La antiausteridad llega a España

Article publicat a  El País

El Nobel señala que aunque «los Europeos Muy Serios» ponen de ejemplo a España, los españoles no lo comparten

Ada Colau celebra su victoria en la alcaldía de Barcelona. / Emilio Morenatti (AP)
Acabamos de tener otro terremoto electoral en la eurozona: los candidatos respaldados por Podemos, partido contrario a la austeridad, han ganado las elecciones municipales en Madrid y Barcelona. Y espero que las IFKAT —iniciales en inglés de las “instituciones antes conocidas como troika”— estén prestando atención.
La esencia de la situación actual de Grecia es que los parámetros de un pacto a corto plazo son claros e inevitables: Grecia no puede tener un déficit presupuestario primario, porque nadie va a prestar dinero al país. Y no tendrá (ni básicamente puede tener) un gran superávit primario, por la sencilla razón de que no se le pueden pedir más peras a ese olmo. Así que cualquiera pensaría que sería fácil llegar a un acuerdo para que Grecia tenga un pequeño superávit primario durante los próximos años. Eso es lo que va a pasar, así que, ¿por qué no hacerlo oficial?
Pero ahora el Fondo Monetario Internacional ha empezado a hacer de poli malo y ha declarado que no puede liberar los fondos hasta que el partido griego Syriza acate la disciplina de la reforma de las pensiones y el mercado laboral. Los fundamentos económicos de esta segunda reforma no están claros; la propia investigación del FMI no muestra un gran entusiasmo por las reformas estructurales, especialmente la del mercado laboral. La primera probablemente represente el reconocimiento de un problema real —es poco probable que Grecia sea capaz de ofrecer a sus pensionistas lo que les ha prometido— pero ¿por qué debería este problema estar por encima de la cuestión general del superávit primario?

Yo instaría a todo el mundo a preguntarse qué pasaría si Grecia, de hecho, se viese obligada a salir de la eurozona. (Sí, lo llaman Grexit [salida de Grecia]; una palabra fea, pero seguimos usándola).
Seguramente, sería una situación dura para Grecia, al menos al principio. Ahora mismo, los principales países del euro creen que el resto de la eurozona puede afrontar la salida de Grecia, lo que tal vez sea cierto. Pero tengan presente que el supuesto cortafuegos de protección del Banco Central Europeo nunca se ha puesto a prueba en la práctica. Si los mercados pierden la fe y llega la hora de que el BCE compre bonos españoles o italianos ¿lo hará de verdad?
Pero la gran incógnita es lo que sucederá un año o dos después de la salida de Grecia, cuando el verdadero peligro para el euro no sea que Grecia fracase, sino que triunfe. Imagínense que un nuevo dracma enormemente devaluado llenase las costas del mar Jónico de bebedores de cerveza británicos, y Grecia empezara a recuperarse. Esto espolearía a quienes cuestionan la austeridad y la devaluación interna en los demás países.
Hace solo unos días, los Europeos Muy Serios ponían a España como ejemplo de enorme éxito, una reivindicación de todo el programa de austeridad. Pero, evidentemente, el pueblo español no está de acuerdo. Y si las fuerzas anti-sistema cuentan con una Grecia recuperada a la que señalar, el desprestigio del sistema se acelerará.

Paul Krugman es profesor de Economía de la Universidad de Princeton y premio Nobel de Economía de 2008.
© 2015 The New York Times. Traducción de News Clips.

Interessos darrera els tractats de lliure comerç

A continuació dos articles publicats al El País de dos premis Nobel d’economia Paul Krugman  i Joseph E. Stiglitz, que tracten de les conseqüències negatives que pot tenir el tractat de comerç  Acord d’Associació Transpacífic(TPP) per a EEUU. Els mateixos arguments i les mateixes conseqüències negatives, en aquest cas per a Europa, es poden aplicar al El Tractat Transatlàntic de Comerç i Inversions (TTIP)   que actualment  s’està negociant entre EEUU i Europa. 

El control oculto de las empresas

Rafael Ricoy

Estados Unidos y el mundo están imbuidos en un gran debate sobre los nuevos acuerdos comerciales. Tales pactos solían ser llamados “acuerdos de libre comercio”; en la práctica, eran acuerdos comerciales gestionados, es decir, estaban adaptados a la medida de los intereses corporativos, que en su gran mayoría se encontraban localizados en EE UU y la Unión Europea. Hoy en día, con mayor frecuencia, tales pactos se denominan como “asociaciones”; por ejemplo, el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP). Sin embargo, dichos acuerdos no son asociaciones entre iguales: EE UU es quien, de manera patente, dicta los términos. Afortunadamente, los “socios” de EE UU se muestran más recelosos.
No es difícil ver por qué. Estos acuerdos van mucho más allá del comercio, ya que también rigen sobre la inversión y la propiedad intelectual, imponiendo cambios fundamentales a los marcos legales, judiciales y regulatorios de los países, sin que se reciban aportes o se asuman responsabilidades a través de las instituciones democráticas.
Tal vez la parte más odiosa –y más deshonesta– de esos acuerdos es la concerniente a las disposiciones de protección a los inversores. Por supuesto, los inversores tienen que ser protegidos contra los gobiernos defraudadores que incautan sus bienes. Sin embargo, dichas disposiciones no se relacionan a ese punto. Se realizaron muy pocas expropiaciones en las últimas décadas, y los inversores que quieren protegerse pueden comprar un seguro del Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones, una filial del Banco Mundial; además, el Gobierno estadounidense y otros Estados proporcionan seguros similares. No obstante, EE UU demanda que se incluyan tales disposiciones en el TPP, a pesar de que muchos de sus “socios” tienen sistemas de protección de la propiedad y sistemas judiciales que son tan buenos como los propios estadounidenses.

La verdadera intención de estas disposiciones es impedir la salud, el cuidado del medio ambiente, la seguridad, y, ciertamente, incluso tienen la intensión de impedir que actúen las regulaciones financieras que deberían proteger a la propia economía y a los propios ciudadanos de EE UU. Las empresas pueden demandar en los tribunales a los gobiernos, pidiéndoles recibir compensación plena por cualquier reducción de sus ganancias futuras esperadas, que sobreviniesen a consecuencia de cambios regulatorios.
Esto no es sólo una posibilidad teórica. Philip Morris ha demandado judicialmente a Australia y Uruguay por exigir etiquetas de advertencia en los cigarrillos. Es cierto que ambos países fueron un poco más allá en comparación con EE UU, ya que obligaron a los fabricantes de cigarrillos a incluir imágenes gráficas que muestran las consecuencias del consumo de tabaco.
El etiquetado está logrando su cometido, ya que es desalentador para los fumadores y disminuye el consumo de cigarrillos. Así que ahora Philip Morris exige indemnizaciones por la pérdida de ganancias.
En el futuro, si descubrimos que algún otro producto causa problemas de salud (por ejemplo, pensemos en el asbesto), los fabricantes en lugar de enfrentar demandas judiciales por los costos que nos impone a nosotros las personas comunes, podrían demandar a los gobiernos porque éstos estuviesen tratando de evitar que se maten a más personas. Lo mismo podría suceder si nuestros gobiernos imponen regulaciones más estrictas para protegernos de los efectos de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Cuando presidí el Consejo de Asesores Económicos del presidente Bill Clinton, los grupos anti-ambientalistas intentaron promulgar una disposición similar, denominada “expropiaciones regulatorias”. Ellos sabían que una vez promulgada, las regulaciones se frenarían, simplemente porque el Gobierno no podía permitirse el lujo de pagar las compensaciones. Afortunadamente, tuvimos éxito y ganamos la batalla: hicimos que esta iniciativa retrocediese, tanto en los tribunales como en el Congreso de EE UU.

Las compañías no pueden usar los acuerdos comerciales para dictar cómo vamos a vivir

No obstante, ahora los mismos grupos están intentando realizar una triquiñuela para pasar por alto los procesos democráticos mediante la inserción de tales disposiciones en las facturas comerciales, ya que el contenido de las mismas se mantiene, en gran medida, en secreto para el público (pero no para las compañías que están presionando para conseguir dichas inserciones). Es sólo a consecuencia de fugas de información, y mediante charlas con los funcionarios del Gobierno que parecen estar más comprometidos con los procesos democráticos que llegamos a conocer lo que está pasando.
Es fundamental que el sistema de gobierno de EE UU cuente con un poder judicial imparcial y público, con normas legales construidas a lo largo de décadas, que se basen en principios de transparencia, precedentes y en las oportunidades que otorgan a los litigantes para que apelen las decisiones desfavorables. Todo esto está siendo dejado de lado, ya que los nuevos acuerdos exigen que las partes se sometan al arbitraje, que es un proceso privado, sin transparencia, y muy caro. Es más, esta forma de administración de justicia está a menudo plagada de conflictos de intereses; por ejemplo, los árbitros pueden ser “jueces” en un caso y defensores en un caso relacionado.
Los procesos judiciales son tan caros que Uruguay ha tenido que recurrir a Michael Bloomberg y a otros estadounidenses ricos, quienes están comprometidos con la salud, para poder defenderse en el juicio planteado por Philip Morris en su contra. Y, si bien las compañías pueden demandar, otros no pueden. Si hay una violación de otros compromisos –en lo referido a las normas laborales y ambientales, por ejemplo– los ciudadanos, sindicatos y grupos de la sociedad civil no tienen recursos legales mediante los cuales puedan personarse para plantear juicios.
Si alguna vez en la Historia hubo un mecanismo de solución de controversias que sólo toma en cuenta a una de las partes y que viola los principios básicos, este es dicho mecanismo. Es por esto que me uní a líderes expertos en asuntos legales en EE UU, incluyéndose entre ellos a profesionales de las Universidades de Harvard, Yale y Berkeley, en el envío de una carta al presidente Barack Obama explicándole cuán perjudiciales son estos acuerdos para nuestro sistema de justicia.
Los partidarios estadounidenses de tales acuerdos señalan que EE UU ha sido demandado solamente un par de veces hasta ahora, y no ha perdido un solo caso. Las empresas, sin embargo, apenas están empezando a aprender cómo utilizar estos acuerdos para su beneficio.

Es clave que EE UU tenga un poder judicial imparcial y público

Y los abogados corporativos de importantes minutas en EE UU, Europa y Japón probablemente superen a los deficientemente remunerados abogados de los gobiernos, quienes intentan defender el interés público. Peor aún, las empresas de los países avanzados pueden crear filiales en los países miembros a través de las cuales invierten nuevamente el dinero en sus países de origen y posteriormente plantean demandas judiciales, lo que les brinda un nuevo canal para bloquear las regulaciones.
En caso de que hubiera una necesidad de mejorar la protección de la propiedad, y en caso de que este mecanismo privado y caro para la resolución de controversias fuese superior a un poder judicial público, deberíamos estar cambiando la ley no sólo para las adineradas empresas extranjeras, sino también para nuestros propios ciudadanos y pequeñas empresas. Pero nada indica que este sea el caso.
Las reglas y regulaciones determinan en qué tipo de economía y sociedad viven las personas. Dichas reglas y regulaciones afectan el poder de negociación relativo, con importantes implicaciones para la desigualdad, que es un problema creciente en todo el mundo. La pregunta es si debemos permitir que las compañías ricas usen disposiciones ocultas en los llamados acuerdos de comercio para dictar cómo vamos a vivir en el siglo XXI. Espero que los ciudadanos en EE UU, Europa, y el Pacífico respondan con un rotundo no.

Joseph E. Stiglitz, es premio Nobel de Economía y profesor en la Universidad de Columbia. Su libro más reciente, en coautoría con Bruce Greenwald, es Creating a Learning Society: A New Approach to Growth, Development, and Social Progress.
Copyright: Project Syndicate, 2015.
http://www.project-syndicate.org. Traducido del inglés por Rocío L. Barrientos.

Comercio y confianza

Barack Obama, presidente de Estados Unidos. / Pablo Martínez (AP)
Una de las virtudes más subestimadas del Gobierno de Obama es su honradez intelectual. Sí, los republicanos ven engaños y siniestras intenciones ocultas por doquier, pero no hacen más que proyectarse en otros. La verdad es que, en los temas políticos a los que yo presto atención, esta Casa Blanca ha sido extraordinariamente clara y directa en cuanto a lo que hace y por qué. Es decir, en todos los temas excepto en uno: el comercio y la inversión internacionales.
No sé por qué el presidente ha decidido dar tanta prioridad política a la propuesta del Acuerdo Transpacífico. Aun así, hay argumentos a favor de dicho acuerdo y algunas personas razonables y bienintencionadas defienden la iniciativa.
Pero otras personas razonables y bienintencionadas tienen muchas dudas sobre lo que está pasando. Y yo esperaba un intento de buena fe de responder a esas dudas. Por desgracia, no es eso lo que ha sucedido. La forma de vender el pacto de los 12 países de la costa del Pacífico suena a cuento. Los funcionarios han eludido las principales preguntas sobre el contenido de un posible pacto; han menospreciado las crítica y hecho caso omiso de ellas; y han afirmado alegremente cosas que han resultado no ser ciertas.
La principal defensa analítica del acuerdo comercial se publicaba a principios de este mes, en un informe del Consejo de Asesores Económicos. Curiosamente, sin embargo, el informe no analizaba en realidad el pacto comercial del Pacífico. Era más bien un canto a las virtudes del libre comercio, lo cual no tenía nada que ver con el tema en cuestión.
En primer lugar, independientemente de lo que uno diga sobre las ventajas del libre comercio, la mayoría de esas ventajas ya se han materializado. Ha habido una serie de pactos comerciales, que se remontan a casi 70 años atrás, que han reducido los aranceles y otras barreras comerciales hasta el punto de que cualquier efecto que puedan tener sobre el comercio estadounidense se ve superado por otros factores, como los cambios de valor de las divisas.
En cualquier caso, el acuerdo comercial del Pacífico no tiene que ver en realidad con el comercio. Algunos aranceles ya bajos se reducirían, pero el mayor incentivo del acuerdo propuesto tiene que ver con el refuerzo de los derechos de propiedad intelectual —cosas como las patentes farmacéuticas y los derechos de autor de las películas— y con la modificación de la manera en que las empresas y los países saldan sus disputas. Y no está nada claro que alguno de esos cambios sea bueno para Estados Unidos.
Respecto a la propiedad intelectual: las patentes y los derechos de autor son nuestra forma de recompensar la innovación. Pero, ¿es necesario que incrementemos esas recompensas a costa de los consumidores? El poderoso sector farmacéutico y Hollywood así lo creen, pero también es comprensible que, por ejemplo, a la organización Médicos Sin Fronteras le preocupe que el pacto haga que los medicamentos sean inasequibles en los países en vías de desarrollo. Esta es una preocupación grave, y los defensores del acuerdo no han respondido a ella de un modo satisfactorio.
En cuanto a la solución de las disputas: un capítulo filtrado del borrador pone de manifiesto que el pacto crearía un sistema por el que las multinacionales podrían demandar a los Gobiernos por supuestas violaciones del acuerdo y hacer que los casos los juzgaran tribunales parcialmente privatizados. Las voces críticas como la de la senadora Elizabeth Warren advierten de que esto podría poner en peligro la independencia de la política nacional estadounidense, que estos tribunales podrían utilizarse, por ejemplo, para atacar y socavar la reforma financiera.

El Gobierno de Obama se ha mostrado desdeñoso y ha intentado presentar a los escépticos como unos gacetilleros mal informados
No es para tanto, responde el Gobierno de Obama y el presidente declara que la senadora Warren “se equivoca de pe a pa”. Pero no es así. El acuerdo comercial del Pacífico podría obligar a Estados Unidos a cambiar políticas o a enfrentarse a grandes multas, y la regulación financiera es una de las medidas que quizás esté en la línea de fuego. Como si pretendiese ilustrar esto, el ministro de Economía de Canadá declaraba hace poco que la Norma Volcker, una disposición clave de la reforma financiera estadounidense de 2010, viola el actual Acuerdo Norteamericano de Libre Comercio. Aunque no consiga que esa afirmación se tenga en pie, sus comentarios demuestran que no es ninguna tontería preocuparse por que los pactos de comercio e inversión pongan en peligro la regulación bancaria.
Desde mi punto de vista, lo que tenemos aquí es un gran problema de confianza.
Es inevitable que los acuerdos económicos internacionales sean complejos, y nadie quiere descubrir en el último momento —justo antes de votar sí o no, todo o nada— que se han incorporado muchos elementos negativos al texto. Por eso, queremos estar seguros de que la gente que negocia el acuerdo presta atención a inquietudes que son razonables, y que se preocupa por el interés nacional más que por los intereses de las corporaciones con buenos contactos.
Sin embargo, en vez de responder a las inquietudes reales, el Gobierno de Obama se ha mostrado desdeñoso y ha intentado presentar a los escépticos como unos gacetilleros mal informados que no entienden las virtudes del comercio. Pero no es así: los escépticos, en general, han acertado más de lo que han errado en asuntos como la solución de disputas, y la única economía de poca monta que he conocido en este debate proviene de los defensores del pacto comercial.
Resulta muy decepcionante y descorazonador ver actuar así a una Casa Blanca que, como he dicho, ha sido bastante franca en otros asuntos. Y el hecho de que el Gobierno, obviamente, no crea que puede defender de forma sincera el Acuerdo Transpacífico lleva a pensar que no deberíamos apoyar este pacto.

Paul Krugman es Nobel de Economía de 2008.

Errores y Omisiones de Paul Krugman

Post públicat a  Transicion – Energia

Errores y Omisiones de Paul Krugman  traduccion de la nota «Paul Krugman’s Errors and Omissions» de Richard Heinberg

En un artículo de opinión del New York Times publicado 18 de septiembre titulado « Los errores y las emisiones , «economista Paul Krugman, columnista dio un golpe en mi organización, Post Carbon Institute, nos agrupar con los hermanos Koch como proveedores de» desesperación climático. «No , los hermanos Koch no están en la desesperación sobre el clima; al parecer nuestro error compartido es que decimos lucha contra el cambio climático y el crecimiento de la economía son incompatibles. Y, según Krugman, un nuevo informe del Proyecto de Nueva Climático Economía (NCEP) yun documento de trabajo del Fondo Monetario Internacional (FMI) muestran que el costo cada vez menor de las energías renovables significa esto felizmente no es el caso.
Pero a nuestro juicio propio Krugman es culpable de cinco errores críticos, y tres omisiones igualmente graves. En primer lugar los errores:
1. errores que realismo post-crecimiento para el activismo anti-crecimiento. Mientras Krugman vinculada a mi libro El fin del crecimiento , parece que no puede tener en realidad leerlo. Si lo hubiera hecho él entendería que no estamos abogando por la terminación deliberada de crecimiento que de otra manera podrían ser fácilmente sostenido; más bien, vemos una clara evidencia de que el crecimiento se está terminando por su propia cuenta porque nuestra economía está afectando a los límites biofísicos a una velocidad y escala que están superando la capacidad de la humanidad para adaptarse. El límite más crítico para el crecimiento económico es la disponibilidad de combustibles fósiles asequibles, esos recursos extraordinarios alrededor del cual hemos organizado toda la economía mundial (y sus cientos de miles de millones de dólares en infraestructura de dólares) durante el último siglo. Los economistas suelen reconocer este límite, pero despiden como un problema perfectamente corregible por el mercado.
2. Se tergiversa sus fuentes. Según nuestra lectura, el documento de trabajo del FMI sugiere que la mayoría de los recortes de emisiones (por encima de la reducción de 10.8 por ciento) será a un costo económico neto, incluso teniendo en cuenta los beneficios colaterales. El informe encargado por NCEP por ex jefes de Estado, los presidentes de grandes bancos y el jefe de la Agencia Internacional de la Energía-sí admitió que «Por sí solas, estas medidas no serían suficientes para alcanzar el rango de reducciones de emisiones que puedan estar necesaria en 2030 para evitar un cambio climático peligroso. «De hecho, los autores del informe aclararon» La pregunta que el proyecto ha tratado de explorar no es «cómo se pueden reducir las emisiones de gases de efecto invernadero? ‘… pero’ ¿Cómo pueden los responsables económicos lograr sus objetivos principales al tiempo que reduce su impacto en el clima? ‘»
3. Él asume que el viento y la energía solar puede sustituir a todos los usos de los combustibles fósiles. transporte de combustibles de petróleo, que es el núcleo de la economía mundial dependiente del comercio. Es, de lejos, la mayor fuente de energía del mundo-y no sólo no son ninguna alternativa listos para reemplazar al petróleo en todas las maneras en que usamos la misma, en la escala necesaria, y en el tiempo disponible. Los coches eléctricos están haciendo incursiones, pero no estamos a punto de ver aviones que funcionan con baterías, excavadoras, portacontenedores, tractores o camiones de largo recorrido. El gas natural comprimido es ninguna ayuda desde una perspectiva climática, y el metano es otro combustible fósil ozono . Experimento de Estados Unidos con los biocombustibles ha sido un costoso fracaso . ¿Cómo conseguimos más crecimiento con menos comercio?
4. Afirma que es fácil de recortar las emisiones de carbono. La rápida acumulación de las energías renovables constituye un enorme proyecto de infraestructura que serán en sí consumen cantidades significativas de energía de combustibles fósiles. Los nuevos paneles solares no pagarán de inmediato para sí mismos en términos de energía; de hecho, la investigación en la Universidad de Stanford demostró recientemente que toda la tecnología de la energía solar fotovoltaica instalada hasta alrededor de 2010 fue un sumidero neto de energía . Será totalmente «devolver la energía eléctrica necesaria para su crecimiento temprano en alrededor de 2020,» pero si nos apresuramos el paso, el punto de equilibrio de la energía se retrasa: es sólo las tasas para el despliegue de una vez solares nivele que el sistema en su conjunto se iniciará a su vez un beneficio significativo de energía. Eso lleva a la profunda ironía de que vamos a estar Alimentación de la transición energética en gran medida con los combustibles fósiles. Cuanto más rápido empujamos la transición, los más combustibles fósiles que usaremos para ese propósito, y esto podría dar lugar a la extracción de arenas de alquitrán más, fracked estanco al aceite y gas de esquisto, petróleo en aguas profundas, y el petróleo del Ártico (que ya hemos usado el petróleo barato, convencional; lo que queda será caro y sucio-ypetróleo caro es en sí mismo un lastre para el crecimiento económico ).
5. Supone que un precio significativo en carbono sólo afectaría los precios energéticos directos. Toda la economía es dependiente de la energía. Un ejemplo: como los minerales se agotan, tenemos que usar más energía (por unidad de producción) en la minería y refinación grados cada vez más bajos de minerales. Cuando los precios de la energía suben, que afecta todo lo que hacemos. ¿Cree Krugman que la economía global pueda seguir creciendo a pesar de los precios más altos en todos los ámbitos?
Ahora omisiones de Paul Krugman:
1. omite mencionar lo que es necesario la tasa de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero que piensa. Kevin Anderson, del Centro Tyndall para la Investigación sobre el Clima, que ha dado el paso importante de la producción de un presupuesto de carbono que ponga a la sociedad en una trayectoria segura al acordados internacionalmente al límite de 2 grados centígrados el calentamiento, calcula que los países industrializados deben reducir las emisiones de dióxido de carbono en más de un 10 por ciento por año a partir de ahora . En opinión de Anderson, esto es «incompatible con el crecimiento económico.» La única esperanza de mantener el crecimiento económico, mientras que la reducción de emisiones a un ritmo tan rápido es desvincular el PIB de CO2; PriceWaterhouseCoopers dice el desacoplamiento tendría que proceder al 6 por ciento anual , lo que es totalmente sin precedentes. Es que la tasa alcanzable, en vista de los errores de 3, 4, y 5 de arriba?
2. Omite mencionar restricciones a los suministros de combustibles fósiles. El petróleo se ha convertido en mucho más caro en la última década; los costos de producción están aumentando a más del 10 por ciento anual . Las grandes compañías petroleras están invirtiendo mucho más en la exploración de hoy, pero sus tasas de producción están disminuyendo. Para el aceite, la fruta madura se ha ido. ¿Cree Krugman todavía hay exceso de capacidad de producción de petróleo para uso en la construcción de la infraestructura fuera renovable, sin dejar de cumplir las necesidades del resto de la economía? Si no, ¿cómo será la sociedad mantener el crecimiento económico durante la transición de la energía? Si es así, ¿qué parte de la economía tendría que contratar con el fin de sustituir el consumo de petróleo a la energía renovable construir de salida, a fin de no dar lugar a un mayor uso global de combustibles fósiles que alteran el clima durante la transición? 
3. Él omite mención de la energía devuelta a la energía invertida, o TRE. Se necesita energía para obtener energía, pero los combustibles fósiles históricamente pronunció un beneficio inmenso en las escasas inversiones de energía requeridas para perforar o mina para ellos. Las cifras TRE para las energías renovables son generalmente más bajos que los actuales para los combustibles fósiles. Y vuelve la energía de los combustibles fósiles están disminuyendo ya que las empresas se ven obligadas a profundizar y desplegar más sofisticado (léase caros) la tecnología para llegar a los recursos de menor grado. El TRE general de la sociedad se está cayendo, y la transición a las energías renovables no detendrá ese proceso (aunque dará lugar a un nivelación eventual). Si usted piensa largo y tendido sobre lo que realmente significa la disminución de TRE para nuestra civilización, es difícil imaginar un resultado que podría caracterizarse como un crecimiento de por lo menos económica, el crecimiento como lo hemos conocido durante el siglo pasado.
Para que quede claro, que en Post Carbon Institute abogamos desplegando masivamente las energías renovables y poner un precio al carbono. Si la humanidad tiene alguna esperanza para el futuro, simplemente no hay otra opción. Pero simplemente no vemos cómo esto se puede lograr sin: 1) elevar el costo de la energía y 2) que conduce a un aumento en las emisiones de gases de efecto invernadero durante las renovables construir-out, a menos que se permiten otras partes de la economía se contraiga. Cuando se trata de energía, no hay almuerzo gratis.
En última instancia, el cambio climático no es el único motivo por el crecimiento económico perpetuo es incompatible con un planeta finito. El mundo se enfrenta a una serie de problemas ecológicos relacionados con el agua, el suelo y la biodiversidad, todas ellas provenientes de crecimiento pasado, y todos aparentemente requiere reducción en los niveles de consumo humano para su solución.
Creemos que la humanidad pueda disfrutar de una mejor calidad de vida y construir un futuro más sostenible, incluso a medida que reducimos el rendimiento general de los recursos. Hay un amplio residuos a cortar en la forma occidental orientada al consumo en exceso de la vida, y todavía hay un montón de oportunidades para que los países con menos recursos para desarrollar sus sistemas económicos y sociales en formas que son verdaderamente equitativo y sostenible (y no Combustible fósil dependiente). Pero eso significa cambios en las prioridades. Al igual que los combustibles fósiles, el fetiche del crecimiento es algo que debemos dejar atrás si vamos a tener alguna posibilidad de vivir de manera sostenible en este planeta.