COP21 De París al colapso

Article publicat a Diagonal

Si bien técnicamente es aún posible evitar el colapso climático, COP21 certifica que políticamente es imposible.
Militante agroecologista

Isa
Conviene repensar la infeliz coincidencia o perversa ironía de que la COP21, Cumbre del Clima de París, se haya celebrado en el año en que se batían todos los récords de temperatura y fenómenos adversos. Es también el año en que la OMS alertaba de que la contaminación atmosférica, principalmente urbana pero no sólo, es ya el principal problema de salud mundial. Desde otra perspectiva, COP21 se celebró en una Europa agobiada por la llegada de migrantes y desplazados de guerra, y fue prologada bárbaramente por los atentados nihilistas del Daesh. Ignorar los nexos y relaciones que hay entre estos fenómenos ilustra el desconocimiento de que lo social y lo ambiental son mutuamente dependientes, es desconocer que somos tan interdependientes como ecodependientes.
Con estos mimbres, las valoraciones sobre el acuerdo suscrito en la Cumbre oscilan entre las que consideran que se trata de un acuerdo histórico y las que lo ven como un fracaso trágico, pero más o menos anunciado a la luz de la expe­riencia: cumbres de Kyoto, Copen­hague, etc. Es verdad que por primera vez en la historia hay un acuerdo firmado por todos los gobiernos del mundo –ya sean democráticos, autoritarios, teocráticos, cleptocráticos, fallidos… y esto ya da medida de la debilidad del acuerdo– , pero el problema es que es sólo un acuerdo con poco poder vinculante. Y que los contenidos de ese acuerdo son como mínimo decepcionantes y vagos para enfrentarse al mayor reto de la humanidad en este siglo y sucesivos.
Como señala la periodista Amaya Larrañeta, “de esta cumbre emerge un nuevo orden mundial”, un nuevo orden geopolítico que deberíamos analizar si queremos conocer la división internacional del trabajo y las líneas en las que se despliega la lucha de clases global que conforman nuestra realidad. Que deberíamos analizar para poder buscar así las estrategias más efectivas de lucha y cambio social en nuestras latitudes. Este nuevo orden se divide muy esquemáticamente en cuatro bloques –de fronteras sinuosas y cambiantes–: los países desarrollados responsables históricamente de la mayor parte de las emisiones GEI [gases de efecto invernadero] pero que hoy, en el declive de su hegemonía, están ya dejando de ser los principales contaminadores; los países emergentes, cuyas emisiones crecen aceleradamente como sus economías, pero que aún reclaman margen de crecimiento; y el ‘bloque fósil’ de los productores –que une desde las teocracias del Golfo a los latinoamericanos del ‘socialismo marrón o extractivista’– cuyos intereses son tan obvios como bastardos. El último bloque, el Sur Global, son los países, clases y sectores sociales que sufren ya los peores impactos de la desestabilización climática y que previsiblemente los seguirán sufriendo.
Sin duda, el año 2015 y esta Cumbre son un punto de inflexión en la cuestión climática. La cumbre estuvo precedida por importantes movilizaciones sociales a nivel mundial que ilustran una progresiva pero insuficiente toma de conciencia sobre la cuestión. Segura­mente el cambio climático estará ya siempre presente en la agenda política global, pues toda la comunidad científica y ahora también la política  –en el propio acuerdo suscrito– reconoce que el cambio cli­mático es inevitable.
Pero desde la óptica de la ecología social, este reconocimiento es también el de la tremenda derrota con que se cierra el medio siglo de luchas ecologistas que hemos recorrido. De la enormidad de esta derrota en nuestras latitudes da fe el que, en la reciente campaña electoral, la amenaza de vuelco climático haya estado totalmente ausente de los debates, siendo el nuestro un país mediterráneo que no tiene precisamente un escenario futuro muy halagüeño. Lo mismo cabe pensar del papel secundario o testimonial que el resto de las cuestiones ecológicas tiene en los programas de las fuerzas que se dicen del cambio.

Un horizonte de resistencia

La paradoja es que, si bien técnicamente es aún posible evitar el colapso climático, las conclusiones de COP21 certifican que políticamente es imposible, que el capitalismo no va a ser reformado, ni siquiera refrenado, que la carrera del crecimiento económico y, por tanto, del aumento de la entropía no va a cesar… hasta apurar el vaso, hasta agotar los recursos fósiles, hasta agotar el agua y la fertilidad de la tierra, hasta elevar las temperaturas por encima del umbral catastrófico, hasta el colapso. La crisis climática requeriría un decidido y urgente esfuerzo colectivo para reducir drásticamente el consumo de energía y materiales, y al mismo tiempo reducir drásticamente la desigualdad social. Ambas tareas contradicen la esencia del sistema, pero lo peor es que también contradicen las creencias y la conciencia de las mayorías sociales. Las tareas y posiciones del movimiento ecologista han de mutar y reorientarse en este nuevo ciclo que se abre ahora. Ya no se puede ‘salvar el planeta’, ya sólo se puede aspirar a atenuar el sufrimiento social que el fracaso del capitalismo está provocando. Ya sólo podemos aspirar a “organizar el pesimismo” (W. Ben­jamin) para “fracasar mejor” (S. Beckett). Ya no podemos aspirar a la sostenibilidad entendida como transición gradual a un planeta verde. El tiempo se ha acabado. Ahora el horizonte es el de la resistencia y la resiliencia, el de esquivar los escenarios más dramáticos de la distopía que trae el colapso de la civilización industrial. El­ horizonte es el de preparar a las comunidades en que vivimos para sufrir lo menos posible y adaptarse lo mejor posible a un escenario de profunda incertidumbre.
Demasiado tarde estamos comprendiendo que la ecología sin socialismo es vana, como máximo un pío deseo, y que el socialismo sin ecología es un error y por tanto un horror. Pero quizás no sea demasiado tarde para una alianza estratégica con los otros movimientos en defensa de la vida, esencialmente el feminismo. Una alianza que pueda empujar la necesaria y urgente revolución cultural: pasar de priorizar la producción a priorizar la reproducción y el cuidado de la vida. Una revolución que ponga el énfasis en un doble movimiento virtuoso de progreso moral y regresión material o decrecimiento, humanismo no antropocéntrico y austeridad o mesura. Una alianza que pueda guardar las mejores semillas del fracasado proyecto ilustrado  –porque la derrota del ecologismo es el definitivo fracaso de los mejores sueños y deseos de la Ilustración– a la espera de que en el colapso que viene se abran, entre los escombros, reductos de suelo fértil en que sembrar otra vez utopías.

Los retos del “sexteto ecologista” en la XI legislatura

Article publicat a Ecopolítica

Introducción

Leí hace poco un relato sobre la transformación de los zapatistas al llegar a la selva de Lacandona. Éste cuenta cómo el cuadrado de la teoría política salió abollado del contacto con los seres humanos reales y que, gracias a esas abolladuras, pudo comenzar a rodar por las comunidades hasta convertirse en un círculo [2].
Hoy hace ya una semana de las elecciones parlamentarias del 20D y éstas parecen haber traído (al menos) una noticia agradable: cinco personas estrechamente vinculadas al mundo del ecologismo han sido elegidas diputadas: Josep Vendrell, Rosa Martínez, Jorge Luis Bail, Aina Vidal SáezJuantxo López de Uralde y Pedro Arrojo. Aquí vamos a centrarnos en algunos de los retos que tendrán que afrontar.
Probablemente esta es la primera vez que tantas personas provenientes de partidos que incluyen y visibilizan la ecología como esencia de sus programas entren al Congreso [3] así que no es extraño que nos preguntemos ¿Serán capaces de arrancar las malas hierbas y hacer florecer la semilla del ecologismo entre los restantes parlamentarios? ¿Echará a rodar de alguna forma la ecología en las instituciones gracias al “sexteto ecologista”?
Teniendo presente la transversalidad temática que abarca el ecologismo desde las perspectivas de la ecología política proponemos aquí un compendio de temas –brevísimo y que mezcla conscientemente propuestas de corte más institucional con otras netamente realizables a través de la sociedad- que creemos no pueden pasar desapercibidos para éstos diputados, tanto por la relevancia social de los mismos como por la importancia de tejer los hilos que nos vinculan al mundo en que vivimos y nos implicamos como activistas.
Cuatro generaciones de Derechos pendientes
Para empezar debemos repensar, recuperar y revitalizar las cuatro generaciones de derechos que bien se han visto mermadas en las pasadas legislaturas o bien jamás han sido completamente desarrolladas en nuestro país y que en este artículo estructuramos a través de cuatro generaciones de derechos. Es de justicia hacer un apunte: aunque hablemos de cuatro generaciones de derechos –otros autores hablan de tres al unir las dos primeras o cinco separando los derechos digitales- únicamente se ordenan por su momento de aparición, no por tener prevalencia unas sobre otras. Remitiéndonos a los términos de la legalidad internacional, esta idea quedó así expresada por la ONU en la Declaración y Programa de Acción de Viena de 1993, cláusula nº5 [4] (Esteban Rubio, 2015:iii)
PRIMERA GENERACIÓN: libertad de expresión y manifestación, derechos de las personas migrantes
La primera generación de derechos, relativa a los Derechos Civiles, relativos a las libertades de expresión, circulación, manifestación, etc. que tan mermada ha quedado tras la cooptación por parte del Gobierno de la televisión pública de modo que se garantice la participación popular en el que sigue siendo el medio de comunicación de mayor impacto sobre la población, el endurecimiento del Código Penal y el recorte en el acceso a la Justicia (así como la falta de solución a los pocos recursos de la misma). Asimismo, acabar con las políticas de discriminación, aislamiento, demonización contra los inmigrantes cerrando los CIEs y derribar las vallas de Ceuta y Melilla, que no son sino quien más sufre las políticas extractivas aplicadas desde el Norte al Sur global, refugiados del hambre, guerras, “conflictos de baja intensidad” y el cambio climático y de la interesada laxitud con la que examinamos el efectivo cumplimiento de los Derechos Humanos en función de sobre quién aplique la lupa nuestros gobiernos.
Especial mención merece la eliminación de la Ley 4/2015, de 30 de marzo de Seguridad Ciudadana (Ley Mordaza) que derogó la anterior ley de protección ciudadana 1/1992 y que limita y coacciona las libertades más básicas a través de multas más propias de un Estado policial y que deja prácticamente al arbitrio de la policía qué criterios aplicar a la hora de reprimir concentraciones.
SEGUNDA GENERACIÓN: edad para ejercer el voto, voto rogado, transparencia y participación
Los derechos de segunda generación, de participación política, han de buscar primero ajustar la fórmula electoral (es decir, número de escaños, tamaño de la circunscripción y fórmula de reparto) para que sea realmente proporcionada, para lo cual muchos politólogos sugieren que sería buena idea sería aumentar el tamaño de la circunscripción a la Comunidad Autónoma.
Asimismo, se ha de buscar el aumento de la participación de la ciudadanía reduciendo la edad para ejercer el voto a los 16 años y eliminando requisitos para el sufragio activo y pasivo a extranjeros residentes y eliminando el voto rogado como ha pedido insistentemente durante esta campaña la Marea Granate, quizá previendo incluir incluso escaños para las personas residentes en el extranjero como sucede en Francia.
Pero no solo se debe perseguir el aumento de los cauces de representación y participación en la gestión política institucional y en el control de su actividad aumentando la transparencia, sino asegurar y ampliar las formas horizontales de gestión local y de gestión de la economía, aumentando los canales a dichas redes, ya sean online o presenciales (pues hay que tener presente la brecha digital intergeneracional), a las asociaciones y a los colectivos tradicionalmente excluidos del espacio público, mujeres, menores de edad, ancianos, inmigrantes y pobres, entre muchos otros.
TERCERA GENERACIÓN: reformular y ampliar el bienestar
En la próxima legislatura habrán de recuperarse los derechos sociales de tercera generación perdidos muy vinculados a la protección que brindan los servicios asociados al concepto del Estado de Bienestar: laborales, educativos, sanitarios y sociales, como los relativos a las pensiones, el derecho al aborto por plazos temporales y no sujeto a condiciones, aumentar la protección social de las personas en riesgo de inclusión, los permisos de maternidad y paternidad y un largo etc. que persiga universalizar las prestaciones y acabar con la mal llamada austeridad (que realmente debería ser la moderación y sencillez y no el recorte del bienestar de las personas) y su consagración constitucional en el artículo 135 CE.
1. Atajar la emergencia social, acabar con la desigualdad y la pobreza, renta básica y máxima
El “sexteto ecologista” deberá afrontar también la emergencia social que se ha agravado durante los años más duros de la crisis y que persiste entre aquellos que no cotizamos en el IBEX 35 de forma tenaz, empezando por la pobreza (infantil, energética, etc.), frente a la cual deberemos decidir si ahondamos qué modelo asistencial queremos para el país [5].
                      eficiencia-equidad
Dados los datos con los que se suele trabajar, observamos que el modelo mediterráneo no es ni equitativo, entendido como la mejor distribución de beneficios de dichos recursos entre la población ni eficiente, según el cual se saca el mejor provecho a los escasos recursos disponibles. Ésta carencia se cubre habitualmente desde las redes familiares, ayudándose unos a otros, a diferencia de lo que sucede en el modelo nórdico, al cual es habitual hacer referencias como el modelo a imitar.
El área mediterránea por las circunstancias en las que se ha desarrollado su historia jamás ha disfrutado plenamente de las ventajas de un Estado del Bienestar pleno ni ha desarrollado una “cultura administrativa” propia, al margen de la existencia o no de una autoridad jerarquizada como es el Estado. Personalmente creo que desarrollar un formato de colaboración asociativo que cree una red de recursos organizada de abajo a arriba local-supramunicipal-regional, etc. que aproveche los vínculos comunitarios tradicionales hoy debilitados es el mejor camino hacia una universalización de las prestaciones sociales en el área mediterránea [6], al margen de que en las circunstancias actuales y para un ecologismo que trabaje a nivel institucional ligar los términos universal y público estatal sea casi una necesidad frente a malintencionadas equivocaciones que suelen traer un interés de mercado y la lógica del beneficio económico detrás más que la utilidad social de los recursos.
Una de las propuestas estrella para acabar con la desprotección es la de introducir una renta básica universal y garantizada a todos los mayores de edad, reivindicación en absoluto descabellada avalada por varios estudios de viabilidad en todo el territorio nacional y que cuenta incluso con propuestas y puestas en práctica en Euskadi y Catalunya [7]. Remitirnos únicamente a los beneficios que supondría para la reactivación de la economía sería quedarnos cortos de miras con la fuerza que tiene una idea capaz de dotarnos de la certeza de que no tendremos nuestros ingresos limitados al capricho del mercado laboral. Ésta propuesta debe implicar a la fuerza pensar en términos decrecentistas, pues ello nos permite entender la renta básica no como una fuente extra de ingresos adicionales con las que sustentar un consumo creciente de bienes materiales, sino como la posibilidad de reformular los tiempos en los que pensamos y actuamos, dejando mucho más espacio para el ocio y el cultivo de nuestra felicidad, así como para la participación en actividades colectivas asociativas de todo tipo. En ese sentido el movimiento slow y los conceptos del procomún tiene mucho que decir y aportar a las nuevas formas de entender la vida en comunidad.
Hablar de emergencia social necesariamente nos lleva a mencionar los desahucios y la creciente desigualdad. Baste recordar que incluso si nos limitásemos a mencionar la legalidad vigente se ha de recordar que conforme al artículo 33.2 de la Constitución la propiedad tiene una función social, concepto también presente en la Constitución Italiana de 1947 (art. 42), en la Ley Fundamental de Bonn de 1949 (art. 14.2) y en otras tantas cartas constitucionales europeas y latinoamericanas [8]. Es cierto que a día de hoy es un título que no es de directa aplicación (vgr. art. 53.2 CE) y por tanto no puede reivindicarse con la misma fuerza que los derechos de primera y segunda generación, pero cuando el número de viviendas vacías de España supone el 30% de las viviendas vacías en Europa [9], se hace evidente que los límites materiales no suponen un problema para la ampliación del parque público de vivienda, sino los intereses económicos de los fondos buitre, entre otros.
Obviamente, también se habrá de visibilizar la creciente desigualdad de ingresos que se ha acentuado en nuestro país, el cual ya era superior a la media de la UE incluso antes de la crisis económica. Ésta cuestión debe atajarse tanto a través de las medidas propuestas como introduciendo unos niveles de renta máxima y mayor progresividad impositiva, así como persiguiendo con mayor énfasis el fraude fiscal de las grandes fortunas y realizando las correspondientes auditorías de deuda pública de las administraciones de manera que quede reflejado a quién sirven.
2. Una nueva economía, otro consumo, del reparto y reducción trabajo al ocio
Ya hemos mencionado algunas ideas claves en materia económica, pero no está de más recordar que la acción en éste campo debe estar orientada hacia una economía decrecentista en términos de consumo de recursos, no orientada hacia el crecimiento como forma de sustentar el Estado del bienestar, pues ésta lógica draconiana del aumento infinito de recursos en un planeta finito es cuanto menos peligrosa, pues en tiempos de recesión nos lleva al aumento de la pobreza y la desigualdad y en tiempos de bonanza nos lleva al colapso ecológico.
Inspirarnos en los conceptos de biomímesis (tener presente los procesos naturales a la hora de inspirar nuevas soluciones para el consumo de recursos) y bioeconomía, que toma las leyes de la termodinámica y de las magnitudes físicas de coste de formación de recursos y energía como son la entropía y la entalpía son pasos necesarios para sustituir los índices conforme a los cuales se mide la riqueza, como pasar del PIB al IDH. Baste decir que en los años 50 la medida de la riqueza de una nación era la producción de carbón y acero. Los índices económicos pueden y deben cambiar acorde a las necesidades de la población. La economía, como hacen en esencia todas las ramas de la ciencia no establece unas leyes absolutas. La falsación (la búsqueda de teorías aceptadas provisionalmente hasta que se encuentra una de mayor validez) ha de formar parte de esta ciencia si no quiere caer en el dogmatismo y para eso nombres como el de Georgscu-Roegen o Tim Jackson tienen que comenzar a sonarnos familiares.
Ya tratamos la cuestión del consumo en otros artículos [10] [11], pues es definitivamente una de las cuestiones que debe ocupar nuestro tiempo si queremos controlar nuestra vida. Es actualmente el leitmotiv del sistema capitalista y el origen del deterioro ambiental mundial. Repensar nuestro consumo, se han de aumentar la protección y derechos de los consumidores, promoviendo un etiquetado responsable que indique la huella ecológica que produce cada producto en su ciclo de vida así como su envase ha de hacer nacer necesariamente la necesidad de fomentar el consumo local, de cercanía y de temporada, creando redes de producción y autogestión con la vista puesta en los conceptos de la economía del bien común, potenciando los huertos urbanos, las cooperativas de consumo, las monedas locales/sociales y los bancos de tiempo como parte del sistema de adquisición de bienes y servicios.
Asimismo se habrá de buscar desmaterializar el imaginario de nuestra sociedad, que tan interiorizado tiene la idea de tanto tienes tanto vales, para lo cual se deberán tomar pasos para limitar seriamente la publicidad comercial del espacio público y los medios que nos incitan a sentirnos desgraciados si no tenemos el producto anunciado o no nos parecemos al photoshopeado retrato que ocupa el anuncio de turno.
Si queremos cambiar nuestro concepto en torno a la acumulación material debemos hacer un ejercicio de pedagogía que excede los meros comportamientos. Para facilitar que la acumulación no sea la medida de la sociedad debemos librarnos del trabajo asalariado como motor de la sociedad de consumo. En torno a las propuestas más institucionales observamos como los partidos verdes europeos se han hecho eco durante largo tiempo de la necesidad de aplicar el Green New Deal y el Horizonte 20 20 20, los cuales buscan la creación de empleos verdes (asociados a la preservación o mejora ambiental), los cuales según los últimos informes de la Comisión Europea podrían llegar a crear 20 millones de puestos de trabajo [12] indudablemente una propuesta interesante dados los en torno a 27 millones de desempleados de la Unión Europea.
También hemos oído desde a Alberto Garzón debatir sobre la propuesta del trabajo mínimo garantizado como forma de reducción del paro utilizando al Estado como empleador frente a la idea de la renta básica, pero si no vamos más allá y comenzamos a cuestionarnos el trabajo en sí como actividad no podremos ver crecer una sociedad que no se estructure en torno al horario laboral.
En ese sentido, comenzar a reducir la jornada laboral (quizá hacia las 21 horas que propone la NEF [13]) y flexibilizar los horarios es primordial para garantizar el paso del trabajo como tripalium (origen latino de la palabra “trabajo” consistente en una tortura originaria del S. XII) y avanzar hacia el otium [14], de forma muy similar a como ya ironizaba Lafarge contra el trabajo y el consumo ya en El derecho a la pereza en 1880.
3. Una educación universal emancipadora no esclavizante
Como ya hemos expresado, estos cambios en materia económica y social no pueden perdurar sin grandes cambios en nuestro sistema de valores. En ese sentido la reforma del sistema educativo ha de orientarse hacia el abandono de las concepciones fabriles de la educación. En una sociedad del bienestar como la nuestra reducir los tiempos de formación a una etapa (cada vez más reducida) de nuestra vida sólo parece perseguir la consecución de obreros hiperespecializados, totalmente ignorantes del trabajo de sus semejantes y totalmente embebidos en la lógica de la competitividad y la acumulación como triunfo.
Frente a esto, una educación que se prolongue a lo largo de toda nuestra vida, con diferentes caminos y un amplio grado de libertad, que incida en valores para desmaterializar las conciencias, que fomente valores como el feminismo y el respeto a la diversidad sexual y sociocultural como ya expuso Marc G. Olabarría (2015) [15]. Hoy los nuevos métodos pedagógicos como los de Paulo Freire apenas tienen demanda y únicamente existen para algunos privilegiados. La inversión en materia educativa es esencial, se ha de implicar a toda la comunidad para fomentar la curiosidad en especial en las primeras etapas de la formación de las personas, se ha de garantizar una educación universal de calidad y gratuita tanto pública (entendida como “estatal” o institucional) como privada, aumentando los recursos del profesor, disminuyendo la ratio de alumnos por clase, facilitando la movilidad y las becas de estudios, movilidad e investigación e implicando a los alumnos en su propio proceso de aprendizaje y en la comunidad educativa a todos los niveles, desde preescolar hasta la formación superior y universitaria, por citar algunos principios.
CUARTA GENERACIÓN: derechos de autorrealización, a un medio sano y a la paz
Finalmente, crear nuevas formas de articular los derechos de autorrealización, en ocasiones llamados de solidaridad o de los pueblos, la cuarta generación, asociados al bienestar entendido de forma más íntima y profunda que el bienestar material proporcionado por la seguridad de alimento y cobijo, que incluye un ambiente sano, la convivencia pacífica de los pueblos, la inclusión de las diferentes comunidades, los derechos culturales y educativos y, en esencia, a la libre autodeterminación de nuestro destino en la búsqueda de la felicidad, esto es, en esencia lo que persigue la idea de dignidad como principio básico fundamentador del resto de derechos, el “derecho a tener derechos”, que para mí refleja perfectamente éstas palabras de Errico Malatesta al hablar del anarquismo: “el máximo bienestar, la máxima libertad, el máximo desarrollo posible para todos los seres humanos, sin querer ser oprimido ni opresor
1. Encaje territorial, modelo de Estado y derecho a decidir
Para referirme a esta cuestión hago mía aquí una frase de Daniel Guerín cuando dijo que “el anarquismo tiene espaldas muy anchas, y lo aguanta todo” para aplicarla al ecologismo y específicamente al caso español. A poco que leamos a diferentes autores no podemos encontrar una definición óptima que defina “una” posición ecologista. Desde propuestas más federales a confederales, a la organización que propone Murray Bookchin al hablar de confederamismo democrático y cuyo ejemplo vivo es la actual organización del pueblo kurdo, las propuestas son muchas, pero sin duda, una postura ecologista pasa por aumentar la horizontalidad y autonomía de la toma de decisiones -como la jefatura de Estado hereditaria- y librarse de la imposición de posturas, en diferente grado según el modelo propuesto).
Creo por tanto que estar a favor de cuantos elementos sirvan para definir entre los interesados el encaje territorial de las diferentes regiones, estados o cuantas formas territoriales se desee perfilar (como podría ser el llamado derecho a decidir) no es una posición que esté en contra del ecologismo, que por la naturaleza de las cuestiones que trata no debería entender las fronteras como impedimento para defender sus ideas, y si para ello se ha de reformar la Constitución, que así sea.
Si de mí dependiese realizar una propuesta institucional de reforma (esperemos que no, pues realmente me decanto preferiblemente por las formas autogestionadas y confederales), separaría la jefatura de Estado de la presidencia y mantendría la bicameralidad del poder legislativo, separando las competencias de manera nítida, dejando el Senado como cámara de representación territorial, con voz de las Comunidades y Estados que integran el país, permitiendo un desarrollo federal asimétrico que –y ésta es la clave- permita una mayor elasticidad a la hora de desarrollar las instituciones en las Comunidades Autónomas, de manera que los respectivos estatutos no fueran meras copias del Estado central, compensándolo desde el Senado a través del análisis de las leyes y medidas que han tenido éxito en los territorios para estudiar la forma de extender dichas fórmulas exitosas a otros territorios, de manera que a la vez que se respete el camino determinado por las comunidades se garantice la igualdad de derechos en las diferentes unidades del sistema.
2. Fomentar el autoconsumo eléctrico, acabar con el fracking, los combustibles fósiles y la fisión nuclear
En cuestiones energéticas el fomentar las formas de autoconsumo en red con fotovoltaicas y otras renovables, aplicando el balance neto y reformulando el Real Decreto 900/2015 de autoconsumo para que sea verdaderamente una herramienta para que los consumidores puedan organizarse  fomentando una distribución no sólo del consumo sino de la producción, de manera que se fortalezca la idea de horizontalidad en la gestión de recursos frente a la dependencia y jerarquización de las energías fósiles como un proceso gravemente complejo y tutelado por el interés de las comercializadoras eléctricas, que (además) continúan aprovechándose de la ausencia de una auditoría pública del coste de producción energética que ha provocado el déficit de tarifa.
Asimismo, el “sexteto ecologista” debe plantarse ante las técnicas de gas de esquisto o fracking así como a las energías fósiles, tanto el petróleo como el gas, cuyo máximo esperpento representa en este país el Plan Castor o las nucleares de fisión sin renunciar por ello a la investigación en torno a la fusión o los usos energéticos de las baterías de hidrógeno.
3. Protección ambiental y animal
No puede faltar tampoco la defensa de las posiciones que tradicionalmente dieron lugar al ecologismo conservacionista, dotándolas de medidas de nuevo cuño que fomenten la justicia social y la defensa del ecologismo de los pobres, como la reforma de la ley de montes, la ley de costas o la ley de minas para fomentar la protección del territorio, de la biodiversidad y ecosistémica combinada con las técnicas tradicionales de protección para desincentivar la especulación urbanística, en la misma línea que ya intentara la reforma de la ley de suelo de 2008,  incorporando además los objetivos que se han marcado desde la Unión Europea para crear ciudades limpias y sostenibles con un transporte intra e interurbano público y que permita el uso de la bicicleta y el desarrollo cultural. Asimismo, se habrá de abordar la cuestión relativa a los transgénicos de manera científica y racional, aplicando el principio de precaución en la introducción de nuevos productos y especialmente aumentando la información y la protección de productores y consumidores evitando la usura y el control por parte de los propietarios de las patentes.
En materia de protección animal también los ecologistas habrán de dar pasos hacia la prohibición de las “tradiciones” más crueles contra los animales, como son la mayoría de las prácticas asociadas a la tauromaquia. Especialmente interesantes son las reflexiones de PACMA en cuestiones de Derechos de los animales [16] (Pastor; Fresco; Zamora García, 2015), fuerza con más votos de cuantas se han quedado fuera del parlamento.
4. Derechos humanos y pacifismo como eje de la posición internacional
Decía el expresidente Mújica que vivimos en una era llena de mediocridad, donde los representantes no son capaces de mirar más allá de sus intereses nacionales, su deuda y sus aliados, y que jamás abordan de forma valiente cuestiones como la pobreza y el hambre o el deterioro ambiental, impulsando los conceptos de Justicia Ambiental y Ecocidio.
Debemos, como ya intentara Petra Kelly, potenciar la alianza entre los ecologistas a nivel mundial. Estructurar la acción internacional en torno al escrupuloso respeto de los derechos humanos, el pacifismo –pese a las acusaciones de buenismo [17] (Pastor, 2015)- y los convenios de protección ambiental ha de ser el centro de la denuncia de éstos diputados, apoyando unos y otros para fomentar la integración regional y la estabilidad sin el interés espurio del comercio internacional detrás, como bien podría representar el apoyo a palestinos y kurdos, al pueblo griego frente a la troika o la democratización en Túnez, así como la integración y cooperación con Latinoamérica, ocupando una posición mediadora de intereses a la que por nuestros lazos históricos y geográficos podemos aspirar entre el mundo árabe, una Unión Europea más integrada y justa y Latinoamérica.
CONCLUSIÓN
Como podemos ver un mundo de posibilidades y cuestiones por resolver se abren al “sexteto ecologista”, ello por tanto no puede implicar el abandono de los demás del activismo con los movimientos sociales y el resto de la familia ecologista, pues aunque sin duda mucho puede hacerse desde el Congreso, para que a una idea a la que efectivamente ha llegado su tiempo no marchite debemos cuidar sus raíces y aportar la felicidad que nos acompaña en las calles.
Notas
[0] FOTO: los diputados verdes alemanes (de izquierda a derecha) Gert Bastian, Petra Kelly, Otto Schily y Marieluise Beck-Oberdorf, acompañados por más de 200 activistas ecologistas y pacifistas, se dirigen a la sesión inaugural de la X legislatura del Bundestag el 29 de marzo de 1983 (era la primera legislatura en la que Die Grünen conseguía representación en el Bundestag). Petra Kelly llevó una conífera en una maceta y un ramo de flores y los sitúo en la mesa de su escaño durante dicha sesión.
[1] El autor es estudiante de Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Carlos III de Madrid y co-coordinador del Área de Política y Sociedad de EcoPolítica.
[2]
Ocalan, Abdullah (2015), “Confederalismo Democrático, Otro mundo es posible” Prólogo, Ed. notas de Walter, pág. 15.
[3] Consiguiendo habitualmente ICV (coaligado con Ev, en solitario o con EUiA) entre 1 y 2 diputados desde 1996.
[4] ESTEBAN RUBIO, Luis (2015), Año 10.015 de nuestra Era. Parte II. Summer is Coming – Introducción, pág. 9 [en línea] [18 noviembre 2015] Disponible en: https://ecopolitica.org/ano-10015-de-nuestra-era-parte-ii-summer-is-coming/ [último acceso 27 de diciembre de 2015].
[5] VV.AA European Social Model [en línea] [mayo 2013] Disponible en: http://datab.us/i/European%20social%20model [último acceso 27 de diciembre de 2015].
[6] He de aclarar que ésta es una opinión a nivel personal, que requeriría un desarrollo en condiciones o por lo menos la búsqueda de antecedentes o intentos previos.
[7] Sanzo González, Luis (2005) La introducción de la renta básica en España en Cuadernos de Relaciones Laborales, vol. 23, no. 2 [en línea] Disponible en: http://revistas.ucm.es/index.php/CRLA/article/view/CRLA0505220123A/32339 [último acceso 27 de diciembre de 2015].
[8] Ríos Álvarez, Lautaro. (2012) El principio constitucional de la función social de la propiedad 3.4 Su acuñación constitucional RDJ Doctrina, Tomo LXXXIV, Nro. 2, 57 a 73 págs. 111-136.
[9] 2015, Amnistía denuncia que España tiene el 30% de viviendas vacías de Europa [en línea] El Periódico – Sociedad martes 23 de junio 2015 http://www.elperiodico.com/es/noticias/sociedad/amnistia-denuncia-que-espana-tiene-viviendas-vacias-europa-4297926 [último acceso 27 de diciembre de 2015].
[10] del Peral Pedrero, Rafael (2013) Reflexiones sobre el consumo. Crítica a la destrucción creativa [en línea] [20 de noviembre 2013] https://ecopolitica.org/reflexiones-sobre-el-consumo-critica-a-la-destruccion-creativa/ [último acceso 27 de diciembre de 2015].
[11] Sekulova, Filka (2015) Navidades, felicidad y decrecimiento. ¿Qué relación hay entre el consumo y la felicidad? creativa [en línea] [22 de diciembre 2015] Disponible en: https://ecopolitica.org/navidades-felicidad-y-decrecimiento-que-relacion-hay-entre-el-consumo-y-la-felicidad/ [último acceso 27 de diciembre de 2015].
[12] EUROPEAN COMMISSION, (2015) Green Jobs: Employment potential and Challenges, European semester thematic fiche, pág. 5 [en línea] Disponible en: http://ec.europa.eu/europe2020/pdf/themes/2015/green_jobs.pdf [último acceso 27 de diciembre de 2015].
[13] The New Economics Foundation, (2102) 21 horas. Una semana laboral más corta para prosperar en el siglo XXI. Barcelona, Icaria.
[14] Yagües, Miguel, (2013) El Otium y la búsqueda de la felicidad pública [en línea] [16 de octubre de 2013] Disponible en: https://ecopolitica.org/el-otium-y-la-busqueda-de-la-felicidad-publica/ [último acceso 27 de diciembre de 2015].
[15] G. Olabarría, Marc (2015) EcoloQUEERsmo Parte I. [en línea] [25 de agosto de 2015] Disponible en: https://ecopolitica.org/?s=EcoloQUEERsmo [último acceso 27 de diciembre de 2015].
[16] Pastor, Sara; Fresco, Ignacio; Zamora García Javier (2015) Entrevista a Laura Duarte, portavoz de PACMA – Reflexiones sobre los derechos de los animales y el movimiento animalista [en línea] [22 de octubre de 2015] Disponible en: https://ecopolitica.org/entrevista-a-laura-duarte-portavoz-de-pacma/ [último acceso 27 de diciembre de 2015].
[17] Pastor, Sara, (2015) Sobre terrorismo, “buenismo” y pragmatismo [en línea] [4 de diciembre de 2015] Disponible en: https://ecopolitica.org/sobre-terrorismo-buenismo-y-pragmatismo/ [último acceso 27 de diciembre de 2015].

Jérôme Baschet: “La meitat de les activitats productives del món no tenen cap sentit”

Article publicat  al diari  Ara

CARLES CAPDEVILA

16/08/2015 00:00

Professor d’història a París i a Chiapas. Ha dedicat les seves investigacions a la dinàmica de les societats medievals europees i a la seva relació amb la colonització d’Amèrica. Ha prologat la traducció al francès de diversos textos del Subcomandante Marcos, i s’està convertint en un expert en la revolució zapatista

JÉRÔME BASCHET COMBINA LA DOCÈNCIA A L’ESCOLA D’ESTUDIS EN CIÈNCIES SOCIALS DE PARÍS amb la que fa a la Universitat Autònoma de Chiapas, a San Cristóbal de las Casas, una regió de les comunitats zapatistes. Publica Adiós al capitalismo. Autonomía, sociedad del buen vivir y multiplicidad de mundos (Ned Ediciones), i l’ha presentat a Barcelona. Em rep a l’Institut Francès i m’explica de manera didàctica i vehement les noves revolucions que ja són aquí, i per què són interessants, tot i que lentes i insuficients.

El seu llibre es titula ‘Adiós al capitalismo’. ¿És un desig o un pronòstic?
Bé, hi ha una part d’esperança, però confesso que els guions tremends són els més probables. Els escenaris i els guions d’avenç devastador del capitalisme són els que dominen ara, i les formes de destrucció i les guerres van avançant, també la destrucció de les formes de vida de la gent… Però hi ha una altra possibilitat. La diferència amb el discurs dominant és que cal veure aquesta part que fa ràbia, “digna ràbia” com diuen els zapatistes. S’han començat a construir altres opcions i hi ha una dimensió d’esperança que pot començar a obrir-se enmig de la nit en la qual estem.
Estem enmig d’un gran canvi?
Crec que sí. Es parla de crisi de civilització. Un sistema que aparentment és totpoderós però que no es pot seguir reproduint gaire temps, si no és que porta com a conseqüències unes formes de vida totalment inhumanes o la destrucció de les condicions de vida de diverses espècies, entre les quals la nostra. Hi ha senyals que un altre tipus de realitat pot començar a créixer, un altre món que efectivament comença a existir. Es poden anomenar escletxes, altres espais, mons emergents… El zapatisme és un d’ells, només un.
Ja no pensen en una revolució que ho arreglarà tot, sinó en petites revolucions.
Sí, exacte. Hem perdut l’esquema de les lluites d’emancipació dels segles XIX i XX. Aquest model estava basat en la presa del poder de l’estat. El Palau d’Hivern i tots els símbols que hi ha… Aquest model de revolució va fracassar i es veu que no és el camí. Es passa de projectar el canvi en un futur cada cop més llunyà, a la construcció immediata i present de les realitats alternatives. Al mateix temps, aquí hi ha un perill. Aquesta opció de construir alternatives presents és el que veiem en molts llocs, des de coses petites, pràctiques associatives, tot tipus d’experiències. Però també estem veient que això és insuficient, perquè pot ser també una manera de tancar-se en aquests espais. I perquè el sistema dominant pot refuncionalitzar-ho.
Però existeixen, i hi dedica un capítol del llibre.
Són importants, en primer lloc, per les experiències personals que permeten desenvolupar-los. A més, per la possibilitat d’experimentar formes de vida, de subjectivitat, de relacionar-se, de recrear la capacitat de cooperació i col·laboració entre nosaltres, que és el que sistema va destruint posant l’èmfasi en la competència generalitzada. L’esperança és que aquests espais vagin creixent, però hi ha el risc de l’aïllament…
Quins avantatges hi veu?
D’una banda, cada espai que s’aconsegueix és una victòria contra el sistema, fins i tot de manera gairebé individual. Canvio alguna cosa a la meva vida i no em deixo atrapar per les lògiques del consum, el treball, canvio la manera de ser, no em projecto en l’èxit i intento fer una altra cosa amb la meva vida, amb les relacions amb la gent. La idea dels espais alliberats… Jo insisteixo a valorar-ho molt des del nivell més personal. És treure’ns la dominació del sistema capitalista, que no només és econòmica i social sinó que abraça tots els aspectes de la vida.
Però això no li fa pessigolles al neoliberalisme.
El sistema capitalista, sobretot en la seva fase neoliberal, és una manera de conformar més aspectes de la vida a les normes del capitalisme, el productivisme en el seu nucli econòmic, però també en la competència, l’èxit, els diners i el consum en els aspectes de la vida en general. És ampliar la dominació de l’economia i fer-la extensiva a tots els aspectes de la vida. El sistema capitalista per reproduir-se necessita espais on això no predomini del tot. Els espais privats, de la família i la vida privada, no hi estan totalment sotmesos. Queden cercles d’amistat, d’amor, de família, que són els que ens permeten viure. Sense aquests espais de descans de les obligacions socials i econòmiques no podríem sobreviure. Per tant, aquests espais que encara no estan colonitzats també són necessaris per al sistema, li són útils. També els espais alternatius que puguem crear, on treballem per enfortir la nostra dimensió col·laborativa, escoltar els altres, lluitant en contra de les formes de ser egocèntriques, creen espais on la vida segueix sent mínimament acceptable. Al llibre exposo la idea que no podem quedar-nos amb el model de revolució en el futur, però potser això dels espais alternatius tampoc és suficient. Cal pensar aquests espais potser de manera més conflictiva. No poden ser espais apartats, la seva dimensió transformadora i anticapitalista implica una posició de conflicte, no només de defensa pròpia.
El capitalisme financer és ben fort, doncs.
I cada cop va eliminant les possibilitats que queden de vida digna. El capitalisme financer no existeix perquè ho hagin decidit alguns banquers o actors financers. El mercat i el capital financer estan prenent el control perquè en la dinàmica mateixa del sistema capitalista no hi ha altra opció. El capitalisme no es pot reproduir sense creixement. Només es pot créixer a mesura que es va estenent el crèdit, d’una manera inversemblant, creant aquests edificis amb tots els mecanismes financers que coneixem. És l’única opció de reproduir el sistema, i aquesta opció és la que produeix el risc, la inestabilitat i les crisis, com la del 2008. Aparentment està resolta, però només es va resoldre amb més préstecs, plans de rescat que fan més greus els factors de crisi.
I per què una crisi que provoca el neoliberalisme la gestiona el neoliberalisme?
Ho utilitza com a mesura per governar i imposar més mesures neoliberals, fins al punt que alguns consideren que no hi ha crisi, sinó que la crisi és una eina més de la governabilitat neoliberal. Jo no estaria d’acord amb això.
Creu més en les conspiracions o en les incompetències?
Dir que només són mals banquers és una mica insuficient. Però limitar-se a acusar persones per qüestions de recerca de diners és insuficient, perquè deixaria oberta la possibilitat oberta a un capitalisme bo, que és el que els governs ens van dir el 2008. Estem en una fugida cap endavant. Hi ha aquests factors profunds de crisi del sistema, i aquí entrem en la discussió de la crisi. Per a alguns no n’hi ha i és una manipulació, d’altres diuen que és una crisi estructural o crisi final del sistema capitalista. El que veiem també és la capacitat increïble del sistema capitalista de transformar-se. La meva proposta és assumir que hi ha factors estructurals que ens permeten veure que la reproducció del capitalisme és cada vegada més difícil i que hi ha obstacles cada vegada més importants. La crisi del 2008 i el 2009 va tenir lloc al cor del mateix sistema financer i va poder ser aturada amb intervencions massives de tots els estats més poderosos. Potser la pròxima vegada no serà possible. A més es va parlar d’introduir controls, regulacions… I no s’ha fet gairebé res.
No ens presenta les comunitats zapatistes com la solució, però què tenen d’universal?
No és la recepta, i ells ho tenen molt clar i no deixen d’insistir que no és reproduïble. Però sí que és una font d’inspiració i per a mi és la principal font d’inspiració del llibre. Ells insisteixen molt a fer autocrítica i no idealitzar-ho. El mes passat vaig ser a Chiapas, on els zapatistes van organitzar un seminari titulat Pensament crític davant la hidra capitalista, al qual van assistir 2.000 persones amb 50 ponents. Hi havia una delegació zapatista amb el subcomandant Galeano, el subcomandant Moisés, que és el principal portaveu i dirigent de l’EZLN. El subcomandant Moisés va fer diverses intervencions impressionants, però insistint a no idealitzar el zapatisme. Ens explicava com funcionava l’autonomia als pobles, però amb una dimensió concreta que feia veure totes les dificultats i les coses que no funcionen. Crec que és molt impressionant per part d’un moviment que s’està enfrontant a dificultats tremendes i agressions permanents i que es desenvolupa en condicions precàries amb hostilitats constants.
Què fan bé?
Han aconseguit crear una forma d’organització política pròpia, que han construït al costat de les institucions de l’estat mexicà, i que anomenen autonomia. Aquesta forma d’organització política és bastant elaborada. Té tres nivells. Parteix de les comunitats, que són els pobles; els municipis autònoms, que reuneixen desenes de comunitats, i a escala regional les juntes de bon govern. Allà hi ha representants escollits, càrrecs sense retribució, revocables i sempre col·lectius que interactuen en assemblees. Per prendre decisions a les juntes, consulten amb l’assemblea de la zona i discuteixen els projectes, i si hi ha discussions cada representant torna a la seva comunitat, discuteixen novament i transmeten les propostes, tornen a elaborar el projecte… Així fins que hi hagi un acord de fer un projecte. Sobretot procurant que no hi hagi una diferenciació entre les persones amb càrrecs i la resta de la gent. Hi ha sistemes de rotació perquè els membres de la junta només estiguin en el càrrec un temps determinat. Després tornen al seu poble i segueixen amb la seva vida. Tots aquests mecanismes permeten dir que es una forma d’autogovern, no es construeix un govern apartat de la gent. Són formes decidides col·lectivament que permeten organitzar-se en un territori bastant ampli, més o menys com Catalunya.
Però no aspiren a ser un estat.
No, ho van construir a part. Una característica és que no demanen res a l’estat perquè hi estan en guerra. Quan el govern intenta fer projectes productius a les comunitats zapatistes, els zapatistes no ho accepten. Això demostra la possibilitat de construir una realitat diferent, totalment a part del sistema existent.
Per a ells, això és provisional?
La separació amb l’estat és un principi fonamental. És crear una forma d’organització política de govern. És pensar una política no estatal, per a ells això és l’autonomia, i es basa en la capacitat de la gent d’autorganitzar-se. M’agrada molt la frase de la mestra Eloísa, de l’escola zapatista: “Tenen por que ens adonem que ens podem governar nosaltres mateixos”. Això és el que estan fent i demostrant. No per reproduir la forma d’organització dels governs institucionals, sinó fent una cosa totalment diferent.
L’autogestió.
Hi ha dues coses que em semblen molt rellevants. La primera és que tot això s’ha de fer des de la postura del “no en sabem”. El funcionament normal, l’aparell d’estat, està en mans d’una classe política que se suposa que necessita basar-se en les competències dels experts de l’administració. Precisament, ells no poden fer-ho perquè no tenen aquestes capacitats. Aleshores la idea és fer-ho des de la capacitat de la gent mateixa. Això implica que gent que mai ha estat en una instància de govern, ni tan sols a la seva comunitat, sigui escollida. Allà no hi ha campanyes electorals. Les comunitats proposen gent i després hi ha una votació. La gent que hi és assumeix que no saben com fer-ho. Han d’escoltar, consultar, reunir-se amb la gent dels seus pobles. Això vol dir que és un sistema d’autonomia que té la idea de crear una forma democràtica, i parteix de la idea que la democràcia és el poder dels que no tenen més capacitat o títols per governar que qualsevol altra persona. L’altra forma interessant en aquesta pràctica de l’autonomia és que insisteixen en el convenciment que l’autonomia no té fi. És a dir, no pretenen haver trobat la forma d’aquest exercici de l’autogovern, sinó que no deixen de transformar-lo. Això es veu molt clarament quan hi estem a prop. És una estructura molt complexa i també molt humil, i la van transformant permanentment. És una institució no constituïda, que es va creant constantment i és una experiència política viva.
No sé si la pregunta que li faré és molt capitalista, però realment funciona?
El funcionament és molt lent. El que estava descrivint en relació a la presa de decisions, per exemple. Com que van rotant en els càrrecs, de vegades hi ha problemes, com que s’exposa una qüestió en un torn, llavors arriba l’altre torn… Però estem en un context diferent. Un europeu que viu el ritme accelerat no ho aguanta. S’ha d’aprendre a tenir paciència, i és una virtut que ells tenen des de fa segles. Sí que funciona en el sentit de tot el que han creat. Estan creant un sistema educatiu propi, han creat centenars d’escoles, han creat del no res un sistema educatiu propi totalment al marge del sistema educatiu mexicà. Han pensat des del punt de vista pedagògic, de projecte educatiu, dels continguts, de la forma, han format els mestres, a qui anomenen promotors d’educació… Aquest sistema funciona.
Hi ha horari escolar?
Sí, hi ha escoles… Primàries, algunes de secundàries. Crear això del no res i fer-ho funcionar és un mèrit. Els mestres no reben un salari. La comunitat on hi ha l’escola es compromet a donar menjar al mestre o a cultivar les seves terres mentre ell es dedica a la tasca educativa. Pel que fa a la salut, cada comunitat té el seu sistema de salut, que també funciona sense salari. L’any 1994 van recuperar força terres, i la base per sostenir els projectes de l’autonomia són els treballs col·lectius. Ho fan sense cap suport estatal. Fan funcionar un sistema de justícia autònom.
I policia?
També. És un càrrec de les autoritats. Quan s’escull el consell municipal o la persona.
No està remunerat?
Cap funció pública ho està. No hi ha tanta feina de policia, o sigui que segueixen amb la seva feina quotidiana, a part de la seva tasca policial. El sistema judicial també funciona. Intenten evitar la presó i els càstigs econòmics, i la majoria són de treball col·lectiu per a la comunitat o per a les víctimes. És una justícia de mediació que busca acords. És una utopia real.
Deixant la comunitat zapatista, ¿la seva proposta de la societat del bon viure quins requisits tindria?
L’autogovern com a forma política. Necessita capacitats productives o capacitat de fer per resoldre els problemes. Aquí topem amb un dels problemes, i és definir la base material. Per als zapatistes és la terra -i la recuperació de terres el 94- el que els va permetre sostenir l’autonomia. Així, en altres llocs quina és la base material? Aquí és on topem amb els límits del sistema, perquè una part de les capacitats productives no estan a les nostres mans. I si no les recuperem, seguim arraconats.
Però vostè proposa una altra economia o viure fora de l’economia?
En els termes capitalistes actuals el sistema de producció és economia, però la forma en què ho plantejo és que una societat no capitalista implica sortir de l’economia i de la centralitat que té en el món actual. No es tracta de negar que necessitem produir coses per viure, però no és el mateix parlar d’activitats productives que d’economia. Economia és un concepte que fa referència a un sector de l’activitat humana al qual tenim tendència a donar un paper central. El capitalisme és una anomalia històrica en aquest sentit perquè és l’única civilització que ha posat l’economia com el seu centre. Ara no només és el centre, sinó que afecta el conjunt de les activitats humanes. Se n’ha de sortir, i per això em refereixo al concepte del bon viure, com un contrast absolut amb aquesta lògica.
Més exemples?
El bon viure com una proposta conceptual dels pobles amerindis, que d’una banda pot ser banalitzada i se li pot treure tot el seu sentit radical. Per exemple, el govern de l’Equador ho utilitza com un lema de l’acció de govern per promoure desenvolupament econòmic que va en contra de les mateixes comunitats indígenes. A part d’això, hi ha un potencial radical en aquest concepte. Si parlem d’una societat del bon viure, és posar aquesta noció del que és qualitatiu, el que la gent considera que fa una vida bona o digna, al centre. Ens hem d’organitzar, prendre decisions de tot tipus, fins i tot polítiques, en funció d’això, que és el valor fonamental per a l’organització col·lectiva. En un sistema no dominat per exigències econòmiques, ara totalment impersonals i que dominen la voluntat dels mateixos actors, s’hauria de recuperar la capacitat de decidir col·lectivament què produïm. Potser no a tots els nivells, perquè també hi ha possibilitat d’autoproducció, però hi ha certs àmbits de producció que necessiten una visió col·lectiva, i per tant cal prendre les decisions col·lectivament sobre què produïm i com ho fem.
L’ecologisme al centre?
Si el principi fonamental és el bon viure per a tots i totes, per als pobles indígenes és molt evident en el respecte per les exigències ecològiques. Tot el que puguem decidir cal sotmetre-ho primer de tot al criteri ecològic. Veure quines són les conseqüències i valorar-ho en funció d’això. Jo suggereixo que un altre factor important seria avaluar l’impacte de qualsevol decisió col·lectiva en termes de quant temps és necessari per fer-la. Insisteixo molt en la dimensió del temps, ja que pensar en un món no capitalista requereix una revolució en la concepció del temps: la possibilitat de viure en una societat del temps disponible, en què la part que no es dedica al treball i les activitats productives és la part principal de la vida. El viure, el bon viure, suposa aquest temps disponible, i després decidim què en fem i si en dediquem una part a les activitats col·lectives.
O sigui, ¿a la societat del bon viure es treballa poc?
Aquesta seria la idea. Vaig en aquest sentit. De fet és una necessitat, perquè el creixement pel creixement, que és el que domina ara, és una de les causes fonamentals de la destrucció ambiental que ens provoca malalties. Pensar a protegir el que podem considerar com un dels béns més importants, que és el temps per viure, és una raó positiva per limitar l’activitat productiva, no per dir que no cal produir res.
Viatjar en avió i tenir un telèfon intel·ligent ens ajuda a guanyar temps, també.
Cada vegada que agafo un avió em pregunto què farem amb això. Hi ha moltes activitats productives, viatges, infraestructures de transport que avui existeixen perquè fonamentalment sostenen un sistema productiu que realment no té raó humana de ser. Fent un càlcul senzill, més o menys la meitat de les activitats productives del món no tenen sentit. Tenen sentit per reproduir el sistema i sostenir altres activitats que produeixen carreteres i ponts que serveixen per transportar mercaderies que en realitat no necessitem. És un cicle que s’autososté. Si partim del que realment necessitem, la meitat de tot això no es justifica. La gran majoria dels viatges es fan per raons que en el món que estic imaginant no tindrien raó de ser.
I el turisme?
Si agafem avió és perquè tenim dos dies per fer el viatge, però en un món de distensió temporal, per què he de venir aquí només dos dies? Això provoca una acceleració que provoca la necessitat de mitjans de transport super-ràpids, i ara podria ser diferent. No tinc la idea d’acabar amb totes les tecnologies modernes i tornar a un món totalment localitzat. Una cosa molt interessant dels zapatistes és que sempre han intentat ajuntar aquestes dimensions, des de la realitat indígena… No pot haver-hi reflexió sense partir dels territoris concrets on es desenvolupen les formes de la vida de la gent. Però al mateix temps sempre han pensat en un concepte polític que és Mèxic en general, i sempre han tingut perspectiva planetària, han parlat sempre de la humanitat. Cal certa coordinació a aquestes escales tan grans per assumir la dimensió planetària del problema ecològic. Només es pot mirar des d’aquest nivell.
El capitalisme integra millor les contradiccions que un món més coherent, com el que vostès imaginen.
En aquest món futur sobre el qual ens projectem també hi ha contradiccions. S’ha de repensar un universalisme, no en la manera de l’universalisme europeu. En podríem dir una construcció contradictòria entre l’universalisme i el pluriuniversalisme. Aquest món serà múltiple, i aquesta mutiplicitat tremenda és molt difícil de pensar i segurament serà molt difícil de coordinar. Això implica decisions molt diferents respecte què és el bon viure. Són les diferents societats les que decidiran què és el bon viure. Les decisions relatives a com serà concretament el bon viure seran diverses, i en sortiran moltes dificultats, malentesos, incapacitat d’entendre’s, però en realitat la construcció d’aquest món comportaria coordinació entre les diferents formes de vida. Aquí la dimensió intercultural serà fonamental, com a mínim, per evitar els malentesos més greus que puguin sorgir. No és un món ideal, perfecte, fàcil o sense conflicte… Esperem que sigui sense conflicte obert, és una realitat molt complexa i no pretén la perfecció.
Si ens veiem d’aquí 10 anys, aquest món que preveu estarà una mica més a prop o això va per llarg?
Com que tinc una mica d’optimisme, espero que sí. En realitat, hi ha dos processos a la vegada, i apostem per això. El creixement dels espais alternatius alliberats i el procés d’aprofundiment de la crisi del sistema capitalista. Tots dos tenen lloc al mateix temps. La insatisfacció va creixent i hi ha la possibilitat que això també creixi. Pot tornar-se més atractiu per a la gent que en pateix les conseqüències, això pot accelerar el procés d’ensorrament, i el procés d’ensorrament -com veiem a Espanya, Catalunya o Grècia- obliga la gent a prendre les seves pròpies iniciatives.
El nou món demana paciència però hi ha pressa per construir-lo, entenc.
Efectivament, hi ha pressa. Cal prendre consciència d’aquesta pressa, que sembla contradictòria amb la necessitat de tenir paciència… S’han de conjugar les dues. És important per donar més força al costat esperançador.

¿Podemos aspirar a un populismo ecologista?

Article publicat a  eldiario.es

  • Pablo Iglesias, que es un populista en el mejor sentido de la palabra, no navega la ola del descontento ciudadano con las velas de la ecología política
  • Es cierto que algunas de las cosas que hay que hacer para lograr un encaje sostenible dentro de la biosfera tienen poco de populares, pero, aún así, el ecologismo político y concreto tiene potencial para ser popular
Salvados, 26 octubre, Jordi Évole le pregunta a Pablo Iglesias si aplicar políticas expansivas para salir de la crisis no equivale a incentivar el consumismo, a lo que Pablo le contesta: « no se puede hacer una enmienda a la totalidad del sistema; tú y yo nos podemos poner de acuerdo en que el capitalismo nos conduce al desastre ecológico, pero ahora lo importante es dar de comer a la gente«. Este revelador intercambio se produce además en Ecuador, país lider en redistribución de la riqueza; riqueza que sin embargo sigue vinculada a la lógica extractivista. No en vano el presidente Correa ha llegado a acusar a los críticos con la extracción de petróleo en la selva de «causar el caos» y difundir «mentiras».
Siguiendo este hilo argumental, ¿concluiremos pues que Podemos es otro afiliado mas a la Iglesia del Crecimiento, fiel devoto del aumento del PIB como remedio universal de todos los males? No, es mas complejo. De hecho, el programa económico que debate estos días pone las bases imprescindibles para una sostenibilidad digna de este nombre. Medidas como la banca pública o la auditoria de la deuda apuntan a lo fundamental, que es recuperar el control sobre la planificación democrática de lo común. Otras medidas, como el defensor de las generaciones futuras -mas allá del inevitable escepticismo que produce por su resonancia a cargo de segunda fila- introducen conceptos revolucionarios y ensanchan el debate. Así pues, en que quedamos, ¿entra o no la crisis ecológica entre las urgencias que agita Podemos?
Para empezar, lo de las «generaciones futuras» suena equivocamente lejano. No, este problema no incumbe solo a nuestros nietos. Es cierto que la crisis ecológica parece aún relativamente alejada de nuestro día a día, pero esto se debe a que algunos de sus principales efectos -destrucción del litoral aparte- estan deslocalizados. Por ejemplo, la soja que alimenta nuestro ganado no arrasa nuestros bosques; y contabilizarle a los chinos como propias todas sus emisiones de CO2, siendo la fábrica de occidente, como que no cuela. Así que es una estrategia injusta, y además, debido a la escala global del problema, con fecha límite. Por no decir que la crisis ecológica no cuestiona solamente el modelo de redistribución, sino una inercia económica de quinientos años. Y ante todo esto -disculpad la contradicción tonta en los términos- el debate social está bastante verde.
Por eso Pablo Iglesias, que es un populista en el mejor sentido de la palabra, no navega la ola del descontento ciudadano con las velas de la ecología política. Obvio, algunas de las cosas que hay que hacer para lograr un encaje sostenible dentro de la biosfera tienen poco de populares. Pero cuando Iglesias le dice a Évole, con mas razón que un santo, que « los ricos son como niños a los que no hay que dejar que se coman todos los caramelos que quieran»… ¿qué opina de los demás? Las golpeadas pero a la vez crecientes clases medias globales que soñamos con iPhones y trenes de alta velocidad… ¿podemos comernos todos los caramelos que queramos? Me temo que es una de esas preguntas con respuestas genéricas ecofriendly pero que a la hora de concretar devienen tabú político.
Ojo, nadie le pide a Podemos que no recoja el descontento para reciclarlo en poder efectivo. Es inteligente, es necesario y es ético, pero sí podemos pedirles -y pedirnos- un debate público que redifina lo deseable y lo posible. Igual que en este país nadie es racista, todos somos ecologistas, pero a la hora de la verdad seguimos orbitando alrededor de la mitologia productivista socialdemócrata. No es fácil salirse del esquema. Cuando por ejemplo los mercados nos obligan a situar la lucha por la sanidad pública en mantener su carácter público y universal, ¿qué espacio queda para la igualmente importante lucha por una sanidad preventiva, holística y desmedicalizada? ¿Comer sano y ecológico, nacer por parto natural o no dejarse la vida en trabajos sórdidos, no se siguen percibiendo como conquistas secundarias reservadas a la clase media-alta o a subculturas alternativas? ¿Como vamos a poner estas cosas sobre la mesa si hay que ser competitivos y mantener el tipo geopolítico?
Y a pesar de todos estos obstáculos, el ecologismo político y concreto tiene potencial para ser popular. A mi entender Pablo Iglesias debería haber contestado que es tan urgente salir del abismo como hacerlo sin poner en contradicción justicia social y medio ambiente. Es decir, que para « dar de comer a la gente» no sirve dar pan para hoy y hambre para mañana; y que el pan y las rosas se llaman hoy justicia ambiental. Pero en lugar de eso parece remitirse otra vez a la idea de las etapas. Si antes necesitábamos la dictadura del proletariado para llegar algún día al paraíso comunista, ahora parece que necesitamos el crecimiento capitalista regulado para llegar algún día a un Estado del Bienestar ecológico, autogestionario y, por fin, relajado. Y sin embargo, hay al menos dos elementos que cuestionan este enfoque, sin negar por ello lo que también tiene de razonable.
El primero ya cansa de tanto repetirlo, pero desgraciadamente es cada vez mas real: la urgencia. No hay tiempo para una adaptación lenta y progresiva al cambio climático, al declive de materias primas cruciales o a la pérdida de biodiversidad. No es una opinión, es un consenso científico. Y es irónico que en una civilización que pone a la ciencia en un altar este consenso en concreto sea tan poco escuchado. Lo segundo es que el ecologismo no pide una « enmienda a la totalidad» sino que el camino se haga al andar. Ya dijo Albert Einstein que no se puede resolver un problema usando el mismo estado de conciencia que lo creó. Esa nueva conciencia es el hilo invisible que une fenómenos dispares como el consumo colaborativo (el de verdad, no el de alquilar a particulares), las leyes contra la obsolescencia programada que se están debatiendo en Francia o los circuitos cortos de distribución alimentaria que proliferan por todo el territorio.
Tal vez ha llegado el momento de resignificar la «austeridad» y crear un nuevo contrato social basado tanto en el afán de supervivencia como en el deseo de igualdad. El trato vendría a ser: vamos a garantizarnos entre todos los comunes básicos: agua, energía, vivienda, trabajo, comida, cultura… y a cambio nos vamos quitando de los caramelos que se están cargando ahora el planeta. Pero para llegar a eso hay que empezar a deconstruir las nociones convencionales de valor, capital, inversión y riqueza, que no son útiles en esta tarea. Y a popularizar que los almacenamientos más importantes de valor futuro no son las urbanizaciones fantasma o las bolsas de gas de esquisto, sino el suelo fértil con un alto contenido de humus; los bancos de peces, los reservorios de agua o las construcciones solares pasivas.
En definitiva, si como dice Equo se pueden crear cientos de miles de empleos en sectores como energía renovable, rehabilitación de edificios o agricultura ecológica… ¿no dan mas ganas de enfrentar la casta transnacional y recuperar el transporte, la comida o hasta el mismísimo tiempo?  Quizás es este el populismo que necesitamos para llegar al buen vivir ibérico.

Debates en torno al decrecimiento: por favor, toquemos tierra

Post publicat a    El Diario.es
 Última llamada

Es una lástima que “ecologistas” y “socialistas” no estemos todavía convergiendo en un discurso único y mucho más detallado sobre las soluciones económicas que proponemos.
Ni el socialismo puede ignorar los serios estudios físicos, ingenieriles y geológicos que se presentan desde los círculos ecologistas, ni podemos avanzar sin un discurso político elaborado, como el que posee el socialismo.
Socialismo y ecologismo deberían ser las dos patas con las que caminemos para conseguir una sociedad justa y además acorde con los límites del planeta.

La Junta inicia el estudio de las aportaciones públicas a la Ley de Movilidad Sostenible para su inclusión en el texto

La Junta inicia el estudio de las aportaciones públicas a la Ley de Movilidad Sostenible para su inclusión en el texto
En los últimos meses se ha generando un cierto debate entre economistas críticos y personas afines a las tesis del decrecimiento, que recientemente se ha visto reavivado con la publicación del Manifiesto Última Llamada. Este diálogo entre las posiciones “socialistas” -con su objetivo de justicia social-, y las “ecologistas” -con su preocupación por los límites del planeta- es, sin duda, uno de los retos intelectuales más necesarios en este principio de siglo. Sin embargo, da la impresión de que se está llegando a un callejón sin salida, puesto que las posiciones se vuelven cada vez más enconadas sin que se avance ni se aporten reflexiones valiosas.
Tengo la sensación de que en este debate buena parte de las discusiones son semánticas, pues cuando unos y otros hablan de energía, crecimiento o modelo productivo, no parece que entiendan siquiera las mismas cosas.  Creo que sería muy positivo que hiciéramos un esfuerzo por dejar de lado los términos generales y  bajar  a debatir aspectos concretos y, sobre todo, dar ejemplos específicos que nos permitan avanzar en el análisis de la realidad y las salidas a la crisis ecológico-económica.
Por ejemplo, ante la crisis energética que vivimos se habla de crecer económicamente a base de sustituir actividades intensivas en el uso de la energía por otras, lo cual es, obviamente, muy interesante. Sin embargo, esto que es obvio como generalidad, se vuelve una cuestión mucho más relativa cuando descendemos a los casos concretos.
Tomemos, por ejemplo, el caso del sector del automóvil. Actualmente el 4% del PIB español se está destinando a pagar las importaciones de petróleo. Para evitar esta sangría (que no tiene visos de mejorar debido al fenómeno del pico del petróleo) podemos pensar en varias opciones.
Podemos seguir con el modelo actual. Esto nos llevaría a que los ciudadanos destinasen cada vez un porcentaje mayor de su sueldo a comprar gasolina, con lo cual el consumo de otros bienes se detraería. También se venderían menos vehículos y es probable que disminuyeran los puestos de trabajo en la industria del automóvil. Muchas personas se verían marginadas al no poder tener un coche, ni tampoco otras alternativas.
Podemos, también, intentar la sustitución tecnológica, apostando por el vehículo eléctrico. Esto beneficiaría  a la industria del automóvil  y aumentaría la demanda de energía eléctrica, que podría ser renovable. Desgraciadamente los datos nos están diciendo que los vehículos eléctricos actualmente tienen prestaciones muy inferiores (15 veces menos acumulación de energía, lo que se traduce en mucha menor autonomía  y mala relación prestaciones/precio). Quizá dentro de unas décadas se descubra algo mejor pero, de momento, no tenemos esa opción y es inútil engañarse con fantasías. ¿Qué hacemos? ¿Subvencionamos los vehículos eléctricos a base de recortar en otras partidas como el transporte público? ¿Hacemos que los trabajadores empobrecidos paguen impuestos para los coches eléctricos de los más pudientes? Ya hemos subvencionado cada vehículo eléctrico con 5.500 euros y siguen sin venderse masivamente. Esta opción de cambiar un vehículo por otro y seguir creciendo  puede parecer muy atractiva, pero los datos tecnológicos nos muestran que es una vía muerta.
Tenemos otra opción, y es la que defendería el movimiento por el decrecimiento. Podemos cambiar el modelo de movilidad penalizando la compra de vehículos y fomentando el uso de la bicicleta. Esto permitiría que los ciudadanos tuvieran una forma de moverse barata y eficaz, especialmente atractiva para los menos pudientes, pero no hay que olvidar que se perderían puestos de trabajo en el sector del automóvil (más que en la primera opción). Por otra parte el dinero no destinado a gasolina se podría emplear en otros consumos que generarían otro tipo de puestos de trabajo.
¿Qué solución es mejor? Ninguna de ellas es buena y solamente podemos escoger la menos mala. Para ello tenemos que echar mano de los datos que nos permitan saber dónde están los límites tecnológicos y cuántos empleos se pierden en cada caso, y después discutir nuestras prioridades éticas.
Estos debates sobre aspectos concretos son los que deberíamos estar formulando ya. Deberíamos empezar a pensar qué hacemos con la industria del automóvil, la agricultura, la construcción, o el turismo, a la luz de la crisis energética.  Además, es imprescindible que la discusión se mueva dentro del conocimiento de la realidad tecnológica, porque el hecho de que los recursos naturales y la energía física son finitos no es cuestionable; y el estado de  la tecnología y sus posibilidades a corto plazo tampoco es discutible: es lo que hay. Es importante bajar a estos sectores concretos porque sólo así podemos ver si las restricciones energéticas y la falta de sustitución tecnológica van a hacer que los consumidores dejen de comprar coches, viviendas, viajes o clases de inglés,…o no.
En este sentido trabajos como los que Alfonso Sanz, Pilar Vega y Miguel Mateos acaban de presentar sobre las  cuentas ecológicas del transporte en España son vitales, porque nos permiten poner sobre la mesa los números de las variables físicas de un sector, que, además va a ser especialmente castigado por la crisis energética en esta misma década, como ponen de manifiesto nuestros estudios.  
Cada vez estoy más convencida de que los economistas ecológicos tienen razón cuando argumentan que tenemos que volver a medir la economía en términos de variables físicas como la energía, los puestos de trabajo, los kilos de minerales o los servicios prestados. Medir las cosas en unidades monetarias nos distrae y nos puede llevar a engaños. Ahora mismo, por ejemplo, el consumo de petróleo en España es un 23% menor que en 2007 y, sin embargo, el PIB español apenas ha caído, luego estamos generando el mismo PIB con menos energía. ¿Se debe a que tenemos una sociedad más capaz de generar actividad económica, empleo y bienestar con menos energía? No, en absoluto. Lo que estamos haciendo es cultivar la desigualdad: algunos siguen aumentando sus beneficios monetarios, pero muchos ciudadanos dejan de consumir porque no tienen ni siquiera lo necesario para calentar su casa. No es esa, desde luego, la eficiencia energética que queremos ni lo que defienden los partidarios del “decrecimiento”.
Es una lástima que “ecologistas” y “socialistas” no estemos todavía convergiendo en un discurso único y mucho más detallado sobre las soluciones económicas que proponemos.  Porque, si bien es interesante desarrollar experiencias colectivas que permitan vivir mejor con menos, como las que proponen los partidarios del decrecimiento, no es menos cierto que también hay que cambiar las relaciones de poder para que estos experimentos puedan convertirse en alternativas a gran escala.
Ni el socialismo puede ignorar los serios estudios físicos, ingenieriles y geológicos que se presentan desde los círculos ecologistas, ni podemos avanzar sin un discurso político elaborado, como el que posee el socialismo. Socialismo y ecologismo deberían ser las dos patas con las que caminemos para conseguir una sociedad justa y además acorde con los límites del planeta. Cualquier alternativa que sólo contemple uno de estos objetivos es ingenua y también indeseable.

¿Crecer o decrecer? That is the question

Post publicat a Rebelión

25-02-2014

“Todos los habitantes de la Tierra cabrían en el estado de Texas”. Con este argumento, sectores de la Iglesia católica se enfrentaron a la inmensa mayoría de participantes en la III Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo de 1994, partidaria de la planificación familiar y del control de la natalidad. Esta posición fue muy criticada entonces, especialmente desde sectores de la izquierda, y con razón. Al parecer la Iglesia no solo cree que las almas van al cielo sino que aquí, en la Tierra, encerradas en el cuerpo, seguirían siendo seres celestiales que no necesitan espacio vital alguno. Lo sorprendente es que gran parte de la izquierda mantiene una creencia semejante respecto del crecimiento económico continuo, como si nuestro mundo fuera cuasi inmaterial, desligado de las leyes físicas y biológicas que lo gobiernan y limitan el crecimiento ya sea económico, poblacional o de recursos disponibles.
En su artículo “Los errores de la tesis del decrecimiento” aparecido en Público (1), el profesor Navarro critica al ecologismo partidario del decrecimiento, en la persona de Marcellesi (2), tachándolo de conservador, de hacer el juego a la derecha y de desconocer las posiciones del ecologismo de izquierdas, encarnado en Barry Commoner.
Para Navarro, el problema no es elegir entre crecimiento y decrecimiento sino qué tipo de crecimiento queremos. Aduce que puede haber un crecimiento económico compatible con los ecosistemas modificando el sistema productivo e incrementando el sector servicios. Si no entendemos mal, con una economía de este tipo, podría mantenerse un crecimiento económico ilimitado, suponemos que del PIB, con un descenso en la producción y consumo de los bienes más intensivos en la demanda de energía y otros recursos naturales en favor de otros que lo sean menos. En otras palabras, se trataría de desmaterializar la economía, de desacoplar el crecimiento económico de su base física. Aunque algunas naciones como Alemania han conseguido ciertos resultados manteniendo el crecimiento económico a la vez que disminuía la energía utilizada mediante el incremento de la eficiencia energética y del ahorro en las actividades más superfluas, la gran mayoría de los países no lo ha podido hacer. Y si lo hubieran hecho, sólo se habría ganado algo de tiempo en la segura colisión de nuestras economías con los límites del planeta. Y es que toda actividad, humana o no, requiere energía.
A nuestro juicio, hay tres aspectos -que quizá suscribiría el propio Commoner, conocedor como era del Segundo principio de la termodinámica y de sus implicaciones para la economía- que hay que tener presentes para comprender el significado del crecimiento ilimitado y rechazarlo por sus consecuencias indeseables: los límites naturales, el crecimiento de tipo exponencial y la historia de sociedades fracasadas por problemas ambientales.
Un par de réplicas al profesor Navarro, fundamentadas en los límites al crecimiento, pueden encontrarse en el blog de Antonio Turiel (3) y en el de Pedro Prieto (4). Concretamente, el pico del petróleo, alcanzado en algún momento entre el 2005 y 2006, es un hecho incuestionable que, de no encontrarse un sustituto del crudo, acabará con el crecimiento económico. Y no parece haber un sustituto de una abundancia, versatilidad y densidad energética comparables a las del petróleo; con el problema añadido de que, aún en el caso que se encontrara, no habría tiempo para realizar tal sustitución y sortear los estragos económicos y sociales de esta crisis energética y económica.
De otros recursos no renovables, tanto energéticos como minerales, tampoco andamos sobrados y también tienen picos cercanos. En cuanto a los recursos renovables, el panorama no es nada halagüeño, es incluso más preocupante. Por decirlo sintéticamente, desde los años 70 del siglo pasado hemos entrado en déficit ecológico. Desde entonces, no tenemos suficiente con los recursos renovables que produce anualmente la Tierra y hemos empezado a “devorar” el capital natural acumulado durante décadas y siglos. Como ya ha advertido Mediavilla (5), queramos o no, el decrecimiento físico ya ha comenzado.
Einstein dijo que uno de los problemas de la humanidad consiste en no comprender la función exponencial. En el caso que nos ocupa, tanto el crecimiento económico como el demográfico se han acercado desde la Revolución Industrial hasta hoy a un crecimiento de este tipo. La solución no pasa por mantener el crecimiento porque, aunque pudiéramos dar con una fuente de energía tan poderosa y abundante como el petróleo y continuar el crecimiento mundial a razón, por ejemplo, del 3% anual (la tasa media de las últimas tres décadas), en 23 años duplicaríamos el consumo actual de recursos que equivale a más de planeta y medio. ¿De dónde sacaríamos tres planetas? En un sistema limitado, como la Tierra, el crecimiento exponencial del consumo de recursos también supone una reducción exponencial de los mismos, lo que implica que puede alcanzarse un umbral peligroso más allá del cual no sea posible “frenar” a tiempo. Ante esta disyuntiva, ver el vaso medio lleno puede suponer un riesgo fatal porque todo indica que nos estamos acercando a ese umbral rápidamente.
Situaciones semejantes a la nuestra pero a una escala local o regional han sucedido en varias ocasiones a lo largo de la historia. La investigación histórica ha puesto de relieve que algunas sociedades han colapsado por minar los recursos de su medio natural. El crecimiento demográfico y ciertas prácticas nocivas han acabado con la base forestal y edafológica que sustentaba esas sociedades.
De haber tenido presentes las advertencias del Club de Roma y de Einstein, así como estas lecciones de la historia, ahora no nos tendríamos que enfrentar a una situación de tanta emergencia.
Dicen que la verdad es revolucionaria. Si no cambiamos el modelo económico, más bien pronto que tarde, la humanidad está abocada a un colapso. Pues bien, por inconcebible que pueda parecer, el poder financiero y político que domina el mundo ya ha elegido su opción, apurar la máquina del crecimiento hasta que reviente. Seguramente creen que así van a obtener más beneficios que si plantean frenar la economía y entrar en una etapa de decrecimiento voluntario porque eso significaría el fin del capitalismo y de su status dentro de él. Más difícil de comprender es la situación que vive la izquierda. La ciudadanía, aquejada por los muchos problemas cotidianos, es ajena a la crisis energética que ya tenemos encima y cree todavía en un futuro inexistente, el que le proporcionará la recuperación de la senda del crecimiento. La adscripción a paradigmas contrarios, crecimiento versus decrecimiento, impide valorar la emergencia de la situación y su difusión, manteniendo a la izquierda dividida y a la sociedad en el limbo de la desinformación.
Sería razonable, a pesar de las diferencias existentes en cuanto a la valoración de la situación ecológica –aunque los hechos y la lógica dejan poco margen para la incertidumbre- que la izquierda conviniera aplicar un principio de precaución a la hora de confeccionar una política común para aminorar los riesgos en el caso de que estallara la crisis energética y se intensificara el cambio climático. Complementariamente al mismo, hay una idea central que puede servir de guía para llegar a acuerdos programáticos importantes: la idea de resiliencia. Más allá de si la economía crece o decrece –nosotros pensamos que, con altibajos, la tendencia hacia el decrecimiento es ineludible- lo importante es preparar al país para hacerlo más resistente en lo posible a nuevas crisis económicas, políticas, sociales o ambientales, ante perturbaciones o contingencias futuras como la escasez y encarecimiento de la energía, el cambio climático, nuevas burbujas financieras, casos graves de corrupción, etc.
Aunque el debate crecimiento vs decrecimiento no hay que darlo por cerrado, no debiera ser, bajo esta perspectiva, un obstáculo para llegar a acuerdos con el fin de modificar el sistema productivo y hacerlo menos dependiente del petróleo, más diversificado y local, con sistemas de reciclaje más eficaces y que aprovechase y conservase los recursos de nuestro país, especialmente las energías renovables, los bosques, la diversidad biológica, cultural y paisajística, la tierra fértil y el agua.
La investigación científica e innovación tecnológica y una capacidad de financiación propia serían necesarias para mejorar la producción y evitar que el sistema no dependa del exterior o de la banca privada.
Los acuerdos seguramente son más fáciles de lograr en aspectos sociales y políticos que fortalezcan la solidaridad en nuestro país, como combatir el paro creando empleo verde y repartiendo el trabajo, mantener y mejorar los servicios públicos esenciales y proteger a los sectores más débiles, vulnerables y dependientes. La difusión y debate en una democracia participativa a diferentes escalas y la separación de los tres poderes permitirían fortalecer el andamiaje político y social.
A pesar de las importantes discrepancias que subsisten en el seno de la izquierda, creemos que estos dos criterios, el de precaución y resiliencia, junto a otros no menos importantes, pueden permitir alcanzar un programa común que nos saque del atolladero, evite sufrimiento y prepare el futuro ante retos tan importantes como el del paro, la pobreza, el cambio climático y la crisis energética. Así parecen haberlo entendido los partidos y activistas que han iniciado contactos para alcanzar acuerdos sustanciales que deben ir más allá de las elecciones europeas e intentar integrar a los sectores más conscientes de la socialdemocracia de la situación de emergencia en la que nos encontramos.
Referencias bibliográficas
(1) Navarro, V (2014). Los errores de la tesis del decrecimiento. Público 6/2/2014
http://blogs.publico.es/dominiopublico/9039/los-errores-de-las-tesis-del-decrecimiento-economico/
(2) Marcellesi, F (2013). La crisis económica es también una crisis ecológica. Público 9/10/2013
http://blogs.publico.es/dominiopublico/7822/la-crisis-economica-es-tambien-una-crisis-ecologica/
(3) Turiel, A (2014). Revista de prensa. Vicenç Navarro en Dominio público. Blog The Oil Crash, 7/2/2014
http://crashoil.blogspot.com.es/
(4) Prieto, A (2014). De progresistas y biofísica económica. 8/2/2014
http://lacrisisenergetica.wordpress.com/
(5) Mediavilla, M. (2011). Decrecer bien o decrecer mal. Rebelión, 16/11/2011 http://www.rebelion.org/noticia.php?id=139397

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Ecologistas de panza llena … de plomo

Post publicat a la web La Jornada de la UNAM

He coleccionado declaraciones de presidentes latinoamericanos, de Daniel Ortega hasta Juan Manuel Santos, pasando por Cristina Kirschner,  Evo Morales, el caducado Sebastián Piñera y también Ollanta Humala, Rafael Correa y el ex-presidente Lula da Silva.
Adivinen quién dijo qué:

 … “ningún gringuito con la barriga llena puede venir a reclamar ni darnos lecciones de ambientalismo”…  

… (el  presidente) ”critica ambientalistas al defender la construcción de centrales hidroelétricas “…
…” rechazamos posiciones extremas: el agua o el oro. Nosotros planteamos una posición sensata: el agua y el oro”…

… “no es una ley fundamentalista ni por el lado del productivismo, ni fundamentalista por el lado del ecologismo, es una ley equilibrada”…

…” es loable la defensa de la fauna y de la flora pero más importante es cuidar a la especie humana para que tenga trabajo, agua, cloacas”…

…” ha manifestado su oposición, en la última cumbre del ALBA, a ese “fundamentalismo indigenista” que se opone a toda explotación de los recursos naturales y propugna un ecologismo radical que detiene por completo el progreso”.

 «Queremos saber  de donde vienen y como se gastan los millones de dólares que sustentan la acción negativa de esas organizaciones que convierten a los indígenas en escudos humanos de una causa inconfesable». ¿Quién pudo haber dicho esto, Katia Abreu, de la bancada ruralista del Senado de Brasil,  o tal vez Garcia Linera, vicepresidente da Bolivia? 

Los dirigentes de Bolivia aseguran que “el ecologismo es el nuevo colonialismo”, una estrategia imperialista, mientras Vargas Llosa sostiene al contrario, que “hay una izquierda radical que ha encontrado en el ecologismo una bandera que le permite resucitar los viejos problemas”. Les une las misma inquina al ecologismo.

Si ampliamos el campo, encontramos repetidas menciones al ecologismo de “panza llena”.  Los ecologistas dicen lo que dicen “porque tienen la panza llena. La oposición ecologista a los transgénicos es elitista y conservadora”.  Vean el discurso de Tarsicio Granizo de Ecuador: “Sectorializar la lucha ambiental no es más que una respuesta pequeño-burguesa al problema de pobreza, exclusión y desigualdad. Pero claro, es fácil hablar con la barriga llena!!! Por cierto, en muchos de nuestros países el ecologismo (como lo conocemos en la actualidad) está vinculado a las clases dominantes…”. Otro anti-ecologista, Carlos Viteri, declaró: “»Para el que tiene la barriga llena es fácil decir: No se toque el Yasuní».

 Adivinen si un político que dice lo siguiente es de derecha, de centro o de izquierda tradicional: “Sin desarrollo no hay trabajo, ni calidad de vida, ni posibilidad de que la gente viva bien, con lo que no hay posibilidad de preservar nada. Con la barriga llena se pueden preservar muchas cosas, pero con la barriga vacía no se preserva nada”.

 Pasemos ahora a reseñar algunos de los cientos de casos de ecologistas populares que han sido asesinados por las fuerzas estatales o  paramilitares o sicarios de latifundistas o de compañías mineras o petroleras. ¿Dónde empezar? En Filipinas, el 9 de mayo de 2012, el líder ecologista Margarito Cabal fue asesinado en la provincia de Bukidnon, en Mindanao. La ONG local Karapatan aseguró que en dos años 76 líderes y activistas de los derechos humanos han sido asesinados en las Filipinas.Trece de ellos estaban comprometidos sobre todo en la protección del ambiente – aunque sea difícil separar la protección ambiental de los derechos humanos.

 Solo en América Latina hoy cientos de muertos ecologistas mencionados en la prensa en los últimos 25 años, incluyendo 20  o 30 mujeres como Betty Cariño en México, Maria do Espirito Santo con su marido José Claudio en Pará en Brasil em 2012…  Muertas y muertos com sus barrigas llenas del plomo de las balas asesinas como el activista anti-petrolero Angel Shingre em Orellana en Ecuador.


 Veamos casos recientes. El 15 de Julio de 2013, en Honduras, un indígena lenca murió y otro resultó herido cuando militares atacaron a tiros a pobladores que se manifestaban contra la construcción de hidroeléctricas. Eso ocurrió en el departamento de Intibucá. En México, también en un conflicto hidroléctrico, el ecologista Noé Vázquez Ortiz fue asesinado en Veracruz el 2 de Agosto de 2013, aunque no a tiros sino a pedradas. En Guatemala, el abogado Rafael Maldonado presenta una cuenta que parece corta: 50 asesinatos de ambientalistas que se oponían a proyectos mineros e hidroeléctricos entre 1989 y 2012, recogidos en informes sobre ataques a derechos humanos que ha sistematizado CALAS (Centro de Acción Legal, Ambiental y Social). Podríamos ir bajando hacia el cono sur: Panamá, Colombia,  Brasil, Perú… un reguero de ecologistas muertos. No me queda espacio. En Venezuela, el 3 de marzo de 2013, el cacique yukpa Sabino Romero fue acribillado por pistoleros. Era conocido por su defensa del territorio ancestral en la Sierra de Perijá, en Zulia, rico en carbón y otros minerales.  

Marx, el ecologismo y Correa

Article publicat a La Jornada

Joan Martínez Alier*
E
n una entrevista en Página 12,de Buenos Aires, el 22 de febrero de 2013 con Mercedes López, el relecto presidente Rafael Correa apareció con una sonrisa, modos afables y una apariencia indestructible. Correa había obtenido 57 por ciento de los votos. Decisión inapelable de los votantes ecuatorianos. Yo comparto con la cronista la simpatía por Rafael Correa. El país ciertamente escapó de la larga noche neoliberal, pero ¿para dónde va? ¿Puede paradójicamente escaparse de la economía extractivista mediante más extractivismo, ampliando la frontera del petróleo, introduciendo en el país la minería de cobre u oro a cielo abierto en Intag, el Mirador, Quimsacocha…?
En esa entrevista, como en otras declaraciones en años recientes, el presidente Correa preguntó: ¿Qué clase de marxismo-leninismo me perdí donde decía que un principio socialista es no explotar un recurso natural no renovable?… Tanta riqueza sin explotar, ¿qué principio de izquierda es ése? Son infantilismos, son novelerías, de una seudoizquierda que busca mantener el conflicto, porque de eso vive. De eso lucra, de eso se beneficia.
La inquina contra el ecologismo popular es compartida por neolibs ynacpops, por Cristina Fernández y Sebastián Piñera, por Juan Manuel Santos, Humala y Correa. Todos critican a los ecologistas o ambientalistas; todos están navegando en el boom de las exportaciones primarias y falsificando las cuentas macroeconómicas reales, pues no restan los pasivos ambientales.
Volvamos a la pregunta del presidente Correa. ¿Qué hubiera dicho Marx frente a sus propuestas extractivistas? Ya que Marx murió en 1883, ¿qué dirían los marxistas actuales? Correa, que es un hombre instruido, debería conocer las respuestas. Algunos lo elogiarían no sólo por su política económica redistributiva interna y su antimperialismo, sino por estar logrando un (mal llamado) desarrollo de las fuerzas productivas. Pero otros lo criticarían.
Hay actualmente en el mundo, como nunca antes, un proceso de desposesión de tierras indígenas y campesinas por empresas privadas o estatales, procesos neocoloniales de apropiación de recursos naturales y territorios donde aparecen actores nuevos como las empresas chinas. Para entenderlo, los conceptos más pertinentes del marxismo son dos: 1) acumulación primitiva u originaria de capital (un concepto renovado por David Harvey con el nombre de acumulación por desposesión) y 2) La interpretación de la economía como metabolismo social (para lo que Marx se inspiró en Moleschott y Liebig). Marx le escribió a Engels en 1866 que la química agraria de Liebig era más importante que todos los escritos de los economistas juntos para entender cómo funcionaba la agricultura. Debía impedirse la ruptura metabólicatípica del capitalismo depredador. Eso está bien explicado por John Bellamy Foster en La ecología de Marx: materialismo y naturaleza.
La acumulación de capital originaria o primitiva la aplicaba Marx a la megaminería de entonces que se había robado la plata de Potosí, de Zacatecas, a las plantaciones esclavistas de caña de azúcar o algodón. Crecen ahora las ganancias capitalistas por esa acumulación por desposesión o por despojo y también hay acumulación de ganancias mediante la contaminación ya que no se suele pagar nada por los daños ambientales.
Los marxistas no insistieron lo bastante, a mi juicio, en que el capitalismo era un sistema ecológicamente insostenible de transformación de energía y materiales en constante crecimiento. Pero lo cierto es que Marx (estudiando las ideas de Liebig sobre el guano y la necesidad de reponer los nutrientes de la agricultura) introdujo el concepto de ruptura metabólica. El capitalismo no remplaza los nutrientes, erosiona los suelos y destruye tanto los recursos renovables (como la pesca y los bosques) como los no renovables (como los combustibles fósiles y otros minerales).
Correa tampoco reconoce la teoría de la Segunda contradicción del capitalismo, del economista James O’Connor (1988), ni el libro de Enrique Leff de 1986, Ecología y capital.Ambos explicaron que los crecientes costos sociales y ambientales causados por el (mal contado) crecimiento de la economía provocan la explosión de protestas ecologistas. Leff añadió que las alternativas productivas ecológicamente racionales son apoyadas por las resistencias contra la expoliación de la naturaleza.
A Marx le hubieran encantado esas protestas. El joven Marx se indignaba porque los nuevos propietarios burgueses de los bosques no dejaban a los pobres recoger leña. El parlamento renano defendía esos cercamientos privados, lasenclosures que Marx analizaría más tarde en El Capital. Los ecomarxistas actuales como Michael Löwy y Jorge Riechman nos recuerdan que Walter Benjamin dijo que el capitalismo tenía graves problemas con los frenos de emergencia. Cuando el presidente Santos habla en Colombia de la locomotora minera, siempre recuerdo a Walter Benjamin, muerto en Port Bou en 1940. Habrá que regalarle estos libros al presidente Correa.
*Universidad Autónoma de      Barcelona