Alarmante subida de emisiones de gases de efecto invernadero en España

Article publicat a El Salmón Contracorriente
10 /8/ 2016 Ecologistas en Acción Ecologistas en Acción 

 Las emisiones de GEI en 2015 superaron los 339 millones de toneladas equivalentes de CO2 

 Ecologistas en Acción califica de temeraria la falta de compromiso del Estado español en la lucha contra el cambio climático. Prueba de ello es cómo el adelanto de los datos de emisiones de 2015 muestra claramente un incremento de un 4,23% de gases de efecto invernadero respecto a 2014, lo que supone un aumento en más de un 18% nuestras emisiones de de gases de efecto invernadero (GEI) respecto a 1990. A todo ello se suma un incremento de la degradación de la capacidad de absorción natural de un 8%

los datos avanzados por el Gobierno español a la Comisión Europea, las emisiones de GEI en 2015 superaron los 339 millones de toneladas equivalentes de CO2, con un aumento de 13,77 millones de toneladas respecto del año anterior (4,2% de incremento). 2015 es el segundo año en que se produce un incremento de las emisiones desde que en 2008 descendieran bruscamente debido a la crisis económica, y refleja la inacción de las administraciones públicas a la hora de poner en marcha políticas de lucha contra el calentamiento global. La cifra sigue situando al Estado español a la cabeza de la Unión Europea en el incremento de emisiones desde 1990, año que se toma como referencia para el protocolo de Kioto. artículos relacionados El suelo, un recurso no renovable ¿Con quién se ha reunido Arias Cañete desde la Cumbre COP21? El ozono se dispara en buena parte de España Reflexiones estratégicas entre cumbres climáticas y elecciones, para tiempos de colapso civilizatorio (II) El principal incremento que observamos se debe al sector energético, con un 17% de aumento de GEI, donde destaca dentro del mayor uso de combustibles fósiles el nuevo aumento de consumo de carbón, debido en parte al apoyo evidente del Gobierno a la utilización de este combustible obsoleto y contaminante. Otro de los factores determinantes es la actividad industrial, que aumentó un 10%, con un incremento del 17% del sector siderúrgico, así como un aumento del 23% de las industrias asociadas a los sustitutos del ozono. Es patente también cómo la nula acción de la administración frente a la movilidad provoca seguir con el incremento continuo de la motorización de los desplazamientos, que ha aumentado en un 2,5% su consumo. Así, el resultado evidente es un incremento neto del consumo de combustibles fósiles, que está muy por encima del resto de indicadores económicos, lo que indica la adicción del modelo económico español al petróleo. La falta de medidas contra el cambio climático provocará que el Estado español se vea obligado a aumentar en un 10% su peso en el sistema europeo de derechos de emisión (ETS). Las emisiones en España en el periodo 1990-2014 son las que más aumentaron en Europa: un 18,6% (en valores absolutos, 53,4 millones de toneladas). Estos datos muestran cómo las declaraciones del gobierno durante la COP21 de París son indefendibles, ya que no han sido capaces de lograr el descenso de las emisiones. De hecho, los compromisos asumidos por España le permitirán en 2020 seguir teniendo mayores emisiones que en 1990. Las reducciones comprometidas para 2030 son ínfimas. El nuevo año de referencia de los compromisos de reducción de GEI (2005), cuando se produjeron emisiones récord en España, hace que en 2015 pasemos de excedernos un 18% respecto a 1990 a haber reducido un 22% respecto a 2005. Las emisiones en España en el periodo 1990-2014 son las que más aumentaron en Europa Desde Ecologistas en Acción consideramos profundamente irresponsable las medidas del gobierno para incrementar el cambio climático, como son la política contraria a las renovables, la penalización al autoconsumo, las subvenciones a los sectores fósiles como el carbón, el apoyo a la energía nuclear o el recurso contra gobiernos locales y regionales que han manifestado su oposición al fracking. Esta actitud temeraria somete a todo el territorio español, especialmente frágil a las consecuencias del cambio climático, a un agravamiento peligroso del deterioro ambiental como consecuencia del calentamiento global. El Estado español, que debería ser puntero en el uso de tecnologías renovables, sigue apostando irresponsablemente por la continua quema de fósiles como única forma de desarrollo. Para Ecologistas en Acción es urgente y necesario dejar atrás esta visión cortoplacista e insostenible, abordando con la mayor urgencia un cambio radical en el modelo actual de producción y de consumo, que consiga disminuir las emisiones contaminantes y alcanzar la justicia social y ambiental.

Tu dinero es la deuda de alguien

Article publicat a El Salmón Contracorriente

Propuesta de Positive Money para acabar con endeudamientos
25 de julio de 2016

Hoy en día sólo el Banco Central Europeo puede imprimir billetes. La banca crea dinero sólo cuando piensa que es rentable prestarlo, prefiriendo invertirlo en especulaciones inmobiliarias etc. mientras que muestra poco interés en estimular la economía real. Positive Money es un movimiento británico que ha resucitado una propuesta de reforma monetaria de la década 1930, denominada como Chicago Plan. Esta es su propuesta.
Tu dinero es la deuda de alguien

Alf Melin (CC)  

Tienes dinero gracias a alguien que se ha endeudado. Todo el mundo dirá que no se acuerda de haberle obligado a pedir préstamos, por eso vamos a ver cómo nace el dinero.
Una cosa que distingue el dinero de cualquier otro producto y/o servicio es que tú no puedes crear dinero y ponerlo en circulación. Puedes cultivar verduras para comerlas si tienes huertas, puedes coser ropas para vestirte si sabes hacerlo y puedes diseñar tu propia página web si lo sabes, pero no puedes imprimir billetes de 5, 10, 20 ó 50 euros y gastarlo porque es un delito. Hoy en día sólo el Banco Central Europeo puede imprimir estos billetes y emitirlos a través de otras entidades financieras cuando le piden efectivo con tal de que no sólo devuelva el principal sino también las tasas de interés.
Pero hoy en día la mayoría del dinero está creado y existe como saldos positivos en las cuentas bancarias. Cuando Jorge solicita al banco el préstamo de 150.000 euros para comprarse una casa y se aprueba este pedido, lo que hace esta institución financiera no es sacar efectivos de 150.000 euros desde el cofre y entregárselo al prestatario, sino teclear esta cifra a su cuenta bancaria y así nace el dinero. Jorge le paga al inmobiliario, el inmobiliario les paga a sus proveedores etc. por transferencia bancaria, y no hay necesidad de efectivo. En Reino Unido, donde este proceso de creación monetaria por la banca privada está ya en un estado avanzado, el propio Banco de Inglaterra admite el hecho de que el 97,4% de la libra esterlina está creada como dinero bancario (véase abajo). Vamos a ver lo que significa este hecho en un ejemplo.
Supongamos una comunidad de seis personas (Ana, Bruno, Cristina, David, Elena y Fernando). El 01 de enero de 2016, Ana y Bruno toman un préstamo de 100 € con tasas de interés de 5% por un año respectivamente y empieza a circular el dinero entre los seis para intercambiar bienes y servicios. A finales de 2016, las seis personas tienen los siguientes valores:

COMUNIDAD Ana Bruno Cristina David Elena Fernando Total
Saldo 110 60 10 5 15 0 200
Deuda 105 105 0 0 0 0 210

En este caso, Ana puede pagar su deuda mientras que Bruno no lo puede, y aunque todos los demás sean tan solidarios como para darle todo el dinero (35€) a Bruno, le falta 10€ y su bancarrota sería inevitable. Pero el 31 de diciembre de 2016 Cristina y David consiguen préstamos de 200€ respectivamente y le pagan a Bruno para que pueda cancelar su deuda. A finales de 2017, los seis tienen los siguientes saldos:

COMUNIDAD Ana Bruno Cristina David Elena Fernando Total
Saldo 5 5 60 50 10 250 380
Deuda 0 0 210 210 0 0 420

En este caso, ni Cristina ni David puede pagar la deuda porque Fernando retiene la mayoría del dinero. Si él se pone solidario, todavía es posible salvar a uno de ellos, pero obviamente es imposible que ambos cancelen su deuda porque falta 40€. De esta anécdota, podemos decir lo siguiente:

  • El dinero se pone en circulación exclusivamente como crédito bancario = deuda: Tienes dinero porque se ha endeudado alguien (tus clientes / vecinos / empresas locales / ayuntamientos / gobiernos autonómicos o el estatal…)
  • La única solución para posponer la bancarrota es inyectar aún más créditos
  • La acumulación del dinero puede impedir que los prestatarios devuelvan dinero

Además, la banca crea dinero sólo cuando piensa que es rentable prestarlo, prefiriendo invertirlo en especulaciones inmobiliarias etc. mientras que muestra poco interés en estimular la economía real.

Propuesta de Positive Money

Es en este contexto que ha nacido Positive Money , un movimiento británico que ha resucitado una propuesta de reforma monetaria de la década 1930, denominada como Chicago Plan. Sus tres propuestas son:

  1. Arrebatar a la banca el poder de la creación de dinero para convertirlo en un proceso democrático, transparente y que rinde cuentas
  2. Dinero creado libre de deuda
  3. Que el dinero llegue a la economía real antes que a los mercados financieros y a las burbujas inmobiliarias

Vídeo: 3 simples cambios para refundar nuestro sistema monetario actual

Se podrá aprovechar este nuevo dinero para cancelar las deudas existentes sin volver a endeudar a nadie. Será un sistema monetario más sostenible porque hay menos riesgos de insolvencia. Mientras que hoy en día la gente está reacia a gastar dinero en esta economía con dinero escaso, se cambiará su comportamiento radicalmente con este dinero afluente, y también se mejorarán los servicios públicos gracias a la disponibilidad de más presupuestos. Quizá el gobierno llegue a reducir impuestos porque sobra el ingreso.

A menudo se rechaza esta propuesta por el miedo a la hiperinflación. Es fundamental obligar que el nuevo mecanismo de la creación monetaria (quizá por el banco central o por un nuevo comité monetario) monitoree también los precios: que inyecte más cuando bajan precios e inyecte menos cuando suben.

Impactos globales

Hoy en día existen diferentes corrientes interesantes que apoyan esta propuesta:

Las crisis del capitalismo. El medio ambiente como escenario de conflicto de clases

Publicat a  El salmón Contracorriente
5 de mayo de 2016
Constantino Cuenca Sánchez

Las crisis ecológica, energética, económica y social se potencian mutuamente. La construcción de una alternativa social y ecológicamente sostenible, soldada en base a principios de justicia social y ambiental está todavía pendiente.

El medio ambiente como escenario de conflicto de clases

Que la humanidad enfrenta una crisis ecológica de implicaciones profundas no es ninguna novedad. Resulta demasiado familiar oír a los locutores hablar de Cambio Climático, leer en los periódicos que emitimos grandes cantidades CO2 a la atmósfera, o ver cómo algunos ecologistas, cuidadamente presentados como parias por los mass media, defienden posiciones relacionadas con el fin de los carburantes fósiles o con el declive de algo que llaman biodiversidad; asuntos, sin duda, ajenos al interés material inmediato del grueso de la población.

La ‘normalización del desastre’

El sociólogo valenciano Josep Vicent Marquès acuñó el término «naturalización» para definir el proceso que lleva a una determinada sociedad a enmarcarse en una esfera de normalidad cuyos parámetros han sido definidos (y condicionados) por ella misma y su contexto histórico-cultural. En este espacio, las certezas y los actos sociales vienen determinados por un discurso social hegemónico que establece lo que es normal y lo que no lo es.
De manera similar, en los últimos años se ha generado un proceso social que denominaremos ‘normalización del desastre’ ambiental, algo que resulta ciertamente chocante teniendo en cuenta que la hipótesis del cambio climático, hoy innegable, durante años ha sido apartada sistemáticamente. Todos nos acordamos del primo de
Rajoy. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, parece que la estrategia ha dado un giro completo con una maniobra loca pero muy hábil. De algún modo, en la mayor parte de las sociedades, fundamentalmente en las del llamado norte global, se ha interiorizado la crisis ecológica como una evidencia que, con todo, ha sufrido una reorientación hacia su concepción como algún tipo de fenómeno natural que sucede en la otra punta del globo; como un suceso que, si bien puede resultar más o menos trágico, en el mejor de los casos nos toca sólo de forma tangencial y no rompe los estándares de horror habituales.

La dimensión internacional-mercantilista del neoliberalismo ha generado múltiples y profundas contradicciones


La industria de Hollywood, que ha colocado en escena los grandes desastres humanitarios de la historia una vez han sido digeridos por el gran estómago social, también se atrevió con escenarios ambientalmente apocalípticos y postapocalípticos: reprodujo un cambio brusco y fatal del clima global en El día de mañana, creó una raza súper avanzada de aliens ecologistas que lanzaron su «Ultimátum a la Tierra», y proyectó una situación de inhabitabilidad del planeta a través de «Wall-E», ese robot adorable, de la mano del gigante Disney. Desde tal perspectiva, se hace inevitable caer en la cuenta de que asistimos a algo mucho más terrible y fatídico que el propio desastre: nos hallamos ante su normalización social, ante una suerte reemplazo cinematográfico que observamos desde la butaca mientras comemos palomitas, lo que nos lleva al razonamiento natural de que todo acabará en cuanto salgamos de la sala de proyecciones.
Persistiendo en la jerga cinematográfica, la sinopsis de todo esto vendría a exponer que la lógica capitalista se ha apropiado no sólo de la propia naturaleza, sino que su maquinaria de espectacularización también lo ha hecho de la capacidad de aceptación social de su degradación. Ha logrado trivializar y ‘ficcionar’ el desastre ecológico, poniéndolo en el mismo plano abstracto en el que ha colocado a «Superman» o a «Godzilla».

“¡Más madera!”

Poco hay que decir sobre la señalada apropiación de la naturaleza que no haya sido ya objeto de sesudos estudios y debates, fundamentalmente desde ópticas marxistas y altermundistas. Para exponerlo de manera sintética, basta con una sola idea central: el modelo económico capitalista, fundamentado en el crecimiento continuo e ilimitado, choca frontalmente con la propia naturaleza finita de nuestro planeta. Y es que si hay algo que podemos dar por rotundamente cierto es que la Tierra tiene unos límites físicos perfectamente definidos. A partir de este punto, no es osado decir que la forma de orden social y económico dominante en las cuatro o cinco últimas décadas ha declarado una guerra sistemática y brutal al planeta y a sus pueblos. No es casual que lo que hoy se conoce como crisis ecológica se emplace en el mismo período histórico que la consumación de las prácticas geopolíticas y económicas neoliberales.

“Lo realmente utópico es creer que es viable vivir cada vez con más y más en un planeta finito”


La dimensión internacional-mercantilista del neoliberalismo ha generado múltiples y profundas contradicciones con la mera idea de justicia social, aun en su sentido más blando. Ha dotado a los grandes capitales de una potestad de exigencia sobre los gobiernos para que actúen en su beneficio bajo el chantaje de trasladar su producción a países que resulten más amables con sus intereses. Ésta es, probablemente, la manera más sencilla que encuentra el cuerpo corporativo transnacional de potenciar rebajas salariales al tiempo que ve reducida su carga impositiva. Y todo ello sin necesidad de ganar ningunas elecciones. Por descontado, hay un pretexto muy atractivo que justifica tal desliz: el crecimiento económico; ya no en un significado monetario, sino más bien como una construcción social, poetizada desde las altas esferas, que encarna un papel de superhéroe incorpóreo con el que resulta difícil no alinearse. Su potencial de seducción se ve, además, acrecentado ante el actual contexto de crisis económica, erigiéndose como único bálsamo capaz de bajar la fiebre social.
Pero hay objeciones para nada desdeñables. Resulta importante reiterar que, en el marco capitalista, el crecimiento económico constituye necesariamente un motor en continuo funcionamiento con una demanda crónica de combustible, algo inherentemente contradictorio con la naturaleza, aun suponiéndola como una simple dispensadora de recursos. Un antiguo profesor de la facultad solía comparar esta idea con aquella escena de Los hermanos Marx en el Oeste en la que un Groucho metido a maquinista bramaba su célebre “¡Es la guerra! ¡Traed madera! ¡Más madera!”, a lo que Harpo y Chico, enfervorecidos, respondían arrojando maletas, asientos, puertas a la locomotora. El acto concluye con el tren transitando a toda velocidad pero completamente despedazado.

Crisis ecológica y energética, claves en la guerra contra los pobres

El símil es tristemente ilustrativo y extrapolable a buena parte de los problemas ambientales, si no a todos. Cambio climático, pérdida de infraestructura verde, pérdida de diversidad biológica, y un largo etcétera. Todos ellos íntimamente vinculados a la acción del hombre, no de un modo generalizador, que supondría atribuir responsabilidades equitativas, sino más bien a una determinada marca histórica en la que esa ‘acción del hombre’ se ubica. Hablo de esa forma de hacer tan siglo XX, tan american way of life, que se ha vertebrado en torno a la energía fósil, fundamentalmente, cuyo cénit rozamos ya con la punta de los dedos y que, según
grandes expertos en la materia, en modo alguno podrá ser sustituida por fuentes de energía renovables con la actual demanda energética.

Con el agotamiento de los combustibles fósiles no sólo se hunde una fuente de energía, ni tan siquiera sólo un modelo energético. Se hunde el mismo esquema organizativo que rige las actuales sociedades, arrastrando consigo elementos tan esenciales como el propio acceso a los alimentos. Con un sistema alimentario global
absolutamente dependiente de los combustibles fósiles
, tanto a nivel de producción como de transporte, el rumbo apunta hacia un aumento brusco del precio mundial de los alimentos supeditado al incremento del precio del combustible. Este escenario invoca un severo impacto social caracterizado por el ensanchamiento de la brecha económica, no ya entre el norte y el sur globales, donde la brecha está ya consolidada, sino también en la esfera interna de países occidentales, donde el porcentaje de personas en situación de pobreza es cada vez mayor. Además, el perfil globalizado del modelo estimula un oligopolio de grandes corporaciones con capacidad competidora en detrimento de pequeñas empresas y campesinos, que difícilmente pueden asumir los costes necesarios para entrar en la fiesta tétrica del libre mercado.

Las crisis ecológica, energética, económica y social se antojan como un agregado indisoluble


Paralelamente, tales megacorporaciones, asentadas sobre la obtención del máximo beneficio y el cortoplacismo, son las que contribuyen de la manera más brutal y deliberada al cambio climático mediante el uso de agroquímicos nocivos, la degradación sistemática del recurso suelo o la emisión de gases invernadero, cuyos efectos globales (desastres naturales, alteración de las estaciones y cambios en los estándares climáticos en general) redundan en la agudización de las desigualdades: los más afectados por tales efectos son, naturalmente, los países más empobrecidos y los estratos obreros de las sociedades opulentas.
Tal y como se entrevé, las crisis ecológica, energética, económica y social se antojan como un agregado indisoluble. No sólo son inseparables, sino que se potencian mutuamente, componiendo un lienzo macabro al estilo de Los cuatro jinetes del Apocalipsis que hace ya tiempo que siembran guerra, hambre y muerte en las capas poblacionales empobrecidas. Mientras tanto, la comunidad internacional responde con instrumentos como la reciente Conferencia de París que, por muy histórica y positiva que haya sido dibujada por los grandes medios, reviste gran insuficiencia y unos tintes de optimismo que no concuerdan con la magnitud del problema.
No. Esto no es un film de Hollywood, no va a venir un héroe radiante a salvar el planeta, y ni por asomo este será encarnado por el crecimiento económico. Pero claro que existe salida. De hecho, la solución es forzosa y debe ser sistémica. El modelo capitalista global está obligado a desaparecer, ciertamente no porque las tesis
ecologistas y anticapitalistas gocen de posiciones políticas hegemónicas, sino por la propia inviabilidad del modelo. En absoluto es utópico pensarlo; parafraseando al escritor, politólogo y profesor universitario Carlos Taibo, “lo realmente utópico es creer que es viable vivir cada vez con más y más en un planeta finito”.
Sólo queda pendiente la construcción de una alternativa social y ecológicamente sostenible, soldada en base a principios de justicia social y ambiental, con todo lo que esto acarrea. La solución, efectivamente, será radical o no será, en el sentido de que necesariamente afectará a los cimientos de la actual sociedad, a su raíz. Se ha alcanzado un abismo complejo en el que la salida pasa por desaprender lo aprendido en las últimas décadas, y esto involucra algunas construcciones socio-culturales fuertemente afianzadas (cultura del consumo, transporte, cultura de la inmediatez, arquitectura de ciudades, etc.), y las formas de relación social y de convivencia con la naturaleza.

Constantino Cuenca Sánchez

La obligatoriedad de un cambio profundo

Article publicat a  El Salmón Contracorriente

11 de abril de 2016

La obligatoriedad de un cambio profundo

Es sencillo advertir en algunas estadísticas oficiales cómo el PIB de un determinado país tiene una vinculación estrechísima con su consumo de energía, hecho que confirma aquel fundamento esencial que indica que la energía es el motor de la economía. En la actual sociedad postindustrial, la afirmación aún resulta, si cabe, más incuestionable; de la energía, fundamentalmente de la fósil, dependen elementos tan básicos para la sociedad como el transporte o el propio acceso a los alimentos. Sería, por tanto, dramático que nuestra capacidad para disponer de ella se viera frustrada por algún motivo

La obligatoriedad de un cambio profundo

Foto: Micagoto  

Puede parecer catastrofista afirmar que ese punto está ya a la vuelta de la esquina, cuando no una completa locura, sobre todo teniendo en cuenta que nos movemos en un escenario en el que las posturas despreocupadas con respecto a la escasez de los recursos naturales fuente de dicha energía son fuertemente dominantes. Es cierto que existen estadísticas que afirman que queda petróleo para varias décadas. No obstante, para no caer en perspectivas erróneas, es necesario tener en cuenta que los problemas derivados de la escasez de las materias primas no aparecen cuando ya se han agotado, sino antes, cuando su oferta no es capaz de satisfacer la demanda que exige la sociedad.

La producción de petróleo está empezando a descender a un ritmo de en torno al 7% anual según la Agencia Internacional de la Energía, dato que, oportunamente, omiten las estadísticas anteriormente mencionadas que aseguran el suministro de petróleo para varias décadas más. Es decir, realizan una división de las reservas petrolíferas estimadas entre la producción anual, sin tener en cuenta que esta no es una constante y desciende año tras año. Ante esta situación, no es extraño que Fatih Birol, actualmente director ejecutivo de la Agencia Internacional de la Energía, reconociera públicamente en 2009 que sería necesario hallar y explotar el equivalente a seis Arabias Saudíes para mantener el nivel de crecimiento económico experimentado en las últimas décadas. Declaraciones como esta, que la mayoría entendería como irónicas, no están demasiado alejadas de posturas reales de ciertos analistas económicos que, precisamente, sugieren que la única condición para que el petróleo salga a borbotones de la tierra, como en el viejo oeste, reside en una inyección generosa de inversión al sector. No es difícil encontrar muestras de este tipo de visiones en prensa económica nacional comoEl Economista o Expansión.
Situémonos en el supuesto de que se realizaran unos esfuerzos económicos y energéticos descomunales para taladrar la Tierra de arriba abajo (no entro en los impactos ambientales que se derivarían) y que, efectivamente, se encontraran grandes pozos de petróleo. Por un lado, la lógica económica lleva a pensar que, con el gasto tremendamente abultado que conllevarían tales métodos, el precio del barril aumentaría desorbitadamente, lo que afectaría seriamente a amplios estratos poblacionales de una sociedad completamente basada en el consumo de carburantes fósiles como la nuestra. Y es que la energía no puede ser tratada como una mercancía más cuyo precio pueda ser moldeado por la mano invisible neoliberal. Parafraseando a Antonio Turiel, “la ley de equilibrio entre la oferta y la demanda tiene un límite basado en la capacidad de estrés económico de nuestra sociedad”.

Tasa de retorno energético, clave en el debate

Por otro lado, conviene destacar que, para que el negocio sea rentable y, por tanto, se siga llevando a cabo, es necesario extraer más energía de la que se gasta en obtenerla. En consecuencia, la clave no reside tanto en esa gran inversión de capital que usualmente es defendida desde ciertas esferas, sino más bien en la eficiencia. Esta es una ley fundamental que todo ser vivo sigue de manera automática: un león jamás invertiría la energía necesaria para perseguir y atrapar a una gacela si al comérsela no obtuviera un aporte energético superior.
En este punto, resulta importante introducir el concepto de Tasa de Retorno Energético (TRE), que resume lo anterior: una fuente energética debe proporcionar una energía neta superior a la que hay que gastar para producirla. Lo que ocurre con el petróleo y, de un modo general, con el resto de fuentes de energía no renovables (carbón, gas natural, uranio, etc.), es que esa TRE es cada vez más baja, que en términos económicos significa que su producción se hace menos rentable con el tiempo. Esto constituye sin duda un factor determinante en el cuadro de limitaciones de recursos en relación al desarrollo humano actual, puesto que encierra un escenario de escasez o, en el mejor de los casos, de aumento inasumible de costes de extracción.
Esta óptica de declive hace instintiva la alineación con posiciones de defensa de las fuentes de energía renovables. Sin embargo, resultados de numerosos estudios coinciden ya en una TRE generalmente baja para la mayor parte de las renovables, aunque con sensibles variaciones según la fuente concreta. A modo de ejemplo, un estudio relativamente reciente llevado a cabo por Pedro Prieto, vicepresidente de la AEREN (Asociación Española para el Estudio de los Recursos Energéticos) y miembro del CiMA (Científicos por el Medio Ambiente), concluyó que la energía fotovoltaica en ningún caso podrá sustituir a los combustibles fósiles en su tarea de mantener una sociedad con un modelo de vida como el actual. Adicionalmente, las tecnologías de generación de energía renovable presentan dos problemas añadidos: en primer término, presentan una gran dependencia de los carburantes fósiles tanto para su fabricación como para su instalación y mantenimiento; y en segundo lugar, algunos de los materiales que usualmente se utilizan para crear los dispositivos que las generan son a menudo elementos raros y caros.
Ante este panorama, nos vemos avocados a repensar no ya el modelo energético actual, sino más bien el propio espacio que como sociedad debemos ocupar en el marco ambiental. Resulta urgente que entendamos que la naturaleza y los recursos y servicios que nos proporciona no son mercancías supeditadas a las leyes económicas, sino que, por el contrario, la economía debe estar sometida a los límites ambientales. Tal vez lo inteligente sería razonar que no necesitamos sustituir la generación de la energía que actualmente consumimos por su generación a través de otras vías. Lo sensato, al tiempo que complejo, sería vislumbrar que la necesidad más urgente pasa por transformar radicalmente un sistema económico que precisa de un crecimiento ilimitado y continuo para ser viable y que, por tanto, exige mecanismos de explotación sistemática de los recursos naturales.
Sin duda, el reto se antoja escabroso, puesto que implica cambios estructurales a nivel individual y, fundamentalmente, a nivel de sociedad. No será sencillo demoler las ya consolidadas construcciones socio-culturales inculcadas durante las últimas décadas, que engloban enteros modos de vida basados en la inmediatez y en el consumo crónico. Quizás la complejidad del abismo, el miedo a la alternativa, se transforme en sencillez natural cuando por fin seamos conscientes y consecuentes con los límites de nuestro planeta.

¿Quién controla el mundo? Las 10 empresas que participan en más de 40.000

Article publicat a El salmón contracorriente

146 accionistas controlan el 40% del valor total de las empresas

1 de abril de 2016 
Narciso Pizarro

En 2011, S. Vitali, J.B. Glattfelder, and S. Battiston, publicaron un artículo de gran importancia, no solo muy citado, sino muy leído: The network of global corporate control (PLOS ONE, 26 de octubre de 2011) donde expusieron los resultados de una investigación gigantesca, realizada en la Escuela Politécnica de Zúrich, sobre la relación entre los propietarios de las mayores empresas del mundo.

¿Quién controla el mundo? Las 10 empresas que participan en más de 40.000

Foto: motropolico.org cc  

Esta investigación examina las relaciones de propiedad existentes entre las 43.060 mayores empresas multinacionales del mundo, con datos procedentes de la base de datos Orbis en 2007. Esas relaciones se analizan como cadenas de participaciones en el capital de una empresa en otra. Los autores encuentran 1.006.987 cadenas de relaciones de propiedad entre 600.508 nodos, actores económicos que incluyen a las más de 40.000 multinacionales y a otros agentes no incluidos en esta lista inicial de empresas.
Los resultados del análisis de esta red son muy interesantes: 737 accionistas, el 0,123% de todos los accionistas, controlan el 80% del valor de las más de 43.000 compañías multinacionales. Y, además, 146 de estos accionistas, el 0,024% del número total de accionistas, controlan el 40% del valor total de estas empresas. Es decir, existe una alta concentración del control. Y, lo que es quizás todavía más importante, esos accionistas están extremadamente conectados entre ellos. En el artículo se expone además la lista de los 50 mayores accionistas que se encontraron con los datos que, no olvidemos, son de 2007.
Con una metodología diferente y con datos de 2012, procedentes de la base de datos OSIRIS, la Dra. Reyes Herrero, de la Universidad Complutense de Madrid, estudiando las redes formadas por los accionistas comunes entre las 150 mayores empresas del mundo, encontró unos resultados muy semejantes. Los accionistas más importantes en este estudio coinciden casi totalmente con los de Vitali, Glattfederer y Batiston. Incluimos aquí la lista de los 10 inversores más importantes, con el número de empresas participadas por cada uno de ellos, que constituye una manera de ver directa e intuitiva de la importancia de los mayores inversores.

Lo más significativo además es que en muchas de las participadas están presentes simultáneamente varios de esos inversores. Y que, por otra parte, son accionistas unos de otros.
Como toque de atención para españoles: muchos de estos accionistas están en las empresas del IBEX35. El caso de Blackrock ha alcanzado una triste notoriedad, sobre todo en Madrid, como comprador de viviendas públicas a bajo precio.

146 accionistas controlan el 40% del valor total de las empresas

Poco importa que hablemos de la investigación de la Escuela Politécnica de Zúrich o de la realizada sin medios económicos en Madrid en lo que a lo esencial se refiere: unos pocos grandes inversores interconectados controlan la economía mundial. ¿Hay que molestarse en subrayar que controlan también los gobiernos y los Estados? Los escándalos de corrupción de los que tanto se habla exponen los vínculos entre políticos y empresas. En los relatos nos centramos en los políticos y denunciamos su comportamiento. Pero no tenemos bastante en cuenta a las empresas corruptoras: si el político se vende es porque alguien compra. Y lo que las empresas compran es la voluntad política. Imponen las decisiones que benefician sus intereses financiando a los partidos y a sus miembros. Las gigantescas cantidades de dinero de las que disponen son una herramienta de control. De control del mundo.
La dimensión científica y técnica de esta investigación se expone claramente en el vídeo “¿Quién controla el mundo?”

Tierra, trabajo y capital: JAK, la banca sin intereses

Article publicat a El salmón Contracorriente

Banca diferente para una economía diferente
4 de enero de 2016

Tierra, trabajo y capital: JAK, la banca sin intereses

JAK nace el año 1931, tras la crisis del 29, en una zona de la Dinamarca rural. Un grupo de granjeros y granjeras decidieron crear la asociación Jord Arbejde Kapital (Tierra Trabajo Capital) al percibir que, tras la crisis, seguían disponiendo de la misma fuerza de trabajo y de las mismas tierras, pero no disponían de capital: sufrían la falta de dinero líquido

Solamente texto

Tierra, trabajo y capital: JAK, la banca sin intereses

La Banca JAK surgió inicialmente con una moneda complementaria que permitía a los miembros de la asociación hacerse préstamos entre ellos sin intereses y mantener la economía local circulando. En 1933, cuando el movimiento creció, el gobierno danés prohibió la moneda, pero la asociación continuó con su filosofía, ahorrando y prestando coronas danesas sin intereses.
En los años 60 la idea saltó a Suecia, siguiendo el principio de préstamos sin intereses. Los fundadores de JAK en Suecia consideraban que el cargo de intereses causaba ’inestabilidad económica, que provoca desempleo, inflación y la destrucción del medio ambiente”. Asimismo, consideraban que los fondos de inversión hacían (y hacen) a las personas y a la sociedad en su conjunto, dependientes de los intereses, sobre los cuales la ciudadanía tiene poco control. Los fundadores estaban firmemente convencidos de que “las transacciones con intereses sirven para transferir liquidez de los pobres a los ricos y favorecer proyectos cortoplacistas’ [1], principios que van contra la soberanía económica y la sostenibilidad.

Los tres pilares: no intereses, membresía y educación popular

El JAK sueco obtuvo la licencia de operar como banca en 1997 bajo tres pilares: no utilizar intereses, ser una cooperativa de crédito donde todos los clientes son miembros y la educación popular.
En la actualidad son en torno a 38.000 miembros en un país con tan sólo una población de 9 millones de personas. Disponen de un capital de 120.000.000 € en ahorro y han prestado 80.000.000 €.
El JAK sueco percibió un problema de diseño en el JAK danés, y es que éste último siempre necesitaba nuevos socios para poder dar nuevos préstamos. Por este motivo, ’se instauró un mecanismo de ahorro obligatorio a través de un mecanismo de puntos de ahorro. Si una persona en JAK quiere tomar un préstamo tiene que ahorrar también’, explica Miguel Ganzo, que ha trabajado siete años en la banca sueca, ’puede ahorrar a priori, generando puntos de ahorro antes de pedir el préstamo, o paralelamente, es decir, si pides 100.000 coronas a 30 años, acumulas 100.000 puntos negativos y tienes que ahorrar otras 100.000 para que tu balance de puntos sea cero’. El banco JAK tiene un coste fijo del 3% para poder cubrir los costes administrativos.
En JAK además hay una cuestión solidaria de base, y es que los puntos se pueden donar o regalar, por ejemplo,’si unas personas mayores han ahorrado mucho y no van a pedir crédito, están generando muchos puntos de ahorro, que pueden dar a sus nietos para que no necesiten ahorrar tanto antes de pedir dinero prestado’, explica Ganzo. ’También se hace entre privados y asociaciones, por ejemplo, un grupo que quiera fomentar la soberanía energética. Si una comunidad se quiere comprar un molino de viento, regalan sus puntos de ahorro privados a la asociación comunitaria para que pueda comprar el molino’.
’El ahorro también ha sido un lastre, porque cuando los intereses están muy bajos en el mercado convencional, no podemos competir con otros bancos’, indica Ganzo. Cuando en el mercado los intereses bancarios son menores de un 3%, las personas piden menos crédito a JAK, por lo tanto ahorran menos y el banco tiene menos liquidez. Además, una característica de JAK es que no pide créditos a otros bancos para poder hacer préstamos, ya que en ese caso tendrían que entrar en el juego de los intereses. Una solución creativa que están valorando en la actualidad para solventar este problema es que ’el ahorro obligatorio en JAK esté relacionado con la tasa de interés nacional, es decir, si los intereses en banca convencional están a más de un 4% hay que hacer un ahorro completo, pero si recibes un préstamo en JAK cuando los intereses están a un 2%, estás haciendo un acto de apoyo al banco, y en este caso tendrías que ahorrar solo la mitad’. No obstante, esto supone problemas para la filosofía del JAK, ya que tiene el compromiso con sus miembros de que ’cuando firman un préstamo, sepan cuánto les va a costar durante toda la vida del préstamo’.
El JAK no tiene publicidad, tan solo usa el boca a boca, y utiliza sus fondos propios para la educación financiera de los miembros, para que sepan cómo funciona su banco y puedan participar en la democracia bancaria tomando decisiones informadas. La educación popular del JAK parte de lo local: cuando tres miembros del JAK en la comunidad deciden asociarse para aprender más sobre JAK, reciben formación en la central y abren una asociación JAK local en su comunidad, así como fondos para realizar nuevas formaciones.

Los principios de la banca JAK

  • Las personas son libres e iguales. Creen en la diversidad y la cooperación. Las consideraciones éticas son más importantes que obtener beneficio.
  • El dinero debería funcionar como un medio de intercambio libre, no como un medio para la especulación.
  • La economía debería reducir las diferencias entre ricos y pobres.
  • El sistema de uso de intereses es injusto ya que distribuye el dinero de aquellos que tienen menos a aquellos que ya tienen mucho.
  • La realidad económica debería estar subordinada a las demandas de la sostenibilidad ecológica.
  • JAK no apoya el crecimiento económico continuo. El sistema económico debería estar organizado de tal manera que no comprometa nuestros ecosistemas
  • La financiación libre de intereses promueve inversiones a largo plazo, que son un requisito para el desarrollo sostenible.
  • Una economía justa requiere un sistema democrático, donde todas las opiniones y puntos de vista son tenidos en cuenta de la misma manera.
  • Todo el mundo debería tener acceso a la información necesaria para tomar decisiones bien informadas.
  • Los debates y discusiones que tengan la base en el respecto a otros puntos de vista deben ser estimuladas.
  • Economías locales sólidas para una globalización sólida.
  • El dinero debe ser utilizado localmente, donde están las personas, para satisfacer necesidades reales.

JAK fuera de Suecia

Existen otros países que se han mostrado interesados en la banca sin intereses y que han exportado el modelo JAK, como por ejemplo Alemania o Italia. En España existe un grupo de personas que están iniciando la andadura JAK, aunque todavía no han constituido el banco. Tienen como fin ’la implantación en España de un modelo de préstamo y ahorro JAK’, sin embargo se plantean el proyecto a largo plazo y por ahora, su objetivo a corto y medio plazo es sentar las bases de lo que será JAK en España y difundir que es posible y existe ya un banco sin intereses, demostrando que otra forma de hacer banca es posible.

Notas

[1De Anca, C. y Trullols, C.JAK MEDLEMSBANK. Free interest banking in a changing global financial system. IES Business School. 2011.

Más de 150 políticos y activistas firman el llamamiento "Un Plan B para Europa"


«Muy interesante el Plan B para Europa, excelente iniciativa, pero faltan cosas esenciales
1. El cambio de modelo productivo que hay que hacer para luchar eficazmente contra el cambio climático, una gravísima amenaza, también en la escala europea, sobre todo para los países mediterráneos.
2. Abordar el grave problema de la dependencia del petróleo y de su escasez en ciernes (peak-oil) por los efectos que puede tener sobre la estabilidad del sistema económico.
3. Incorporar el relato de protección de los ecosistemas y del propio ser humano a las prioridades de la cumbre. Sin políticas contra el cambio climático y por la protección de los ecosistemas no hay cambio real. «


El llamamiento, que nace casi de forma paralela al movimiento DiEM25 (Democracy in Europe Movement 2025) lanzado por el exMinistro Yanis Varoufakis hace sólo unos días, ha sido lanzado esta misma mañana con la intención de denunciar una Europa falta de democracia, insolidaria y basada en la “austeridad que privatiza los bienes comunes y destruye los derechos sociales y laborales en lugar de hacer frente a las causas iniciales de la crisis, la desregulación del sistema financiero y la captura corporativa de las instituciones de la UE a través de los grandes lobbies y las puertas giratorias”, tal y como indica el texto.

Article publicat a El Salmón Contracorriente

Convocan una conferencia europea los días 19, 20 y 21 de febrero en Madrid

Cientos de activistas, políticos e intelectuales de la talla de Yanis Varoufakis, Ada Colau, Susan George, Ken Loach, Teresa Rodríguez, Carlos Sánchez Mato, Miguel Urbán, Marina Albiol o Noam Chomsky, firman el llamamiento ‘Plan B, contra la austeridad, por una Europa democrática’ y convocan a una conferencia europea que se celebrará en Madrid los días 19, 20 y 21 de febrero.

Esta iniciativa es lanzada por personalidades del mundo de la política, intelectuales y activistas de movimientos sociales entre los que se encuentra el ex-Ministro de Finanzas Yanis Varoufakis junto con la ex-presidenta del Parlamento griego Zoe Konstantopoulou, los eurodiputados de Podemos e Izquierda Unida, Lola Sánchez, Miguel Urbán, Marina Albiol y Javier Couso, la alcaldesa de Barceloa Ada Colau, el Alcalde de Cádiz José María González “Kichi”, el concejal de economía y hacienda de Madrid Carlos Sánchez Mato, la Presidenta del Transnational Institute Susan George, el lingüista y activista estadounidense Noam Chomsky, Yayo Herrero de Ecologistas en Acción o el director de cine Ken Loach.
Ante la Europa de la austeridad, la desigualdad, precaria, insolidaria y gobernada de facto por una tecnocracia al servicio de los intereses de una pequeña, pero poderosa, minoría de poderes económicos y financieros” en la que nos encontramos en estos momentos, el llamamiento propone una mayor coordinación, colaboración y cooperación práctica entre los movimientos sociales, plataformas ciudadanas y ONG’s que ya se han puesto a trabajar para cambiar esta Europa, como la campaña No al TTIP, Blockupy o las Euromarchas. Una unión de fuerzas solidaria e interancionalista que pueda plantar cara a la Europa de la austeridad.
Para ello, los firmantes del llamamiento, convocan a la ciudadanía a participar en una conferencia europea que se celebrará los días 19, 20 y 21 de febrero en Madrid, en la que se celebrarán exposiciones, charlas y talleres para debatir sobre deuda, moneda, migración, derechos laborales, estructura europea o comercio internacional.
Para adehrirse y firmar el llamamiento podéis vistar la web del Plan B.


Un Plan B para Europa
Llamamiento para construir un espacio de convergencia europeo contra la austeridad y para la construcción de una verdadera democracia.

En julio de 2015 asistimos a un Golpe de Estado financiero ejecutado desde la Unión Europea y sus Instituciones contra el Gobierno griego, condenando a la población griega a seguir sufriendo las políticas de austeridad que ya habían rechazado en dos ocasiones a través de las urnas. Este golpe ha intensificado el debate sobre el poder de las instituciones de la Unión Europea, su incompatibilidad con la democracia y su papel como garante de los derechos básicos exigidos por los europeos.

 Sabemos que existen alternativas a la austeridad. Iniciativas como «Por un Plan B en Europa», «Austerexit» o DiEM25 (Democracy in Europe Movement 2025) denuncian el chantaje del tercer memorando de entendimiento impuesto a Grecia, el fracaso económico que supondrá y el carácter antidemocrático de la UE. Reconocido por el mismo presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, quien declaró: “No  puede haber decisiones democráticas contra los tratados europeos”

También somos testigos de la respuesta insolidaria (en ocasiones hasta xenófoba), de las Instituciones Europeas y de los Estados Miembros ante la llegada de refugiados procedentes de Oriente Medio y África, y ante el drama humano que ello conlleva. Remarcando la hipocresía del discurso de la UE respecto a los DDHH, que de forma indirecta, a través de la venta de armas o con políticas comerciales, es un actor clave en los conflictos que han provocado las recientes crisis humanitarias. El régimen de crisis de la UE, iniciado hace ocho años y basado en la austeridad, privatiza los bienes comunes y destruye los derechos sociales y laborales en lugar de hacer frente a las causas iniciales de la crisis; la desregulación del sistema financiero y la captura corporativa de las instituciones de la UE a través de los grandes lobbies y las puertas giratorias. La UE promueve soluciones falsas negociando, con gran opacidad y sin apenas control democrático, tratados de comercio e inversión como el TTIP, el CETA o el TiSA, que eliminan lo que consideran barreras al comercio: los derechos y normas que protegen a la ciudadanía, a los trabajadores o al medio ambiente. Es el golpe definitivo a nuestras democracias y al Estado de Derecho, especialmente a través de los mecanismos de protección al inversor.

La actual UE está gobernada de facto por una tecnocracia al servicio de los intereses de una pequeña, pero poderosa, minoría de poderes económicos y  financieros. Todo ello ha provocado el resurgimiento del discurso de la extrema derecha y de posiciones xenófobas y nacionalistas en muchos países de Europa. Los demócratas tenemos la responsabilidad de reaccionar ante esta amenaza e impedir que los fascismos capitalicen el dolor y el descontento de la ciudadanía, la cual a pesar a pesar de todo ha demostrado solidaridad ante la tragedia humanitaria que sufren cientos de miles de personas refugiadas.

La sociedad ya se ha puesto a trabajar por un cambio radical en las políticas de la UE.  Movilizaciones sociales, como Blockupy, la campaña NO al TTIP, el Alter Summit, la huelga general europea en 2012, las Euromarchas, o el ingente trabajo realizado por numerosas plataformas ciudadanas y ONG’s, suponen un valioso capital humano, intelectual e ideológico por la defensa de los Derechos Humanos, el respeto a la Tierra y a la dignidad de las personas por encima de intereses políticos y económicos. Creemos, sin embargo, que es necesaria una mayor coordinación y cooperación práctica para la movilización a nivel europeo.

Hay muchas propuestas en marcha para acabar con la austeridad: una política fiscal justa y el cierre de paraísos fiscales, sistemas de intercambio complementarios, la remunicipalización de los servicios públicos, el reparto igualitario de todos los trabajos incluidos los cuidados en condiciones de dignidad, la apuesta por un modelo de producción basado en las energías renovables, y reformar o abolir el pacto fiscal europeo – formalmente Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza en la Unión Económica y Monetaria. 

El ejemplo de Grecia nos ha mostrado que para hacer frente a la actual coyuntura debemos aunar esfuerzos desde todos los Estados Miembros y desde todas las esferas: política, intelectual y de la sociedad civil. Nuestra visión es solidaria e internacionalista.

 Por estos motivos, queremos generar un espacio de confluencia  en el que todas las personas, movimientos y organizaciones que nos oponemos al modelo actual de Unión Europea y consensuar una agenda común de objetivos, proyectos y acciones, con el fin último de romper con el régimen de austeridad de la UE y democratizar radicalmente las Instituciones Europeas, poniéndolas al servicio de la ciudadanía.

Para ello convocamos una conferencia europea los días 19, 20 y 21 de febrero en Madrid, y llamamos públicamente a participar en los debates, grupos de trabajo y exposiciones que allí se organizarán.

Más información en www.planbeuropa.es

 

 

Se presenta en Madrid la moneda BioRegional. La basura que hackea el sistema: Una moneda basada en biorresiduos

Publicat a  El Salmón Contracorriente 
15 de julio de 2015
Genoveva López Morales

El pasado 7 de julio se presentó en Madrid «Economías BioRegionales«, una moneda social para dar valor a los biorresiduos y basada en los principios de la economía circular

La basura que hackea el sistema: Una moneda basada en biorresiduos

Una moneda basada en los principios de la economía circular

La economía circular es un término genérico para denominar a aquella economía que utiliza los recursos de manera constante, es decir, donde los recursos circulan a lo largo del proceso económico siendo reutilizados, sin causar desperdicios. Este tipo de economía toma su modelo de acción de los patrones de funcionamiento de la naturaleza, la cual no funciona de un modo lineal (producir-usar-tirar) sino que funciona de modo circular:

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Imagen: innodriven.com  
Imagen: innodriven.com

La economía circular está basada en los siguientes principios:

  • La basura es alimento: en el ciclo circular no hay desperdicios.
  • La diversidad fortalece: los entornos diversos son más resilientes, resisten mejor el cambio y las crisis.
  • La energía debe provenir de recursos renovables.
  • Basada en modelos de pensamiento sistémico: el mundo se organiza en sistemas, no en partes estancas. Cualquier acción que se lleve a cabo tiene consecuencias en un entorno sistémico.

La moneda bioregional que usa la basura

La Asociación de Economías BioRegionales es de ámbito estatal y agrupa a activistas y profesionales de diferentes disciplinas implicados en la innovación social. La asociación, constituida en 2015, tiene por objetivo dinamizar la creación, diseño y orientación de monedas complementarias en territorios de escala local y regional. Pretende impulsar los ciclos virtuosos y fomentar los procesos de transición agroecológica y construcción de soberanía alimentaria, energética, financiera y monetaria que compensen y complementen los retos de desigualdad social e insostenibilidad que plantean los procesos globalizadores, ineficientes ambientalmente e intensivos en capital financiero, y que debilitan los procesos sociales y de desarrollo local.
La Asociación propone una moneda social, alternativa y solidaria en la BioRegión zona centro de la Península Ibérica. Es una moneda basada en BioResiduos que tiene «un alto valor sinérgico que permite ahorrar costes, capitalizar socialmente nuevas eficiencias, especialmente en los ámbitos de los residuos y las energías renovables, y contribuir a corregir comunitariamente las graves ineficiencias económicas y ecológicas de nuestros municipios y comunidades» según su página web.

El modelo que propone la Asociación de Economías BioRegionales se enmarca en la modalidad de monedas respaldadas en euros. Las monedas respaldadas en moneda nacional pretenden tener un modelo de gestión y decisión más amplio (público-privado) y un horizonte de objetivos cuantitativos y cualitativos de mayor extensión, tanto en tipo de actores como en número de ciudadanos.
La moneda BioRegional (MbR) da valor a los BioRresiduos, cuya gestión es clave en los procesos de soberanía alimentaria y biorregionalización. La MbR propone introducir un sistema de manejo agroecológico para los BioResiduos de tal manera que se fomenten los sistemas de economía circular, la producción agroecológica y el consumo local.
El modelo presentado en Madrid comprende distintos elementos creando un círculo económico donde los pasos son los siguientes: en primer lugar, los poderes locales que muestren interés en la gestión de los BioRresiduos comprarían un bono por valor de en torno a 10.000 euros para que la Asociación de Economías BioRegionales gestione la recogida de BioRresiduos en su localidad. Inicialmente, los vecinos concienciados ecológicamente y comprometidos aportarían sus BioResiduos perfectamente separados (tal y como hacemos con el papel y cristal) a determinados puntos de recogida como los huertos urbanos, por ejemplo. Una vez allí los BioResiduos serían recogidos por una empresa de economía social y repartidos a agricultores para su compostaje y uso en producciones ecológicas. Los resultados de esa cosecha, serían vendidos en el comercio local de la BioRegión zona centro de la península.
Lo interesante del modelo es que cuando el Ayuntamiento paga los 10.000 euros a la Asociación, ésta emite el mismo valor en Moneda BioRegional, duplicando de esta manera la masa monetaria. Tanto los euros como las MbR serían repartidos entre los distintos actores que ven de esta manera incentivada su participación en el sistema de economía circular. Las MbR serían aceptadas en los comercios locales para la compra de productos del territorio, de esta manera se incrementaría la riqueza local, se fomentaría lo ecológico y se acortarían las distancias económicas.
Los actores del sistema serían tres por lo tanto: los hogares, los gestores de recogida y los gestores de agrocompostaje. Todos ellos se organizarían en REDES integradas por NODOS.
Red bioLocal. Es una red de recogida integrada por NODOS. Un NODO supone un punto y momento determinado de recogida de los BioRresiduos de estos hogares. Los NODOS están compuestos por unos 20 hogares. Una red está compuesta por 5 o 10 nodos (100 o 200 hogares).
Gestor de recogida (GRE). Es una organización o persona que se compromete a la recogida de una Red para trasladarlo a un gestor agrocompostador.
Gestor agrocompostador (GAR). Es una organización o persona que se compromete a la recepción y agrocompostaje de los BioRresiduos, para aplicación en su “huerta” individual o venta como fertilizante orgánico.
Las Administraciones Locales se consolidan como un actor clave en el proyecto de MbR y de fomento de una economía circular, más eficiente social y ecológicamente. Para emitir moneda sobre el valor de ahorro de prevención de vertido y generación de otro circuito son necesarias dos premisas fundamentales: la disposición por parte de las Administraciones Locales de participar en un proyecto de prevención en la recogida de BioResiduos mediante un mecanismo de agrocompostaje comunitario, y la realización de una campaña de información a los ciudadanos para organizar nodos y compromisos de separación y recogida selectiva de los bioResiduos.
Franco Llobera, de la Asociación Economías BioRegionales, afirma que los BioResiduos representan uno de los sectores que más ha incrementado en emisiones de gases de efecto invernadero. «En España el modelo de gestión de residuos es especialmente perverso e ineficiente económicamente, y especialmente contaminante». Por ejemplo, en Austria, el 60% de la capacidad de tratamiento y recirculación de la materia orgánica se hace mediante agrocompostaje, y supone unos costes de unos 50 €/tonelada mientras que en España, los costes que asumimos están en torno a los 150 y 300 €/tonelada.
Asimismo, la Asociación se plantea que las políticas de remoción de carbono, «deben evolucionar desde los modelos lineales (carbono fijado en biomasa arbórea) a los sistémicos BioRegionales de base agroalimentaria. España gasta cerca de 110 Millones de euros al año en compra de derechos de emisión. Si hiciéramos como Australia que ha convencido al panel intergubernamental de que el suelo es el mayor sumidero de carbono, los agricultores podrían recibir cerca de 1000 € año por hectárea para fertilizar con materia orgánica».
En estos días, la Asociación de Economías BioRegionales está dando a conocer el modelo y realizando distintos talleres para que el público y Administraciones se familiaricen con la nueva Moneda BioRegional.
Para conocer las fechas de sus próximos talleres y presentaciones pinchar en este enlace.

Entre la toma de las instituciones y la creación

Article  publicat a El Salmón Contracorriente 

Las sociedades humanas necesitan instituciones. En la coyuntura actual, una discusión candente está entre tomar las que existen (las del Estado) para transformarlas o construir instituciones propias no estatales. En el debate que se está realizando, desde nuestro punto de vista, no se está considerando adecuadamente el nuevo contexto de colapso civilizatorio, que marca elementos radicalmente diferenciales. Desde este enfoque hacemos nuestras reflexiones.

Entre la toma de las instituciones y la creación

Artículo publicado en Libre Pensamiento nº 82.
El debate entre la toma o la creación de las instituciones es viejo. Entronca con el de las estrategias estatocéntricas frente a las no estatocéntricas. Aquí, la opción estatocéntrica ha dominado desde la Guerra Civil. Esto es válido tanto para quienes han participado en partidos políticos, como para los movimientos sociales y sindicales, que han centrado su actividad en condicionar las políticas estatales.
Sin embargo, el debate se reaviva continuamente, y es inevitable que así sea, pues el contexto va variando. Actualmente, vivimos un ciclo de agitación social que ha evolucionado, simplificando mucho, desde la movilización hasta la toma de las instituciones. Pero, ¿es esta la estrategia adecuada? Antes de intentar abordar esta cuestión es necesario marcar unos apuntes del contexto, porque el Estado actual no es el de la segunda mitad del siglo XX en Europa, tampoco el de la América Latina de cambio de siglo. Y en el futuro, menos.

Apuntes de contexto

No vamos a desglosar las causas por falta de espacio, pero el contexto actual y futuro es de colapso civilizatorio caracterizado por una reducción de la energía y de los materiales disponibles, quiebra del capitalismo global, fin de la hegemonía estadounidense, conflictos en alza por el control de los recursos y descenso demográfico [1]. Esto hará que el Estado sufra fuertes cambios. Creemos que el modelo de Estado-nación que surgió en la etapa fosilista del capitalismo, al menos en las regiones centrales, desaparecerá.

La principal debilidad del Estado fosilista es que es demasiado complejo para sostenerse en un entorno de energía disponible declinante. Las organizaciones dominadoras complejas (que son grandes consumidoras de energía y recursos) terminan encontrando crecientes problemas simplemente para conservar el statu quo. Es la ley de rendimientos decrecientes aplicada a las estructuras institucionales [2].
Los Estados tendrán que hacer frente no solo a la crisis energética, sino asimismo a los agudos problemas derivados del cambio climático, y de la crisis ecológica y de recursos. Además, los conflictos internos y externos serán mayores: guerras, migración, aumento de la pobreza, etc.
Para afrontar esto, contarán con presupuestos cada vez más precarios. Se reducirán los ingresos (menos cotizaciones sociales por aumento del paro y
disminución de los sueldos, mayor dificultad para cobrar a las empresas, auge de la economía sumergida), aumentarán los gastos (rescates de empresas y bancos, prestaciones por desempleo, incremento de la factura energética, guerras por los recursos), habrá importantes partidas difícilmente recortables (mantenimiento de infraestructuras, pago de la deuda) y la capacidad de financiación disminuirá, al menos para los Estados “menos fiables”. Y las herramientas a su alcance (creación de dinero, bajada de tipos) tienen unas capacidades limitadas.
Las clases medias han sido un elemento clave del desarrollo del Estado capitalista: al practicar el consumo de forma masiva, han sostenido el crecimiento económico; y al votar al “centro”, han garantizado la estabilidad política. Las dos características principales de la clase media son un grado razonable de seguridad financiera (sin ser rentista), y de seguridad física y psicológica. Estos dos elementos se quebrarán por la merma del poder adquisitivo y de los servicios sociales en un clima de creciente desestructuración social. Este proceso se agudizará conforme se vaya jubilando la población que todavía goza de unas condiciones laborables comparativamente buenas y que es básica en el sostén, a través de las familias, del resto. Y eso por no hablar de la crisis de cuidados [3].
Los Estados tendrán cada vez menos legitimidad social:
i) La población experimentará como, en paralelo a su menor poder adquisitivo, el Estado recorta sus prestaciones sociales. El Estado social, concebido a partir de los beneficios del capital por una productividad creciente gracias a un gran flujo de energía, es simplemente insostenible. 
ii) La dilución del Estado social y la crisis conllevarán una mayor autoorganización social, lo que redundará en la desafección hacia el Estado por inútil. Así, perderá una herramienta básica de neutralización y cooptación. 
iii) Serán menos capaces de sostener la paz social. 
iv) La conflictividad en aumento también será exterior y llevará a la necesidad de la conscripción masiva, lo que también minará potencialmente la legitimidad del Estado, especialmente si las guerras se pierden y/o el número de bajas es alto. 
v) Además, el Estado ya ha perdido mucha legitimidad por su propio funcionamiento (continuos casos de corrupción, funcionamiento al servicio de los grandes capitales, falta de una mínima representatividad real).
En este marco, los movimientos sociales (incluyendo sus opciones electorales) son débiles respecto a los desafíos, sobre todo en su capacidad de crear mundos alternativos. Además, las organizaciones contemporáneas, en general, no escapamos al desconcierto social de estar viviendo el derrumbe del orden del siglo XX. Tenemos una gran dificultad para elaborar medidas que respondan a la Crisis Global en sus múltiples facetas de manera que se satisfagan las necesidades sociales de forma democrática, justa y solidaria, no digamos sostenible.

La diferencia entre crear y tomar las instituciones

Aunque caben muchos grises, un dilema estratégico está entre la toma de las instituciones para su transformación o la creación de nuevas instituciones. Partimos del hecho de que las sociedades humanas necesitamos instituciones, requerimos de una organización formal para nuestro funcionamiento. Las instituciones actuales giran en gran parte alrededor del Estado (entendiendo este como el conjunto de administraciones, también las locales). Las que se están creando por parte de los movimientos sociales, mayoritariamente, son no estatales.
Por Estado nos referimos a una organización donde el poder se concentra en grupos sociales específicos. Para ejercitar este poder, los gobernantes tienen capacidad de coacción sistemática mediante herramientas militares, políticas, económicas e ideológicas. Es un “poder-sobre”. Por lo tanto, hay Estados más o menos dominadores, pero no hay ejemplos históricos de Estados realmente democráticos e igualitarios. En todo caso, el Estado también cristaliza el conflicto social y el equilibrio entre intereses de clase, género, étnicos, etc. y no solo es una prolongación de los intereses del capital.
Por organizaciones no estatales, nos referimos a aquellas en las que no hay un grupo social escindido de la sociedad que gobierna, sino que son las propias sociedades las que se autoorganizan [4]. Pueden existir muchas formas de organización no estatal. Entre ellas, las democráticas son las predominantes, pero también pueden estructurarse otras basadas en la dominación. Las instituciones no estatales democráticas se basan en el “poder-con”.
Las organizaciones no estatales significan la institucionalización de muchas de las herramientas de lucha y de autogestión que los movimientos sociales han ido creando. Un ejemplo serían los nuevos comunales. Este tipo de relaciones horizontales son habituales en la cotidianidad (aunque mezcladas con las dominadoras), han sido articuladas a nivel meso (por el zapatismo, por ejemplo), y macro (como Zomia, que pervivió sin Estado hasta mediados del siglo XX [5]). En esta creación de instituciones, el Estado no tiene necesariamente que estar al margen, ya que en muchos casos han sido cooptadas por el Estado o han sido los propios movimientos los que han pedido su mediación o gestión.
Cualquier institución, ya sea estatal o no estatal, tiene que elaborar mecanismos para conseguir que las decisiones que tome se ejecuten. Esto implica, necesariamente, herramientas de coacción que, aunque son más duras en las instituciones estatales por partir de un “poder-sobre”, son también necesarias en las no estatales.
Las estrategias básicas de la toma de las instituciones son estatocéntricas, fundamentalmente mediante la construcción de partidos electorales o por las armas. Es una estrategia que necesita de la creación de mayorías y que requiere, por tanto, de cuerpos sociales más o menos homogéneos. En contraposición, la creación de instituciones puede no ser estatocéntrica. No necesitan convencer al grueso del cuerpo social de que haga lo mismo que ellos/as, no tiene que marcar una hegemonía, simplemente puede funcionar, si tiene la fuerza suficiente, desde la autonomía, conviviendo de forma más fácil con otras formas de organizar la sociedad. Por supuesto, esto con cada vez más límites en un mundo económicamente globalizado, con unas desigualdades de poder nunca antes conocidas y marcado por el Antropoceno, en el que elementos como el cambio climático tienen una influencia planetaria.
Las diferencias entre ambas estrategias se muestran en las insurrecciones latinoamericanas. Mientras las FARC o la revolución cubana apostaron por la toma del Estado, el EZLN creó los territorios autónomos zapatistas. Los primeros requirieron el uso de estrategias de “poder-sobre” y de hecho no fueron capaces de superarlas, mientras los segundos, con toda la complejidad del proceso, han centrado sus fuerzas en crear autonomía y dejar hacer a otras comunidades no zapatistas en Chiapas.

Más oportunidades para la creación de instituciones en el momento actual y, sobre todo, futuro

Conforme la quiebra del sistema económico, social y cultural avance, será más fácil que crezcan las experiencias no estatales. Si las comunidades abarcan un espacio territorial considerable, probablemente antes de llegar a crear nuevas instituciones no estatales tendrán que pasar por la fase de “Estado fallido”. Si son más pequeñas es posible que consigan la autonomía entre las grietas de la desarticulación estatal. Hay varios aspectos que abrirán posibilidades para la organización no estatal, veamos algunos.
El fortalecimiento de estos modelos sociales democráticos responderá a la búsqueda de satisfactores para necesidades humanas básicas como la participación social y la libertad [6]. Y este impulso ha sido uno de los motores de la historia de la humanidad. Además, muchas de las luchas que han buscado una mayor emancipación lo han hecho en un contexto de recursos limitados, como la Primavera Árabe. A esto se añadirá que la supervivencia o, al menos, la vida digna pasará por la organización colectiva consciente, no será posible mantener la ilusión de la individualidad actual.
En el camino hacia esta situación ayudará la reducción de las comunidades, que dificultará (pero no impedirá) las relaciones de dominación. En estos grupos, la eclosión de liderazgos múltiples será más sencilla no solo por su tamaño, sino porque quedará más patente que las comunidades necesitarán las habilidades de todas/os las/os integrantes.
Las instituciones democráticas son capaces de gestionar y realizar el tránsito social imprescindible en condiciones de escasez de recursos [7] y son especialmente adecuadas en poblaciones diversas. Si apareciesen importantes nichos de economía solidaria basada en bienes comunes al margen del Estado y del mercado capitalista, esta democracia económica implicará también una autogestión política.
Esta organización social generará más bienestar:
i) Las sociedades más igualitarias son las que gozan de mayor calidad de vida colectiva. 
ii) Cuanto mayor es el grado de autonomía y cuanto más desarrolladas están las instituciones democráticas, más satisfecha se encuentra la población. La existencia de entidades que facilitan la participación activa de las personas incrementa la sensación de felicidad en mayor proporción que un aumento en los ingresos [8]
iii) Las leyes en las que las personas han participado en su elaboración se cumplen con más facilidad, por lo que hay menos violencia social [9]
iv) El poder oligárquico corrompe, pero la ausencia de poder también supone una degradación individual y colectiva. 
v) Como consecuencia de la práctica democrática, aumentarán las habilidades sociales de las personas y con ello su capacidad para obtener bienestar a través de las relaciones sociales.
Otro de los factores que empujarán este proceso será la autoorganización para la defensa en un entorno de fuertes convulsiones. Para satisfacer esta necesidad habrá dos grandes estrategias. Unas comunidades se cerrarán sobre sí mismas y se protegerán en una forma de “individualismo colectivo”. Otras estarán abiertas y tendrán una vocación de apoyo mutuo con el resto. Estas últimas tendrán más garantizada la seguridad cuanto más tiempo sobrevivan y serán en las que la organización democrática podrá florecer con más probabilidad.

¿Qué hacer aquí y ahora?

Lo visto hasta ahora apunta a la dispersión del poder y la creación de instituciones como la opción que consideramos más adecuada en un futuro a medio plazo, pero ¿son las más aptas ahora y en nuestro contexto?
El escenario actual no es el del “Estado fallido” sino el del Estado fallando. La crisis del Estado está permitiendo nuevos imaginarios y visibilizado más iniciativas cercanas a la creación de instituciones: Ciudades en Transición, ecoaldeas o múltiples experiencias urbanas (mercados sociales, finanza éticas, grupos de consumo, huertos urbanos, nuevo cooperativismo). Todas tienen un importante valor desde una dimensión ética y pragmática. Desde la visión más utilitarista, de ser exitosas, serán los nodos de agregación y copia necesarios para cuando el Estado y el mercado se desmoronen más. Y cuantas más experiencias haya y más diversas sean, mejor. Desde una perspectiva moral son la alternativa solidaria que no huye ante escenarios complejos, sino que se queda y construye. Pese a este doble valor, y aún estando en franco crecimiento, siguen siendo desconocidas para la gran mayoría. Es más, entre quienes las conocen en muchos casos no son consideradas una alternativa real global, ni por su número ni por su escala, sino como bancos de pruebas. Desde esa dimensión moral, para muchas personas son la opción más digna (en un sentido romántico de brindis al sol).

El escenario actual no es el del “Estado fallido” sino el del Estado fallando

La debilidad de estas alternativas y de los movimientos sociales, puede derivar en que la opción de crear las instituciones pase por una estrategia de “política nocturna” [10], de generar realidades paralelas que esperen el momento apropiado (el momento de oportunidad política, no determinado por los movimientos, aunque sí puede ser fomentado) para salir a la luz. Una estrategia de dispersión del poder y no de enfrentamiento. Esto le permitiría utilizar mejor los reducidos recursos de los que se dispone para la transformación. También facilitaría la resistencia ante escenarios de represión o violencia [11].
Pero, más allá de la creación de instituciones autónomas, el Estado será, inevitablemente, un espacio de lucha. Nos centramos en la toma de las instituciones (la toma del Estado) solo desde las perspectiva de quienes lo hacen con un fin transformador, dejando de lado a quienes optan por el Estado como vía de conservación del status quo. Desde esta mirada transformadora, cabe entender la apuesta por el Estado como medio y como fin. El Estado se puede entender como el medio que permita canalizar recursos (que deberán ser ingentes) hacia la transición y una condición básica para facilitar que las iniciativas más dirigidas a la creación de instituciones sean más factibles. Se apuesta por el Estado como herramienta para dispersar el poder, con retóricas que nos recuerdan al comunismo libertario. También se puede apostar por el Estado como fin en sí mismo, como el espacio en el que se podrán producir las transformaciones, tomando el poder y no dispersándolo. Serían las apuestas bolivarianas en América Latina.
De tener éxito la toma del Estado, solo la opción de usarlo para dispersar el poder creemos que podrá abrir el camino a sociedades justas, solidarias y sostenibles. Además, también consideramos que será la única exitosa en un contexto de recursos y energía cada vez menos disponibles. Sería una vía similar a la iniciada en Cuba durante el Periodo Especial, pero mucho más sostenida y profunda [12].
Hay razones para estrategias estatocéntricas. En primer lugar, en el contexto de quiebra civilizatorio, el Estado social (o lo que se pueda sostener de él) será un colchón imprescindible para hacer menos doloroso el colapso. También una forma de parar el fascismo. Cuanto más se degraden las sociedades, más difícil será no reforzar las relaciones de dominación.
Un segundo argumento es que la mayor parte de las iniciativas de creación de instituciones requieren un alto grado de responsabilidad, compromiso y conciencia de lo que sucede. La cultura política de las últimas décadas no ha fomentado estos tres ámbitos, sino que frente a la responsabilidad ofrecía la delegación, ante el compromiso presentaba la tutela estatal y la conciencia era menos necesaria (en un sentido global) si el bienestar estaba asegurado. Esta inercia estatal, y el lento (desde el punto de vista de las personas, que no histórico) desmoronamiento del Estado contribuyen a que la demanda de regresar a un “Estado de Bienestar” sea la mayoritaria, la más entendible por el grueso de la población. Además, a esto se suma nuestra historia de entender el Estado como el eje del cambio social.
Pero optar por la estrategia de toma del Estado con intención transformadora se topará con grandes retos, o más bien limitaciones:
i) El grueso de la población, y eso incluye a los movimientos sociales y más aún a sus partidos afines, adolecen de una mirada compleja que aborde las raíces de la Crisis Global, sobre todo las ambientales. En parte como consecuencia de ello, pero también como estrategia de sumar mayorías, sus discursos y medidas se centrarán en intentar sostener el “Estado del Bienestar”, algo imposible, más que en la inevitable transformación profunda socioeconómica. Todo esto hará que las políticas que se pongan en marcha no sean efectivas para gestionar la Crisis Global y redunden en un descrédito de los equipos que las impulsen. 
ii) Ser copartícipes de la gestión de un proceso de colapso generará un fuerte desgaste social, sobre todo porque el colapso es imparable (lo que no quiere decir que no sea dirigible). 
iii) Los resortes que le irán quedado a un Estado en crisis serán cada vez menores. 
iv) En contraposición, tendrán que enfrentar a unas élites con todavía considerables recursos (económicos, como la deuda y el control financiero y productivo; culturales, como los medios de comunicación; y militares). En muchas ocasiones, la toma del Estado no llegará a darse y, por el camino, se habrán empleado muchas fuerzas. La lucha por el poder admite pocos grises: o se llega o no.
v) La toma del Estado supondrá descuidar (no hay fuerzas para todo) la construcción de alternativas, y el fortalecimiento y la autonomía de los movimientos sociales (que se podrán debilitar notablemente por un traspaso de activistas). Ambos elementos son imprescindibles para cualquier proceso de cambio social real. 
vi) Esta feroz competencia contra las élites “preparadas” para gestionar el poder, sumado a la escasez de fuerzas y la rapidez en los procesos, pueden transformar el carácter amateur, participativo y de cambio desde la base de la nueva política, por apuestas más cerradas y con amplio carácter personalista. De hecho, eso ya está ocurriendo. Esta lucha por el poder solo con las herramientas del poder esconde una “neutralización de lo político que conlleva anular su capacidad transformadora” [13]. De nuevo en América Latina, tenemos ejemplos de revoluciones democráticas desde la base que terminan por ser personalistas y dependientes de sus figuras emblemáticas (Ecuador) o simplemente asimiladas en las lógicas del capitalismo (Brasil). Esto mismo es lo que le sucedió en gran parte al movimiento obrero europeo. Así, durante el siglo XX se pasó de la formación de cuadros internos, a tomarlos entre quienes ya se han formado en las instituciones creadas por la oligarquía. Este factor contribuyó a crear la clase política como casta [14]. Esta sería una de las formas como los engranajes del poder podrán absorber los esfuerzos y las miras de los movimientos impidiendo cambios de fondo.

El Estado es un espacio de poder, pero el poder no reside en el Estado, el poder no está en un lugar que se pueda asaltar

De manera más profunda, el Estado es un espacio de poder, pero el poder no reside en el Estado, el poder no está en un lugar que se pueda asaltar (y aquí el matiz de tomar el poder o tomar el Estado). El Estado (y lo mismo vale para el mundo de Davos) es solo un espacio de poder, desde luego uno fundamental, pero no único ni omnipotente. Su poder existe solo porque hay un sistema de relaciones de dominación que atraviesan la educación, la salud, la ciudad o el trabajo. Son las subjetividades sociales que marcan lo que se puede y no se puede hacer, y que van mucho más allá de las leyes. Sin estas subjetividades, los espacios de poder son impotentes. Así, el Estado genera estas relaciones de poder en la sociedad, del mismo modo que es fruto de ellas. Por lo tanto, puede tener más sentido la dispersión del poder que su imposible conquista.
La forma en la que se afronte la toma del Estado no es irrelevante. Creemos que solo si la apuesta es por los métodos noviolentos habrá posibilidades de alumbrar sociedades más justas y solidarias. Son las transformaciones noviolentas las que hasta ahora se han mostrado, en general, más eficaces [15]. En caso contrario, lo que surgirán serán otros formatos de dominación, como ya ha ocurrido en muchas ocasiones tras fuertes luchas sociales.
En la estrategia de toma de las instituciones hay muchos matices. El primero es que no es lo mismo apostar por la toma de las instituciones centrales que por la toma de las municipales. Los retos/limitaciones a los que se enfrentaría una toma de las instituciones municipales en el caso del Estado español son: municipios altamente endeudados, lógicas de financiación centradas en prácticas insostenibles, imposibilidad de regreso al pasado, escasa autonomía legal y jurídica, y fuertes intereses privados influyendo en los presupuestos. Pero su gran ventaja es que son espacios de gestión más cercanos desde dónde se pueden practicar formas de democracia más directa con menor riesgo de verticalizarse. Además, serán espacios que ganarán protagonismo y autonomía a medida que avance el desgaste del Estado y la capacidad de centralización disminuya.
Finalmente, resaltar que la toma y la creación de instituciones no son estrategias necesariamente contrapuestas. De hecho, en el contexto español es necesario combinarlas. No se puede renunciar a acciones estatocéntricas, pero, a la vez, sin la creación de nuevas instituciones por la cristalización de prácticas sociales y económicas alternativas será imposible atravesar el colapso de la civilización industrial con alguna posibilidad emancipadora. Mientras las estrategias de creación de nuevas instituciones serán las que puedan generar los cambios, las de toma de las instituciones podrán catalizarlos.

Notas

[1Una discusión pormenorizada se puede encontrar en Fernández Durán, R.; González Reyes, L. (2014): En la espiral de la energía. Libros en Acción y Baladre. Madrid.
[2Tainter, J. A. (2009, primera edición: 1988): The Collapse of Complex Societies. Cambridge University Press. Cambridge.
[3Carrasco, C.; Borderías, C.; Torns, T. (2011): “El trabajo de cuidados. Historia, teoría y políticas”. FUHEM, Los Libros de la Catarata. Madrid.
[4Zibechi, R. (2007): Dispersar el poder. Los movimientos como poderes antiestatales. Virus. Bilbao.
[5Scott, J. C. (2009): The Art of not Being Governed. An Anarchist History of Upland Southeast Asia. Yale University Press. Londres.
[6Para una discusión sobre las necesidades se puede consultar Max-Neef, M. (2006, primera edición: 1994): Desarrollo a escala humana. Icaria. Barcelona.
[7Koubi, V.; Spilker, G.; Bohmelt, T.; Bernauer, T. (2014): “Do natural resources matter for interstate and intrastate armed conflict?”. En Journal of Peace Research, DOI: 10.1177/0022343313493455.
Holling, S.; Meffe, G. K. (1996): “Command and control and the pathology of natural resource management”. En Conservation Biology 10:328–337.
[8Frey, B. S.; Stutzer, A. (2002): “What Can Economists Learn from Happiness Research?”. En Journal of Economic Literature, DOI: 10.1257/002205102320161320.
[9Tyler, R. T. (1994): “Psychological Models of the Justice Motive: Antecedents of Distributive and Procedural Justice”. En Journal of Personality and Social Psychology, DOI: 10.1037/0022-3514.67.5.850.
[10López Petit, S. (2001): “Por una política nocturna”. En Archipiélago, nº 45.
[11Fernández Savater, A. (2012): “Olas y espuma. Otros modos de pensar estratégicamente”.http://www.eldiario.es/zonacritica/Olas-espuma-modos-pensar-estrategicamente-15m-25s_6_46255376.html.
Fernández Savater, A. (2013): “Reimaginar la revolución”. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=171609.
[12Muiño, E. S. (2014): “Obstáculos para la transición socio-ecológica: El caso de Cuba en el ’Periodo Especial’”. En Revista de Economía Crítica, nº 17.
[13Observatorio Metropolitano (2014): La apuesta municipalista. La democracia empieza por lo cercano. Traficantes de Sueños. Madrid.
[14Poplar, A. (2015): “En la escuela de los Militantes”. En Le Monde Diplomatique en español, nº 231, enero 2015.
[15Chenoweth, E.; Stephan, M. J. (2011): Why Civil Resistance Works: The Strategic Logic of Nonviolent Conflict. Columbia University Press. Nueva York.

737 propietarios controlan el 80% del valor empresarial mundial

Article publicat a  El Salmón contracorriente

La hegemonía anglosajona en la gran red del capital mundial


Un conjunto de estudios proporcionan una imagen llamativa de la propiedad capitalista: 737 propietarios controlan las empresas transnacionales que representan el 80% del valor de todas las sociedades del mundo. Por otra parte, se confirma el dominio anglosajón, sobre todo de los Estados Unidos.
 737 propietarios controlan el 80% del valor empresarial mundial
teve McGrath (CC)  
Estos estudios analizados en el libro La gran bifurcación [1] se fundan sobre un conjunto muy amplio de datos: 37 millones de agentes, individuos y empresas, pertenecientes a la cuasi-totalidad de países del mundo, y alrededor de 13 millones de vínculos de propiedad –las tenencias de acciones. Estos estudios se refieren a las 43.000 empresas transnacionales del mundo y todas las sociedades e individuos que tienen una relación de propiedad directa o indirecta con estas empresas. Las relaciones de propiedad definen redes.
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El principal descubrimiento es la existencia de una enorme conexión entre las mayores empresas transnacionales: 80% de las sociedades consideradas en el estudio obtienen el 94% de los beneficios de todas las sociedades transnacionales.
Esta conexión tiene la forma de una pajarita: el nudo central y los dos lazos. Uno de esos lazos es pequeño y agrupa sociedades o individuos que poseen empresas pertenecientes a las otras partes de la pajarita. El nudo central es una red inextricable de sociedades, mayoritariamente financieras, que se pertenecen mutuamente y que, además, poseen las empresas del otro lazo que agrupa la gran masa de sociedades no financieras. Este nudo central reúne solo 1.347 sociedades de las que tres cuartas partes de las acciones pertenecen a otras corporaciones situadas en este mismo conjunto.
Estos estudios definen el “control” por la posesión de al menos un 50% de las acciones de una empresa. Vemos entonces que 737 propietarios, si actuaran colectivamente, controlarían las empresas transnacionales que representan el 80% del valor de todas las sociedades del mundo; entre sus propietarios, puede haber sociedades o individuos (multimillonarios).
En Japón, el 75% de las empresas pertenecen a la comunidad de Estados Unidos
Acercándonos más a las cimas, pueden identificarse 50 agentes, todos de empresas que ejercen el mayor control en el plano mundial. Vemos que 45 de estos agentes son sociedades financieras y cuatro son holdings. El dominio de Estados Unidos es aquí aplastante: posee prácticamente la mitad de estas sociedades. Le sucede el Reino Unido, con ocho sociedades, y después Francia, con cinco. Alemania está poco presente, con solo dos sociedades.
Estos estudios definen igualmente a las «comunidades», es decir subconjuntos de sociedades ligadas entre sí. La presencia de sociedades de un mismo país que estructuran estos subconjuntos permite identificarlas como comunidades nacionales, y no comunidades de empresas de un mismo sector (que se unirían independientemente de su nacionalidad). Pero empresas de otra diversidad de países están igualmente presentes y ligadas a las sociedades del país dominante que define la comunidad.
Algunas de estas comunidades son muy abiertas, en el sentido en que las sociedades de diversas nacionalidades asociadas son numerosas. No sorprenderá constatar que la principal de estas entidades es la de Estados Unidos; le sigue la del Reino Unido. En ambos casos, en torno a la mitad de las sociedades pertenece al país en cuestión, y la otra mitad es extranjera. La situación es bastante diferente en Europa continental. Entre los «grandes» –a excepción de los Países Bajos, donde la comunidad está muy abierta al resto del mundo– las comunidades de los demás países son muy cerradas. Por ejemplo, la comunidad francesa está formada en un 79% por sociedades del país. Las dos comunidades alemanas están igualmente muy cerradas. Puede citarse el sorprendente caso de Japón donde el 75% de las empresas en el estudio pertenecen a la comunidad de Estados Unidos; asombrará menos saber que más de la mitad de las empresas israelíes forman parte de la comunidad estadounidense.