicar el proyecto en otras ubicaciones.

Desobediencia energética: cómo contratar electricidad verde sin tener que pagar más

Publicat al web Economia Zero


Con motivo de la campaña de desobediencia solar iniciada por varias cooperativas energéticas, como podéis ver en esta noticia y en esta rueda de prensa, animamos a informarse, a informar y a pasarse a las cooperativas energéticas habidas y por haber.

Desobediencia energética: cómo contratar electricidad verde sin tener que pagar más
Actualmente, con sólo cambiar de compañía eléctrica podemos incrementar de forma inmediata la producción de electricidad verde. Y defender, de paso, otro modelo energético. En la entrevista que le hizo Jaume Barberà en el programa Singulars, Puig proponía una alternativa energética verde al alcance de todos.
Tras realizar un análisis exhaustivo del actual sistema eléctrico español (oligopoly según Jordi Évole), donde explicaba el porqué el recibo de la luz no para de subir (entre 1999 y 2013 ha sufrido un incremento del 74,69%,pasando de tener una de las tarifas más bajas de la UE a una de las más elevadas, según Eurostat), el déficit de tarifa se engrosa y, paradójicamente, las grandes corporaciones eléctricas (IberdrolaGas Natural FenosaEndesaHC y E.On) incrementan sus beneficios cada año.
Puig instaba “a crear un sistema eléctrico totalmente descentralizado y al servicio del ciudadano”. Y “con un acto tan sencillo como dejar de ser clientes de los oligopolios y pasarnos a cooperativas que ya comercializanelectricidad verde al 100% en España”.

¿Qué son las cooperativas de electricidad verde?

Básicamente, son empresas que comercializan (y, a veces, producen) kilovatios procedentes exclusivamente de fuentes renovables (como el solel vientoel aguael calor geotérmicolas olaslas mareas o la biomasa). Aunque estas entidades pueden adquirir electricidad en el mercado general (y a los grandes oligopolios energéticos), todas avalan el origen renovable de toda la electricidad que comercializan y producen (con certificados de la Comisión Nacional de la Energía, CNE).
Pero hay más. En las cooperativas, los consumidores forman parte de la empresa (son socios). El objetivo no es sólo apostar por una energía limpia y renovable sino promover un modelo energético compartido con los ciudadanos (abierto y participativo).
¿Un nuevo orden mundial de la energía? ¿O una idea antigua que vuelve a emerger?, me pregunté. ¿Se trata de un fenómeno nuevo? Pese a que hablar de cooperativas eléctricas suene moderno (y en cierto modo lo sea) su historia se remonta a casi una centuria.
Las cooperativas energéticas nacieron en Europa en las primeras décadas del siglo XX, asentándose principalmente en Dinamarca, Alemania y Reino Unido, para resolver el suministro de luz en los pueblos apartados de las primeras grandes redes eléctricas. En España, antes de la Guerra Civil, se alumbraron más de 2.000 entidades.
De aquellas pioneras resisten unas 20 entidades (15 de ellas en la Comunidad Valenciana): San Francisco de Asís (Crevillente), Algimia de Alfara, Catral, Biar, Callosa de Segura, Castellar, Guadassuar, Alginet, Chera, Sot de Chera, Vinalesa, Meliana, Museros, Almenara y El Serrallo (Castellón). Estas cooperativas -algunas con alto porcentaje de renovables- venden la electricidad entre un 15 y un 30% por debajo que las compañías convencionales. Y cada vez más tienden a invertir en instalaciones renovables o de cogeneración (como las cooperativas de nueva planta).
El caso más destacado es la de San Francisco de Asís (que ha derivado en el actual grupo Enercoop). ¿Por qué surgen hoy las cooperativas? Ya no se trata de hacer llegar la luz donde no hay, sino de que esa ‘luz’ sea limpia y renovable. Y de que las infraestructuras energéticas estén al servicio de la sociedad (en lugar de quedarse en manos de unos pocos). Éstos son los dos grandes retos que fomentan y persiguen las nuevas cooperativas verdes que surgen en los años 90 en diferentes países europeos.
Aunque las asociaciones españolas tienen todavía un carácter casi testimonial (han asomado hace apenas tres años), siguen la estela de modelos tan afianzados en el mercado como Ecopower (Bélgica), Enercoop (Francia) oGreenpeace Energy (Alemania). Se trata de iniciativas que atizan el candente debate de la energía, en la misma línea de defensa ambiental que propuestas como Ecooo o Plataforma por un nuevo modelo energético.
Los últimos datos revelan que lo verde avanza. Las energías renovables suman ya el 44,3% de la demanda eléctrica del país, y gracias a ellas, las emisiones de CO2 del sector eléctrico han aminorado en enero de 2013 un58,5% respecto a 2.012. ¿Conseguiremos avanzar hacia donde queremos, y necesitamos, a partir de incentivar el crecimiento de las renovables?

¿Qué cooperativas de energía verde destacan en España?

Grupo Enercoop
1. Grupo Enercoop. Alicante. Con sede en Crevillent (Alicante), es la firma matriz de un grupo cooperativo que procede de la Cooperativa Eléctrica Benéfica San Francisco de Asís creada en 1.925 para ofrecer electricidad a las empresas de la región, en especial del sector textil.
En la actualidad, Enercoop reúne a varios socios productores, distribuidores y comercializadores de energías renovables y de cogeneración para seguir suministrando electricidad verde a la población alicantina a un precio menor. La tarifa que aplica a sus kilovatios verdes (procedentes tanto de sus minihidráulicas o su huerta fotovoltaica como del mercado mayorista) es entre un 13 y un 15% inferior a las oficiales.
Som Energia
2. Som Energia. Cataluña y España. 972 183 386 (o “Somos energía” en catalán). Es la primera cooperativa de producción y consumo de energía verde en España y el segundo distribuidor nacional de electricidad 100% renovable después de Gesternova (una sociedad anónima que comercializa kilovatios verdes desde 2005 procedentes de los productores de Energías Renovables, Appa).
Som Energia se constituyó en 2010, a partir de una convocatoria vía email de Gijsbert Huijink, un holandés afincado en Catalunya (profesor en aquel momento de la Universitat de Girona) y de un centenar de alumnos y exalumnos. Cuenta con sus propias plantas de energía solar fotovoltaica y una central de biogás.
GoiEner
3. GoiEner. Pais Vasco. Aunque se presenta en 2011 en la comarca guipuzcoana del Goierri, esta cooperativa sin ánimo de lucro se registra legalmente a finales de 2012. Al entender las cooperativas como entes locales que impulsan las economías del entorno, GoiEner comercializa energía verde exclusivamente en Euskadi. Eso sí, ayuda a impulsar cooperativas de ámbito local en toda España.
Zencer
4. Zencer. Andalucía y España. 902 750 736. Acaba de llegar al mercado. Creada en Fuengirola (Málaga), opera en el mercado eléctrico desde enero de 2013. Se trata de la primera cooperativa de consumidores y usuarios de energía eléctrica en Andalucía, pero está acreditada para suministrar energía verde a toda España.
Citación:
Estos datos son de marzo de 2013 . Invitamos a informarnos sobra más cooperativas ya existentes o en creación. Como es por ejemplo el caso de Galicia, donde Nosa Enerxía está en proceso fundacional, y de la que informaremos en cuanto comience a funcionar.
¿Cómo contratar electricidad verde?
Los trámites son sencillos y vía web. Hay que empezar por darse de alta como socio (abonando unos 100 euros, que son reembolsables si te das de baja, y que da derecho a cinco contratos de luz) y después rellenar el contrato de suministro adjuntado el último recibo de la luz. Nada más. Ni cambios en la instalación ni sobrecostes en el precio de la energía.
En la mayoría de las cooperativas, el precio del kilovatio verde es el mismo que el regulado por el gobierno (o tarifa de último recurso, TUR). Para cotejar importes, se pueden utilizar algunos comparadores on line (Comparatarifas.esEligetuenergia.com o Comparador de la CNE).
ENLACES RELACIONADOS

Model productiu en la nova societat

El model de producció i distribució que es contraposa completament a l’actual que té en el lucre il·limitat la seva raó de ser és el conjunt de pràctiques empresarials que posen les persones per davant dels guanys i que cerquen la rendibilitat perquè els beneficis siguin pel conjunt de la societat o per determinats col·lectius vulnerables. El model d’Economia Social i Solidària.
Una altra proposta, l’Economia de Bé Comú, d’en Cristian Felber, treballa sobre les mateixes premisses però no posa en qüestió la totalitat del sistema sinó que demana ales empreses capitalistes que s’auto-limitin. En els beneficis, en la forquilla salarial, en les externalitats socials i ecològiques.
De fer-ho així aquestes empreses aconseguirien avantatges legals (menys impostos, crèdit més barat, prioritat en la contractació pública…)
L’Economia Social
La definició d’Economia Social que dona la Xarxa d’Economia Social és: economia que té com a finalitat proveir de manera sostenible les bases materials per al desenvolupament personal, social i mediambiental.
El valor central són les persones i la mida del seu èxit el benefici de la societat en el seu conjunt i no de grups privilegiats.
A  vegades són individuals (treballadors autònoms que actua de forma responsable en la seva feina), col·lectius més o menys organitzats, passant per empreses cooperatives molt grans i fins a petites empreses privades o botigues que funcionen de forma socialment responsable.
Totes però compleixen els principis inspiradors:
1. donar prioritat a la satisfacció de les necessitats per davant del lucre,
2. gestió de la pròpia activitat econòmica de manera democràtica (participació de tots els membres)
3. responsabilitat social: es comprometen a complir i impulsar la igualtat d’oportunitats, de gènere, la inserció de persones en risc d’exclusió social, la generació de treball estable i de qualitat, la conciliació de la vida familiar i laboral, el desenvolupament local i la sostenibilitat
3. adhesió lliure i voluntària
4. independència respecte als poders públics
5. destí de la majoria d’excedents a l’interès general (a la responsabilitat social)
La Llei d’Economia Social del 2011 (5/2011) enumera les entitats subjectes a aquesta definició:
Cooperatives
Associacions
Centres especials de treball
Empreses d’inserció
Societats laborals
Mutualitats
Cofradies de pescadors i societats agràries de transformació
Cooperatives
És una forma d’organització empresarial basada en els principis cooperatius de gestió democràtica (1 persona 1 vot, amb independència del capital aportat), de formació, informació i interès per la comunitat.
Les cooperatives poden adquirir diferents formats depenent dels objectius: n’hi ha de treball, de finances (i asseguradores), d’habitatge, de consum…

Societats Laborals

En aquest tipus d’empreses el capital pertany majoritàriament als i les treballadores, mínim 51%. El fet que les i els treballadors siguin socis i sòcies afavoreix la automotivació a l’hora de desenvolupar les tasques. El mínim requerit és de 3 socis/es i es constitueix de manera semblant a les altres societats mercantils.
Les societats laborals han mostrat un alt potencial de generació d’empreses (segons el CIRIEC: Confederación Empresarial Española de Economia Social)

Centres especials de treball

Empreses que asseguren un treball remunerat a persones amb discapacitat, garantint la seva integració laboral. La seva plantilla ha de comptar amb un mínim del 70 per cent de persones treballadores amb un grau de discapacitat igual o superior a un 33 per cent

Empreses d’inserció

Són empreses comercials que tenen l’objectiu de possibilitar l’accés al treball de col·lectius desafavorits.
Apliquen tipus de contracte de caràcter temporal als seus treballadors i treballadores per tal de donar una feina temporal a persones en risc d’exclusió perquè es puguin arribar a inserir en el mercat de treball ordinari.
Mutualitat
Societats sense ànim de lucre, d’estructura i gestió democràtica que exerceixen una activitat asseguradora de caràcter voluntari, complementària al sistema de previsió de la Seguretat Social.

Associacions

Solen ser organitzacions que cobreixen serveis socials allà on les administracions públiques no arriben. Treballen majoritàriament amb col·lectius vulnerables i tenen molta capacitat de detecció de nous problemes socials així com de defensa dels drets i llibertats en base a la diversitat, pluralitat i tolerància (CIRIEC). Estan incloses en aquesta definició d’economia en la mesura en que actuïn en el mercat amb algun tipus de relació comercial.

Fundacions

Entitats sense ànim de lucre que es doten d’un patrimoni atorgat pels seus fundadors i que ha de seguir finalitats contemplades en l’objecte social.
Poden realitzar tasques comercials per mantenir i augmentar el seu patrimoni però per ser considerada d’economia social ha de complir estrictament els seus principis.
 Cofradies de pescadors
Són corporacions sense ànim de lucre que es formen per a satisfer els interessos dels socis i sòcies però amb el compromís de contribuir al desenvolupament local, la cohesió social i la sostenibilitat (fan també una tasca d’òrgans consultius en temes de pesca de les administracions públiques).
Societats agràries de transformació

Societats que es creen per agrupar esforços en la transformació, producció i comercialització de productes agrícoles i ramaders, així com en la millora del medi rural.   La diferència bàsica amb les cooperatives és que el vot pot ser proporcional a l’aportació de capital.
El novembre del 2002 neix la Xarxa d’Economia Solidària a Catalunya per agrupar i recolzar les iniciatives que ja existeixen arreu del territori, creades des de la base i amb la idea d’ajudar a l’expansió d’aquest sector www.xes.cat. Avui la Xarxa s’ha enfortit considerablement i va organitzar la Fira d’Economia Solidària el 2012, que es repetirà aquest any 2013 a l’octubre.
El 2004 es crea el Grup Empresarial CLADE que agrupa un conjunt de cooperatives de tamany mig i gran amb l’objectiu de recolzar el seu trajecte i d’impulsar nous projectes sota els principis de l’Economia Social (hi formen part La Fageda, SUARA, Abacus… entre d’altres).
El 2011, sota l’aixopluc de la XES es crea el Grup ECOS, cooperativa de segon nivell que agrupa tot un seguit d’empreses que proveeixen serveis i productes sempre seguint els criteris de l’Economia Social. De moment compten amb 12 empreses sòcies membres (des d’assegurances fins a salut). http://www.grupecos.coop
Aquest model de producció està aguantant molt millor la crisi i el desastre de la pèrdua de llocs de treball.
Perquè tenen més capacitat de resistència: el treball depèn d’ells i d’elles mateixes ja que són els amos de la seva empresa. Per això, abans de tancar o acomiadar gent es prenen mesures conjuntes com treballar menys hores o cobrar menys entre tothom.

També segons el Balanç Agregat de la XES pel 2011 les persones treballadores mostren un nivell de satisfacció i benestar respecte al treball a les seves organitzacions molt elevat. I els clients de les entitats d’economia social mostren un molt bon nivell de satisfacció respecte a la qualitat dels serveis oferts per aquestes.

Marina Reig
Juny 2013



Las cooperativas de crédito: la banca alternativa

Article publicat a Huffingtonpost



Óscar Ibañez

Publicado: 22/02/2013 14:13
En los últimos 30 años la estructura de las entidades financieras españolas ha sufrido grandes cambios. Las cajas de ahorros, pequeñas entidades vinculadas al territorio, derivaron en cajas mucho más grandes, con expansión hacia otros territorios y con una clara orientación nacional. También los bancos evolucionaron hacia mercados más extensos, algunos de ellos internacionalizados, con mayor negocio ya fuera de nuestras fronteras que en España.
Sin embargo, no todas las entidades financieras siguieron esta estrategia. A modo de pueblo galo que evita a toda costa la invasión romana, en España existen entidades financieras que se han negado a seguir el modelo de gestión impuesto globalmente en el sector financiero: las cooperativas de crédito.
Las cooperativas de crédito son entidades financieras que, al igual que las cajas y los bancos tradicionales, son supervisadas por el Banco de España y tienen como principal objetivo recibir depósitos de los ahorradores y dar créditos a las economías que necesitan financiación, bien pymes bien economías domésticas. Sin embargo, el enfoque de negocio ha sido distinto, porque se ha centrado en continuar, en la mayoría de los casos, en su región de origen, con un claro objetivo social, priorizando el negocio local frente a la expansión hacia otros territorios y consiguiendo así ser piezas clave en el desarrollo económico e integración financiera de los territorios de procedencia.
¿Por qué este distinto enfoque? Básicamente por la propia idiosincrasia de una cooperativa de crédito. Hay que tener en cuenta que no existe ninguna limitación en su operativa bancaria por lo que la diferencia está, únicamente, en su naturaleza jurídica, al ser una entidad de carácter cooperativo. Por tanto no existen accionistas como tales, sino que son los propios trabajadores o clientes los propietarios de la entidad, llamados en este caso «socios cooperativistas» y son ellos los que ponen el capital de la entidad y los que, incluso, pueden tomar decisiones de carácter directivo a través de sus Asambleas.
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Este modelo de gestión bancario no es único en España. En países como Alemania o Francia, o incluso en Estados Unidos, las cooperativas de crédito («mutual banking» o «community banking») están perfectamente implantadas y su peso dentro del sector financiero puede incluso alcanzar el 25% de la cuota de mercado de un país. En España no llega a tanto, siendo la cuota del crédito de un 5% sobre el total del sistema financiero y de un 7% en el caso de los depósitos.
Esta cuota posiblemente crezca en los próximos años debido a las integraciones que ha habido en el sector financiero español. La desvinculación de muchas antiguas cajas con sus territorios de origen debido a las fusiones con otras entidades puede servir para que muchos clientes abandonen sus antiguas sucursales y confíen en las cooperativas regionales. De hecho, las cooperativas de crédito también se distinguen por tener un número de oficinas por cliente mucho más elevado que las cajas y bancos, lo que es perfectamente coherente con su forma de entender el negocio.
No obstante, y pese a haber soportado la coyuntura económica negativa mejor que otras entidades (de hecho no ha existido ningún proceso de concurso de acreedores sobre ninguna cooperativa de crédito en Europa) no han sido inmunes al proceso de concentración y en los últimos dos años también han abordado integraciones, mediante fusiones o a través de sistemas institucionales de protección (los llamados SIP). Estas integraciones, sin embargo, en España se han hecho de modo racional y orientadas por mejoras de eficiencia, en la mayoría de los casos entre cooperativas de territorios limítrofes, que deberían servir para fortalecer aún más su posición dentro del territorio.
Parece que seguir modelos de gestión financiera menos arriesgados y más vinculados al desarrollo económico territorial, como el de las cooperativas de crédito, puede ser la poción mágica para sobrevivir a las crisis.