EL 43% DE LOS empleos PUEDE SER SUSTITUIDO POR MÁQUINAS

Article publicat a El Confidencial
Carlos Sánchez
15.08.2016  

El uso de robots se acelera y amenaza con destruir decenas de miles de empleos

El uso intensivo de robots en el sistema productivo está amenazando miles y miles de empleos. Hasta el 43% de los puestos de trabajo puede ser sustituido por máquinas

Foto: Un empleado y un robot, en la fábrica de Ford en la ciudad de Kansas.La cuarta revolución industrial ya está aquí. Y con ella, un nuevo paisaje económico y laboral más mecanizado en el que los robots y, en general, la inteligencia artificial están llamados a ocupar un papel cada vez más determinante en el sistema productivo. Hasta el extremo de que tres de cada cuatro empleos estarán relacionados en un futuro no muy lejano con los sistemas informáticos, la gestión de datos y la seguridad informática.
No solo en el sector industrial, también en los servicios, cada vez más vinculados a los avances tecnológicos. Aunque, si antes el progreso científico era capaz de crear empleo a medio y largo plazo tras un choque inicial (efecto sustitución), hoy esas expectativas se han truncado.
Y eso es lo que está sucediendo ya en España y otros países avanzados. Pero si en las economías con mayor cualificación profesional el mercado laboral es capaz de adecuarse al nuevo ecosistema industrial, en los países con capital humano más precario, el impacto negativo de la robotización será mucho mayor. Al menos, los luditas, aquellos artesanos británicos que se revelaban en el siglo XIX contra la primera revolución industrial, no han hecho todavía acto de presencia.
Aquellas profesiones en que la interacción humana y la creatividad tienen más importancia (médicos de familia, músicos) son las que están más protegidas
Según las estimaciones del servicio de estudios de CaixaBank, un 43% de los puestos de trabajo actualmente existentes en España tiene un riesgo elevado (con una probabilidad superior al 66%) de poder ser automatizado a medio plazo, mientras que el resto de los puestos de trabajo quedan repartidos a partes iguales entre el grupo de riesgo medio (entre el 33% y el 66%) y bajo (inferior al 33%).
¿Y cuáles son los puestos de trabajo más amenazados? Un estudio publicado por los profesores Carl B. Frey y Michael A. Osborne, de la Universidad de Oxford, estima que la tecnología ya es capaz de automatizar, incluso, profesiones cualificadas, mientras que aquellas en las que la interacción humana y la creatividad tienen más importancia (médicos de familia, músicos) son las que están más protegidas. Según Adrià Morron Salmerón, autor de un estudio de CaixaBank, contables, analistas financieros o economistas están entre las profesiones cualificadas que pueden sufrir más la competencia de las máquinas.

Países más afectados

Un reciente informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) situaba España, Austria y Alemania como los países más afectados por la revolución robótica. En concreto, la cuarta revolución industrial obligará a sustituir hasta un 12% de los empleados en estos tres países, frente a una media del 9% en la OCDE. El caso de Alemania, con uno de los mejores sistemas de formación del mundo, tiene que ver con su enorme exposición a la industria, lo que a largo plazo hace más vulnerable a su mercado laboral.
Como sostiene un informe de la Federación de Industria de CCOO, que ha lanzado un ambicioso debate en el sindicato sobre los efectos de la mecanización y la robótica en el mundo laboral, los trabajos “manuales y repetitivos” serán los que tengan mayor probabilidad de ser reemplazados por máquinas, aunque esto se producirá mediante un proceso muy lento.
El problema se suscita no tanto por la cualificación de la mano de obra sino por afectar a trabajos muy recurrentes. De esta manera, mientras que en Austria los trabajadores están más preparados que en EEUU, sin embargo desempeñan tareas más repetitivas, lo que incide en mayor grado en la penetración de la robótica, más que en el nivel educativo de la plantilla.

Fuente: CCOO.
Fuente: CCOO.

Como sostienen los autores del estudio de CCOO, las nuevas industrias ofrecen menos empleos para trabajadores no cualificados o infracualificados. Es decir, los puestos de trabajo suprimidos por causa de la automatización no se cubren, por la magnitud y la velocidad con que se produce el cambio tecnológico, y cuya aceleración no tiene precedentes en la reciente historia de la economía.
Algunos estudios han calculado que entre el 40% y 50% de los trabajadores con niveles educativos de escuela primaria o secundaria sufrirán la competencia de los autómatas, mientras que los profesionales con un máster o un doctorado tendrán una probabilidad casi equivalente a cero de ser reemplazados por un robot.

Fuente: CCOO.
Fuente: CCOO.

El informe del sindicato de Ignacio Fernández Toxo, en línea con el análisis que hacen otros expertos, desmonta la idea de que solo algunos trabajadores pueden verse afectados por la creciente mecanización. Y en este sentido, recuerda que antes se pensaba que los trabajos afectados por la automatización serían los de menos cualificación, pero actualmente los robots sustituyen también empleos de conocimientos intermedios como la sanidad, el transporte o tareas administrativas, ya que se basan en la rutina. Y ese proceso productivo puede ser sustituido por máquinas.
CCOO cita un trabajo del profesor Salvador del Rey, catedrático de Derecho, que estima que el coste de crear un robot caerá un 20% el próximo año, al tiempo que su rendimiento aumentará un 5%. Pero mientras que las personas doblan su productividad cada 10 años, los robots, como mínimo, lo hacen cada cuatro. Sin olvidar que el tiempo de amortización de un robot era en 2015 de 5,3 años y en 2025 se reducirá a 1,3 años.

‘Big data’ y robotización

En la actualidad, el 8% de los puestos de trabajo son ocupados por robots, pero en 2020 este porcentaje se elevará al 26%. Robots que, además, serán cada vez más autónomos y capaces de interactuar y de ejecutar y tomar de decisiones más complejas. Gracias al ‘big data, los robots disponen ahora de una formidable base de datos que les permite experimentar y aprender qué algoritmos funcionan mejor.
Algo que explica que la “deslocalización productiva”, asociada a la globalización en busca de mano de obra barata, haya pasado de moda. Como sostiene el informe de CCOO, durante décadas, las grandes compañías han trasladado plantas enteras a países emergentes para reducir los costes de producción. Pero el acelerado proceso de desarrollo tecnológico permite ahora sustituir mano de obra por capital (máquinas), favoreciendo el empleo en países con economías avanzadas, en los que hay mayor cualificación profesional y seguridad jurídica. Además de marcos políticos y sociales más estables. Precisamente, como consecuencia de la digitalización, la robotización y la impresión 3D.

Peso de las manufacturas en el PIB en la UE, 2000. (Fuente: Eurostat)
Peso de las manufacturas en el PIB en la UE, 2000. (Fuente: Eurostat)

Un informe del Foro Económico Mundial estimaba que hasta 2020 desaparecerán 7,1 millones de puestos de trabajo en los países avanzados y se crearán 2,1 millones. El avance tecnológico es de tal magnitud que un estudio de McKinsey estima que hoy mismo se podrían automatizar el 45% de las tareas existentes en EEUU.
Lo cierto, como afirman los expertos de CaixaBank, es que en las últimas décadas, la reducción del coste de los ordenadores ha inducido a sustituir trabajadores con conocimientos intermedios, que realizaban tareas repetitivas y fáciles de especificar en un algoritmo, lo que ha contribuido a la polarización del mercado laboral y a un aumento de la desigualdad.

Fuente: CCOO.
Fuente: CCOO.

Esto lleva, sostiene el economista Adrià Morron, a otro aspecto económico relevante: la distribución de la nueva riqueza. Según sus datos, existe una correlación negativa entre la probabilidad de automatización de una profesión y su salario anual medio, “lo que sugiere un posible aumento de la desigualdad a corto plazo”.
El problema no es el número de empleos que se pierdan con la automatización, sino que se produzcan los suficientes para compensar la pérdida de puestos de trabajo que ocasiona la digitalización. En las pasadas revoluciones industriales, las nuevas industrias contrataban a más personas de las que perdían su trabajo en las empresas que cerraban por no poder competir con las nuevas tecnologías. “En la economía, se viene dando un proceso de mutación industrial que incesantemente revoluciona la estructura económica desde dentro, destruyéndola para luego crear una nueva”, dicen los autores del informe de CCOO. La célebre ‘destrucción creativa’ de Schumpeter. Pero con menos empleo.

¿Cómo se va a invertir en renovables si cambiamos de normativa cada cuatro años?

Article publicat a  El Confidencial

Los partidos políticos piden un marco legal estable para recuperar las inversiones en energía verde y cargan contra la reforma energética de Rajoy: «Su impacto es terrible.

11.05.2016 

 

Cambiar las reglas del juego cuando el partido no ha terminado ahuyenta a los inversores. Así lo ven los ponentes de ‘Medidas para recuperar las inversiones en energías renovables’, un foro organizado por El Confidencial y la Fundación Renovables donde expertos y partidos políticos han puesto los problemas del sector encima de la mesa. ¿Hay inseguridad jurídica en España? La respuesta es sí para Fernando Ferrando, y eso hace que España pierda atractivo como país. El vicepresidente de esta fundación cree que es imposible atraer dinero para financiar proyectos ‘verdes’ si cambiamos de legislación cada cuatro años.
«El dinero es un elemento miedoso» y los riesgos aumentan cuando hay un cambio legislativo. Esto hace que «los inversores no confíen en la estructura legal y jurídica del país», opina Ferrando. «Lo que no puede ser es que la política energética vaya dando bandazos», añade Pedro Linares. El catedrático de ICAI y director de Economics for Energy cree que gestionar la transición energética hacia un modelo basado en energía verde pasa por intentar atraer financiación, promover el desarrollo industrial autóctono y apropiarnos del conocimiento de I+D que se genera cuando hay un desarrollo tecnológico.

Fuente: Fundación Renovables.
Fuente: Fundación Renovables.

Pero España está lejos de los objetivos fijados para 2020 por Bruselas: 20% de reducción de emisiones CO2 (respecto a 1990), 20% de energías renovables en la Unión Europea y 20% de mejora de la eficiencia energética. «No vamos a cumplir porque no hemos hecho los deberes», considera Melisa Rodríguez, portavoz de Energía de Ciudadanos. «Hay temas sin rédito político inmediato porque sus efectos son a 15 o 20 años. Por eso se han ido poniendo parches» en política energética. Desde Podemos, temen que nuestro país se quede fuera de juego en energía eólica.
«Tenemos empresas en España que están construyendo parques eólicos en países como México o Brasil. Aquí se contruyeron cero en 2015», critica Juantxo López de Uralde, portavoz de Energía del partido morado. Podemos pide estabilidad normativa para generar confianza entre los inversores y aboga por impulsar la electrificación del transporte en las ciudades, normalizar el autoconsumo y diseñar una fiscalidad que favorezca el desarrollo de las renovables. En este sentido, el PSOE plantea un impuesto para penalizar a los usuarios que contaminan.

Mesa redonda de energías renovables. (Foto: Jorge Álvaro)
Mesa redonda de energías renovables. (Foto: Jorge Álvaro)

El objetivo es reducir las emisiones de CO2 y luchar contra el cambio climático, explica Pilar Lucio. La portavoz de Energía del PSOE propone además «un gran pacto social, político y económico» para cumplir con los objetivos medioambientales y volver a ser «pioneros» en energía verde. «No puede ser que la industria de las renovables se haya disipado y que nuestros ingenieros estén emigrando» por culpa de la reforma energética de 2013, opina.

Una reforma en entredicho

«¿Qué persona sensata que quiera mejorar la calidad de vida de los ciudadanos no está de acuerdo con reducir las emisiones? ¿Crees que no nos hubiera gustado dibujar un mapa mucho más ambicioso?», replica Guillermo Mariscal. El portavoz de Energía del PP asegura que el Gobierno actuó «con prisas» para arreglar un problema que ponía en jaque al sector. «Lastrados por el déficit tarifario y obligados a actuar para que no quebrara el sistema, acometimos una reforma gruesa y contundente», defiende.

Fuente: Fundación Renovables.
Fuente: Fundación Renovables.

Una reforma que no se traduce en mayor competitividad «porque no ha mejorado el precio de la electricidad ni la eficiencia energética«, según Lucio. «No compensa reducir el consumo porque el coste está fundamentado en la parte fija». Los clientes asumieron una subida del 3,2% en el recibo de la luz, y el Gobierno presentó además un recorte de 2.700 millones para empresas del sector que afectó en buena parte a las renovables.
Los temas energéticos no tienen rédito político inmediato. Por eso se han puesto parches«Se apostó por un presente que no tiene futuro (…) Somos la perfecta promesa de todo el mundo», pero los hechos no van en consonancia con las propuestas. Así lo ve el vicepresidente de la Fundación Renovables, quien lamenta que España ya no sea líder en este sector. Hoy estamos en el puesto 25º del ‘ranking’ de países con atractivo inversor en energías verdes, una lista encabezada por Estados Unidos, China y la India. «Sé que el contexto político no siempre es tan fácil como nos parece a los técnicos y académicos, pero había potencial para hacer cosas más interesantes», zanja Linares.

Fernando Ferrando, vicepresidente de Fundación Renovables.
Fernando Ferrando, vicepresidente de Fundación Renovables.

El PP defiende que las renovables siguen siendo el corazón del cambio a tenor de los datos, pues «el 40% de la energía eléctrica que consumimos en nuestro país es de origen verde». Mariscal niega que exista esa inseguridad jurídica a la que aluden sus interlocutores. «El nivel de inversiones en renovables se acerca a 6.000 millones, y a mí esa cifra sí me parece relevante. Con la reforma hemos asentado y dado certeza a los inversores». También recuerda la importancia de «introducir la eficiencia energética como concepto».

La caída de la población y la productividad hunden el potencial de crecimiento

Article publicat a   El Confidencial

La economía ha dejado atrás la recesión. Pero los viejos problemas, como la demografía y la productividad, subsisten. Ambas variables han hundido el potencial de crecimiento
Foto: Foto: EFE.
Foto: EFE

11.05.2016 

Puede parecer una paradoja, y, en realidad, lo es. La baja productividad de la economía española y el descenso de la población -2013 fue el primer año de la serie histórica en que cayó en tasa interanual- están provocando una intensa ralentización del potencial de crecimiento económico, pero, al mismo tiempo, ha comenzado a tener efectos ‘positivos’ sobre el desempleo.
¿La causa? El número de personas en edad de trabajar, que lejos de aumentar (lo que elevaría el potencial de crecimiento de la economía), continúa reduciéndose, lo que explica en parte -además de la creación de puestos de trabajo– el descenso de la población activa. Y, por lo tanto, de la tasa de paro.

Pinche para ampliar.
Pinche para ampliar.

Un reciente informe del Banco de España muestra, en concreto, que el potencial de aumento del producto interior bruto se situará en los próximos años en el entorno del 1%. Es decir, la tercera parte de lo que avanzó en promedio anual entre 1983 y 2007 (último año sin crisis). Pero si en los años ochenta la productividad fue “la principal fuente del crecimiento”, en las décadas posteriores ese efecto se trasladó a la población, en particular la de origen inmigrante.
Ahora, por el contrario, ni la productividad ni la población ayudan a ensanchar el potencial de crecimiento de la economía, lo que explica las sombras que ha dibujado sobre el futuro un estudio presentado este martes por la patronal CEOE. Según ese estudio, a corto plazo las dinámicas de población favorecerán la caída del desempleo, pero en el medio y largo plazo apuntan a cambios socioeconómicos llenos de “dudas e incertidumbres”.

Pinche para ampliar.
Pinche para ampliar.

Sobre todo teniendo en cuenta la baja productividad de la economía. El último informe de la Comisión Europea sobre España recuerda al Gobierno que el bajo crecimiento potencial “amplifica los riesgos derivados de los desequilibrios macroeconómicos”. Y lo achaca a la dinámica de “escasa productividad”. La receta que propone es reducir la tasa de desempleo estructural (ajena al ciclo económico).
Como recuerda el Banco de España, el crecimiento del producto potencial es una de las variables fundamentales en la economía, ya que eso permite conocer la posición cíclica o la orientación de la política fiscal, tal y como exigen las normas de Bruselas en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Y lo que ha sucedió en los últimos años de la crisis fue que el crecimiento potencial se desplomó hasta situarse por debajo del 1%, cuando en los 25 años anteriores llegó al 3% de media anual.

Pinche para ampliar.
Pinche para ampliar.

El crecimiento potencial, como se sabe, no es una variable observable, sino que tiene que ser estimada, y de ahí la importancia de este tipo de estudios. El Banco de España estima, en concreto, que el crecimiento potencial de la economía avanzará este año en apenas un 0,7%.

Productividad y crecimiento

El esfuerzo en capital aportará tres décimas, y siete la productividad total de los factores (PTF), mientras que el empleo (creado por razones cícliclas) detraerá tres décimas. Los autores del estudio calculan, igualmente, que el ‘output gap’ o brecha de crecimiento (la diferencia entre el PIB observado y el potencial estimado) se situará en -1,2%. Es decir, que la brecha sigue siendo negativa.

Como refleja el estudio, la crisis económica ha tenido un impacto negativo significativo sobre el ‘output’ potencial, que se habría concretado, sobre todo, en un elevado incremento del paro estructural, una fuerte desaceleración en el crecimiento de la población, como consecuencia de la pérdida de dinamismo del flujo de entrada de inmigrantes, y la reducción de la aportación del ‘stock’ de capital derivada del impacto de la crisis sobre la inversión. Como resultado de ello, el crecimiento potencial de la economía española “se habría situado en el entorno del 0,6% durante la crisis y en los años inmediatamente posteriores (promedio 2008-2017)”.
El efecto de la población es especialmente significativo. Como señala el informe de los economistas de CEOE, entre 2002 y 2015 la población entre 15 y 34 años se redujo en 2,2 millones de personas, mientras que se produjo un notable incremento en las cohortes de más edad, 4,9 millones de personas entre los grupos de 35 a 64 años de edad, y 1,6 millones de personas adicionales entre la población con 65 o más años. Es decir, que el número de personas en edad de jubilarse ha crecido en 6,5 millones, mientras se reducen las cohortes de menor edad.
Este envejecimiento de la población, como sostiene Edita Pereira, la responsable de estudios de la gran patronal, se ha trasladado a la población activa. Y ello provocará -además del crecimiento económico- una notable reducción de las cifras de desempleo. En concreto, se estima un descenso del número de parados de 900.000 personas entre 2016 y 2017 por el efecto combinado de la creación de empleo y el descenso de la población en edad de trabajar.

Proyecto Cero, el sistema que provocará que el capitalismo colapse

Article publicat a El Confidencial 

Foto: El periodista y autor de 'Postcapitalismo', Paul Mason. (Foto: Antonio Olmos)

29.02.201618:46 H.
‘Postcapitalismo’ (Paidós), el libro que acaba de editar en España Paul Mason, el responsable de economía de Channel 4 News, se ha convertido en el ensayo de moda en el Reino Unido, hasta el punto que ‘The Guardian’ ha llegado a afirmar que Mason es un digno sucesor de Marx. El texto contiene profundos análisis económicos, pero también una lectura sobre los tiempos que vienen desde una perspectiva que los activistas de la nueva izquierda, esa que ha nacido de las casas okupadas, de Toni Negri y del entorno colaborativo, acogen con entusiasmo.
En el texto, Mason recoge ideas de Adam Smith y de Marx y muestra el mismo entusiasmo que Silicon Valley respecto de la tecnología, ya que está convencido de que las posibilidades de la automatización nos llevarán a una sociedad mejor, muy alejada del neoliberalismo reinante. Insiste además en que el capitalismo colapsará y abrirá las puertas a un mundo poscapitalista mucho más adecuado a las necesidades del ser humano actual.
La recepción de mis ideas ha sido muy entusiasta, pero he de pasarme el día explicando que esto no es una forma de socialismo bajo el logo de Twitter
La transición de un modelo a otro tiene nombre, “Proyecto Cero”, y consiste en lograr los siguientes objetivos: un sistema energético de cero emisiones de carbono, la producción de máquinas, productos y servicios con costes marginales cero y la reducción del tiempo de trabajo necesario hasta aproximarlo también a cero. Y cuenta con una advertencia: ya no que nuestros roles como consumidores, amantes o comunicadores son tan importantes para nosotros como el papel que desempeñamos en nuestro trabajo, este proyecto no puede basarse puramente en la justicia económica y social. El Confidencial conversó con él en Madrid sobre lo que nos espera.
PREGUNTA.- ¿Cree que el capitalismo va a colapsar, como pensaba el marxismo?
RESPUESTA.- Sí, pero no de una manera marxista, o al menos no a la manera del Marx de ‘El Capital’, sino del de ‘Fragments on machines’, en el que describía la emergencia de una inteligencia social, el ‘general intellect’. Cuando Marx llevó a cabo este experimento en su pensamiento, planteaba un colapso del capitalismo totalmente distinto del señalado en ‘El Capital’. Esa forma de abordar el asunto no fue descubierta por mí, sino por Toni Negri, él señaló qué aspecto tendría ahora ese ‘general intellect’ y su relación con las redes de información.
P.- Los comunistas del siglo XX veían bien el capitalismo oligopolístico, porque entendían que les favorecía: pensaban que una vez concentrada la propiedad en pocas personas, sólo tendrían que hacer que cambiase de manos para realizar el paso de un sistema a otro. En su caso, también coincide con la tendencia de tu época, el predominio de la tecnología y de la automatización, porque piensa que puede ser muy útil para generar otro sistema político.
R.- Lo que causó el colapso de la izquierda después del 89 no fue la caída del comunismo soviético, sino la desaparición de la ruta monopolística en el capitalismo. Estábamos de pronto en una sociedad altamente mercantilizada, nos levantábamos todas las mañanas y teníamos que reinventarnos como empresarios individuales. En ese contexto, la nacionalización no tiene mucho sentido. ¿Cómo vas a nacionalizar Spotify? La raíz del cambio tiene que ser hoy tecnológica, granular, que permita la diversidad a pequeña escala, lo cual significa que la gente interactuará de una manera altamente compleja.
Si no tomamos agresivamente el control del mercado laboral, vamos a empezar a ver una pelea muy fea por el trabajo, también dentro de las posiciones creativas
Esto no ha sido entendido del todo: mis ideas se han recibido de una manera muy entusiasta, pero he de pasarme mucho tiempo explicando que esto no es una forma de socialismo bajo el logo de Twitter, sino una manera radicalmente diferente de enfocarlo. Yo quiero que la sociedad se automatice rápidamente porque el neoliberalismo está creando miles de trabajos que no necesitamos. Cuando era joven, el lavado de coches lo realizaba una máquina, y ahora lo hacen cinco inmigrantes con bayetas. Eso es regresivo. Necesitamos que esos trabajos estén automatizados, pero esas personas necesitan una forma de ganarse la vida.
P.- El famoso informe de Oxford que afirma que desaparecerá el 47% de los empleos en un futuro cercano se ha hecho muy popular. Usted no lo ve como algo negativo, al contrario que gran parte de la población.
R.- Desde que estaba escribiendo el libro hasta que fue publicado, en Finlandia han realizado un experimento con la aplicación de la renta básica, también han puesto en marcha un programa similar en Utrecht, en Canadá lo ha planteado Trudeau, Suecia ha recortado la jornada laboral a seis horas, e incluso hay voces muy autorizadas en la derecha de Silicon Valley que abogan por ella. Una renta básica no lo soluciona todo, pero puede ser un subsidio único para encarar la automatización, para lo que será necesario recaudar más impuestos. Será el impuesto que pagamos para permitir que la gente viva. Por supuesto esto no les impedirá trabajar, sino que provocará que tomen decisiones más inteligentes y más importantes sobre su empleo.
Hay superordenadores que pueden realizar previsiones muy ajustadas de lo que pasaría si implantásemos una renta básica de 7.000 libras al año
Si no tomamos agresivamente el control del mercado laboral, la mayoría de la sociedad desarrollada va a empezar a ver una pelea muy fea por el trabajo, también dentro de las posiciones creativas. De hecho, ya estamos viviendo estas luchas encarnizadas: en Gran Bretaña, el sector periodístico ha pasado en una generación de estar ocupado por personas inteligentes de clase trabajadora a ser copada por los hijos de la élite.
P.- Su propuesta para la transición de un modelo a otro lleva el nombre de Proyecto Cero.
R.- Sí, pero más tomarlo al pie de la letra, tiene que entenderse que ha de ser realizado por la gente. Que haya cero emisiones de carbón, el mínimo trabajo posible y producir cosas de manera muy barata o incluso gratuita, es algo muy sencillo de hacer y difícil de conseguir. Tenemos que empezar con las instituciones y la primera que necesitamos es una que pueda hacer predicciones de la realidad de manera muy precisa y a la que podamos hacer preguntas razonables. La NASA tiene modelos muy detallados de clima, de cada kilómetro de la superficie de la tierra, pero es un modelo muy de apretar el botón del control. Lo que necesitamos no es tan complejo como el problema del clima. Hay superordenadores a los que podríamos pedir previsiones que nos dijeran, por ejemplo, qué pasaría si implantásemos una renta básica de siete mil libras al año, o cuestiones similares, lo cual nos permitiría tener predicciones bastante ajustadas que nos permitirían tomar las mejores decisiones. Estamos en una era en la que los ordenadores pueden calcular a tiempo real cosas que en otros tiempos parecerían extraordinarias. Pero, más allá de las propuestas concretas, estamos hablando de un proceso en el que las propuestas emergerán de un ejercicio participativo, democrático y en red.
P.- Atribuye en el nuevo modelo un papel secundario al estado, al contrario que el socialismo.
R.- Esta transición no puede ser llevada a cabo por el estado, sino que debe venir de abajo, pero hay ciertas cosas que aún tiene sentido que éste haga. A mi abuela le dieron una casa gratis, el coste de la energía era bajo, como el del agua y el del sistema sanitario, pero la comida era cara, las herramientas eran caras, y los elementos típicos de consumo, como la televisión, también lo eran. Si el precio de vivir disminuye porque el estado proporciona vivienda, agua, transporte y educación casi gratis, el resto de bienes se pueden conseguir muy baratos a través de los mecanismos colaborativos mucho más que los de mercado. Así podríamos hacer la transición hacia una economía de estado y postcapitalismo.
P.- ¿Se puede construir un sistema mixto, todavía capitalista, desvinculado del dinero, como propone?
R.- El capitalismo puede sobrevivir, pero sólo si sobrevive a Uber, y no se limita a pasar la aspiradora para recoger los desechos, sino que utiliza la capacidad y el tiempo de la gente pobre. La única manera en que se va a poder llevar a cabo la automatización de una forma no destructiva es desvincular el trabajo de los salarios, y eso significa renta básica. En este sistema seguiría habiendo dinero, pero funcionaría de otra manera, de un modo mixto. En las economías del principio de la era soviética se pasaron mucho tiempo teorizando sobre estos sistemas, hasta el momento en que se decidió que se podía hacer la transición sin el mercado, lo cual supuso que muchos fueran eliminados por Stalin.
No creo que la generación que ahora tiene veinte años merezca tener su futuro destruido por una ideología arcaica y estúpida. Y no creo que lo permita
La tecnología hace posible un socialismo utópico que existe ya a pequeña escala en pequeñas comunidades. Pero no sólo se queda aquí, mi marco también proporciona resiliencia a la gente normal. Por ejemplo, el trabajo de Manuel Castells muestra cómo en Cataluña mucha gente común adoptó durante la crisis prácticas económicas asociadas al hippismo radical, como los bancos de tiempo o la okupación, que para el liberalismo son incidentales pero para mí no. Del mismo modo que en el feudalismo los bancos eran algo escondido, no oficial, porque no tenían una posición formal y porque al prestamista se le reprimía, llega un momento que eso cambia radicalmente. Y ahora estamos atravesando una transformación similar a la de hace siglos, producto de las cual estas cosas aparentemente incidentales generarán un sistema nuevo.
P.- Mientras ese mundo llega, parece que los tiempos no pintan bien. La Unión Europea tiene un estilo concreto de política económica que no parece que vaya a cambiar a pesar de que esté dividiendo la sociedad en dos.
R.- Los tiempos están empeorando. Las economías principales, para mantener el capitalismo, van a tener que desglobalizarse, y Europa va a ser el lugar en el que más difícil lo tengan. Hay un banco central que ha llegado constantemente tarde y que ha sido ineficaz de una manera continua. Si Europa necesita un estímulo monetario más agresivo, Alemania lo va a volver a impedir, y el problema ya no será para Grecia, sino para Italia y España. No creo que la generación que ahora tiene veinte años merezca tener su futuro destruido por una ideología arcaica y estúpida, y no creo que lo permita.

Cinco años para evitar la debacle de ‘El Planeta de los simios’

Article publicat a El Confidencial

Emilio Santiago Muiño nos saca los colores

El libro ‘Rutas sin mapa’, premio Catarata de Ensayo, contiene un potente programa para afrontar el desastre ecológico

Foto: Fotograma de 'El amanecer del planeta de los simios'
Fotograma de ‘El amanecer del planeta de los simios’
26.02.2016 

Un libro corto y contundente está sacudiendo el activismo en España. Se presentó la semana pasada, desbordando las expectativas. “Mi novia llegó diez minutos tarde y no pudo entrar”, explica el joven antropólogo Emilio Santiago Muiño, con un gesto de rubor. El texto ha ganado el premio Catarata de Ensayo. Su tesis planta cara al delirio consumista y al deterioro ecológico (válgamos la redundancia). El título completo es ‘Rutas sin mapa: Horizontes de la transición ecosocial’. Huyendo del tono catastrófico, con ánimo cálido y constructivo, nos ofrece una útil composición de lugar. Debajo de su estilo mesurado, aparece un bofetón a nuestro modo de vida, además de una denuncia del sonambulismo de la izquierda y la derecha en cuestiones ecológicas.

Rutas sin mapa
Rutas sin mapa

La portada del libro reproduce la escena más famosa de ‘El planeta de los simios’, donde Charlton Heston va caminando por la playa y se encuentra enterrada la Estatua de la Libertad. En la página veintitrés dices lo siguiente: “Podemos contar con aproximadamente un lustro para efectuar una gran intervención pedagógica con vistas a crear un estado de opinión pública capaz de conformar una mayoría mayoría social en pos del cambio”.
Pregunta. ¿Solo nos quedan cinco años? 
Respuesta. Me parece importante poner una fecha. Lo que intento decir es que ya no se puede organizar una transición ordenada. Cinco años es una fecha manejable a nivel mental. La oportunidad de hacer las cosas bien ya la hemos perdido. En nuestro escenario, ya nadie nos libra de unos niveles de sufrimiento social alto. Eso lo tengo claro. Lo que quiere decir “cinco años” es que hay que actuar ya porque el panorama es muy sombrío. Ya no podemos tomar tierra de manera normal, solo intentar un aterrizaje de emergencia.
P. ¿De qué tipo de sufrimiento social hablamos?
R. A todos los niveles. Los sistemas políticos tienen inercias: aunque mañana se pusiera en marcha un programa de transición serio, esas inercias harían que los efectos del cambio climático que ya están en marcha tuvieran sus costes. Hay efectos que no podemos parar, desde los refugiados climáticos hasta el colapso social que ha creado esta oleada creciente de protestas. Ya estamos a los mayores niveles desde hace cincuenta años y una crisis climática lo multiplicaría exponencialmente. Nos enfrentamos a un naufragio antropológico importante. Lo que está en juego es la misma modernidad de nuestra civilización. Quizá tengamos que renunciar a ella. En 2015 y 2016 hemos visto las oleadas de refugiados que vienen a Europa, que en gran parte tienen que ver con cuestiones climáticas. El calentamiento global inunda las costas y muchas ciudades se vuelven inhabitables.
P. Señala dos caminos para salir de nuestra apatía. El primero, tomado del intelectual marxista Manuel Sacristán, dice que necesitamos algo parecido a una conversión religiosa. El segundo, inspirado en la Historia reciente, sugiere que deberíamos comportarnos con la misma unidad y entrega que los países europeos durante de la Segunda Guerra Mundial.  
R. Los menciono como equivalentes funcionales, no como propuestas de inspiración directa. El nudo gordiano del problema es el marco de nuestros deseos, que está socialmente construido. Tenemos que ser capaces  de proponer un horizonte en que el decrecimiento de consumo sea algo vitalmente excitante. Hay que modificar por completo nuestros patrones vitales. Por eso Sacristán pensaba en las conversiones religiosas, que son procesos que nos cambian por completo. Es lo que necesitamos. O ese furor bélico de la Segunda Guerra Mundial que hizo que la población fuera muy proclive a embarcarse en tareas colectivas.
P. Describe de manera contundente nuestra debilidad consumista: “Una sociedad que considera un derecho adquirido comer langostinos en Navidad o irse un fin de semana a Londres a ver un concierto, una sociedad que protesta porque se reduce en diez kilómetros por hora el límite de velocidad en autopistas es una sociedad muy poco preparada humanamente para la escasez que se nos viene encima”.  
R. Diría que parecemos condenados al ecofascismo. Puede ser que estemos dispuestos a cualquier cosa para no renunciar a esos pequeños privilegios. Quizá vamos a un escenario de élites encerradas en chalés, que para pagar sus caprichos condenan al resto del mundo a una especie de favelización. Afrontar la crisis ecológica es un tabú político, ya que los partidos de izquierda y derecha saben que este asunto les hace perder votos. Nadie quiere hablar de decrecimiento, ni de austeridad de consumo, que no tiene nada que ver con la austeridad que impone la Troika, sino con ser capaces de autorestringir nuestros impulsos y deseos. Es muy significativo que en el encuentro “Un Plan B para Europa”, que se acaba de celebrar en Madrid, no se hablase en ningún momento de límites de crecimiento económico o del deterioro ecológico. La idea de la izquierda y de muchos movimientos sociales es seguir creciendo para redistribuir. El problema del neokeynesianismo es que se topa con un freno, que son los límites biofísicos de nuestro planeta, que ya están aquí. El reto es convencer a los votantes de que una vida más austera puede ser una vida mejor.
P. ¿Cómo se consigue eso?
R. Me parece crucial entender que la abundancia no es una sustancia. Nadie puede decir “esto es la abundancia”. La abundancia es una relación de medios y de fines. Si tú cambias de fines, encuentras otro tipos de riqueza, desde la mejora de las relaciones personales, hasta la riqueza poética, pasando por otra que todos entendemos que es la riqueza de tiempo. La escasez de días libres es endémica en nuestras sociedades. Ahí tenemos mimbres para construir un concepto de “vida buena” que no gravite alrededor de la sociedad de consumo. Podemos mantener niveles de vida similares a los de sociedades industriales de perfil bajo o a la antigua vida de los pueblos. En principio, a muchos puede sonarles como un horror, pero es algo que estamos demandando ahora, cuando el fin de semana planeamos la escapadita en coche para irnos a una casa rural. Antes de que este país se volviera gilipollas, la gente pasaba las vacaciones en el pueblo, ahora tenemos que pagar un dineral para ir a un caserío con spa. Lo que debemos buscar, lo que necesitamos, son mimbres que ya estaban aquí.
P. Hablas del peligro del ecofascismo. ¿Cómo lo describirías?
R. Es un término ambiguo que alude a muchas cosas. Puede ser una agudización de las tendencias neoliberales. Por ejemplo: establecer estados de excepción que protejan y fomenten el aumento de la desigualdad. Eso está empezando a pasar con giros tan tenebrosos como la Ley Mordaza. También es posible que las élites opten por dar un verdadero golpe en la mesa y encaminarnos a economías intervenidas, donde el estado controle los recursos básicos y se pelee con los vecinos por los últimos recursos del planeta. Creo que no es un horizonte descabellado. Esto último sería ecofascismo en sentido estricto.
P. Me reí bastante con la frase en que describes al ser humano como un “primate arrogante y venido arriba en el clímax de su borrachera antropocéntrica”.
R. Quería cuestionar la noción del ser humano como alguien racional, capaz de autoconstruirse, como cuando Marx hablaba de la realización de la filosofía. Creo que sobreestimamos nuestra capacidad de diseñar sociedades de la manera que imaginamos. Siempre hay un grado fuerte de problemas y sorpresas. Quien crea que puede trazar un plan y cumplirlo sin más se está engañando. La ingeniería social tiene mucho de mito.
P. ¿Qué opinas de documentales como “Una verdad incómoda” (2006), de Al Gore, que fue una referencia para millones de personas?
R. Sirven como primer paso, como toma de conciencia, pero no son suficientes. Falla en puntos esenciales. El gran tabú, a derecha y a izquierda, es reconocer de una vez por todas que no es posible un cambio sin cuestionar el crecimiento económico. Conceptos como “capitalismo verde” o “desarrollo sostenible” son simples eufemismos de los que nos tenemos que librar. No van al núcleo del problema. Ni siquiera el 15M quería un cambio de civilización, sino un simple retorno a las condiciones económicas previas a la crisis. El bando que se tiene que hacer cargo de la emancipación, del que yo me siento parte, se sigue moviendo en unas coordenadas que dicen que este modelo puede continuar. Y eso no es verdad. No solo tenemos en contra un sistema que es mucho más poderoso que nosotros, sino que ni siquiera hemos tomado conciencia de la profundidad de los cambios que debemos abordar.
P. ¿A qué cosas concretas habría que renunciar para acercarnos a un cambio sensato?
R. No lo tengo claro, ni creo que lo tenga nadie. Lo único que circulan son algunos estudios. Parece ser que un nivel aceptable sería el de las clases medias europeas de los años treinta o cuarenta, antes de la explosión fuerte de la sociedad de consumo. No se trata de volver a la Edad Media. Sospecho que el límite puede pasar por prohibir el automóvil, me refiero a la movilidad privada. El coche ha generado un modelo de vida asocial. Eso no significa renunciar a alguna flota colectiva pública para emergencias, momentos concretos etcétera. Pero, usado como hoy, es un lujo que una sociedad razonable no se debe permitir.  En cuestiones tecnológicas, habría que renunciar a un uso individualizado de móviles y ordenadores. Percibimos las nuevas tecnologías como algo inmaterial, pero tienen un impacto ecológico tremendo, tanto en explotación de recursos minerales como en uso de energía. Nuestras vidas no pueden ser hiperconectadas, pero eso no tiene que vivirse como algo malo. A muchos nos gustaría bajarnos de este frenesí, que tantas veces resulta agobiante.
P. Define a las élites como analfabetas en cuestiones de ecología y energía. 
R. Las élites sufren de tecnolatría: piensan que ya aparecerá una solución tecnológica que limpiará todos nuestros problemas. También estamos padeciendo una sobredosis de datos, que nos impiden pensar con claridad, hacer síntesis, superar la hiperespecialización que descarta visiones de conjunto. Básicamente, las soluciones que manejan las élites tienen que ver con apropiación de los recursos ajenos, como hemos visto en las guerras del Golfo Pérsico. O quedarse con dinero de los trabajadores por medios como el TTIP o la reforma laboral. Ellos apuestan por arañar cualquier cosa para mantener su tasa de beneficio y seguir su loca huida hacia adelante. No tenemos élites con una mirada amplia ni con un proyecto claro de civilización. Me sorprende el nivel de rechazo a Podemos, ya que son un partido socialdemócrata moderado, que está cargando con el peso de una reforma necesaria para el capitalismo actual. No entiendo que salten las alarmas ni que le vean como bolcheviques que vienen a comer niños. Esta percepción ata a Podemos y le impide ser un actor de cambio potente. El neokeynesianismo no es una solución ecológica realista. Seguimos embrujados por fetichismos. La escenificación de esto es la cumbre de París de hace unos meses. Pretender frenar el cambio climático sin descarbonizar es como querer inventar el agua seca. La cumbre fue una condena a muerte en diferido para millones de personas. Ese enfoque significa desplazamientos, guerras por los recursos y hambrunas.
P.Otra cosa que destacas es que el sistema actual tampoco hace felices a las élites. Pones el ejemplo extremo de Moritz Erhardt, el becario de Merrill Lynch que falleció en 2013 después de trabajar 72 horas seguidas.
R. El problema no es solo la desigualdad, que también, sino la profunda alienación de la sociedad. Es una crítica que se hace muy visible a partir de mayo del 68 y que podemos formular así: ¿Para qué trabajamos diez, doce o catorce horas diarias? ¿Para tener dos semanas o un mes al año en el que podemos ir a cualquier lugar del mundo y entregarnos a un consumo desaforado? ¿Merece la pena destruir el planeta para fingir un estatus social efímero y luego volver al estrés de la oficina? Pero, vamos, no creo que de repente las élites se vayan a convencer de que están llevando unas vidas miserables. Hace falta una intervención política desde abajo.

“Las élites saben que la renta básica es necesaria porque no hay trabajo para todos”

Article publicat a El Confidencial

LA PEOR MEJOR SOLUCIÓN, SEGÚN CIVE PÉREZEl libro afirma que hay razones poderosas para defender un ingreso mínimo, pero también para que los dirigentes y empresarios prefieran que no se plantee seriamente dicha posibilidad



Aunque fue la ahora abandonada propuesta de Podemos lo que la ha vuelto a introducir en el panorama político español, el debate sobre la renta básica universal se remonta a décadas atrás, cuando no siglos. Ya el revolucionario estadounidense Thomas Paine señalaba, por ejemplo, que todo ciudadano debía percibir una renta como compensación por la explotación privada de los recursos naturales, que pertenecen a todos. Hoy en día, esta renta se entiende como un ingreso garantizado e incondicional no sujeto a condicionantes de trabajo ni de nivel de renta, lo que lo distingue de otras rentas de inserción y subsidios por desempleo.
Hay multitud de razones para defender dicha propuesta, de la erradicación de la pobreza al fin de la estigmatización del subsidiado, que debe cumplir unos requisitos determinados para recibirla, pasando por el fortalecimiento de la posición del trabajador en la negociación con su empresa. Cive Pérez, escritor y miembro del Observatorio de Renta Básica de Ciudadanía de Attac Madrid, sugiere en ‘Renta básica universal. La peor de las soluciones (a excepción de las demás)’ (Clave Intelectual) una más: el mercado laboral no va a producir empleo, por lo que de algo tendrá que vivir toda esa creciente masa de ciudadanos que no tengan acceso a un puesto digno.
“Se suele defender la renta básica desde el punto de vista de la libertad personal, pero hay otro cambio radical en el sistema que conocen las élites dirigentes, pero no más abajo”, explica a El Confidencial. “Nos encaminamos hacia la sociedad 80/20, cuyo funcionamiento estaría garantizado por un 20% de la población, compuesto por trabajadores cualificados, y el resto serían desempleados o tendrían empleos de bajísima cualificación. Es obvio que las cúpulas dirigentes lo sabeny que tarde o temprano deberán implantar un sistema de rentas garantizadas mucho más amplio”.
Basta con echar un vistazo al panorama español para comprobar cómo este sistema ya está aquí. En 2005, antes de la crisis, el 19,9% de la población vivía con ingresos por debajo del umbral de pobreza relativa. Actualmente, casi 13 millones de españoles se encuentran en riesgo de exclusión, 730.000 hogares no tienen ingresos y 2,5 millones de trabajadores son pobres a pesar de tener un sueldo, uno de los puntos más importantes de la argumentación de Pérez: “Desde el siglo XIX se dice que el virtuoso tiene ganas de trabajar y el vago no, y que no había nada mejor que el trabajo para salir de la pobreza. La paradoja es que hoy uno trabaja para ser pobre, para no poder emanciparse y no poder llegar a final de mes. Además de triste es del género tonto”.

Pros y contras de la renta básica

Pérez desmonta una por una todas las reservas que se han manifestado en contra de la renta básica universal, también conocida de manera despectiva como “paguita”. Por una parte, la de que proporcionar un dinero garantizado empujaría a la población a la holgazanería. “La gente mira dentro de sí y se pregunta ‘¿recibir dinero me convertiría en un vago? En absoluto’”. Una buena comparación es con aquellos que han ganado un pequeño premio en la Lotería, equivalente a una renta mínima para toda la vida. “Seguirían trabajando, pero con ese dinero, podrían permitirse algún capricho”. Pérez recuerda que en España ya hay 9 millones de pensionistas que tienen su propia renta “garantizada”, y que ello no provoca que se limiten a sentarse viendo la vida pasar.
La gente no dejará de trabajar, porque la renta no da para mantener bienes como una casa o un coche
Otra de las críticas más habituales viene de aquellos que consideran que se trata de una medida inasumible. Pérez recuerda que, aparte de experimentos como el que se ha llevado a cabo en Dauphin (Canadá) o pronto en Utrecht, en España ya existen estudios que demuestra su viabilidad, ya sea a partir de unareforma fiscal bastante radical, como el de ArcaronsRaventós y Torrens, o a partir de la autofinanciación de la renta, como el del catedrático de la UNED Juan Gimeno Ullastres.
Algunas de las críticas provienen, paradójicamente, de aquellos que más se verían beneficiados por la medida, que son al mismo tiempo las clases con menos formación y más expuestas a “la propaganda más o menos encubierta de los núcleos dirigentes, que hacen que se sigan escribiendo artículos y libros contra la renta. Me habrían pagado más dinero por un libro contra la renta básica que el que puedo ganar con este”. Pérez recuerda que, en 1935, la implantación del proyecto de Seguridad Social de EEUU que daba forma a un sistema federal de pensiones, fue recibido con los mismos pronósticos apocalípticos, pero que su implantación no causó ninguno de los incidentes que vaticinó. Más bien, mejoró sensiblemente las condiciones de vida de sus ciudadanos.
Por lo general, las críticas más fuertes provienen de los estamentos de poder, a pesar de que, en muchos casos, la implantación de una renta básica tendría sentido desde un punto de vista liberal, e incluso gente tan poco sospechosa de pertenecer a la extrema izquierda como Richard Nixon o Milton Friedman han defendido propuestas similares: “En su caso, era un ingreso sustitutivo del resto de prestaciones del Estado, en plan ‘yo le doy 40 duros y viva como quiera’. Era un neoliberalismo llevado al extremo, pero la renta básica no sustituye ni la educación ni los hospitales”.
Milton Friedman propuso una alternativa a la renta básica que sustituyese a la seguridad social y la jubilación. (Corbis/Roger Ressmeyer)
Milton Friedman propuso una alternativa a la renta básica que sustituyese a la seguridad social y la jubilación. (Corbis/Roger Ressmeyer)
Sin embargo, se trata de una apuesta interesante desde el punto de vista del consumo: “El incentivo para seguir trabajando no es sólo consumista, sino también depende del sistema de producción actual, que ha hecho imprescindibles bienes como el automóvil o la vivienda, que no se pueden mantener sólo con una renta básica”. De esa manera, la renta básica fomentaría que se dedicase más dinero al consumo y a otras industrias: “Mucha gente diría ‘yo con esto puedo sobrevivir, ya no tengo que humillarme, pero es que quiero una moto, y trabajo por ella’. El sistema actual de mercado tiene suficientes señuelos para hacernos trabajar”. ¿Por qué, por lo tanto, tantas resistencias?
Para Pérez, la respuesta es ideológica: “Haría perder poder a los dueños del cotarro, por lo que prefieren no incentivar el consumo para que eso no ocurra”. Entre otras cosas, el poder de imponer sueldos, horarios y condiciones laborales a gusto del empresario, que ocupa una posición favorable en la negociación con el trabajador, que perdería si este tuviese su propio ingreso básico: “Si tuvieran este respaldo mínimo ya no tendrían que aceptar esas condiciones precarias”. Además, la renta garantizada tiene un sospechoso carácter emancipador: “Las actuales rentas de indigencia o los subsidios de desempleo suponen que la gente tenga que ir a pedirlos, y eso provoca que las instituciones tengan poder. Si esto se extendiera, significaría cierto empoderamiento de la mayoría social: lo que unos ganan, lo pierden otros. Ahí está el quid de la cuestión”.

El futuro de la renta básica

Pérez lo tiene claro: tarde o temprano, los distintos estados deberán adoptar medidas semejantes a la de la renta básica si quieren hacer frente a la desaparición del mercado laboral tal y como lo conocemos. La propuesta inicial de Podemos, por mucho que se haya desestimado posteriormente, ha provocado que el debate vuelva a estar en boca de todos. También ha dado lugar a que se propongan medidas semejantes, como la renta mínima vital del PSOE, destinada a las familias sin ningún tipo de ingreso, o la renta complementaria de Ciudadanos y Luis Garicano, que intenta ayudar a los trabajadores precarios. Algo que para el autor es un signo de que “las élites empiezan a reconocer que no hay trabajo para todo el mundo, salvo empleos residuales”, aunque en su caso sea una mera reforma (por lo tanto, revocable) y no el reconocimiento de un derecho universal.
La implantación de la renta básica universal debería ser gradual, y empezar por algunos grupos de edad como jóvenes y mayores que no encuentran trabajo
Podemos tiene en sus manos llevar el debate al congreso, y Pérez cree que si no apuesta por dicha medida puede ser una oportunidad perdida: “Yo comprendo que un partido como el PSOE, que quiere atrapar votos en el centro, no quiera llevar una propuesta como esta porque es innovadora y la oposición los atacaría. Ahora, un partido que quiere romper con lo establecido debe correr ciertos riesgos”. Ignorar la renta “retrasará unos años la implantación yperpetuará estas situaciones de pobreza”.
El autor, José Antonio 'Cive' Pérez.
El autor, José Antonio ‘Cive’ Pérez.
Obviamente, ningún partido político puede llevar a cabo una medida así de la noche a la mañana. Pérez tiene claro que debería ser algo “gradual”, sobre todo porque implicaría una profunda reforma fiscal que no necesariamente pasa por plantear nuevos impuestos sino por repartir de otra manera lo recaudado, para no crear una inflación añadida. “Por ejemplo, podría plantearse por franjas de edad: nosotros en el Observatorio siempre hemos dicho que mayores y niños primero; es el caso de aquellos mayores que ya no van a encontrar trabajo”, añade.
Pero se trata de un escenario muy lejano. Por ahora, lo que está claro es que la renta básica universal vuelve a estar en boca de todos y a entrar en ciertas agendas políticas. Pérez, por su parte, tal y como señala en una entrada de sublog, se considera un firme defensor de un estatuto de autonomía personal, frente a otras reivindicaciones identitarias: “La política y la economía no serán actividades dignas mientras no sitúen a la persona como medida de todas las cosas. Representar a la persona por encima del territorio debería ser, por tanto, la gran prioridad de un Estado democrático, cuyos gobernantes son, no se olvide, elegidos por personas. Una Renta Básica de Ciudadanía, universal e incondicional, es el primer paso en la senda que conduce a un estatuto de Autonomía Personal para todos los habitantes de la España plural. Para ello, es preciso que los movimientos sociales que luchan contra la pobreza y contra la precariedad laboral exijan que los gobernantes aborden con valentía, sin complejos neoliberales ni gazmoñerías identitarias, la tarea civil de aumentar el grado de libertad real de las personas poniendo fin a las situaciones de pobreza dentro de su territorio”.


Paul Mason vaticina el final del trabajo: “en 30 años habrá la mitad de empleos”

Article publicat a  El Confidencial

En su último libro, el columnista inglés Paul Mason explica que el capitalismo está a punto de desaparecer, lo cual puede provocar o el caos o el fin del trabajo tal y como lo conocemos
Foto: Mason es célebre por su activismo público, como en este piquete informativo frente a la BBC. (Reuters/Toby Melville)
Mason es célebre por su activismo público, como en este
piquete informativo frente a la BBC. (Reuters/Toby Melville)
Fecha04.08.2015 – 05:00 H.

El año pasado, El capital de Thomas Piketty se convirtió en un inesperado éxito editorial gracias a su argumentada y documentada crítica de la desigualdad económica, que propició un acerado debate que aún no ha tocado a su fin. Si el francés utilizaba el título del célebre libro de Karl Marx para dar nombre al suyo al mismo tiempo que señalaba su linaje, este año otro volumen recién publicado en Inglaterra y firmado por Paul Mason, antiguo marxista de línea dura reconvertido en columnista de The Guardian y editor de economía de Channel 4 puede ocupar su lugar como guía de lo que está por venir.
La tesis de Postcapitalism: a guide to our future (Allen Lane) se puede resumir en apenas un par de líneas pero dar lugar a toneladas de think-pieces. El capitalismo tal y como lo conocemos está condenado a desaparecer, en especial en la vertiente neoliberal que la caída del Muro de Berlín contribuyó a reforzar. Al igual que ocurrió con el final del feudalismo, la sociedad evolucionará no gracias a una revolución de izquierdas que acabe con el mercado, sino por la inevitable vía abierta por la tecnología y una sociedad basada en la información, que contradice la lógica del mercado, basada en la escasez.
La diferencia frente a otras etapas de la evolución social es que en esta ocasión, la tecnología no creará más trabajos, sino que los eliminará
Lo resumía –y analizaba– S. McCoy en un reciente artículo: los tres pilares sobre los que se desarrollará esta nueva economía son el auge espontáneo de la economía colaborativa, con proyectos como Wikipedia que se escapan a la lógica del mercado; la imposibilidad del mercado de formar correctamente precios, gracias a las particularidades de la información; y, por último, y no menos importante, la disminución de la demanda laboral, algo que ya ha experimentado el currante del siglo XXI, que ha visto cómo la barrera entre el trabajo y el ocio ha desaparecido al mismo tiempo que los sueldos no han dejado de bajar. Puede que no todos compartan los vaticinios sobre el fin del neoliberalismo de Mason, pero sus apuntes dicen mucho de lo que ocurrirá con el trabajo durante las próximas décadas.

El callejón sin salida neoliberal

Lo explica en una entrevista concedida el pasado fin de semana a The Irish Times. “El futuro del neoliberalismo son los sueldos bajos. En los próximos 30 años, entre el 40 y el 50% de los trabajos desaparecerán y serán automatizados, sobre todo el comercio y los trabajos de oficina”. No sólo eso, sino que empleos para los que antiguamente se necesitaba cierta formación técnica también lo harán: “En mi trabajo en la televisión cada vez participa menos gente especializada a medida que el sonido y el montaje han sido automatizados”.
La diferencia frente a otras etapas de la evolución económica, señala Mason, es que en esta ocasión, la tecnología no creará más trabajos, sino que los eliminará. Aunque la revolución industrial provocó la automatización de las cadenas de montaje y la desaparición de gran parte del sector agrícola, también generó nuevos trabajos para los que se necesitaba profesionales especializados. La desaparición del feudalismo permitió que humanistas, científicos, abogados y artistas encabezasen la transformación social. Por el contrario, asegura el autor, muchos de los proyectos en los que actualmente invierten los empresarios están relacionados con trabajos de escaso valor añadido y largas jornadas laborales, como “cafeterías, nails bars, o locales de striptease”.
Parece que alguien esté inventándose trabajos inútiles sólo por tenernos a todos ocupados
La tecnología de la información aún no ha cambiado el mercado ni ha encontrado un nuevo lugar a la fuerza laboral, como sí ocurrió con las previas transformaciones, y ello se debe a que su lógica está completamente lejos de la del capitalismo neoliberal, explica Mason. Por eso ha sido tan complicado entender las dinámicas del capitalismo cognitivo en las que el valor añadido proporcionado por el know-how y el conocimiento que se deposita en cada producto es más valioso que la parte física que se necesita para producirlos: frente al comportamiento del mercado, que se basa en la escasez, la información es abundante, fácilmente reproducible hasta el infinito a un coste muy bajo o nulo y muy difícil de evitar que caiga en manos de la población.

Un futuro sin trabajo… y sin paro

Estamos, por lo tanto, en una encrucijada, en la que la mayor parte de trabajos pueden ser fácilmente simplificados o automatizados, pero al mismo tiempo, la creación de trabajo se centra en empleos que aportan muy poco valor añadido y, por lo tanto, reciben sueldos muy bajos. Es lo que David Graeber llamó bullshit jobs en un célebre artículo publicado en Strike! Magazine. Como explicaba el antropólogo y activista, en lugar de que los adelantos tecnológicos hayan provocado que la población mundial vea descender el número de horas dedicadas al trabajo, los empleos relacionados con la administración –de los recursos humanos a los relaciones públicas– han aumentado de forma increíble, hasta el punto que “parece que alguien esté inventándose trabajos inútiles simplemente por tenernos a todos haciendo algo”.

Es una lógica completamente contraria a la del capitalismo, recordaba Graeber, ya que en este ninguna empresa o administración paga a un empleado por hacer un trabajo innecesario. En opinión del activista, si se creaban estos trabajos, era por razones morales y políticas: por una parte, una población feliz y productiva que dispone de mucho tiempo libre es “un peligro mortal”. Por otra, resulta conveniente seguir defendiendo que el trabajo es un valor en sí mismo y que aquel que no desea pasar un gran número de horas esforzándose en su puesto de trabajo es un haragán. Mason está de acuerdo en dicha visión, y añade que se trata de trabajos “a los que no puedes aplicar tecnología, empleos que reciben sueldos mínimos”.
Ante dicho panorama, sólo pueden ocurrir dos cosas. Por una parte, que la élite decida reforzar la situación de crisis que ha creado, y que sean los trabajadores los que lo paguen, favoreciendo el auge de partidos extremistas y rebajando aún más los sueldos hasta que el nivel de vida de los países desarrollados descienda sensiblemente. “Si no podemos crear un orden global sostenible y restaurar el dinamismo económico, las décadas que sigan a 2050 serán un caos”, explicaba. Crisis de las instituciones, desaparición de las leyes internacionales y fin de la globalización son tres probables consecuencias de seguir defendiendo “un modelo de negocio desfasado que se basa en el descenso de los sueldos”.
Si no podemos crear un orden global sostenible y restaurar el dinamismo económico, las décadas que sigan a 2050 serán un caos
La alternativa es el futuro que Mason propugna, y en el cual, la economía colaborativa cambiará la forma en que los ciudadanos se relacionen con el trabajo. Citando el Fragmento sobre las máquinas de Marx, en el que el alemán vaticinaba una sociedad en la que las maquinas producirían bajo la mera supervisión del ordenador y en la que la principal fuerza productiva sería la información, la producción se realizará de forma colaborativa gracias al uso compartido de esta en las redes que la tecnología ha fomentado.
“Estamos preparándonos para ser capaces de vivir esta vida que ahora es posible”, señalaba en una entrevista con The Independent. “Cazar por las mañanas, pescar por la tarde, recoger el ganado por la noche, discutir después de la cena”. En resumidas cuentas, si la sociedad evoluciona de la forma que la tecnología lo permite, terminaremos viendo cómo “el tiempo que se necesita para producir lo que la humanidad necesita se reduce al mínimo”. La utópica visión de Mason incluye banqueros centrales elegidos de forma democrática y una renta básica universal que permita que la gente “haga voluntariado, monte cooperativas, edite la Wikipedia, aprende a utilizar software de impresión 3D, se jubile antes y empiece su carrera más tarde y cambie más fácilmente de trabajo”. El 1% se resistirá, pero el 99% puede conseguirlo, concluye Mason: “El postcapitalismo nos hará libres”.

Utrecht dará 1000 € al mes a sus ciudadanos a partir de 2016: la renta básica a prueba

Notícia publicada a El Confidencial

A partir de enero, algunos habitantes de la localidad holandesa recibirán entre 900 y 1.300 euros al mes para comprobar si de verdad sirve para algo o si por el contrario es perjudicial

Autor Héctor G. Barnés
12.07.2015  
Hace algo más de un año, la promesa de que Podemos implantaría una renta básica universal si llegase al poder reabrió el debate sobre esta paga que, no obstante, se remonta a muchas décadas atrás, cuando liberales como Milton Friedman lo consideraron una alternativa a la protección estatal del Estado de Bienestar. Ahora, la ciudad holandesa de Utrecht se propone llevar a cabo un experimento que resuelva las grandes preguntas sobre dicha renta, sobre todo si, como sus detractores afirman, percibir un dinero fijo garantizado provoca que sus beneficiarios se despreocupen por la búsqueda de trabajo.
El programa, que ha sido diseñado conjuntamente por el ayuntamiento de la ciudad y su universidad, se implantará a partir de enero del próximo año y examinará de qué manera cada una de las distintas rentas afecta a la vida de los que las perciben. Los 300 participantes recibirán un cheque anual con una paga de entre 900 y 1.300 euros por familia, dependiendo de su número de miembros. De todos ellos, 50 recibirán la paga completa sin que esta dependa de ningún otro factor como tener trabajo u otros ingresos. Los tres grupos restantes estarán sujetos a reglamentaciones diferentes y más exigentes. Además, existe un grupo de control que percibirá los mismos beneficios y estará sujeto a las mismas condiciones que cualquier otro ciudadano de la ciudad, como perder el derecho a percibir la paga si no encuentran trabajo.
Antes de debatir sobre si tendríamos que adoptar o no la renta básica, debemos examinar si funciona de verdad
Como recuerda un artículo publicado en The Independent, Utrecht es una de las ciudades más peculiares de Europa en cuanto a su fuerza de trabajo, ya que tiene la mayor proporción de empleados a tiempo parcial (un 46,1%) de todo el contintente. Una buena razón para ir un paso más allá y averiguar si una renta básica garantizada permite una búsqueda de empleo más libre y la flexibilización del mercado laboral, como defienden sus partidarios. En España, el porcentaje de trabajadores a tiempo parcial representó el 16,25% durante el primer trimestre del año.
Toma el dinero y… ¿corre?
Este experimento intenta averiguar a través de una aplicación temporal y limitada las posibles implicaciones a largo plazo de este tipo de renta. Como ha explicado a DeStad Utrecht Victor Everhardt, concejal de Empleo del ayuntamiento, sus datos muestran que menos del 1,5% de los beneficiarios de sus programas ha hecho mal uso del mismo, “pero antes de que todos entremos en un debate honrado sobre si tendríamos que adoptar o no la renta básica, debemos examinar primero si funciona de verdad”. Nienke Horst, una de las directoras del proyecto, explicaba a Quartz que “hay gente que dice que no van a intentar buscar trabajo, pero ya lo averiguaremos”.
Horst se muestra optimista a tal respecto, ya que reconoce que su hipótesis es que “más gente será un poco más feliz mientras sigue buscando trabajo”. Si el experimento de un año de duración funciona, es posible que la ciudad holandesa de algo más de 300.000 habitantes se convierta en la primera de toda Europa donde se implante este programa que fue finalmente descartado por Podemos.
No se trata de la primera vez que se realiza un experimento de este tipo. Como ya contamos en un artículo previo, el proyecto Mincome, llevado a cabo en Dauphin, una localidad agrícola de Canadá, proporcionó entre 1974 y 1979 una renta a sus habitantes, aunque no fue hasta hace apenas unos años que la socióloga Evelyn Forget examinó los resultados. Esta llegó a la conclusión de que no sólo la violencia doméstica, los accidentes automovilísticos y las hospitalizaciones psiquiátricas habían descendido, sino que esta renta no perjudicaba la búsqueda de empleo de los ciudadanos, que disfrutaban de una mayor libertad a la hora de elegir un trabajo u otro.
Otras localidades como Nijmegen, Wageningen, Tilburgo y Groningen están esperando permisos de La Haya para poner en marcha sus propios programas
Sin embargo, el experimento planteado en Utrecht es muy diferente al de Dauphin, como explica la propia Forget. “Lo que pierdes al limitar el programa a los actuales beneficiarios de las ayudas es la posibilidad de hacer la vida mejor para los trabajadores pobres, la gente que obtiene sueldos bajos por trabajos que a veces se cuelan entre las grietas del sistema existente”, ha explicado en Quartz. En el experimento llevado a cabo en Canadá, todos los ciudadanos recibieron la paga independientemente de su situación laboral. “Cuando tienes un programa con más libertad, la gente tiene el poder de aceptar la responsabilidad por sus propias decisiones y, creo, los resultados serán beneficiosos”. Este proyecto puede extenderse pronto a otras localidades como Nijmegen, Wageningen, Tilburgo y Groningen, que se encuentran en conversaciones con el ayuntamiento de Utrecht y que están esperando permisos de La Haya para poner en marcha sus propios programas de renta básica.

"Urge tener una política energética, porque el petróleo volverá a subir en unos años"

Article publicat a  El Confidencial

Tres protagonistas. Mariano Marzo, catedrático de Recursos Energéticos de la Universidad de Barcelona; Álvaro Mazarrosa, director general de la Asociación de Operadores Petrolíferos, y José Carlos Díez, economista y profesor
Fecha17.03.2015 – 05:00 H. 

Tres protagonistas. Mariano Marzo, catedrático de Recursos Energéticos de la Universidad de Barcelona; Álvaro Mazarrasa, director general de la Asociación de Operadores Petrolíferos, y José Carlos Díez, economista y profesor de la Universidad de Alcalá. Y un tema en común: el petróleo. Invitados para participar en el Foro ‘El Confidencial’-Banco Sabadell, los tres expertos diseccionaron el mundo del petróleo y la energía desde todas las perspectivas temporales –pasado, presente y futuro– y con un planteamiento de partida muy claro: «El precio del petróleo, ¿oportunidad o incertidumbre?» 

La balanza del debate se inclinó por la primera opción, es decir, por la oportunidad, de manera mayoritaria… pero sin perder de vista los desafíos –o incertidumbres– que se derivan de la espectacular bajada que viene protagonizando. No es para menos, puesto que en junio de 2014 el barril Brent, de referencia en Europa, llegó a superar los 115 dólares, y ahora cotiza a 54. Es decir, más de un 50% por debajo. «Para España es una bendición que nos pone viento de cola en el avión», reconoce José Carlos Díez.

Para Mariano Marzo, la fuerte caída del crudo constituye «el fin de un superciclo que se inició con la remontada de 2008″ y que acaba con una situación que no tenía demasiado sentido, porque un petróleo a 105 dólares invita al «nacimiento de nuevas técnicas» y «mata, o al menos ralentiza, el crecimiento económico mundial».

En su opinión, «hay cuatro factores fundamentales, entre los muchos que existen, que explican la caída del crudo». El primero, un exceso de producción sobre la demanda prevista. El segundo, el cambio «clave» en la estrategia de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y de Arabia Saudí. «Un petróleo a 105 dólares está subvencionando a sus competidores, y ha decidido no seguir pagando un precio político por el petróleo porque significa estar cavando su propia fosa». El tercero, «un contexto de abundancia de oferta energética en el que se relativizan los miedos geopolíticos». Y el cuarto, el final de las políticas de estímulo cuantitativo (QE) de la Reserva Federal (Fed) y la apreciación del dólar. «Existe una correlación perfecta desde la finalización del QE y la caída del petróleo», afirma.

Álvaro Mazarrasa. (Foto: Pablo López)
Álvaro Mazarrasa. (Foto: Pablo López)

«La clave de la caída es Estados Unidos», coincide Álvaro Mazarrasa. Aunque en su caso pone el acento en su política energética y el incremento del crudo no convencional gracias a la técnica del fracking (fractura hidráulica). Esta realidad, combinada con el exceso de oferta que sigue existiendo en el mercado y unos niveles de inventarios y almacenamiento en máximos de los últimos años, le lleva a advertir: «Todos estos elementos pueden provocar un nuevo derrumbe del petróleo, aunque es difícil de pronosticar».

Aunque José Carlos Díez matiza que «la caída de las materias primas es un fenómeno que no sólo afecta al petróleo, sino que es global«, reconoce que en el caso del crudo tiene características propias, entre las que sobresale el cambio de paradigma que está viviendo la industria. «La oferta constituye un componente deflacionista muy fuerte. La revolución de la oferta no ha hecho más que comenzar«, manifiesta. Y añade: «Es brutal lo que se está viendo en Estados Unidos. No me extraña que los árabes estén asustados. Y la tecnología va a ir a más».

Lo que ocurra hoy… condicionará el futuro

Para Mariano Marzo, más que producto de una revolución, el fracking «es consecuencia de un espíritu emprendedor«. Y aunque valora positivamente las implicaciones que tiene y el efecto sobre el precio del petróleo, aconseja huir de la complacencia o la euforia que puede generar el entorno actual para pensar en el largo plazo.

Mariano Marzo. (P. L.)
Mariano Marzo. (P. L.)

«Con los precios actuales, hay un 30% de la producción mundial de crudo en peligro, porque tiene costes superiores a los 60 dólares. Pero estamos sembrando lo que ocurrirá en el futuro, porque la realidad actual penalizará lo que ocurra. Y lo cierto es que sin el petróleo no convencional –el extraído con nuevas técnicas– no se cubrirá la demanda mundial», subraya. Y continúa: «El petróleo convencional tocó techo en el pasado, en 2008. Su producción no aumenta ni se espera que lo haga. Al contrario, porque cada año cae un 7%, con lo que el petróleo no convencional va a hacer falta, nos guste o no, salvo que caiga la demanda».

Desde estas premisas lanza un mensaje con ribetes de advertencia: «Los bajos precios de hoy darán paso a un rebote sustancial en tres o cuatro años y el inicio de un megaciclo alcista. Los precios actuales no garantizan el suministro a medio y largo plazo, con lo que iremos mal si nos dejamos llevar sólo por el momento actual. Por eso urge la necesidad de tener una política energética, porque el viento de cola se puede volver en contra en cualquier momento«. Siguiendo con este planteamiento, reclama que la energía sea «una prioridad estratégica» y un pacto de Estado para que sea así.

José Carlos Díez coincide con esta necesidad. Exponiendo cómo otros países o regiones del mundo, como EEUU o Asia, se están preparando para los desafíos energéticos, lamenta que en Europa y en España no se esté haciendo lo mismo. «Alguien tiene que poner las largas y pensar en el futuro», reclama.

El fracking y la «licencia social»

Con tres expertos dispuestos a exponer su visión sobre el pasado, el presente y el futuro del petróleo, una pregunta obligada no tardó en aparecer: ¿fracking sí o fracking no en España? 

Mariano Marzo saltó sobre su asiento para responder con la mayor precisión posible. «Más que un sí o un no, lo que hay que tener en cuenta son tres vectores. El primero, saber si tenemos recursos, cuántos y a qué precio. «Aún estamos en la etapa de investigación, con lo que no sabemos ni cuántos recursos hay ni cuántos se pueden convertir en reservas», precisa. El segundo, conocer qué impacto tiene. «No se trata de hacer una enmienda a la totalidad del fracking, sino de ir caso a caso. No hay motivos para prohibirlo, sino para regularlo, pero siempre caso a caso», aconseja. Y por último, preguntar si la sociedad lo acepta. «O conseguimos la licencia social para operar o realmente el futuro se estará comprometiendo», avisa.

José Carlos Díez. (P. L.)
José Carlos Díez. (P. L.)

José Carlos Díez coincide en la necesidad de «concienciar» a la sociedad, pero reclama «hacerlo bien», con informes técnicos y científicos que sean mostrados a la sociedad.

Mazarrasa, por su parte, lamenta que, más allá incluso del debate sobre el fracking, Europa esté dando la espalda a la industria. «En Europa no queremos industria ni búsqueda de recursos, y luego acudimos a Estados Unidos para que nos exporte energía», critica.

Fusiones, compras…

Los participantes también se ocuparon del impacto que la caída del crudo puede tener en las petroleras. «Estos precios conducen a una reestructuración que necesitaba la industria petrolera», admite Marzo. Prevé que pueden verse fusiones, porque quizá sea más rentable «comprar reservas que buscarlas». Y pone el acento en que el mundo camina hacia un nuevo modelo de empresa energética, y no sólo por las nuevas técnicas en la extracción del petróleo y el gas natural, sino también porque «las renovables han venido para quedarse, son competitivas sin subvención, son eficientes», y esta realidad conduce hacia una síntesis entre las compañías de combustibles fósiles y energía renovable.

Para José Carlos Díez, «en la industria se va a ver bastante sangre», sobre todo en las empresas que se endeudaron para montar unas infraestructuras que ahora habrá que ver si pueden pagar.
Y un último mensaje con el que Marzo explica muy claramente por qué el mundo actual es tan dependiente del crudo: «No estamos enganchados al petróleo porque seamos tontos, sino porque somos muy listos. No hay ningún combustible que tenga la densidad energética del petróleo, con lo que existe una razón física para esa dependencia. Y otra razón es económica. Un barril de petróleo vale ahora 54 dólares y un barril son 160 litros. Dividan 54 entre 160 y verán el coste de un litro de petróleo y es mucho más barato que un litro de una Coca-Cola«.

"La economía va a funcionar bien, pero a mucha gente le va a ir bastante mal"

Article publicat a  El Confidencial


Fecha20.02.2015 – 05:00 H. 
Sus ensayos sobre la crisis, que conformaron la trilogía del crash, consiguieron decenas de miles de lectores en todo el mundo. Tiene 75.000 seguidores en Twitter, colabora habitualmente en televisión y es una de los economistas más carismáticos. Santiago Niño-Becerra catedrático de la IQS School of Management (Universidad Ramón Llul) regresa a la actualidad editorial, con La economía. Una historia muy personal (Libros del lince) un texto en el que repasa de forma rápida y pedagógica la evolución económica desde la Antigüedad hasta el presente. El Confidencial ha conversado con él, no tanto para analizar el pasado sino para anticipar lo que nos espera.
PREGUNTA. Afirma en el libro que la Historia la han hecho siempre cuatro. ¿Quiénes son los cuatro que la hacen hoy?
R- Son las grandes corporaciones, las grandes instituciones internacionales y por supuesto los financieros. El mejor ejemplo es Grecia. Ha habido elecciones, donde se ha expresado la voluntad popular y… Portugal es otro caso evidente, porque su gobierno no quería el rescate, lo negó tres veces, y fue obligado a aceptarlo. La historia la hacen el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo o el Banco Mundial. Los demás están ahí y ejecutan las directrices buscando el equilibrio.
P. ¿Y los gobiernos nacionales? ¿Cuál es entonces su función?
R. Por más que sean elegidos por voluntad popular, tienen un poder ejecutivo muy limitado. Partiendo de la base de que en la UE las tres cuartas partes de las grandes decisiones son tomadas en Bruselas y en Frankfurt, les queda poco por hacer, y lo que hacen tiene que estar siempre en línea con lo que les mandan. Por ejemplo, la política fiscal está en manos de los gobiernos, pero a ninguno se le ocurriría hacer algo que desequilibrase la situación internacional a la que están sometidos, porque serían castigados.
P. Asegura que la economía es el sustrato principal de la historia de la humanidad. Y a su vez, que la tecnología determina la economía.
R. La tecnología es capital. Es verdad que en unas épocas tiene más importancia que en otras, en la época actual avanza a velocidad de la luz, y ese capital realimenta a otro capital.
Desde los años 80, el PIB va hacia arriba y el número de empleos hacia abajo
P. Pero hoy esa tecnología está pensada sobre todo para hacer los procesos de producción más eficientes, lo cual supone abaratar costes y prescindir de mano de obra.
R. El gran quid de la primera revolución industrial fue que aumentó la productividad y abarató los costes. De hecho, hasta finales de los años 70 del siglo pasado, la tecnología ahorraba el factor trabajo, pero si querías aumentar la producción necesitabas mano de obra. Eso fue así hasta los ochenta, la época del just in time y la robotización. Si comparas la evolución del PIB y la creación de puestos de trabajo, hasta los 70 van paralelas y a partir de los 80 divergen. Hoy hemos llegado a un punto en que se está sustituyendo de forma tremenda el factor trabajo por una tecnología que cada vez es más barata, más fácil de utilizar y más sofisticada. Esto reduce costes, pero también aumenta el paro estructural.
P. Pero si la tecnología hace prescindible el factor trabajo, ¿por qué se deslocaliza, yendo a buscar lugares de producción donde la mano de obra sea muy barata?
R. Esta deslocalización se produjo porque en ese momento el factor trabajo todavía tenía un peso. Pero mira lo que está pasando hoy con el textil. Una de las primeras zonas de EEUU en sufrir las deslocalizaciones fue Carolina del Norte, donde había una producción textil muy importante. Ahora están regresando las fábricas a esa zona, pero con una diferencia: si en los ochenta producir una tonelada requería 1250 trabajadores, hoy precisa sólo de 220. Teniendo en cuenta que los gastos de transporte son menores que si se produce en China, compensa regresar, porque el salario en China es barato (un poco menos) pero ya no es tan decisivo.
Europa se equilibró en el siglo XIX porque emigraron 50 millones de personas. Pero ¿dónde van a emigrar ahora? ¿A Marte?
P. ¿No sobrevaloramos la realidad actual de la tecnología? Nos dicen que están inventando muchas cosas que transformarán todo radicalmente, pero luego su presencia efectiva no deja de ser testimonial. Por ejemplo, quizá las impresoras 3D vayan a cambiarlo todo en el futuro,  pero su presencia actual es escasa.
R. En ciertos aspectos, la impresión en 3D en la manufactura ya está presente. Por ejemplo, se utiliza en algunos casos en la industria del automóvil, donde se han hecho ensayos para imprimir carrocerías, pero aún estamos al inicio del inicio. En Francia, Correos ha establecido espacios en algunas oficinas para instalar impresoras 3D para que la gente pueda recibir información y realizar allí sus impresiones. Falta mucho aún, pero las posibilidades que abre son tremendas.
P. Pues si son tremendas, también lo serán en términos de destrucción de puestos de trabajo. ¿En qué vamos a trabajar en el futuro inmediato? ¿Cómo solventaremos ese problema?
R. Esta situación de excedente de factor trabajo no es nueva. Entre 1850 y 1900 vivimos algo similar, que se solventó mediante la emigración a EEUU. Cincuenta millones de europeos salieron de aquí, llegando el continente a equilibrarse. Pero ahora ¿dónde va a emigrar este excedente? ¿A Marte? Por eso, partiendo de la base de que la evolución tecnológica no se va a detener, pienso que es necesaria una renta básica, una renta mínima, un subsidio, o como lo quieras llamar, que garantice la subsistencia a unas personas que en periodos determinados de su vida no van a ser necesarias para el mercado laboral. Da igual el partido político que hable de esto, pero esa parte de la población que no va a ser laboralmente necesaria en algunos momentos, o quizá nunca, tiene que ser financiada o sostenida para que siga existiendo. Como además la tecnología hará que bajen los precios, podrán vivir con poco dinero. Pero de este tema no se habla, porque parece algo feo.
P. En otras revoluciones industriales, acabaron apareciendo nuevas áreas en las que emplear todo ese caudal humano que la tecnología había expulsado. Pero no parece que ahora vaya a ocurrir lo mismo.
En Pittsburgh, la industria siderúrgica se deslocalizó durante los años ochenta y sin embargo apenas aumentó el paro. La gente emigró o se empleó en el sector servicios, pero con salarios inferiores. Un empleado de McDonalds no percibe lo mismo que quien tenía un empleo en la siderurgia. Aunque a base de minijobs se consiga una renta equivalente a la que se tenía antes, está claro que se produce una degradación del factor trabajo, sustituyendo aquella estructura industrial por otra deslocalizada o ultratecnificada, y de menor calidad. Puede que el paro haya bajado, pero también se está cayendo en horas trabajadas, lo cual quiere decir que se sustituye empleo fijo a tiempo completo por empleos a tiempo parcial y peor remunerados. Esto tiene implicaciones a nivel de renta, de cotizaciones sociales, y de cotizaciones fiscales, máxime cuando nuestra sociedad no está preparada para esto, sino para trabajar de ocho a seis de la tarde.
Tenemos que tomar las medidas oportunas para no caer en una gran crisis social, con todos sus problemas de inseguridad asociados
P. Otros puntales del empleo, como las pymes y los pequeños comercios, tampoco parece que vayan a tener un espacio en ese nuevo mundo.
R. Una gran superficie tiene un poder de negociación monstruoso en el proceso de compra, mientras que la tienda de barrio no tiene ninguno. Probablemente el pequeño comercio que sobreviva es el que se ultraespecialice ofreciendo valor añadido, pero eso da para lo que da, no para que haya una tienda en cada esquina. El pequeño comercio que hemos conocido lo tiene bastante mal.
P. Tal y como lo expone, ¿estamos abocados a una gran crisis social?
R. En Grecia ya está planteada una crisis social, con un tanto por ciento elevado de la población que necesita para vivir la pensión de una abuelo, y eso cuando las pensiones se han reducido a la mitad. El 27% de los españoles están en situación de pobreza. Al margen de que la gente tiene que cambiar de mentalidad, porque no todos podremos tener un Audi, está claro que tenemos que tomar las medidas oportunas para no caer en una gran crisis social, con todos sus problemas de inseguridad asociados. No me extraña que los condominios cerrados vigilados sean la última moda en Argentina.
P. Pero si los cambios en el modelo productivo están siendo tan importantes, ¿por qué el sector donde se ha hecho dinero en los últimos años ha sido el financiero?
R. Pikettyha dado una explicación que comparto en parte, como es que la tasa de crecimiento de rentabilidad del capital es superior a la tasa de crecimiento de la economía real, porque la importancia del capital ha variado, el capital financiero tiene vida propia y ha penetrado en todos los recovecos de la economía. En los 60 o en los 70 lo financiero ayudaba a lo real, mientras que ahora tiene vida propia. Hoy lo financiero es imprescindible, además, porque todo se financia, de modo que entiendo lógico que la concentración de la riqueza tenga lugar en esos ámbitos. Hay cada vez más grandes corporaciones que diversifican y cubren las dos vertientes, la financiera y la real. Siemens, por ejemplo, tiene licencia bancaria en Alemania. Gates decía que en el futuro los servicios financieros seguirán siendo necesarios pero los bancos no. Una gran corporación con excedente de liquidez puede prestar a sus clientes y proveedores de forma corporativa. Puede sustituir a un banco…
P. ¿Vamos a vivir una situación en la que la economía va a ir bien, pero a mucha gente le va a ir mal? ¿Van a ser tiempos buenos en lo económico y malos en lo social?
R. Pues sí. Va a haber estancamientos en rentas personales, pero además veremos cambios a nivel psicológico. Hasta ahora nos han dicho que el que no tenía un Ferrari había fracasado en el vida, y además nos daban los medios, si no para comprar un Ferrari, sí para comprar un Audi. Como ya no es así, y no volverá a serlo, vamos a vivir un choque a nivel mental. Ese cambio de paradigma va a ser muy duro, porque afecta al estándar de vida. Se va más cómodo en Audi a Bilbao que en un autobús, y ahora vamos a tener que ir en autobús. En lo real también habrá cambios en los modelos de protección social, de renta personal y de contratos de trabajo que nos van a llevar a tener una menor disposición de renta y bienes. Esto va a ocurrir para la mayoría de la población, la élite está al margen de estas cosas. El sentimiento de inseguridad será creciente y la mayor parte de la gente va a tener que preocuparse por sí misma y buscarse la vida, y eso es muy complicado. Y esto hasta donde alcanza la vista.