Los silencios sociales

Article publicat a El País 

Dos lecciones que cabe extraer de la crisis: la concesión de crédito no ayuda a vencer la desigualdad y no es posible la redistribucuón de la riqueza en un mundo globalizado

La imagen de los empleados de Lehman Brothers dejando la sede neoyorquina tras su quiebra en 2008 es uno de los símbolos de la Gran Recesión. / AFP
Para entender buena parte lo que ha sucedido durante los años de la Gran Recesión hay que tener en cuenta lo que se denominan “silencios sociales”. Son aquellos aspectos de la vida cotidiana que habitualmente se omiten o se ocultan, a pesar de ser tan importantes o más que aquellas cuestiones que son objeto del debate público. Muchas veces estos silencios son los que ayudan a reproducir un sistema y sus estructuras de poder a lo largo del tiempo.
La periodista del Financial Times Gillian Tett aplicó esta teoría de los silencios sociales al mundo de las finanzas, en el que es experta. Y la complementó con lo que denominó la trampa del silo: la existencia de compartimentos estancos que dificultan sacar consecuencias del conjunto de la realidad. Conectar los puntos que definen el perímetro de la cartografía social es cada vez más complicado.
Se pueden buscar dos ejemplos de lo que el economista norteamericano Mark Blyth ha calificado como “la mayor operación de engaño con señuelo de la historia moderna”. Son dos falacias: la consideración del crédito como factor de lucha contra la desigualdad; y la distribución de la riqueza y el poder en el seno de una misma clase social porque la globalización impide que se haga entre distintos grupos sociales.

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Aunque la desigualdad en el interior de los países haya crecido exponencialmente durante la crisis, ya estaba muy presente antes. Ha crecido sin parar desde los años ochenta del siglo pasado. Lo denunció, entre muchos otros, uno de los hombres más ricos del mundo, Warren Buffett, cuando escribió en 2011 un artículo en The New York Times, titulado Dejad de mimar a los ricos: “Mientras las clases media y baja luchan por nosotros en Afganistán, mientras los norteamericanos pelean por ganarse la vida, nosotros, los megarricos, continuamos teniendo exenciones fiscales extraordinarias”. Ya entonces el mapa cotidiano de las clases medias y bajas era de salarios prácticamente estancados, amén de una creciente precariedad laboral. Las diferencias entre unos y otros se trataron de compensar con el acceso masivo al crédito, en un tiempo en que los tipos de interés eran bastantes bajos. No ganamos mucho, pero nos podemos endeudar para comprar casa, coche e irnos de vacaciones. Precisamente la expansión de los préstamos bancarios a las familias de menos ingresos fue el origen de las hipotecas subprime (de alto riesgo) con el que arranca la crisis financiera del verano de 2007.
Los beneficios de esta forma de actuar —aumento del consumo, compra de viviendas, incremento del precio de las mismas, lo que hacía que las familias se sintieran más pudientes (el efecto riqueza), más empleo…— son inmediatos, en tanto que el pago de la inevitable factura se aplaza para el futuro. Pelotazo hacia adelante. Así se puso en marcha el ¡qué coman crédito!, que funcionó hasta que estalló la burbuja. El crédito como sustitutivo de una distribución más progresiva de la renta y la riqueza ha sido uno de los silencios sepulcrales de la Gran Recesión.

La redistribución solo se hace entre clases sociales, no entre unos grupos sociales y otros

Otro de ellos ha sido el de la distribución en las entrañas del mismo grupo social. Se ha instalado una verdad ideológica: no se puede distribuir desde el capital hacia el trabajo, desde los ricos hacia los pobres, porque las empresas y los ciudadanos ricos abandonan los países de altos impuestos hacia aquellos de gravámenes bajos o directamente hacia los paraísos fiscales, aprovechando la libertad de movimientos de capitales. La mayor parte de las reformas fiscales han reducido los impuestos al capital y han paliado o eliminado los impuestos del patrimonio (a lo que se posee, no a lo que se gana) y el de sucesiones y donaciones (a lo que se hereda). Las clases medias, ya suficientemente demediadas por la crisis, son las que padecen esas reformas fiscales y las reformas laborales que exigen dosis cada vez superiores de flexibilidad del mercado de trabajo.
En este contexto, los sindicatos y los trabajadores permanentes se convierten, a los ojos de los demás (exempleados que perdieron su puesto, jóvenes que lo buscan por primera vez pero no lo encuentran, mujeres que aún siendo menos jóvenes lo intentan por las dificultades económicas familiares, asalariados a tiempo parcial, trabajadores pobres que no llegan a fin de mes, falsos autónomos, becarios permanentes, etcétera), en defensores de los derechos adquiridos. ¿Cuántas veces se escucha que los jóvenes no pueden encontrar trabajo por culpa de los “privilegios” de los trabajadores fijos, o que los sindicatos sólo se preocupan de los intereses de estos? Se elimina lo que es seguro, mientras se promete lo que es incierto.
Como consecuencia de esta argumentación, la redistribución sólo se hace en el seno de cada clase social, de cada estamento, no entre unas clases y grupos sociales y otros. La redistribución se hace ontológicamente imposible, por mor de la globalización. En el periódico italiano Il Manifesto, el periodista Aldo Carra hablaba de ello como una guerra en el interior de la clase media. Se dice: estamos pagando los abusos del pasado (vivir por encima de las posibilidades) y, por lo tanto, los privilegiados tienen que pagar. Pero ¿quiénes son los privilegiados? En una sociedad en crisis, individualizada y fragmentada, empobrecida, son aquellos que están más cerca de nosotros: quien tiene un trabajo es un privilegiado para el que está en paro; el que tiene un trabajo indefinido para el que tiene uno temporal; el que trabaja a tiempo completo para el que sólo trabaja a tiempo parcial, el que gana 2.000 euros para el que gana 1.000; etcétera.
¿Y los demás? ¿Y los privilegiados de verdad? ¿Y las élites extractivas que se han amparado en las instituciones políticas y económicas para subir la cucaña social? Esas están muy lejos y no se las ve. En la cola social que no avanza se mira con envidia al vecino que está delante. Y si ya no se le ve porque ha avanzado mucho, se observa con antipatía a los que nos rodean y compiten por lo poco, por lo escaso. Así, la lucha de clases se convierte en la envidia dentro de la clase. El sociólogo francés Pierre Bourdieu escribió que los efectos ideológicos más seguros son aquellos que para ejercerse no precisan de palabras o no demandan más que silencios cómplices.

Joaquín Estefanía acaba de publicar Estos años bárbaros (Galaxia Gutenberg) y Las posibilidades económicas de nuestros nietos. Siete ‘Ensayos de persuasión’. Una lectura de John Maynard Keynes (Taurus).

Positive Money, movimiento británico de reforma monetaria

L’article publicat a El País   el 12/12/2014 ens dona peu a presentar  l’organització  Positive Money que declara  que el sistema de creació del diner amb interès i en mans dels bancs  privats és l’arrel de l’elevat deute, la desigualtat i les bombolles financeres. Defensa que la  banca ha de treballar per a la societat i no en contra d’ella, com ara està succeint.

Por Miguel Yasuyuki Hirota, experto en monedas sociales
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Este mes quisiera enfocarme en Reino Unido donde un colectivo, denominado Positive Money, ha hecho grandes logros este año hacia la reforma monetaria.
Ya en mi post anterior expliqué problemáticas de la creación monetaria como deuda (véase también este breve artículo) y en Reino Unido el 97,4% de la libra esterlina está creada como crédito bancario sin tener ni siquiera el respaldo de efectivo. El mayor problema para Positive Money es este hecho, ya que toda la economía británica depende de los banqueros que tienen el monopolio de conceder crédito a proyectos económicos. Dijo ya Amschel Rothschild en el siglo XVIII “Déjame emitir y controlar el dinero de una nación y no me importa quién escriba las leyes”, pero hoy en día en el siglo XXI seguimos viviendo una situación idéntica donde nuestras vidas están definidas por esta élite financiera.
Documental “97% owned” (subtítulo en castellano y otros idiomas)
Positive Money ha hecho un corto vídeo para presentar su propuesta, que consiste en los siguientes tres puntos:
  1. Despojar a la banca del monopolio de creación monetaria para convertirlo en un proceso democrático, transparente y donde se rinden cuentas: No se puede fiar a los bancos comerciales por su efecto procíclico y por no inyectar dinero al estímulo de nuevos emprendimientos sino a las especulaciones. El emisor de la nueva moneda, sea el propio Banco de Inglaterra u otra entidad pública, necesita rendir cuentas al Parlamento Británico.
  2. Queremos que la creación de dinero no esté ligada a ninguna deuda: Si el Estado Británico puede emitir dinero, no habrá problemas de deuda y, sobre todo, tasas de interés que actualmente está pagando a sus acreedores.
  3. Queremos que el dinero llegue a la economía real antes de llegar a los mercados financieros y a las burbujas inmobiliarias: Hoy en día la mayoría del dinero creado está inyectado en el mercado inmobiliario sin estimular la economía real, pero el nuevo dinero, creado por el Estado, deberá ser gastado para aumentar el bienestar.
En este caso el Estado Británico controlará la masa monetaria, por apretar el cinturón para reducirla y por tomar medidas keynesianas para aumentarla, con el fin de evitar inflaciones y deflaciones. También se impondrá el 100% de la reserva a los depósitos para impedir la creación monetaria que hoy en día están haciendo los bancos comerciales.

Este año se han dado pasos importantes para este movimiento. En marzo el Banco de Inglaterra ha publicado dos artículos (aquí y aquí) en su boletín trimestral donde admitió que la gran mayoría del dinero está creado por bancos comerciales. En abril Martin Wolf, principal comentarista del periódico The Financial Times, se ha sumado a esta corriente por publicar un artículo “Quitemos a la Banca el poder de crear dinero”. Y por último el 20 de noviembre se ha celebrado un debate sobre la creación monetaria en el propio Parlamento Británico, por la primera vez desde 1844, donde diputados conservadores y laboristas han expresado sus puntos de vista bastante críticos y también algunas propuestas (véase este PDF, páginas 21 a 38).

Vídeo del debate en el Parlamento Británico sobre la Creación Monetaria (20/11/2014)
Ha habido distintas propuestas, por ejemplo, desregulación a las monedas sociales, aceptación del pago de impuesto en monedas sociales, emisión de dinero estatal para los pobres e inyección de créditos a las actividades productivas, entre otros. Positive Money tiene simpatizantes fuera de su país también, incluso en España, y esperemos que este movimiento llegue a concretar algunas reformas monetarias.

El Banco Central de Canadá podría recuperar su capacidad de emitir y entregar dinero al estado sin la banca privada como intermediaria: un revolucionario caso judicial silenciado en los medios

Notícia pulicada a  Tercera Información

Informe Still nº 351, 1 de febrero de 2015: «el 26 de enero de 2015, en Toronto, Canadá, 3 jueces dictaron una sentencia histórica en el caso COMER (Committee on Monetary and Economic Reform) contra el banco de Canadá. Se espera que la sentencia tenga importantes repercusiones sobre los bancos centrales de todo el mundo. Lamentablemente, el gobierno de Canadá ha exigido a los grandes medios de Canadá que no cubran este caso judicial debido a que golpea directo al corazón del sistema de dinero basado en deuda, según el conocido abodago constitucionalista Rocco Galati».Sis


España | César Pérez Navarro – Tercera Información [*] | 25-02-2015 | 
El Bank of Canada, fundado en 1934, es el banco emisor de la moneda nacional, el dólar canadiense, con sede en Ottawa. A diferencia del Sistema de la Reserva Federal –Federal Reserve System (FED)- o Banco Central de los Estados Unidos, es de carácter público desde su nacionalización en 1938 como respuesta a la Gran Depresión tras el crack de la Bolsa de Nueva York de 1929.
El Banco Central de Canadá emite moneda como la Reserva Federal o el Banco Central Europeo (BCE), pero a diferencia de estos, que lo prestan a entidades financieras privadas con un interés del 1% o incluso menor, lo entregaba directamente al estado de Canadá antes de 1974, tanto a gobiernos nacionales, provinciales o locales sin interés para su redistribución, aunque manteniendo una inflación baja y estable. El Banco Central Canadiense evitaba así a la banca privada como intermediario comprador de deuda pública al 5%, al 6% e incluso al 7,3%contra los estados.
En 1974, el gobierno canadiense decidió acabar con la emisión de dinero sin deuda, y comenzó a pedirlo prestado emitiendo bonos tal y como hoy hacen los estados europeos, que son comprados por bancos privados. La deuda pública de Canadá era de 18.000 millones de dólares en 1974, pero en solo tres años (1977) se disparó un 3.000%, hasta 588.000 millones de dólares. En la actualidad, la deuda de Canadá asciende a 734.000 millones, es decir, casi el 33% de su PIB (la deuda pública en España ya se sitúa casi en el 100% del PIB). Eso significa que el estado canadiense debe gastar casi 18.000 millones de su presupuesto nacional en pagar los intereses de esa deuda, y un incremento acelerado de la deuda pública, conlleva -como en otros estados- un riesgo de efecto conocido como bola de nieve: los costes por el pago de la deuda redundan en un endeudamiento todavía mayor.
La parte dedicada al pago de intereses de la deuda pública de España supuso 38.590 millones en 2013 y 36.590 millones de euros en 2014, es decir, una cuarta parte de todo el presupuesto estatal.
La banca privada ha encontrado en los estados un negocio perfecto, pero desde finales de enero de 2015 tiembla mientras los medios de comunicación callan.
«Un caso revolucionario para los canadienses…»
El 26 de enero de 2015, en Toronto, Canadá, 3 jueces dictaron una sentencia histórica en el caso COMER (Committee on Monetary and Economic Reform) contra el banco de Canadá. La última apelación en nombre de la corona para que el caso sea desestimado fue rechazada por tres jueces en la Corte Federal en Toronto. El Gobierno Federal tiene ahora 60 días para apelar la decisión ante la Corte Suprema, y se espera que la sentencia tenga importantes repercusiones sobre los bancos centrales de todo el mundo. Lamentablemente, el gobierno de Canadá ha exigido a los grandes medios de Canadá que no cubran este caso judicial debido a que golpea directo al corazón del sistema de dinero basado en deuda, según el conocido abodago constitucionalista Rocco Galati«.
Un artículo publicado el 11 de febrero y escrito por Chris Powell, secretario de GATA bajo el titular En Canadá también, clamor para que los bancos saquen sus negocios del gobierno, cita aOliver Heydorn para desentrañar cómo funciona el sistema de deuda internacional impulsado desde varios organismos y bancos;
«La demanda desafía los sistemas monetarios y bancarios del país argumentando que la ley habilitante del Banco Central canadiense le autoriza a crear y prestar dinero sin intereses a las agencias gubernamentales, pasando por alto el sistema bancario comercial, y que debe empezar a financiar al gobierno de esa forma».
M. Oliver Heydorn (Instituto Douglas Clifford Hugh) expone la filosofía política y económica de crédito Social: «El Banco de pagos internacionales, el foro de estabilidad financiera y el Fondo Monetario Internacional se crearon con la intención consciente de mantener a las naciones más pobres en su lugar, y ahora se ha ampliado a todas las Naciones en las que estas instituciones financieras en gran medida reemplazan con éxito a los gobiernos y el orden constitucional en países como Canadá, sobre el cual ejercen control financiero del estado. Las reuniones de las BIS y Consejo de estabilidad financiera (sucesor del FSF), sus minutos, sus discusiones y sus deliberaciones son secretas y no están disponibles ni responden ante el Parlamento, el poder ejecutivo, ni el público canadiense, a pesar de que las políticas del Banco de Canadá emanan directamente de estas reuniones. Estas organizaciones son entidades extranjeras, esencialmente privadas y controlan el sistema bancario y las políticas socio-económicas de Canadá.
El artículo completo de M. Oliver Heydorn se recoge en la web Global Research el pasado 7 de febrero. En el mismo se explican algunos de los detalles de la demanda y la situación actual del caso;
El caso de «restitución» del Banco de Canadá [**]
Hay un caso legal muy interesante que se está desarrollando en Canadá en este momento. William Krehm, Anne Emmett y COMER (Comité para la reforma económica y monetaria:http://www.comer.org/), presentó una demanda de 12 de diciembre de 2011 en el Tribunal Federal para intentar forzar una restauración del Banco de Canadá a los propósitos de su mandato. En esencia, quieren que el Banco de Canadá tenga la capacidad de ofrecer préstamos sin interés a los gobiernos federales, provinciales y municipales, en las condiciones previstas en la ley del Banco de Canadá.
Este dinero se utilizaría para financiar gasto público cada vez que hay un déficit presupuestario. Al parecer, el gobierno federal ha utilizado para endeudarse sin interés (al menos en cierta medida) el Banco de Canadá hasta 1974. En la actualidad, los gobiernos pedían prestado todo el dinero necesario (aparte de los bonos que pueden vender al público) de los bancos privados con un tipo de interés.
Los canadienses están agobiados económicamente por los cargos de servicio de la deuda resultantes porque el Banco de Canadá no hace uso de sus prerrogativas en interés del público canadiense. El caso está siendo procesado por Rocco Galati, que es ampliamente considerado como abogado constitucional superior de Canadá. La naturaleza de la demanda ha sido explicada en www.pressfortruth.ca en los siguientes términos:
«DOS CANADIENSES Y UN ANALISTA ECONÓMICO CANADIENSE FRENTE A LOS PODERES FINANCIEROS GLOBALES EN EL TRIBUNAL FEDERAL CANADIENSE. LOS CANADIENSES ABOGAN POR LAS DECLARACIONES QUE RESTAURAN EL USO DEL BANCO DE CANADÁ EN BENEFICIO DE LOS CANADIENSES Y RETIRAN EL CONTROL DE LAS ENTIDADES INTERNACIONALES PRIVADAS CUYOS INTERESES Y DIRECTIVAS SE COLOCAN POR ENCIMA DE LOS INTERESES DE LOS CANADIENSES Y LA PRIMACÍA DE LA CONSTITUCIÓN DE CANADÁ».
El abogado constitucional canadiense, Rocco Galati, en nombre de los canadienses William Krehm y Ann Emmett COMER (Comisión para la reforma económica y monetaria) presentó el 12 de diciembre de 2011 una acción en la Corte Federal, para restaurar el uso del Banco de Canadá a su propósito original, mediante el ejercicio de su deber legal pública y responsabilidad. Ello incluye préstamos libres de interés a los gobiernos federales/provinciales/municipales para los gastos de «capital humano» (educación, salud y otros servicios sociales) y los gastos de infraestructura. La acción también desafía constitucionalmente los falaces métodos contables del gobierno en su presentación del presupuesto, porque no calcula ni revela los verdaderos y totales ingresos de la nación antes de transferir posteriormente «créditos de impuestos» a las corporaciones y otros contribuyentes. Los demandantes afirman que desde 1974 ha sido una diapositiva gradual pero están seguros de que en realidad la política monetaria y financiera el Banco de Canadá y de Canadá son dictadas por los bancos privados extranjeros y los intereses financieros, contrariando a la ley del Banco de Canadá.
Los demandantes del estado sostienen que el Banco de los establecimientos internacionales (BIS), el foro de estabilidad financiera (FEF) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) fueron creados con la intención consciente de mantener a las naciones más pobres en su lugar, y ahora esta estrategia se ha ampliado a todas las Naciones en las que estas instituciones financieras lograron avasallar en gran parte a los gobiernos a través de órdenes constitucionales en países como Canadá, sobre los cuales ejercen control financiero. Las reuniones de las BIS y Consejo de estabilidad financiera (sucesor del FSF), sus minutos, sus discusiones y sus deliberaciones son secretas y no están disponibles ni responden ante el Parlamento, el poder ejecutivo, ni el público canadiense, a pesar de que las políticas del Banco de Canadá emanan directamente de estas reuniones. Estas organizaciones son entidades extranjeras, esencialmente privadas y controlan el sistema bancario y las políticas socio-económicas de Canadá.
Los demandantes afirman que los acusados (funcionarios) tienen involuntariamente y/o deliberadamente, en diverso grado, conocimiento e intención comprometidos en unaconspiración, junto con el FMI, BIS, FSB, para rendir la ley del Banco de Canadá así como la soberanía canadiense sobre la política socio-económica, monetaria y financiera, además de eludir el estado soberano de Canadá a través de su Parlamento por medio de los sistemas bancarios y financieros. «http://pressfortruth.ca/top-stories…
En el 26 de enero de 2015, la última apelación en nombre de la corona para que el caso sea desestimado fue rechazada por tres jueces en la Corte Federal en Toronto. El Gobierno Federal tiene ahora 60 días para apelar la decisión ante la Corte Suprema. CF.http://pressfortruth.ca/top-stories…. Curiosamente, tanto el caso sí mismo y como los acontecimientos que han ocurrido no están siendo cubiertos en absoluto por los medios de comunicación. Mientras que otros casos llevados por el Sr. Galati han recibido cobertura regularmente en todo el país, este caso en particular, que él cree que es probablemente el caso más importante hasta la fecha, ha sido ignorado hasta ahora. Cuestionado acerca de esto, el Sr. Galati dijo que tiene una base firme para creer que el gobierno canadiense ha solicitado u ordenó que los grandes medios no cubran el caso (él no podía divulgar sus fuentes), y que, en su opinión, el gobierno controla los medios de comunicación hasta cierto punto y en ciertas cuestiones limitadas. También agregó que no cree que en Canadá estemos viviendo en una democracia. De hecho, ya afirmó en 1999 que hemos entrado en una «dictadura silenciosa».
En lo que respecta a sus méritos, el Sr. Galati dijo que el caso tiene sólidos argumentos legales y constitucionales y sus clientes deberían ganar. Si de veras ganarán o no es otra cuestión. Como el Sr. Galati ha reconocido: «no todos los casos meritorios en la victoria de nuestro sistema judicial». Desde una perspectiva Social del crédito, el ahorro de grandes sumas de dinero para los contribuyentes o la prevención de un aumento en la deuda pública del país mediante la emisión de dinero sin intereses desde el Banco de Canadá, es sin duda una buena cosa [1], sin embargo, una reforma del sistema no aborda el problema fundamental con el orden financiero y económico actual: la ausencia crónica de poder adquisitivo del consumidor. El hueco macroeconómico entre precios e ingresos, que es causado principalmente por cómo el verdadero capital (máquinas y equipo) es financiado y cómo sus gastos son explicados según convenciones existentes, es LA cuestión fundamental. Por lo general, el sistema presente trata de llenar el hueco del dinero de deudas adicional del sistema bancario privado en la forma de público, corporativo, y deudas del consumidor. En lugar de estos paliativos, un sistema del Crédito Social llenaría el hueco del dinero ’sin deudas’ y lo distribuiría a los consumidores, directamente a través de un Dividendo Nacional, e indirectamente a través de un Descuento Nacional en precios al detalle. Es crítico que el individuo, el consumidor común, sea el beneficiario principal de cualquier reforma monetaria y tenga el control total sobre la política de crédito dentro del contexto de un sistema financiero que funciona correctamente. En relación a este pleito particular y como una aclaración adicional del punto, también habría que mencionar que conceder al gobierno el derecho de llenar el hueco según sus objetivos de la política (es decir, empleando a la gente para trabajar en la producción pública), o, más ampliamente, conceder al estado el único derecho de controlar la oferta completa de dinero, es del todo incompatible con la filosofía política y social subyacente del Crédito Social. Las instituciones existen para servir a los intereses de los individuos, no al revés. Es decir, son los consumidores los que deben controlar la política financiera, no el gobierno, el estado o los bancos privados. No hay ninguna razón para «restaurar el derecho a crear y emitir dinero al estado» si el estado, va a controlar a continuación los efectos con los cuales el productor y el crédito al consumo deben ser emitidos. Esta es la gran trampa de los reformadores monetarios, quienes preocupados, con razón, por la hegemonía de la banca privada, son felices en la ignorancia. Si -Dios no lo quiera- los reformadores se salen con la suya, y el estado obtiene el control monopólico sobre la oferta de dinero, creo que van a encontrar con horror que las mismas personas que cobran un gran control sobre el sector privado y un sistema monetario parcialmente descentralizado será en completo control del estado.
El monopolio es el nombre del juego; no vamos a ser ‘idiotas útiles’. […]»
El epílogo del articulo continúa aquí: http://www.globalresearch.ca/the-ca…
Desde Tercera Información no hemos encontrado noticia o artículo de opinión alguno sobre este asunto, y en inglés son escasísimas las referencias al caso del Committee on Monetary and Economic Reform contra el Banco de Canadá, a pesar de que es conducido por el reputado abogado especializado en leyes constitucionales Rocco Galati. De acabar en buen puerto, hablamos de un antecedente que colocaría en jaque la estrategia de control de la banca y otras instituciones financieras a través de la deuda y contra la soberanía popular desde los estados.
[*] Twitter del autor: @diseccionandoel
[**] Traducción: Tercera Información.


Un proyecto económico pero ¿para qué sociedad?

Article publicat a Público.es 
Isidro López ( ) y Emmanuel Rodríguez ()
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Se presentó el viernes con este título: Un proyecto económico para la gente. Es interesante recalcar el «para la gente» porque ya obviamente se hace sin la gente. Aunque formalmente este documento se pretenda como un punto de partida para el debate ciudadano —o lo que es lo mismo, que este «proyecto» no es el «programa»— lo cierto es que, si nos queremos tomar en serio a Podemos, lo debemos considerar como sus fundamentos en materia económica.
En línea con lo que viene siendo la nueva orientación del partido, se nos propone un documento de «sabios». Dos expertos —atiéndase sólo dos para algo tan complejo como lo que debiera ser un giro  económico de 180 grados— han preparado lo que va a ser el esqueleto del programa económico. Y lo han hecho desde posiciones muy determinadas. Como ya hemos escrito, sobre la discusión económica pivotan las alternativas políticas. Una elección económica siempre ha sido una elección política, pero a día de hoy esta afirmación clama al cielo.
Sin duda, el documento tiene algunos puntos fuertes, por ejemplo, un enfoque sobre el euro y Europa que huye del escepticismo habitual entre bastantes economistas críticos. También es interesante el papel central, aunque algo diluido, que tiene el impago de la deuda como condición para cualquier programa económico efectivo. No obstante y más allá de que podamos coincidir en las cuestiones normativas (los buenos deseos), las propuestas de Navarro y Torres se pueden definir en términos económicos como keynesianas, y en términos políticos como socialdemócratas.
La cuestión de fondo, y que luego veremos con algún detalle, está en determinar si socialdemocracia y keynesianismo pueden ser hoy formas de acercamiento siquiera adecuadas para tratar cuestiones como las del cambio del modelo productivo y las funciones del empleo. Antes de nada, es preciso aclarar una diferencia profunda de diagnóstico sobre el capitalismo financiarizado en las escuelas neokeynesianas y otras lecturas como las que aquí se sostienen. Para los keynesianos, la hegemonía financiera es un simple problema de desinversión. El problema reside en el poder que los propietarios del dinero, las finanzas, han logrado concentrar durante la era neoliberal. Este les ha permitido rehuir de su “tradicional función” en el marco capitalista: la inversión productiva. Según este esquema, los capitales se refugian en los mercados financieros donde todavía son capaces de acumular riqueza. Así pues basta con obligar políticamente a las élites, fundamentalmente mediante la fiscalidad, a cumplir con su función inversora para que la economía vuelva a crecer y a crear empleo en la cantidad suficiente como para revertir la crisis. En esta dirección van muchas de las propuestas de su documento, la mayoría imprescindibles pero insuficientes como mecanismos de orientación de una “economía para la gente”.
Las cosas se pueden leer, no obstante, de otro modo. Desde nuestro punto de vista, que además hemos explicado con profusión para el caso español, el proceso de acumulación de poder y riqueza de las élites financieras, refugiadas en los mercados financieros, es el resultado de un conjunto complejo de factores que se anudan en los años setenta. Fue en esta década, a caballo de un intenso ciclo de luchas sociales, creciente competitividad entre las viejas potencias industriales y agotamiento del ciclo keynesiano-fordista cuando surgió, en tanto solución capitalista, el neoliberalismo y la financiarización. Resultado de la inviabilidad de esa solución es la larga crisis de sobreproducción del aparato productivo capitalista que dura ya más de cuarenta años. Por concretar, el resultado de esta crisis es que cada vez que la inversión sale de sus cuarteles financieros, o de sus burbujas inmobiliarias o tecnológicas, se encuentra con un problema de bajísima rentabilidad y alta competencia en los sectores que deberían estar arrojando altas tasas de beneficio. Por eso, el capitalismo vuelve de forma reincidente a sus refugios financieros desregulados. En otras palabras, la inversión privada, más allá de los mercados financieros, las burbujas y la emigración a China, está desde hace décadas incapacitada para  contribuir significativamente a la inversión productiva y al empleo. El capital tan solo ha respondido, y de manera insegura, a los llamamientos a la inversión mediante la masacre de sus costes salariales, sociales y ecológicos.
Esto puede parecer un oscuro punto del debate teórico, pero es fundamental a la hora de abordar cualquier posición económica que aspire a la transformación; algo que debiera importar, y mucho a Podemos, caso de que quiera configurarse como una opción real de ruptura. La polémica podría quedar resumida así: ¿empleo o desenganche del empleo (Renta Básica)? Desde el punto de vista económico, la opción por la Renta Básica tiene la voluntad de orientar los viejos asuntos de la igualdad social en términos de un cambio radical del modelo productivo y de la economía política de la financiarización. En  dirección contraria, en el programa de Navarro y Torres, se apuesta por el empleo. De hecho, la RB desaparece de escena para convertirse en un “dinerillo” que se da a los pobres. La RB se convierte en Renta Mínima de Inserción.
En esta misma dirección, se puede considerar el papel que el documento de Torres y Navarro otorga a la inversión como motor de recuperación económica, según el clásico esquema de mayor inversión, mayor empleo, mayor consumo y por ende un ciclo virtuoso de crecimiento económico. La cuestión está en saber ¿cuáles son las condiciones hoy de generación de inversión? Lo más probable, en el marco del capitalismo financiarizado, es que la inversión privada no comparezca en el volumen necesario. Dicho de otro modo, lo más probable es que sea la inversión pública la que tenga que llevar el peso de la recuperación del empleo. Los sectores elegidos son los del Estado de Bienestar: sanidad, educación, dependencia. Nadie duda de que la inversión pública en estos sectores sea fundamental. Lo que sí es dudoso es que estos puedan ser el motor de la transformación.
La pregunta surge inmediatamente: cuánto dinero público requiere esta estrategia de empleo público para ser significativa y eficaz en el corto plazo (y entendemos que es una apuesta de emergencia). Mucho sin duda. Curiosamente, la Renta Básica puede ser una línea de recomposición económica más interesante. Esta se puede entender justamente como un mecanismo de pre-distribution, no como una renta de pobres, sino como un medio de activación económica y de los recursos productivos de una población hasta ahora sometida al empleo low cost y altamente precarizado. Para que se vea con un cálculo puramente orientativo, y por lo tanto pedestre. Un plan de empleo, fundamentalmente público, como el que se desprende del documento de Navarro y Torres para alcanzar las dimensiones necesarias para compensar los niveles desorbitados de paro y precariedad generalizada, tendría muy posiblemente unos costes muy similares, o incluso superiores, a los de la Renta Básica. No hay que olvidar que este programa, para tener un impacto significativo, no debería bajar de los dos millones de empleos públicos, o lo que es lo mismo más de un 10 % adicional del PIB.
Otra duda con lo que podemos considerar el aspecto clave del programa de Torres-Navarro es si un programa de empleo público de esta envergadura, en los sectores del Estado de bienestar, no va a encontrarse rápidamente con problemas de escalabilidad. Se trata de servicios que requieren de fuerza de trabajo cualificado. Y es evidente que en un año no se puede triplicar el número de médicos, profesores o cuidadores. En una previsión de escenarios, lo más probable es que este cuello de botella se supere mediante un viejo conocido del sistema productivo español: la inversión pública en infraestructuras. Por supuesto, aquí sería mucho más fácil encontrar el suplemento de la inversión privada, pero entraríamos en el terreno de una nueva burbuja inmobiliario-financiera.
Una tercera duda hace referencia a la posición del sistema de crédito en el documento de Navarro y Torres. Se habla, y mucho, de sistemas de crédito públicos y de “derecho al crédito” No hay nada en contra del crédito en sí, pero para sostener esa posición central del crédito hay que asegurar que los niveles salariales crecen lo suficiente como para soportarlo y no generar una nueva especie de “esclavitud por deudas” como la que estamos todavía viviendo.
También en el documento se habla mucho de reforzar los sindicatos, pero si adelantamos un escenario de debilidad de la inversión privada, por un lado, y de fuerte inversión pública, por el otro, lo más probable es que la fuerza sindical en el sector privado resulte inoperativa. Conviene no olvidar que el contexto seguirá siendo de atomización y precariedad, debido a la propia debilidad del capital. De nuevo aquí, la Renta Básica borra del mapa, literalmente, buena parte de los empleos precarizados. Es por ello la mejor base de negociación posible frente al capital así como para un nuevo sindicalismo apoyado en algo tan básico como “no temer morir de hambre si no trabajas”. Además con la RB se sentarían las bases para una nueva economía cooperativa no destrozada por las condiciones que fija el capital privado, algo que en el documento de Torres-Navarro apenas aparece de pasada.
Desde luego, la Renta Básica no está libre de problemas. Podríamos discutir sobre su aplicación en un solo país, por ejemplo. Quizás, el principal de ellos es que es más difícil de sostener electoralmente que el empleo público. Es un problema que afecta a todo lo nuevo. ¿Cómo competir con una figura política, tan conocida que es casi pop, como la socialdemocracia? Dado no obstante que el combate en torno al pago de la deuda no va a tener una solución inmediata, desde el punto de las finanzas es tan inaceptable un programa keynesiano de empleo como otro de desenganche del empleo y Renta Básica.
En último término, el problema central del documento Navarro-Tores está en su apuesta política. El keynesianismo nunca fue un programa de transformación económica, sino de conservación de un capitalismo en crisis atravesado por una fuerte lucha de clases. Hoy estas clases ya no existen como tales. Con ellas murió también el interés de las élites por regular una partida que saben ganada. Queda, por supuesto, la memoria viva de ese momento que en España es casi el mismo que el de la formación de la clase media en los años sesenta y setenta, con su prórroga en la década socialista de 1982-1995. A eso apela este documento, sin añadir prácticamente nada nuevo sobre los problemas del capitalismo financierizado y la fragmentación social actual.
Desde la perspectiva que aquí se pretende, apostar por mecanismos de desenganche del empleo es apostar por una formación política emergente. Es apostar sencillamente por la formación de nuevas clases (entendidas como sujetos políticos), a partir de la descomposición de las viejas clases medias. Se trata de un fenómeno que estamos viviendo de manera incipiente y que en España inaugura el 15M. Quizás pueda parecer complicado asumir esta posición. Pero Podemos sólo ha sido la primera expresión electoral de estos nuevos sujetos sociales y políticos. De forma consecuente, su política económica debería estar pensada para reforzar esta emergencia política. Paradójicamente, en la apuesta keynesina de Torres-Navarro, se vuelve a un pasado de regulaciones y recetas económicas muy por debajo de las posibilidades del momento: una suerte de modelo sueco de inversión pública, Estado de bienestar y políticas de empleo a escala nacional. Ni políticas de promoción de los tejidos cooperativos, ni una consideración de la financiarización como meollo del capitalismo actual, ni en definitiva refuerzo de la autonomía de los sujetos productivos frente al empleo precario. El giro socialdemócrata puede valer un tiempo para atraer viejos recuerdos de voto, pero malamente como política económica alternativa.

El Parlamento británico descalifica a los bancos como creadores monetarios y discute quién debería crear el dinero

Post publicat a Soberanía financiera

En un debate del parlamento británico el pasado 20 de noviembre se abren nuevas vías a formas de creación monetaria no ortodoxas y se critica con dureza el papel de los bancos como creadores de dinero.
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El debate titulado Creación Monetaria y Sociedad fue un debate histórico que debería replicarse en todos los países, pues se pusieron de manifiesto una buena parte de los aspectos políticos asociados a la creación monetaria y al sistema financiero. La creación del dinero, recordemos,  en la actualidad está en manos en los bancos comerciales principalmente, que crean dinero bancario, la mayor parte del dinero que existe en manos del público.
Tal como muy bien resumía la Secretaria Económica del Tesoro, Andrea Leadsom, este fascinante debate se celebraba para considerar si, en lugar de arreglar el sistema actual, no sería mejor tirarlo a la basura y empezar de cero. Que el parlamento de un país tan conservador como el Reino Unido se plantee siquiera algo así, nos da la idea correcta respecto a lo oportuno de revisar en profundidad del modelo bancario actual. Como dijo otro ocurrente diputado, no tiene sentido discutir aspectos casi de tipo feng shui del mobiliario de la reforma [bancaria] cuando hay cuestiones esenciales que resolver respecto a los mismísimos cimientos del sistema.
La mayoría de los aspectos políticos esenciales que conlleva la creación monetaria han quedado de manifiesto en este debate. Me referiré más tarde a los que estuvieron ausentes. La cámara británica mostro bastante consenso en el diagnóstico del problema. Algunos diputados incluso utilizaron los formalismos apropiados para tratar a compañeros de partido para dirigirse a la oposición, de tan en acuerdo como estaban. Donde hubo posturas diferentes fue en las soluciones propuestas, ya que los conservadores proponían una solución basada en la liberalización del sector mientras que los laboristas proponían la solución contraria: que solo el Estado tuviera capacidad de crear dinero o que, si los bancos mantuviesen la capacidad de crear dinero que tienen ahora, fuesen tasados con una tasa de señoreaje por disfrutar de esa capacidad.

Respaldo a la visión de que son los bancos quienes crean el dinero
En esencia, la cuestión es que el sistema monetario actual está basado en gran medida en el sistema financiero. El diputado conservador Steve Baker iniciaba la exposición parafraseando a J.K. Galbraith sin citarlo: “el proceso [por el cual se crea el dinero] es tan simple que repele a la mente”. El sistema bancario, compuesto por unos bancos que siguen el modelo de reserva fraccionaria, crea el dinero bancario, la mayor parte del dinero en circulación. Lo hacen sobre todo al dar préstamos, aunque también pueden crear dinero de otras maneras.  La ley bancaria de 1844 prohibió en el Reino Unido la creación de billetes por parte de los bancos comerciales con el ánimo de reducir la inversión especulativa y arriesgada que en aquel momento se observaba (la historia no deja de repetirse), pero esa ley no fue capaz de reconocer que los depósitos bancarios funcionaban igual que los billetes, así que falló en su propósito de prohibir la creación monetaria de dinero bancario. Después de una larga campaña de la organización Positive Money para probarlo, organización que fue mencionada en varios momentos del debate, con actividades como la publicación del libro “Where does Money Come From?” y la recopilación de testimonios en su web, el Banco de Inglaterra recientemente publicó un artículo (2) en el que se reconocía esta realidad, largamente eludida: los bancos son los que crean la mayor parte del dinero en circulación. Ahora, este debate parlamentario confirma esta realidad, que ni un solo diputado negó.

Llamada clara a una reforma monetaria en profundidad
Captura de pantalla 2014-11-28 15.33.21La crisis financiera de 2008 ha revelado muy importantes grietas en el sector financiero,  en los mecanismos mediante los cuales el crédito es canalizado. Si unimos el hecho de que los bancos han asignado mal los recursos en la otorgación del crédito y que al hacerlo además, estaban creando dinero, resulta que la crisis financiera no es otra cosa que una crisis monetaria (3). Lo cual debe llevarnos, no a una reforma del sistema financiero, sino a un replanteamiento del mismo en sus cimientos, y a cuestionar si tiene sentido que sistema bancario tenga la capacidad de crear dinero, en vista de cómo ha utilizado esa capacidad en el pasado. El principal ponente del debate, el conservador Steve Baker, dijo explícitamente

Afortunadamente la institución del dinero es una institución humana y social que cambia, ha cambiado mucho en el siglo XX y creo que debería cambiar más.

en otro momento del debate hizo alusiones a dichos cambios, por ejemplo, el abandono del patrón oro en 1971. Michael Meacher, diputado laborista, dijo:

estoy de acuerdo en que necesitamos un cambio estructural mucho más amplio. No es una cuestión de retocar alguna cosa aquí y allá. La cuestión central de este debate es quién debería crear el dinero. ¿Hubiera el Parlamento jamás votado delegar el poder de crear dinero a los mismos bancos que causaron esta horrenda crisis financiera que el mundo sigue sufriendo? Yo creo que la respuesta sin duda es no.

Fallas del sistema bancario como creador de dinero
Algunas disfunciones del sistema bancario fueron mencionadas, como que el sistema bancario no es un sistema de libre mercado, como aparenta ser, sino “el más odioso lío corporativo”. El sistema monetario distorsiona el sistema de señales que supone el sistema de precios y por lo tanto altera la información sobre los deseos de la gente y los recursos disponibles. Los efectos distributivos del sistema monetario también fueron mencionados sin escatimar detalles. El conservador explicó que, “si los bancos son los que crean el dinero, no es de extrañar que sean los más ricos”. Se aludió a un estudio sobre los efectos distributivos de la flexibilización cuantitativa y se concluyó que, a pesar de que el público en general estaba mejor que si no hubiese existido,   también había servido para inflar los precios de los activos de la gente más rica y más mayor. Según el banco central el 40% de los activos cuyo precio ha sido inflado están en manos del 5% de los hogares, siendo el 80% de esas personas mayores de 45 años (4).
La ineficiente asignación de los recursos también fue criticada por todos los partidos como poco adecuada a los intereses de la población en general, ya que los bancos usan la capacidad de crear dinero en su propio interés: con solo el 8% del crédito dedicado a financiar empresas productivas y otro 8% a crédito al consumo, el crédito restante fue destinado a la compra de activos, en muchas ocasiones en operaciones especulativas. Todo ese crédito destinado al sector inmobiliario solo ha servido para encarecer la vivienda y por lo tanto el coste de la vida y no para crear riqueza. Ha sido incluso mencionado en varias ocasiones que, si el dinero de la flexibilización cuantitativa no ha estado bien empleado aportándoselo a sistema bancario, quizá sería más interesante dárselo directamente a la gente (lo cual, aunque no se haya mencionado explícitamente en el debate, abre la posibilidad de un sistema monetario y financiero donde el nuevo dinero se inyecta directamente a la ciudadanía, muy compatible con los modelos de renta básica), o a proyectos de energías renovables y vivienda. Este concepto de dar directamente el dinero a la gente, ha sido ilustrado en ocasiones del debate con la conocida metáfora del dinero lanzado desde un helicóptero que hizo popular Milton Friedman (5).
Incluso un diputado conservador  que defendía el sistema bancario tal como es (Peter Lilley), hacía referencia a la inherente inestabilidad de los bancos por su funcionamiento basado en el modelo de reserva fraccionaria. Se dan dos circunstancias para que esto sea así: 1. La propensión del sistema bancario a concentrarse y a crear entidades demasiado grandes para caer, y 2. El hecho de que dejar caer una de esas entidades llevaría a todos los depositantes de otros bancos también a dudar de su fiabilidad y a retirar sus depósitos, con la consecuente quiebra del sistema financiero debida al pánico bancario. Esto jamás ha sido entendido adecuadamente por los reguladores. Lo cual llevó a debatir esta cuestión del “riesgo moral”  que, según algunos diputados, resulta en unas entidades imposibles de regular, ya que la obligación de rescatarlas por parte del Estado, resulta en la total impunidad sobre su comportamiento, a efectos prácticos.

Propuestas
El conservador Steve Baker, principal ponente del debate, ha pedido tres cosas: seguir con la flexibilización cuantitativa para probar la falsedad de los principios que sustentan el sistema. Básicamente vino a plantear que cuanto peor, mejor, y que hasta que el sistema no caiga del todo no se podrá probar la falsedad de las ideas en las que se sustenta.  En segundo lugar, para el momento en que el sistema se autodestruya, habrá que tener alguna alternativa, por lo que ha defendido la experimentación con nuevos modelos monetarios, como bitcoin (aunque no lo ha mencionado, hay otros modelos alternativos monetarios de carácter más social como el WIR suizo, o el banco sin intereses JAK en Suecia o los sistemas basados en compensación de pagos con crédito mutuo, etc…). Y por último, ha propuesto que Reino Unido se convierta en un centro mundial de innovación monetaria.
El laborista Michael Meacher ha pedido que se ponga en marcha un sistema que defendió Adair Turner, el presidente de la FSA (la autoridad regulatoria de los servicios financieros) que se ha venido a llamar Dinero soberano (4) en el que el único creador de dinero es el Estado y los bancos deben mantener una reserva del 100% de los depósitos. Esta propuesta también incluye la posibilidad de restringir el crédito  (otorgado con el nuevo dinero creado por el banco central) solo a la economía productiva. La posibilidad dirigir de forma centralizada las finanzas, que ha tenido muy buenos resultados en los países asiáticos, también fue mencionada pero no está incluida en la propuesta.  Otro laborista, Austin Mitchell, también habló de la importancia de la función crediticia, y sobre todo de su aspecto social, acabó sin embargo con la decepcionante y simple propuesta de que se tasará a los bancos por llevarla a cabo, como una fuente de señoreaje  para el Estado.
Captura de pantalla 2014-11-28 15.34.02Meacher también pidió la creación de una  comisión monetaria para evaluar pros y contras de cambiar el sistema de reserva fraccionaria por un sistema de reserva total. Varios diputados reconocieron su ignorancia respecto al funcionamiento del sistema monetario y su incapacidad de tomar las decisiones adecuadas para el país en esas condiciones y por ello apoyaron la propuesta.
Por último, la secretaria económica del tesoro ha mencionado las medidas que su gobierno está poniendo en marcha para reparar el sistema actual. Se ha opuesto a la creación de una comisión monetaria (alegando que hay muchas comisiones en marcha sobre ese tema) y ha asegurado que, en lugar de una comisión, el subgobernador del Banco de Inglaterra, Andy Haldane, tendrá el encargo de investigar posibles alternativas al sistema monetario actual:

Necesitamos continuar abordando la innovación, tanto en el “software” de los medios de pago, como en el “hardware” de nuevos sistemas monetarios, como las cripto-monedas (bitcoin y otros derivados de su código) y monedas digitales, pero debemos hacerlo con precaución. En noviembre hicimos una llamada a nuevas informaciones, invitando nuevas visiones y pruebas de los beneficios y riesgos de monedas digitales, de forma que estas monedas digitales puedan esperar poder establecerse en el Reino Unido y la gente pueda esperar utilizarlas con seguridad.

Algunos otros temas muy interesantes fueron mencionados, como la posibilidad de limitar las rentas de la propiedad, etc., y por eso invito a los lectores a leer el debate completo o seguirlo por vídeo (1), la traducción al castellano estará disponible en algún momento (7). La variedad de los temas y la profundidad en su tratamiento lo merece, sin embargo, me gustaría ahora mencionar todo lo que podría haber sido tratado en este debate y no lo fue.

Lo que no se dijo
En primer lugar, la deuda. No se entró suficientemente en detalles respecto al impacto del diseño del sistema monetario y financiero actual como mecanismo de creación de una deuda impagable para la sociedad. Y es que, crear dinero dando créditos significa que por cada euro o libra o dólar creado, hay una deuda mayor (el principal y los intereses del crédito), lo cual nos lleva a una situación en que la deuda, por diseño y de forma inexorable, es siempre mayor que el dinero disponible para pagarla. Por poner solo un ejemplo, el segundo trimestre del 2012 en EEUU según datos de la FED, la deuda era de algo más de 50 mil millones, mientras que el dinero en circulación (M2) era de algo más de 9 mil millones de dólares.
En segundo lugar, la vinculación entre el sistema financiero y el medioambiente fue mencionada por un diputado, pero sin entrar en detalles. Se perdió así una ocasión impagable para poner de manifiesto que ese mecanismo de deuda-trampa o deuda impagable, nos lleva a un imperativo de crecimiento económico permanente, pues como hemos visto, dependemos de nueva creación monetaria para pagar las deudas pasadas y como el nuevo dinero viene de los préstamos bancarios sobre todo, necesitamos crecimiento económico constante, que es el requisito principal para que los bancos otorguen créditos. El sistema monetario actual es estructuralmente insostenible. Aquí es importante mencionar que eliminar el imperativo de crecimiento económico no significa no crecer, necesariamente, solo significa que podemos crecer cuando sea oportuno y no hacerlo cuando no lo sea; significa no forzar el crecimiento de forma artificial con obsolescencia programada ni fomentando la cultura del consumismo.
Otra cosa que allí no se trató, porque en Reino Unido no tiene sentido pero en la Zona Euro sí,  es qué sentido tiene el que el Estado pague un diferencial de interés a los bancos por financiarse, supuestamente porque el banco soporta el riesgo de financiar al Estado, cuando la banca está siendo rescatada por el Estado, lo que demuestra que el Estado es quien está asumiendo el riesgo de los bancos en la práctica. El Estado no puede pagar el riesgo de su propia financiación a un sector que ha sido avalado y rescatado por el propio Estado, es absurdo. Y mucho menos cuando la situación de concentración en el sector bancario no ha hecho sino avanzar, lo que resulta en un riesgo moral multiplicado y creciente que obliga aún más al Estado a responder ante cualquier quiebra bancaria.
Tampoco se profundizó lo suficiente en las funciones del crédito, y su diferencia con respecto a las funciones del dinero, que J.A. Schumpeter distinguía perfectamente en su teoría crediticia del dinero. Tampoco se hizo mención a la función social del crédito, que este mismo autor esbozó con su propuesta de que la banca fuese una especie de “contable social”.
Por último, hay otras grandes implicaciones a nivel de teoría económica de todo lo tratado en este debate que no han sido ni mencionadas. Ese principio ortodoxo que dice que hay que generar ahorro para poder invertir necesita revisión urgente. Este debate ha revelado el sistema financiero en su verdadera dimensión de creador monetario. Esto significa que cuando hace falta, el dinero se crea sin más. Para posibilitar el consumo y la inversión los bancos dan créditos y crean los depósitos. Estos depósitos, aunque no son ahorro, podrían ser denominados “ahorro potencial” porque puede llegar a ser ahorro. Una vez el dinero es creado y se usa para pagar aquello que el prestatario deseaba financiar, el dinero estará en el circuito económico,  sirviendo para realizar transacciones o depositado en algún punto del sistema bancario como ahorro. Tanto ahorro como inversión nacen a la vez, en el sistema actual, y se igualan por definición si tomamos el sistema bancario en su conjunto.  Por lo tanto la idea de que es necesario generar ahorro ha perdido su sentido original. Y si eso no tiene sentido, la idea misma de premiar el ahorro con un tipo de interés tampoco tiene mucho sentido. Yo considero que esto es un avance para la humanidad, un avance que está en malas manos y ha sido mal  utilizado, pero un gran avance. Las propuestas que hemos escuchado en este debate son propuestas encaminadas a volver a ese pasado en el que podíamos invertir sólo en la medida en que teníamos oro (o cualquier cosa comparable) guardado en una caja fuerte, o podíamos pagar para que alguien nos lo prestara. Sin duda, esta no es la única opción y esperemos que la investigación monetaria heterodoxa encargada a Andy Haldane lo ponga de manifiesto. Democratizar y descentralizar el poder del crédito es posible. Yo lo llamo soberanía financiera ciudadana.
Este es el primer debate parlamentario sobre el sistema monetario en mucho tiempo, esperemos que haya muchos más y que en nuestro país empiece a haberlos muy pronto.

(1)    Publicado desde la página 21 a la 38 de este pdf que recoge la transcripción del debate: http://www.publications.parliament.uk/pa/cm201415/cmhansrd/chan64.pdf. El vídeo del debate disponible aquí: https://www.youtube.com/watch?v=EBSlSUIT-KM
(2)    “La creación monetaria en la economía moderna” en el boletín del Banco de Inglaterra de Abril 2014: http://www.bankofengland.co.uk/publications/Documents/quarterlybulletin/2014/qb14q101.pdf
(3)    Esto mismo lo reflejé en mi artículo titulado ¿Crisis financiera o crisis monetaria? en agosto de 2013: http://soberaniafinanciera.org/?p=274
(4)    The Distributional Effects of Asset Purchases. Bank of England, 12 July 2012: http://www.bankofengland.co.uk/publications/Documents/news/2012/nr073.pdf
(5)    Ver una explicación en la página 13 de este documento de Antonio Argandoña: http://www.iese.edu/research/pdfs/DI-0193.pdf
(6)    Propuesta de Adair Turner, presidente de la FSA (el órgano regulador financiero en Reino Unido) en este discurso: http://www.fsa.gov.uk/static/pubs/speeches/0206-at.pdf
(7)    Aquí pondremos el enlace a la traducción cuando esté.

La obligación de competir por el capital

Publicat al web   Soberania Financiera

La defunción de Emilio Botín el mes pasado causó toda una serie de reacciones de todo signo. Junto con las serviles alabanzas de gran parte de instituciones públicas y grandes medios de comunicación, también se emitieron programas mucho más analíticos e interesantes. En concreto, me refiero a esta entrega del programa Fort Apache, en el que se habló de la banca y qué hacer con ella.
 

En primer lugar, hay que dar la bienvenida a este tipo de debates, tan escasos como necesarios. En este programa, incluso se mencionó el papel de los bancos como verdaderos creadores de dinero, algo que raramente se toca. Este debate público es paso obligado para que el debate político tenga lugar. Un ejemplo de ello es el Reino Unido, donde se acaba de anunciar la discusión en el parlamento sobre el proceso de creación monetaria, en este debate está previsto revisar la ley que prohibía crear dinero a los bancos (la ley de 1840 prohíbe a los bancos la creación de billetes) y discutir si no sería oportuno prohibirles crear dinero digital, que es lo que hacen en la actualidad. El debate, previsto para el próximo día 20 de noviembre promete ser interesante.
Y es que el modelo monetario y financiero es claramente un asunto político.

Soluciones a la banca de hoy
En el debate televisivo que he mencionado se hizo bien en señalar que la banca tiene apoyos públicos sin los cuales estaría quebrada de forma fulminante.  Mucha razón tiene Carlos Sánchez Mato al proclamar que se retiren los apoyos públicos a la banca en manos privadas.
La otra opción sería nacionalizar la banca, poniendo en valor esos apoyos públicos otorgados, sin los cuales no podría sobrevivir, para procurar un mayor control político del crédito y de la gestión de las entidades rescatadas. Ni que decir tiene que cualquier empresa privada que hubiera inyectado tal cantidad de recursos en un sector, sería dueña y señora de ese sector. Por una dejación de funciones en la representación del bien común, nuestros representantes políticos no han ejercido esa baza de poder tras usar el dinero de los ciudadanos para salvar el sector financiero.
En la cuestión de qué hacer con la banca que tenemos hoy, estas dos posibilidades son las que están encima de la mesa: retirar el apoyo público al sector financiero o nacionalizar la banca, o alguna de sus variantes intermedias, pues el apoyo público a la banca también puede traducirse en una determinada condicionalidad: limitar sueldos de los consejeros, imponer cuotas de crédito para distintas sectores productivos, etc. Es curioso que la Troika imponga al gobierno condicionalidad para darle rescates y sin embargo el gobierno no traslade esa condicionalidad a los bancos, en quienes ha enterrado ese rescate y las sustanciosas ayudas y avales adicionales que disfruta.
Pero también es importante señalar que no solo debe preocuparnos la banca que tenemos hoy, sino la que podemos y debemos tener en un futuro. Y este aspecto estuvo fuera del debate mencionado, aunque fue vagamente enunciado con una intervención que quedó sin respuesta. El Sr. Altozano, que en el debate hacía el papel de defensor del sistema financiero actual, aún exhibiendo un profundo desconocimiento de los mecanismos de creación monetaria, planteó algo que es muy real: la exigencia de que los países compitan por el capital; y preguntó como lo harían los demás ponentes, si estuvieran en una posición de gobierno (minuto 41).
Las dos opciones políticas de corto plazo para la banca que acabamos de mencionar no rozan ni de lejos esta cuestión, ni afrontan los problemas estructurales del sistema monetario y financiero actual.

El sistema financiero del futuro
Respecto a la posible solución de nacionalizar la banca, es importante señalar que el sector financiero actual tiene características que lo hacen sistémicamente insostenible: La tendencia a la concentración, la propensión a las crisis financieras recurrentes con una celeridad cada vez mayor, o la incapacidad de los bancos centrales para estimularlo de forma efectiva, ya sea por la vía de la política monetaria ordinaria o la flexibilización cuantitativa son algunas características que no parece que vayan a ser diferentes por el mero hecho de que la banca sea de titularidad pública. Si sigue habiendo entidades demasiado grandes para caer ¿cómo hacer que la impunidad de los banqueros no se convierta en la impunidad de los políticos al frente de su gestión? El ejemplo de lo ocurrido con los políticos en los consejos de las cajas de ahorro no es un precedente muy halagüeño al respecto.  Posiblemente la nacionalización, o ejercer una condicionalidad dura con el sector financiero, sean medidas necesarias en el corto plazo, pero la posibilidad de que esto suponga una solución a largo plazo es mínima. No hay ninguna medida regulatoria que nos vaya a sacar de un modelo monetario y financiero excesivamente concentrado y propenso a las crisis, puesto que el modelo, de por sí, tiende a la concentración bancaria y a las crisis recurrentes.
En segundo lugar, la opción de retirar los apoyos públicos a la banca es atractiva pero imposible: habría que estar preparado para dejar caer la banca y no lo estamos; entre otras cosas, porque no tenemos ninguna solución diferente al modelo financiero actual: el modelo basado en la creación de dinero por parte del sistema bancario mediante el mecanismo de reserva fraccionaria. ¿Cómo afrontar un pánico bancario con un sector donde casi el 60% de los activos están colocados en 5 entidades? Sin un modelo diferente de banca ya funcionando, parece difícil. Primero hay que dejar crecer un modelo financiero diferente y entonces la sociedad no necesitará rescatar ni subvencionar al que tenemos en la actualidad, pues no dependeremos de él.
Estos graves problemas estructurales exigen solución, pero además tenemos esta otra cuestión: Cómo competir por el capital, que es justo la clave del problema.
Efectivamente, el actual marco institucional (en el que el sistema monetario y financiero es una pieza esencial) nos impone la competencia por el capital. Los países se ven así obligados a competir con otros países para atraer actividad económica, y en esa competencia se utiliza el dumping fiscal, o sea, cobrar menos impuestos a las empresas por establecerse en tu territorio que la hacienda pública del país de al lado. Esto dificulta la subida de los impuestos a las rentas altas, lo cual deja a los gobiernos sin recursos.

Mejor no cometer los errores típicos
La obligación de competir por el capital es una realidad innegable dentro del marco institucional actual. La postura clásica de la izquierda ante ella ha sido 1: típicamente actúan como si la obligación de competir por el capital no existiera y 2: no hacen nada para liberarse de ella. Esta combinación es una receta para el fracaso y da como resultado la izquierda testimonial y fracasada a la que, en cuanto sube al poder, le empiezan a subir las cifras de paro, la inflación y el déficit público. Amparados en el consuelo de que Marx no lo concibió, siguen sin tomar en serio la profunda naturaleza disruptiva del dinero fiat no referenciado y combinado con un recurso masivo al dinero-crédito, del que se nutre principalmente nuestro sistema monetario y financiero hoy día: un dinero digital, que habita en los balances de los bancos y surge, principal, pero no únicamente, al otorgar crédito. Un sistema monetario basado únicamente en este tipo de dinero fue inconcebible no solo para Marx, sino también para su principal seguidor en lo que al estudio del capital financiero se refiere: R. Hilferding, cuyos importantes aciertos predictivos en su obra magna “El Capital Financiero” hubieran sido mucho mayores si no hubiese descartado por imposible el tipo de sistema monetario y financiero que tenemos hoy.
Frente a esta postura de la izquierda clásica, está la de una izquierda pujante que sí está funcionando: por ejemplo, la del gobierno de Uruguay, que sigue dos estrategias complementarias : por un lado, aceptar el reto de competir por el capital, que a corto plazo es ineludible. Uruguay se ha esforzado en incentivar la inversión extranjera para poder recaudar impuestos y después llevar a cabo una redistribución de la renta. Por otro lado, está tomando medidas para liberarse del marco institucional que le obliga a competir por el capital, en concreto, poniendo en marcha una moneda social (el gobierno de Uruguay lleva 3 años trabajando en este proyecto que todavía no ha visto la luz).
Esta obligación de competir por el capital es la traducción inevitable de la sumisión política de los gobiernos ante el capital financiero. Una obligación derivada de aceptar, de forma implícita, un modelo monetario y financiero en el que siempre hay más deuda que dinero para pagarla, porque precisamente son los bancos quienes crean el dinero como contrapartida de un reconocimiento de deuda con interés. Desde un punto de vista democrático, esta sumisión no se sostiene. Solo se sostiene porque se considera ineludible, como si fuera la fuerza de la gravedad o algo parecido, mientras que la realidad es que procede del diseño del sistema monetario: lo menos democrático que existe en nuestro marco institucional, algo que jamás ha sido sometido a votación popular ni a cuestionamiento alguno. Mientras no se tomen medidas para el cambio institucional necesario que permita liberarse de esa obligación de competir por el capital, esa situación de sometimiento al capital financiero no cesará y los países, así como las empresas, y todos los seres humanos en general, seguiremos viéndonos obligados a competir por el capital para que nos salgan las cuentas.

La eutanasia del rentista – ¿Un camino hacia una economía estacionaria?

Ecological Economics 84 (2012)

Dirk Loehr (Octubre, 2011)
Trier University of Applied Sciences, Environment Campus Birkenfeld, PO Box 1380, 55761 Birkenfeld, Germany

Traducció R.G.

Resumen.
Una tasa de interés positiva tiene importantes efectos en la ecología. Uno de ellos se deriva de impulsar el crecimiento económico. En la economía actual, la acumulación de capital es un fin en sí mismo. De acuerdo con la «regla de oro de la acumulación», la velocidad de extensión del capital es igual a la tasa de interés. Sin embargo, en las actuales condiciones económicas la tasa de interés es siempre significativamente mayor de cero, debido a la prima de liquidez de dinero (Keynes). En este contexto, las viejas propuestas, como el enfoque de «dinero libre» de Silvio Gesell podrían proporcionar soluciones interesantes. Gesell quería neutralizar la prima de liquidez poniendo aplicar costes «artificiales» al dinero (nota del traductor: “costes de mantenimiento del capital financiero” ¿algo así como “oxidación” del dinero”?). Al aumentar el stock de inversiones de capital ininterrumpidamente a pesar de las crisis económicas, el interés y el nivel de rentabilidad deberían reducirse a cero. Dado que en esta situación todo ahorro e inversión marginal causarían un interés o tasa de rentabilidad negativo, ese aumento del stock se detendría. Aunque Keynes estaba muy emocionado por las propuestas de Gesell, criticó el hecho de que Gesell no vio muchos de los posteriores obstáculos (nota del traductor: del texto deducimos que serían de índole política). Sin embargo, estos obstáculos pueden superarse a través de nuevas reformas institucionales.
1. Introducción
Durante el siglo XX, la población mundial se cuadruplicó hasta los 6.400 millones, mientras que el uso global de las materias primas se multiplicó por 8 y la producción económica mundial, medida por el PIB, creció más de 20 veces (Krausmann et al, 2009). Tan solo en el período comprendido entre 1990 y 2005, el PIB mundial se ha más que duplicado (UNCTAD, 2007). Como Meadows et al, (1972) ya había reconocido, cada euro o dólar del crecimiento económico causa estrés en el consumo de energía, producción de residuos, uso del suelo y problemas de agua, etc. Especialmente desde que la India y China en tanto que países emergentes tratan de copiar los modelos económicos no sostenibles de los países occidentales, el problema del crecimiento es más urgente que nunca.
No obstante, los libros de texto económicos normalmente hacen hincapié en la necesidad de crecer. En la medida en que los economistas contemporáneos están preocupados por la sostenibilidad, tienen la intención de minimizar el consumo de materia (nota del traductor: ¿disminuir la economía basada en un uso intensivo de los recursos materiales?) como base del crecimiento económico (nota del traductor: a partir de ahora ‘desmaterializar’). Esto debe lograrse desacoplando el consumo de energía y la producción de residuos del crecimiento económico. Las actuales estrategias para desvincular los residuos y el consumo de energía del crecimiento se basan en los avances tecnológicos. En contraste con las declaraciones del Club de Roma (Meadows et al, 1972 ”Límites del crecimiento»), se hace hincapié en un crecimiento que sea limpio en sus límites. Por lo tanto, la ”sostenibilidad” se define en términos de ingeniería. Básicamente, existen dos enfoques que son objeto de debate (Paech, 2006): desmaterialización, aumentando la eficiencia ecológica («mejor” uso de los recursos naturales; von Weizsäcker et al, 1995; Schmidt- Bleek, 1997) y neutralización ecológica por ”coherencia”(«otro” uso de los recursos naturales). La coherencia significa una estrategia de transformación técnica, que se discute en la Ecología Industrial y tiene por objeto un metabolismo industrial que sea consistente con el metabolismo de la naturaleza (Huber, 2000). A primera vista parece que los países que persiguen estas estrategias (como Alemania) tienen éxito. Por ejemplo, las emisiones de CO2 de la economía alemana se han reducido significativamente desde 1990 (Oficina Federal de Medio Ambiente de Alemania, 2010). 
Sin embargo, los críticos argumentan que una gran parte de los tramos ”sucios” de la cadena de valor (la extracción de recursos, la industria pesada, etc. con impactos sociales y ecológicos negativos) se exterioriza a países subdesarrollados (Wuppertal Institute, 2005). Para la economía mundial en su conjunto, las emisiones totales de CO2 crecieron continuamente. Aunque los avances técnicos, manifestados en la evolución de la eco-eficiencia y coherencia, causaron una desmaterialización relativa del proceso económico, este decremento ha sido más que compensado por el crecimiento (cf, Krausmann et al, 2009, Raupach et al, 2007). Se refieren muchas otras razones para el fracaso de la ”estrategia tecnológica” (Paech, 2006), por ejemplo contraproducentes efectos rebote, que se calcula que representan perder entre un 10% y un 50% del aumento de la eficiencia (Sorell, 2007): la mayor eficiencia en los motores no se utiliza para producir coches dotados de un mayor ahorro de combustible, sino más rápidos, más potentes y más grandes. Por ello, los críticos argumentan que, si bien es conveniente proseguir en las estrategias de coherencia y eco-eficiencia, no debe hacerse de manera aislada. Ese camino sólo es útil con el fin de ganar tiempo para el desarrollo de estrategias complementarias. De acuerdo con la opinión de los críticos, y debido al fracaso de las estrategias de desmaterialización de la economía,  una economía sostenible sólo es posible con crecimiento cero (estacionaria) o incluso con estrategias de decrecimiento.
Básicamente, esta idea no es nueva. Muchos economistas clásicos están convencidos de que (en teoría) el desarrollo económico tiende a largo plazo a un estado de equilibrio constante de crecimiento cero (Costanza et al., 2001). Sin embargo, sólo el previsor John Stuart Mill (1848) considera este estado de equilibrio de crecimiento cero como positivo, pues pensaba en las consecuencias para el medio ambiente natural. El estado estacionario de crecimiento cero en la comprensión de Mill  no es el mismo que el estado de equilibrio que inspira a los economistas contemporáneos (nota del traductor: de la corriente hegemónica), que son del parecer que el estado estacionario se caracteriza por tasas de crecimiento constantes, o sea, tasas estacionarias positivas. La interpretación clásica del estado estacionario fue recogida de nuevo por Daly (1973), que interpreta el estado estacionario como el crecimiento cero de los flujos de entrada (insumos) de energía y material.
Debido a la imposibilidad de que funcione una solución tecnológica aislada (desmaterialización del crecimiento), muchos de los partidarios del crecimiento cero o decrecimiento hacen hincapié en la necesidad de un cambio cultural e institucional. No promueven una estrategia de eficiencia (mejor uso de los recursos) o de coherencia (otro uso de los recursos), sino una estrategia de suficiencia (menor uso de recursos), como la propuesta por Paech, 2006 y Soddy, 1933. Esta «estrategia de cambio cultural» significa un cambio absoluto de estilo de vida.

2. Hipótesis
En lo que sigue no vamos a intentar desvelar las posibilidades y condiciones previas para una «estrategia de cambio cultural». En su lugar, asumiremos a favor de los partidarios de esta estrategia que es posible conseguir que la gente esté dispuesta a cambiar su estilo de vida. ¿Qué significa en particular esto para las economías maduras (países industrializados)? En las últimas décadas, la parte del león del crecimiento económico en los países desarrollados es debido a un crecimiento de la productividad (cf. Bormann et al., 2009). El cambio cultural significaría que el crecimiento de la productividad podría ser utilizado para la reducción del tiempo de trabajo en lugar de apoyar el crecimiento económico. Bajo este supuesto, podemos obviar el crecimiento de la productividad como motor del crecimiento económico . En cambio, sostenemos que incluso bajo las condiciones de un cambio cultural, el crecimiento cero no es posible en tanto exista un interés positivo. Con el fin de lograr una tasa de interés cero, podría tenerse en cuenta la reforma monetaria según el modelo heterodoxo de Gesell (1916/1958) o Johannsen (1913) . Sin embargo, e incluso aunque tuviera éxito, esta reforma es sólo una condición necesaria, pero en absoluto suficiente, para una economía estacionaria. Muchos otros requisitos adicionales deberían cumplirse para lograr una económica sostenible.

3. Teoría: Una tasa de interés positiva como motor del crecimiento económico
3.1. Crecimiento económico, Esfera de acumulación y Tasa de interés
Según Keynes (1936/2008) una economía activa requiere un ciclo económico cerrado. Un ciclo económico cerrado significa que el (ex ante) ahorro «S» es transferido a lo largo del ciclo a (ex ante) inversión «I» (en nuestro análisis, «I» comprende las inversiones netas y los reemplazos, mientras que «S» comprende el ahorro neto, así como la depreciación) . Siguiendo con nuestra hipótesis de cambio cultural, podemos no considerar el crecimiento de la productividad. Los aumentos en la productividad del trabajo (ya sea por reemplazo o por inversión neta) se traducirán en una disminución de las horas de trabajo. Por lo tanto, las sustituciones no pueden causar el crecimiento económico; si lo causarían las inversiones netas, ya que aumentan el stock de capital. De lo que se deriva que el crecimiento cero requiere como condición necesaria una  inversión neta de cero. Sin embargo, como consecuencia (nota del traductor: derivada de la existencia de excedente y de su apropiación por parte del capital financiero, lo que provocaría un crecimiento cero, aquello que de alguna manera llamamos ecofascismo) (ex ante) «S» excede «I» por lo que la circulación económica se interrumpirá. Las consecuencias de tal interrupción podrán ser graves. Al igual que la interrupción de la circulación de la sangre, la interrupción de la circulación económica puede conducir a un colapso del organismo (económico). Debido a los efectos multiplicadores, la interrupción del ciclo económico puede extenderse a otros sectores de la economía. La Tabla 1 muestra los componentes del PIB en una economía cerrada y sin actividad gubernamental. El área más crítica del ciclo económico y del crecimiento económico es la esfera de la acumulación de ahorro neto e inversiones netas.
Tabla 1

Si no consideramos el crecimiento de la productividad ni el crecimiento de la población, el motor que queda del crecimiento económico es la esfera de la acumulación. Seguidamente, queremos mostrar que la esfera de acumulación de la Tabla 1 se conecta estrechamente con la tasa de interés (Olah et al., 2010). Para ahorrar texto, tenemos que simplificar y sólo podemos elegir algunos de los argumentos de la «regla de oro de la acumulación» en el sentido que han sido desarrollado por Phelps (1961). En particular, no vamos a discutir las diferencias entre la Regla de Oro y la regla de equilibrio Keynes-Ramsey (véase Frenkel y Hemmer, 1999), ni tampoco nos referiremos a los cambios en la fuerza de trabajo y en el progreso tecnológico. No es nuestra intención crear una teoría alternativa de crecimiento, sino que se limita a ilustrar la importancia de una modificación importante [la tasa de interés] en un modelo simple. Como hemos dicho, suponemos que la economía es cerrada y no tiene un sector gubernamental.
Si asumimos equilibrio (I = S), obtenemos
Y = C + S ∧ I = S ⇒ C = Y−I
La tarea económica es maximizar el consumo “C” (véase más abajo):
C = Y − I =! max, y
C = Y − S =! max.
Por otra parte, y de acuerdo con la Tabla 1,
I = K’ + δK.
Las inversiones brutas «I» son iguales a las inversiones netas «K’ » (durante un período de tiempo) más la restitución del capital existente «δK».
Por lo tanto, la tarea de maximización es:
C = Y − K’ – δK =! max.
Debemos tener en cuenta que estamos buscando la tasa de acumulación óptima de del stock de capital. Lo obtenemos mediante el cálculo de la derivada parcial para los cambios de «K». Con el fin de optimizar el nivel de consumo (que es el fin de la actividad económica), tenemos que establecer esta ecuación igual a cero:
∂C / ∂K = ∂Y / ∂K − g − δ = 0   de lo que   ∂Y / ∂K − δ = g   de lo que   MPK = g.
«MPK» es la productividad marginal del capital. Según Phelps, «MPK» es igual a la tasa de interés real «r» (MPK = r) . Por lo tanto, también la tasa de acumulación «g» es igual a la tasa de interés real «r» (r = g). El neoclásico «MPK» expresa la escasez física de los factores de producción sin tener en cuenta el tiempo. Por el contrario, para Keynes «MEC» («eficiencia marginal del capital», lo que en el modelo de Keynes significa tasa de retorno sobre el coste, Keynes, 1936/2008) se refiere al valor y considera las expectativas sobre la evolución futura. A pesar de estas diferencias, y para simplificar, estableceremos en la siguiente argumentación la igualdad de «MPK» con «MEC». Por lo tanto, la producción, a la cual se optimiza el nivel de consumo, se alcanza siguiendo, como condición necesaria, el camino MPK, o, alternativamente MEC = r = g.
Hasta ahora, básicamente, hemos estado siguiendo la teoría estándar del crecimiento. Ahora vamos a considerar una modificación. Keynes (1936/2008) describe que en el ciclo económico (original: during the business cycle), y debido a un aumento de los activos fijos, la rentabilidad de las inversiones reales y el «MEC» puede disminuir debido a la creciente competencia de las nuevas inversiones. Sin embargo, Keynes demostró que en particular la tasa de interés «r» es más reacia a caer que el MEC y que no puede caer por debajo de un cierto mínimo. Este mínimo está fijado por la prima de liquidez «λ». Según Keynes (1936/2008), la prima de liquidez oscila entre 2,0-2,5%. Debido a que el límite inferior para la tasa de interés sobre el dinero «r» es la prima de liquidez «λ», Keynes (1936/2008) afirma que la tasa de interés sobre el dinero «r» «establece un estándar al cual la eficiencia marginal de un nuevo capital activo debe atenerse». Por lo tanto, «MEC» y «r» siempre tienen que ser al menos no menores que «λ» (MEC ≥ r Λ r ≥ λ). Así, el capital sólo puede crecer hasta el «punto de estancamiento», punto que está determinado por MPK, o alternativamente por MEC = r = g = λ.
La Tabla 2 muestra el cambio del valor del stock de capital neto en Alemania como ejemplo de una economía madura cerca del punto de estancamiento, siempre y cuando no se den cambios significativos en la fuerza de trabajo. Es fácil ver que la tasa de crecimiento del stock de capital de la economía alemana está, en efecto, en el rango en el que Keynes asume para la prima de liquidez.
Más allá del punto de estancamiento (cuando MEC ≤ r), la mayor producción de bienes de capital alcanza un punto muerto debido a que S > I (cf. Keynes, 1936/2008). Cada punto muerto provoca una crisis -los bienes de capital son destruidos en términos de valor y también físicamente-. Por otro lado, la destrucción de capital provoca de nuevo la escasez. La escasez es la base de la rentabilidad de los activos de capital. Por lo tanto, una «crisis de purificación» es la condición previa para la siguiente fase de expansión económica. Sin embargo, teniendo en cuenta estas destrucciones y reconstrucciones, no debe olvidarse que cada reconstrucción necesita una gran cantidad de recursos. Teniendo en cuenta este tipo de crisis de purificación, Keynes (1936/2008) señaló: «Que el mundo, después de varios milenios de constante ahorro individual, sea tan pobre como cuando existe acumulación de activos de capital, se explica, en mi opinión, no por las propensiones imprudentes de la humanidad, ni siquiera por la destrucción de la guerra, sino por las primas de liquidez antaño inherentes a la titularidad de la tierra y ahora inherentes al dinero». Antes de Keynes, Gesell (1916/1958) ya vio el problema de «λ» positivo como un importante obstáculo para llevar la tasa de interés real «r» a cero (no obstante, el concepto analítico de Keynes era más claro). Gesell (1916/1958) llamó «λ» al «interés básico» (alemán: «Urzins»). 
También de acuerdo con Gesell, el «λ» positivo es responsable de la continua escasez de bienes de capital y puestos de trabajo. A diferencia de Marx, Gesell (1916/1958) define «capitalismo» como «una situación económica en la que la demanda de préstamos de dinero y capital real supera la oferta y por lo tanto da lugar a los intereses.».
En realidad, hasta ahora el cambio cultural no ha tenido lugar. El crecimiento de la productividad fundamenta y aumenta el «MEC». Por lo tanto, el punto de estancamiento podría ser diferido por medio de los avances tecnológicos. Sin embargo, y aunque gracias a los avances la acumulación de capital puede continuar, el crecimiento sucede a expensas del medio ambiente.
El poder explicativo del modelo que se muestra más arriba es ciertamente limitado. Sin embargo, el modelo modificado proporciona una sólida explicación de por qué no podemos lograr un estado estable de crecimiento cero. A largo plazo (nota del traductor: se entiende que para no caer en un punto de estancamiento y en la subsiguiente crisis de purificación), la economía debe crecer a un ritmo determinado, aunque tal ritmo no fuera necesario para un mayor crecimiento, ni existiera crecimiento de la población, e incluso ni hubiera progreso tecnológico. También vemos una condición importante y necesaria para un estado constante de crecimiento cero: La tasa de interés «r» debe llegar a ser cero.
3.2. Las explicaciones alternativas para un límite inferior de la tasa de interés
Pero ¿por qué en la economía contemporánea no se puede alcanzar una tasa de interés cero?
La explicación neoclásica ve la razón de una tasa de interés positiva en la estructura de preferencias de los seres humanos. Básicamente, los seres humanos tienen que elegir entre el consumo en el presente y el consumo en el futuro (ahorro). Dado que los seres humanos tenemos una tasa de preferencia temporal positiva (para el consumo en el presente), sólo ahorramos (en el sentido de «esperar» para el consumo futuro) si somos recompensados por medio de un interés. Gesell (1916/1958) ya analizó críticamente esas teorías y declaró, en relación con la denominada tendencia a la imprevisión: «… si nuestros antepasados siempre consumieran sus provisiones para el invierno antes de que éste comenzara, sería difícil explicar el hecho de nuestra existencia. ¿O es que nuestros padres renunciaron al goce inmediato tan sólo porque las provisiones de sus bodegas produjeron interés, es decir, se hicieron más valiosas, más abundantes y de mejor calidad? «. Se han hecho muchas otras objeciones contra las explicaciones de una tasa de interés positiva basadas en los neoclásicos (por ejemplo, Hummel, 1999). También Keynes (1936/2008) argumenta en contra de la explicación neoclásica: «Debería ser obvio que la tasa de interés no puede ser un retorno al ahorro o a la espera como tal. Porque si un hombre atesora sus ahorros en efectivo, no gana ningún interés, a pesar de que ahorra tanto como antes. Por el contrario, la simple definición de la tasa de interés nos dice en pocas palabras que la tasa de interés es la recompensa por desprenderse de liquidez durante un período determinado».
Por lo tanto, el segundo grupo de explicaciones identifica la razón de una tasa de interés positiva, pero no basada en la estructura de preferencias de los seres humanos, sino en la propia característica del dinero.
– En la sección anterior referida, el límite inferior de la tasa de interés real «r» se explica según Keynes por la prima de liquidez «λ». Según Keynes (1936/2008) estamos viviendo en un mundo inseguro, en el que tener dinero en efectivo aporta muchos beneficios (nota del traductor: no dinerarios) para el propietario a pesar de la ausencia de rendimientos. Un titular de dinero en efectivo siempre es capaz de pagar los gastos repentinos (función de precaución), y además puede asumir riesgos repentinos y aprovechar oportunidades especulativas (saldos especulativos). La realización de inversiones a largo plazo significa renunciar a estos beneficios. Un titular de efectivo sólo renuncia a esta ventaja si se compensa la pérdida de oportunidades con la prima de liquidez de dinero.
– A diferencia de Keynes, Gesell (1916/1958) hizo hincapié en el argumento de que el dinero es superior a bienes de capital, servicios y mano de obra. Si el titular de efectivo no compra, el dinero ocioso normalmente no pierde valor (con una ‘moneda de confianza estable’ o moneda de oro). Por el contrario, si un propietario de mercancías no las oferta, sufrirá costes de mantenimiento (original: carrying costs), costes debido a cambios en la moda, costes de almacenamiento, de deterioro, ladrones, etc. Po ello el dinero es superior a las mercancías, la liquidez sólo se abandona si existe un margen de ganancia (si se paga un «interés básico»).
– Suhr (1989) comparó el dinero con un comodín en el «juego de cartas económico», donde asume el rango de una carta más valiosa que las otras. Esta ventaja especial sólo se adquiere en el caso de que exista compensación.
– Una interpretación similar mira el dinero como una opción universal, que proporciona un mayor grado de libertad que cualquier otro bien ya sea para tener opciones económicas o para evitar riesgos. Este grado de libertad toma una significación especial en un mundo inseguro. Perder liquidez significa perder el valor de la opción. Por lo tanto, la liquidez sólo se abandona en el caso de una compensación suficiente (Löhr, 2002).
Hasta ahora, no ha sido posible proporcionar una prueba aceptada de forma generalizada que avale alguno de los puntos de vista que compiten; la cuestión de qué es el interés es todavía más o menos una cuestión de fe.
4. Resultados: Reforma del Sistema Monetario
Para que una economía de crecimiento cero sea posible, algunos economistas apoyan la necesidad de una reforma monetaria. De acuerdo con el análisis teórico general de Keynes (1936/2008), el rendimiento total de un activo de cualquier tipo («la tasa propia de interés «) «r» es igual a su rendimiento «q» más su prima de liquidez «λ» menos sus costes de mantenimiento «δ» (en la argumentación posterior no consideraremos la diferencia de las primas de riesgo entre diferentes tipos de activos). Sin embargo, no sólo el dinero, sino también muchos otros activos tienen una prima de liquidez positiva. Por lo tanto, y para mayor precisión, el activo con mayor diferencia entre la prima de liquidez «λ» y los costes de mantenimiento «δ» será quién determine el límite inferior de la tasa de interés (Keynes 1936/2008). En la economía actual ese activo es el dinero real, que no tiene rendimiento, los costes que conllevan son insignificantes y tiene una alta prima de liquidez. Como mostramos en los apartados anteriores, el stock de bienes de capital tiene que crecer en el largo plazo a una cierta velocidad mínima (g = MEC = r = λ). 
Por lo tanto, una condición necesaria para un estado estacionario de crecimiento cero (g = 0) es neutralizar la prima de liquidez «λ», imponiendo costes de mantenimiento «artificiales» «δ» en el dinero (nota del traductor: entendemos que se refiere al dinero financiero y especulativo), con λ = δ («dinero gratis») (nota del traductor: entendemos que significa que el dinero financiero y especulativo no sea retribuido). Esta idea fue apoyada por Gesell (1916/1958) y Johannsen (1913).
La Tabla 3 muestra que para la moneda “real” la diferencia (λ-δ) provoca una tasa propia de interés de alrededor del 2,5%. Por el contrario, la neutralización de la prima de liquidez por costes de mantenimiento artificial conduce a una tasa propia de interés de cero para el llamado «dinero gratis» de Gesell .
Hoy en día, en contraste con la fuerza del trabajo  y con el propietario de los bienes (nota del traductor: entendemos se refiere a bienes de producción: capital industrial o físico), el propietario del dinero (nota del traductor: capital financiero y especulativo) es capaz de bloquear el ciclo económico (Gesell, 1916/1958; Johannsen, 1913). El propietario del dinero no lo bloqueará si consigue interesantes oportunidades de inversión. Si no existen estas oportunidades de inversión, el gobierno tendrá que ofrecer atractivos «intereses fiscales» mediante la adopción de deuda. El Estado gasta el dinero prestado, con la esperanza de que la máquina económica se inicie de nuevo. Sin embargo, no hay garantía de que eso ocurra -como, por ejemplo, ocurrió en Japón, que lo experimentó durante las grandes crisis (que duró casi 15 años, a partir de 1991)-. En lugar de dar una recompensa (intereses) a los que no bloquean la economía, Gesell (1916/1958), quiso que los que obstaculizan el ciclo económico paguen. Con los costes de mantenimiento artificial «δ» de dinero, Gesell quería hacer que los propietarios de dinero ocioso sufran una pérdida (nota del traductor: ¿oxidación de la moneda?). La superioridad del dinero sobre los bienes de producción y la mano de obra debía ser eliminada. Los costes de mantenimiento del dinero debe hacer casi constante la circulación del dinero, incluso en el corto plazo. El capital social y la oferta en el mercado de capitales se incrementarían sin interrupciones causadas por las crisis económicas. Como consecuencia, se crearían ingresos adicionales, ahorros adicionales y activos reales adicionales. Dada la mayor oferta de capitales, los beneficios serían más bajos, Gesell quería «ahogar» el interés en un océano de capitales (Gesell, 1916/1958): aunque no se podrían satisfacer las exigencias de los dueños del dinero de mayores rendimientos, los costes de mantenimiento artificial empujarían al dinero de nuevo al ciclo económico. El proceso llega a su fin cuando los rendimientos de los activos financieros y reales convergen a cero. Al igual que los economistas neoclásicos (Schumann et al., 1999), Gesell también considera que la (libre de riesgo) tasa de intereses sobre el dinero y la (libre de riesgo) tasa de rendimiento del capital real (como empresas o inmuebles) están interconectadas por mecanismos de arbitraje (original: portfolio arbitrage mechanisms) (con relación de sustitución). En contraste con la teoría neoclásica, las explicaciones modernas de la teoría hacen hincapié en que estos mecanismos de arbitraje no causan una igualación de los rendimientos, sino (según Keynes, 1936/2008) de la tasa propia de interés (Olah et al., 2010). Debido a esta interconexión, la tasa de ganancia de las empresas baja junto con la tasa de interés del ahorro.
En la etapa inicial (Tabla 4, estado 1), debido a ser la tasa propia de interés efectivo cero por ciento, la estructura de las tasas propias de interés está en desequilibrio. Las inversiones en capital a largo plazo son alentadas, y el nivel de la escala de tipos de interés disminuirá. En el estado de equilibrio estable a largo plazo (Tabla 4, estado 2) todas las tasas propias de interés se igualan al nivel de cero por ciento.
La escala de tipo de interés muestra rendimientos negativos para los depósitos a corto plazo y una tasa cero para los activos a largo plazo y sin riesgo (que se corresponden con «r», Cf Olah et al, 2010,). En ambas etapas, el arbitraje se refiere sólo a la tasa libre de riesgo y no incluye la prima de riesgo «Z» . La tasa de interés del capital monetario y la tasa de retorno del resto de activos (empresas, etc.) baja solamente por la acción de los mecanismos de mercado (crecimiento de la oferta de capital). Devengar intereses no está simplemente «prohibido» (o regulado por órdenes). Por tanto no hay razón para temer el desarrollo de un «mercado negro de capitales».
A diferencia de Keynes, Gesell no hace supuestos explícitos acerca de la función de ahorro. Sin embargo, los partidarios de la idea asumen que en la situación de estado estacionario, los ahorros marginales serán desalentados por tasas propias negativas de interés, y las inversiones marginales por una tasa de rentabilidad negativa. La reacción económica básica a las tasas de interés negativas es ahorro negativo o incluso tomar préstamos de un banco. La reacción racional sobre los rendimientos marginales negativos sobre la inversión real es una parada de la actividad de inversión o incluso desinversiones. Por lo tanto, junto con r = 0, la tasa de acumulación «g» también se convierte en cero -no importa si se refiere a las inversiones financieras o reales-. Por lo tanto, en el equilibrio de estado estacionario no hay peligro de que los costes de mantenimiento artificial de dinero y la baja tasa de interés resultante impulsen el crecimiento económico. Sin embargo, dado que la escasez de capital todavía existe y el equilibrio de estado estacionario aún no se logra, es en realidad presumible un aumento temporal del crecimiento. Lo mismo ocurrirá ante el caso de aparición de nuevas necesidades.
En el estado estacionario de crecimiento cero, ya no hay inversión neta ni ahorro neto, sólo existe el reemplazo del capital consumido. Por lo tanto, todo el ingreso se consume, la tasa de consumo de la renta nacional es del 100 %. Esto no quiere decir que los individuos ya no ahorren. Aunque algunos (especialmente los jóvenes) tengan tasas de ahorro positivo, la tasa de ahorro en su conjunto puede ser cero si otros (especialmente los mayores) compensan esto con las tasas de ahorro negativas. Esto también es interesante con respecto a la opinión de Soddy. Según Soddy, una deuda acumulada viola las leyes de la termodinámica (Soddy, 1926). Sin embargo, no sólo el ahorro neto, sino que tanto los préstamos netos como su contraparte (nota del traductor: entendemos que se refiere a prestamistas y prestatarios para el apalancamiento en operaciones financieras puras o especulativas) desaparecerían en el estado estacionario. Aunque Gesell no discutió el problema de la acumulación de deudas, este desempeña un papel central en el debate contemporáneo entre los partidarios de Gesell (por ejemplo, Creutz, 2001). Si el supuesto de una tasa de ahorro (neta) y tasa de inversiones (neta) de aproximadamente cero es correcta, como consecuencia de r = g = 0, este estado de equilibrio se puede demostrar cómo se evidencia en la Tabla 5:
Básicamente, el resultado mostrado en la Tabla 5 no es en absoluto sorprendente. La esfera del consumo y la esfera de la acumulación están compitiendo. A mayor acumulación, menos bienes quedan para el consumo. La esfera de la acumulación debe ser un medio y la del consumo debe ser un fin de la economía. Por lo tanto, el consumo optimizado y el desarrollo económico deben dar lugar a la disminución de la esfera de la acumulación. Este objetivo se consigue si r = g = 0.
Este resultado está en línea con el modelo de crecimiento neoclásico de Solow  (1956). Solow  se pregunta por la tasa de crecimiento cuando se maximiza la tasa de consumo. Bajo este supuesto, la tasa de interés real se corresponde con la productividad marginal neta del capital (r = MPK-δ, sin tener en cuenta el progreso tecnológico y los cambios en la población). Al igual que en opinión de Gesell, la tasa de interés real es decreciente cuando existe una mayor intensidad de capital. En el estado estacionario, la tasa de interés real es cero (MPK = δ) y el ahorro es igual al consumo de capital. En este estado, el crecimiento llega a su fin. En contraste con el modelo presentado, Solow  no puede explicar el crecimiento sostenido existente sin la utilización de variables exógenas. En su modelo, no se toma en consideración una preferencia por el tiempo o por la liquidez. Por lo tanto, no hay un límite inferior para el tipo de interés real, lo que lo mantiene superior a cero. Debido a que una tasa de interés positiva no puede servir como motor de crecimiento sostenido en el modelo de Solow, éste tiene que utilizar los avances tecnológicos como una variable externa. Sin embargo, no aporta ninguna explicación fundamentada en cuanto a por qué el progreso tecnológico no puede dar como resultado una reducción en el tiempo de trabajo.
También Keynes (1936/2008) persiguió la visión de un estado estacionario con crecimiento cero. Suponía que el stock de bienes de capital podría aumentar en un grado en «que una comunidad debidamente gestionada, equipada con medios técnicos modernos, en donde la población no esté aumentando rápidamente, pueda ser capaz de reducir la eficiencia marginal del capital en equilibrio aproximadamente a cero en una sola generación; así se debería alcanzar las condiciones de una comunidad cuasi-estacionaria donde el cambio y el progreso sea únicamente resultado de cambios en la técnica, el gusto, la población y las instituciones, con los productos de capital de la venta a un precio proporcional a la mano de obra, etc., embebido en ellos justo con los mismos principios que rigen los precios de consumo de bienes en los que los costes del capital entran en un grado insignificante . En las notas finales, Keynes (1936/2008) entiende que, «aunque este estado de cosas sería perfectamente compatible con un cierto grado de individualismo, significaría, sin embargo, la eutanasia del rentista y, por consiguiente, la eutanasia del poder opresivo acumulado de los capitalistas que les permite explotar el valor de escasez del capital».

5. Discusión

5.1. La inquietante forma del Ahorro
Aunque Keynes (1936/2008) apreció el enfoque de Gesell, ya era consciente de que éste se enfrentaba a serios obstáculos. Como se mencionó anteriormente, el bien con la mayor diferencia entre la prima de liquidez «λ» y los costes de mantenimiento «δ» establece el estándar mínimo de «r» (y «g») para la economía. La especial importancia del dinero «tradicional» resulta de la mayor diferencia entre la prima de liquidez y los costes de mantenimiento del mismo en comparación con otros activos. Sin embargo, Keynes (1936/2008) hizo hincapié en que no sólo el dinero, sino una gran cantidad de otros bienes de capital tienen una prima de liquidez añadida, junto con bajos costes de mantenimiento, debido a una baja elasticidad de sustitución y de reproducción. Sostuvo que -incluso en el caso de una reforma monetaria exitosa- otros activos de capital podrían tomar el papel del dinero y dificultar que la tasa propia de interés de otros bienes de capital se empujara hacia abajo, hacia cero. Un activo de capital importante, con una gran diferencia entre la prima de liquidez y los costes de mantenimiento es la tierra, debido a una baja elasticidad de la producción y la sustitución. La Tabla 6 muestra que, incluso si la tierra no se utiliza, la tasa propia de interés es significativamente positiva. Como puede observarse, las tasas propias de interés de los diferentes bienes de capital están conectadas por mecanismos de arbitraje. Por lo tanto, las tasas propias de interés de otros bienes de capital, como los bonos, tampoco pueden ser empujadas por debajo de esta tasa, incluso a pesar de darse una «reforma de dinero gratis» (nota del traductor: entendemos que la reforma es en el sentido de que el dinero financiero y especulativo no sea retribuido) (Keynes, 1936/2008):
Debido a que la escasez de la tierra no puede ser eliminada y la elasticidad de su producción y su sustitución es muy baja, la propiedad privada de la tierra garantiza rendimientos incluso si los rendimientos de todos los demás activos fueran bastante bajos. Por lo tanto, y especialmente en una situación de bajo interés, más y más dinero puede ser sacado de los sectores productivos de la economía y en su lugar inflar el valor de la tierra (véase EE.UU., España, República Popular de China). 
La crisis financiera de 2007 mostró lo peligroso que puede ser. Efectos similares pueden llevarse a cabo también con otros activos. Aunque los activos como el oro, la plata, o el grano no tienen rendimientos, también servirán como un depósito de valor y como un activo especulativo, ya que su elasticidad de la producción y de la sustitución es limitada. Intereses y rendimientos son sustituidos por las ganancias de capital. Las inversiones en estos activos pueden contribuir a que el sector financiero salga del sector de la economía real y haga que un nivel de interés cero resulte imposible. Ya en 1913, Johannsen llamó a tales formas de ahorro (e inversión) una «inquietante forma del ahorro» («die störende Sparform», Mensching, 2004) (Tabla 7).
Gesell sólo vio el problema de la tierra y sostuvo un replanteamiento del diseño de los derechos de propiedad. Él quería abolir la propiedad privada sobre la tierra y reemplazarla con derechos de posesión privada (sistema de arrendamiento). Las rentas de la tierra deberían ser transferidas al Estado, preferentemente mediante el uso de mecanismos de subasta. Aunque los derechos de uso de la tierra deberían mantenerse en privado, su valor económico para los inversores privados sería cero. Sin rendimientos privados (renta de la tierra) y sin prima de liquidez, también la tasa propia de interés de la tierra será cero («descapitalización»). Recientemente se han discutido soluciones similares para activos con características similares a la tierra (Keynes 1936 /2008: por ejemplo, los recursos no renovables, tales como fuentes de agua, metales, petróleo). También se ha señalado la similitud de los activos inmateriales (como las patentes, los certificados de CO2) a la tierra. Cédulas de investigación, patentes mancomunadas y tarifas de cultivo son aspectos en discusión con el objetivo de crear un marco regulatorio alternativo . Sin embargo, la especulación también puede llevarse a cabo con productos «estratégicos» (grano, oro, etc.) Respecto a estos activos, los esquemas de comercio (coordinación horizontal: actores privados – actores privados) son considerados básicamente críticos, ya que permiten la especulación. Por otra parte, y al igual que con la tierra, los sistemas de adjudicación verticales (Estado – agentes privados) están siendo recientemente objeto de un debate en el que se analiza la venta de productos básicos estratégicos por el Estado y su recompra a un precio fijo que disminuye con el tiempo . Debido a que el precio de reembolso es siempre menor que el precio de emisión, los productos básicos son «descapitalizados». Keynes (1936/2008) no conocía estas propuestas, pero admitió que al menos el problema de la tierra podría ser «eliminado mediante la nacionalización de la tierra.» Que yo sepa, la ciencia económica no ha discutido hasta ahora la idoneidad de otras propuestas. Dentro de los esquemas de transacción verticales y de separación de los derechos de propiedad de los bienes sensibles (derechos de uso privado, transferencia al estado del valor económico), el Estado tendría una influencia en la economía mayor que la actual. Sin duda, esta forma de proceder puede derivar en alguna pérdida de eficiencia. Sin embargo, emparejar estas propuestas con el «comunismo» sería una simplificación excesiva.
La discusión de la reforma no termina aquí. Las existencias (stocks) se  muestran como otro depósito de valor. Los partidarios de Gesell apoyan una reforma del Derecho de Sociedades basada en el principio de responsabilidad personal -en línea con la ordoliberal Escuela de Friburgo (Eucken, 1990) -. Tomados en su conjunto, estos puntos significan una reordenación integral del orden económico, en el que, en particular, el marco regulador de la esfera de acumulación está sometido a importantes cambios. Por supuesto, la exigibilidad política de estos cambios puede ponerse en duda.
5.2. Dinero público (original: Plain money) y creación de dinero privado
Controlar la base monetaria de la actividad económica significa controlar, por un lado, la creación de dinero (la oferta de dinero) y por otro lado la circulación del dinero (la demanda de dinero). Aunque la propuesta de «impuesto sobre dinero» se refiere únicamente a la circulación de dinero, Gesell también pensó en el problema de la creación de dinero. Sin embargo, sólo hizo hincapié en el problema del control de las monedas y billetes de banco emitidos por el banco central (Gesell apoyaba el dinero fiduciario. En contraste con Frederick Soddy (1926) o Irving Fisher (1935), el problema de la creación de medios de pago (original: book-money) por los bancos privados estaba más allá del ámbito de aplicación de su teoría. Sin embargo, estos fenómenos podrían ser particularmente inquietantes cuando alimentan tanto la inflación de precios de activos como esa «inquietante forma de ahorro». Hay que añadir, además, que la escala de la economía real queda más y más fuera del control del banco central. 
Con el fin de frenar tales fenómenos, los partidarios de Gesell iniciaron una nueva discusión donde tratan de combinar «el dinero público» («Vollgeld»: Huber, 1998; Löhr, 2011) con el «enfoque de dinero gratis» de Gesell. Soddy, Fisher y Daly (2009) también persiguen básicamente el mismo objetivo. Sin embargo, optan por diferentes medios para evitar la creación de dinero privado no controlado, concretamente mediante la sustitución del sistema bancario de reserva fraccional existente por un sistema de reserva total.
5.3. Interdependencia Internacional de Tasas de Interés
La interpretación anterior se refiere a una economía cerrada. El mismo Gesell reconoció que debido a la interdependencia internacional de tasas de interés, no sería posible para un país reducir la tasa de interés a cero en un intento solitario. Por otro lado, los partidarios de Gesell argumentan que dentro de un régimen de dinero gratis (tal vez en combinación con un sistema de dinero público) las principales variables de la parte de dinero de la ecuación cuantitativa podrían ser controladas completamente por el banco central (concretamente la creación de dinero y la velocidad del dinero pueden ser controladas a la perfección). Por lo tanto, sería mucho más fácil de mantener una moneda estable que en el régimen actual, donde las variables importantes de la oferta monetaria y la demanda de dinero están fuera del control del banco central. Una moneda estable puede producir confianza, de ahí que la diferencia en las tasas de interés entre un país autónomo, “país con sistema de dinero gratis » y el resto del mundo capitalista podría ser considerable. Debemos considerar, sin embargo, que todos estos argumentos se basan en suposiciones, y no hay posibilidad de aportar pruebas para apoyarlos.
5.4. Costes de Mantenimiento del dinero: ¿Desalientan el ahorro?
Otro argumento usual en contra es que el ahorro podría ser disuadido por los costes de mantenimiento. Los costes de mantenimiento del dinero sólo impactan en el efectivo o en depósitos líquidos. El ahorro a largo plazo no se vería afectado. Sin embargo, se podría esperar que la tasa de ahorro fuera mucho más baja que la actual, ya que si el ciclo económico estuviera protegido ante cualquier circunstancia (catástrofes naturales, guerras, etc.), la inseguridad acerca de los ingresos y el empleo disminuye. Al eliminar las inseguridades económicas, la necesidad de provisión individual también disminuirá. Por último, pero no menos importante, en una economía de interés cero los ahorros marginales serían desalentados por las tasas de interés negativas (véase también la sección 3).
5.5. Distribución
En la economía actual, los intereses, las ganancias, las fuerzas especulativas, las rentas del suelo, etc. provocan que parte de la renta nacional cambie desde los ingresos laborales hacia los dueños del capital. Si las dinámicas de estas fuerzas de redistribución son más altas que la tasa de crecimiento de la renta nacional, la proporción de los ingresos de capital se elevará a costa de las rentas del trabajo. Sin embargo, en el estado estacionario de crecimiento cero, el aparato de redistribución (esfera acumulación) desaparece. No es necesario crecimiento para resolver los problemas de distribución.
5.6. Crecimiento de la población
El logro de un estado estacionario de crecimiento cero sólo es posible si no se dan aumentos autónomos de población. En una visión optimista, el crecimiento de la población va a disminuir con el aumento del nivel de vida. Los partidarios de Malthus (1798) argumentarán en contra de esta visión optimista, ya que supondrán que el crecimiento demográfico es una variable autónoma. Sin embargo, el crecimiento de la población podría ser controlada políticamente, como es el caso de China, mientras que en muchos otros países la fecundidad ha disminuido por la libre elección de mujeres y hombres. En cualquier caso, el pico de la población humana probablemente se alcanzará en 2050, en torno a los 9 mil millones.
5.7. ¿Impulsar las actividades económicas o la clave es el crecimiento cero?
Gesell tenía una percepción diferente de la economía en comparación con Soddy. Como químico, Soddy intentaba reconciliar la economía con la primera y la segunda ley de la termodinámica . Como hombre de negocios, Gesell quería en realidad impulsar el crecimiento. Asimismo, se tiene la impresión de que las propuestas de Gesell iban destinadas principalmente a dar un impulso a las actividades económicas. Por ejemplo, el experimento más importante, que tuvo lugar en 1932 en Wörgl (Austria) cerca de Innsbruck, fue como reacción a la crisis económica (Senft, 1990). Lo mismo ocurre con las crisis actuales: especialmente a causa de la crisis japonesa en la década de 1990 (Buiter y Panigirtzoglou, 2003; Fukao, 2005) y la crisis financiera de 2007, algunos economistas prominentes como Buiter (2007), Mankiw (2009) o van Suntum (2009: «Keynesianismo 2.0 «) se dieron cuenta de que en una situación de crisis económica cobraban actualidad las preferencia por la liquidez y las propuestas de Gesell  . Sin embargo, la situación actual es diferente en algunos aspectos, y además el punto de partida de la reciente discusión no era la prima de liquidez. Entre 2007 y 2010, muchas economías se han estancado. Aunque el nivel de interés era bastante bajo, los inversores se mostraron reacios. Con el fin de dar un impulso monetario, los académicos mencionados discutieron un tipo de interés negativo, siguiendo la regla de Taylor (Taylor, 1998). «El problema con las tasas de interés negativas, sin embargo, se hace rápidamente evidente: nadie prestaría en esos términos. En lugar de dar su dinero a un prestatario que promete un rendimiento negativo, sería mejor quedarse el dinero en su colchón. Debido a que tener el dinero líquido promete un retorno de exactamente cero, los prestamistas no pueden ofrecer menos.» (Mankiw, 2009). En este punto, Mankiw se une a los argumentos de Gesell y analiza un «impuesto» sobre el dinero. En este contexto de discusión, las consecuencias a largo plazo de «ahogar el interés en un océano de capitales» (Gesell, 1916/1958), es decir, la supresión de la esfera de la acumulación y el funcionamiento del mecanismo de arbitraje, están más allá de la alcance de la discusión. Por el contrario, los partidarios de Gesell hacen hincapié en que la reforma monetaria permite incluso un decrecimiento: si, debido a un cambio en las preferencias, el nivel de actividad económica se considera demasiado alto, puede ser reducido sin provocar una crisis económica. Los costes de mantenimiento empujan al dinero hacia el ciclo económico también cuando la economía se está contrayendo.
5.8. El equilibrio biofísico
El método propuesto anteriormente describe el estado de equilibrio como un equilibrio de comportamiento en el que la tasa de interés a largo plazo, la tasa de inversión neta y el ahorro neto de la renta nacional, así como la tasa de crecimiento del PIB es igual a cero. Sin embargo, el PIB sólo es un indicador muy imperfecto para el metabolismo social. Ello es particularmente cierto en un marco institucional donde los costes y beneficios externos son difícilmente interiorizados. La contabilización de los gastos derivados de la contaminación, de los costes ocultos de la extracción física, desarrollo de indicadores verdes y ampliación del sistema convencional de las cuentas nacionales son intentos necesarios para hacer frente a estos problemas, pero hasta ahora ningún método ha sido aceptado de forma generalizada. En realidad, en un estado de equilibrio estacionario hipotético con una tasa de crecimiento cero del PIB, la escala física en general puede aumentar o disminuir. Por un lado, esto depende de los indicadores seleccionados de consumo/destrucción social. Por otro lado, en un estado estacionario la estructura económica puede cambiar: Mientras que algunos sectores se reducirían, otros sectores (arquitectura bioclimática, la agricultura orgánica, la energía fotovoltaica, la informática) crecería. Por lo tanto, la macroeconomía ecológica necesita básicamente en su análisis más sectores que tan solo las esferas de consumo y de acumulación. En este sentido nuestro enfoque es sólo una simplificación aproximada. Desde un punto de vista ecológico, en el análisis final, el estado de equilibrio sólo puede darse en un equilibrio biofísico que comprenda la absorción de residuos y la regeneración de los recursos (Victor, 2008). Con el fin de lograr esto, entre otras medidas de política, hay que imponer límites cuantitativos sobre el rendimiento metabólico (Daly, 2009). A este respecto, el equilibrio biofísico podría ser determinado exógenamente, mediante el establecimiento de capas. Dentro de ese equilibrio biofísico, el PIB puede básicamente aumentar o disminuir. Sin embargo, si los argumentos de la sección 3 son válidos, las reformas propuestas podrían ayudar a hacer el cambio del sistema económico de forma endógena hacia un equilibrio de comportamiento con una tasa de crecimiento del PIB de cero (dentro de los límites biofísicos, que son impuestos desde la política) . Por lo tanto, supongo que, dependiendo de la forma en que tales límites biofísicos son fijados por la política, dadas diferentes escalas de rendimiento metabólico podrían ser posibles diferentes estados de equilibrio de comportamiento (con la inversión neta y el ahorro neto igual a cero). Sin embargo, esta es una hipótesis que requiere más investigación. Dado que tales limitaciones biofísicas causan escasez, y con el fin de evitar la especulación de los derechos de uso sobre las fuentes, sumideros y vertederos, estos deberían ser desprivatizados (descapitalizados) incluyéndolos en los sistemas verticales de adjudicación (Sección 5.1).
6. Conclusiones
A pesar de los evidentes problemas de la economía capitalista, los economistas contemporáneos han ignorado ampliamente la teoría discutida en este artículo. Esto es bastante sorprendente, ya que Gesell es uno de los economistas más citado en la Teoría General de Keynes. Keynes adoptó una gran cantidad del análisis de Gesell y lo transfirió a un lenguaje científico. Keynes también conocía a otro autor de la idea del «dinero libre» (quien ya describió procesos multiplicadores), N.A.L.J. Johannsen (Johannsen fue citado en «A Treatise on Money» (Un tratado sobre el dinero)). Keynes (1936/2008) definió a Gesell como un «profeta indebidamente olvidado» y suponía que «el carácter incompleto de su teoría es, sin duda, la explicación de que su trabajo sufriera después el abandono por parte del mundo académico» Sin embargo, es lícito discutir si la ignorancia de la corriente dominante también se debió a lo que conocemos como los paradigmas de las revoluciones científicas (Kuhn, 1962). Gesell se movía más allá del paradigma imperante. Aunque Gesell no estaba preocupado por los problemas ecológicos, su enfoque básico merece ser discutido cuando el fin es alcanzar el objetivo de un estado estacionario de crecimiento cero. Keynes (1936/2008) sostuvo que «… los reformistas, que buscan una solución mediante la creación de costes de mantenimiento artificiales de dinero (…) estaban en el camino correcto, y el valor práctico de sus propuestas merecen nuestra consideración.»
Notas 
1  Por otra parte, no entraremos a discutir los cambios en el tamaño de la población.
2  también podría ser mencionado en este contexto Frederick Soddy (1926) como otro heterodoxo importante. Sin embargo, Soddy tenía un enfoque muy diferente en comparación con Gesell y Johannsen (ver sección 5.2). Entre otras, las propuestas de Soddy hacían hincapíe más en una reforma monetaria dirigida a controlar la creación de dinero que a regular la circulación del mismo
3   En primer lugar, estamos viendo los ahorros, las inversiones, etc, en términos de valor. Este punto de vista está expuesto en la sección 5.8, donde se discute la capacidad biofísica.
4   En este modelo básico, no se consideran los efectos de la inflación.
5   Con fines de simplificación, no hemos hecho ninguna distinción entre los diferentes tipos de dinero (efectivo, cuentas corrientes, etc), lo que debería dar lugar a diferentes costes de mantenimiento debido a su diferente prima de liquidez.
6  En lo que respecta a los sindicatos, Gesell (1916/1958), declaró que las huelgas consolidan la escasez de capital, lo que provoca la debilidad relativa de la fuerza de trabajo en relación al capital.
7    Cabe señalar que la función de distribución de la tasa de interés no debería ser tocada por los partidarios del «enfoque de dinero gratis», También las primas de riesgo no serán «abolidas», aunque también esperen que disminuyan de manera significativa debido a un entorno económico calmado.
8  Ver la lista de las conferencias organizadas por Sozialwissenschaftliche Gesellschaft 1950 e.V. (http://www.sozialwissenschaftliche-gesellschaft.de) y el Seminario für Freiheitliche Ordnung (http://www.sffo.de).
9  En la propuesta, el registro y control de los productos estratégicos se hacen dentro de un sistema de recaudación, en el que la fecha de la transferencia, el nombre del comprador, el precio de emisión y el descuento (en caso de rescate) se registran. Sin la cobertura de un recibo, la mercancía es propiedad del Estado -no se paga indemnización.
10  Aunque los teóricos ordoliberales no ignoran el problema medioambiental, no es su especial preocupación.
11  Soddy anticipó las ideas de Georgescu-Roegen (1971) y Boulding (1966)
12  Las ideas de Gesell también han sido discutidos por los representantes del Banco de la Reserva Federal (Goodfriend, 2000)
13   Sin embargo, esto no es automático, ya que las reformas aunque condiciones previas necesarias, pero no son suficientes para alcanzar este equilibrio (sección 2)
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El decrecimiento y la oferta de dinero en un mundo con escasez de energía

Ecological Economics 84 (2012) 187-193
El decrecimiento y la oferta de dinero en un mundo con escasez de energía
Richard Douthwaite *
Cloona, Westport, Co.Mayo, Irlanda
Traducción N.C.

Sumario

El decrecimiento ocurrirá tanto si los gobiernos quieren como si no. A medida que  los combustibles  fósiles se agoten, los ingresos se van a reducir a la par que  el suministro de energía. Dicho  decrecimiento puede ser imprevisto y catastrófico o bien gestionado y relativamente benigno. Este trabajo sostiene que son esenciales tres herramientas para evitar que el  decrecimiento se convierta en un  colapso catastrófico. Estas son: (1) un sistema para compartir los beneficios del uso de los combustibles fósiles cada vez más escasos, (2) nuevas formas de financiar las empresas y (3) la introducción de las monedas regionales y locales libres de deuda.
*******
Los países más ricos del mundo no tienen la opción de que sus economías crezcan o o decrezcan. El declive en el suministro de energía fósil  forzará decrecimiento lo quieran o no, y su única elección  será sobre la forma en que maneja  la contracción. El lamentable estado de la economía mundial actual es un leve anticipo de lo que está por venir si se toman las decisiones equivocadas.
Como en  este documento se explica, la actual crisis financiera fue causada por la incapacidad de los productores de petróleo para satisfacer una creciente demanda global. El suministro de petróleo mundial se ha estancado desde el 2004 debido a que los productores  han sido incapaces de abrir nuevas fuentes con más rápidez  que el declive de la producción de sus campos más viejos. Su incapacidad surge porque el petróleo es cada vez más difícil de encontrar y extraer. BP no habría intentado perforar  su desastroso pozo a  1.600 metros bajo la superficie del Golfo de México si hubiera tenido mejores opciones. Las crecientes dificultades de producción significan que pronto comenzará  el descenso del suministro de petróleo y que, mes a mes, el descenso acelerará  su ritmo.
Aunque la producción de carbón y el gas sigue aumentando todavía, su suministro comenzará también a contraerse dentro de  pocos años. Un analista canadiense, Paul Chefurka1, estima que la producción de gas  alcanzará su punto máximo en unos 15 años y la del carbón cinco años mas tarde. No espera que el suministro de energía renovable y de energía nuclear se expanda lo suficientemente rápido como para compensar  su declive y, como resultado, cree que la oferta total de energía de todas las fuentes para la humanidad comenzará a disminuir a partir de 2025. Una estimación similar2 del suministro mundial de energía se había calculado en el informe británico Cero Carbón 2007. Este mostraba un descenso suave de la producción a partir de 2010 y una caída más brusca a partir de 2025. Del mismo modo, las previsiones más recientes del  geólogo  especialista en  gas y petróleo  Colin Campbell, uno de los fundadores de la Asociación para el Estudio del Pico del Petróleo ASPO, indican que la cantidad total de energía disponible a partir de la producción de petróleo y gas disminuirá ligeramente desde  ahora hasta el año 2020 y luego comenzará un descenso más rápido.
La disminución prevista por Chefurka se muestra en el Gráfico 1a, que también indica que se espera un crecimiento muy pequeño en el total del suministro de energía antes de comenzar el descenso. Esto significa que habrá un incremento muy pequeño de los ingresos mundiales en la próxima década. El gráfico 1b muestra por qué va a suceder así, ya que demuestra la estrecha relación entre los cambios en la oferta mundial de petróleo, el suministro total de energía primaria y el producto mundial bruto, PMB. En consecuencia, dado que el suministro mundial de energía primaria en realidad empieza a declinar, debemos esperar que los ingresos y la producción mundial también  declinen. El decrecimiento va a suceder. Por lo tanto, el desafío al que se enfrentan los gobiernos es cómo deberán gestionar esa caída para evitar que se convierta en tan caótica que los sistemas económicos de los que nuestras vidas y nuestros medios de vida dependen,  colapsen porque la energía y otros recursos necesarios para poder adaptarse a niveles mucho más bajos de consumo de energía ya no están disponibles4.
Un análisis de las causas de la actual crisis financiera puede proporcionar importantes conocimientos sobre los cambios que deben hacerse en los servicios financieros y los sistemas monetarios para evitar que el descenso sea caótico. Miremos primero la relación entre la oferta monetaria y la energía. El sistema monetario actual emite dinero a través de la deuda bancaria. Si el banco concede a alguien  un préstamo para comprar algo, en el momento en el que la cuenta del proveedor se acredita con los fondos prestados y la cuenta del prestatario se carga, se crea nuevo dinero en la cuenta del proveedor y se equilibra con una deuda de igual valor pero de signo negativo en la cuenta del comprador. El nuevo dinero será retirado gradualmente de la economía a medida que  el prestatario devuelve la deuda al banco.
Hasta hace poco, si la cantidad de dinero en circulación aumentaba porque los bancos aprobaban nuevos préstamos más rápidamente que la amortización de los antiguos, el valor de ese dinero de nueva creación  se respaldaba con la mayor cantidad de energía que se podía producir a partir de las fuentes de combustibles fósiles. Esto dio lugar a largos períodos en el que el precio de la energía se mantuvo estable en términos monetarios, períodos en los que solo se produjeron  rupturas cuando el suministro de energía se limitaba artificialmente. Las bruscas subidas del precio del petróleo  como resultado de las restricciones al suministro de la OPEP entre 1973   y 1979 son un buen ejemplo de los efectos de las restricciones de oferta que destruyeron la relación entre el dinero y el suministro de energía.
Los bancos comerciales aumentaron sus préstamos a partir de septiembre 2004, poniendo así cada vez más dinero en circulación. La oferta plana del petróleo comportaba que su precio subiese cada vez más, arrastrando con él los precios del gas, del carbón, los alimentos y otros productos. Los bancos centrales de los países ricos se mantuvieron indiferentes a estos aumentos de precio debido a que el coste general de la vida se mantuvo estable. En parte, esto se debía a la gran cantidad de productos manufacturados baratos importados que fueron entrando en la  economía de los países ricos procedentes de China y en otros lugares, pero la razón principal fue que gran parte del dinero creado a través de los préstamos de los bancos comerciales estaba siendo invertido en activos como propiedades y acciones que no se tienen en cuenta en  los índices de precios al consumo examinados por  los bancos centrales. El resultado fue que permitieron que el crédito bancario y la oferta de dinero – y deuda – aumentase cada vez más. La única inflación inducida importante fue en el precio de los activos, muy bien aceptado por la mayoría de la gente que  se sentía como si se estuviese enriqueciendo. Los bancos comerciales también estaban satisfechos con los altos precios de los activos porque sus préstamos se veían respaldados por una garantía cada vez más valiosa. Lo que los  bancos centrales no comprendieron, sin embargo, fue que su incapacidad para frenar los préstamos comerciales de los bancos significaba que habían roto el vínculo crucial entre el suministro de energía y el dinero. Esta ruptura dañó el sistema económico severamente. El rápido aumento de los precios de la energía y las materias primas que resultó de la oferta monetaria sin restricciones significaba que cada vez  más dinero tenía que salir de los países consumidores para pagarlos. El problema consecuente fue que una gran parte del dinero que había salido de los países consumidores no volvía  a ellos en la forma en que salía. Salía como un ingreso y volvía como capital. Esta es la explicación: Si compro gasolina para mi coche y parte del precio va a Arabia Saudita, sólo podré comprar gasolina de nuevo durante los años siguientes si el dinero saudí retorna cada  año hacia  la economía de donde vienen mis ingresos. El retorno puede ser de dos maneras, una de las cuales es sostenible, la otra no. La forma sostenible consiste en que los saudíes gasten de nuevo el dinero comprando  bienes y servicios de mi país o de países de los que mi país no importa más de lo que exporta. De esta manera, el dinero volverá  a mi país como un ingreso. La forma insostenible ocurre cuando los saudíes retornan el dinero en forma de préstamo, regresando como capital. Su préstamo permite a mi país continuar comprando petróleo  pero sólo a base de aumentar cada vez más  la deuda.
Como se muestra en el gráfico 2, un incremento masivo en el flujo de ingresos desde  las economías de los clientes durante los años de auge, se convirtió en capital y fue prestado o invertido en mercancías de las economías de los consumidores  más que gastarse de nuevo en ellas5. Sin embargo, antes de que el dinero del préstamo se pusiese a disposición de la gente para comprar de nuevo gasolina u otros artículos, al menos alguien tuvo que pedirlo prestado y gastarlo de una manera que lo convirtiese de nuevo en un ingreso. Fueron necesarios gran cantidad de préstamos y représtamos antes de que  la suma total regresara  a los bolsillos de la gente. Por ejemplo, los préstamos para comprar casas existentes no son particularmente buenos para  la creación de ingresos mientras que los préstamos para construir obra nueva sí lo son. Ello se debe a que la mayor parte del préstamo para la compra de una casa existente va al propietario que la vende, aunque una pequeña parte irá destinada como ingreso al agente inmobiliario y a los abogados. El vendedor  puede poner el pago como  depósito en un banco, el cual  deberá ser prestado de nuevo por una cantidad superior  para convertido en ingresos. O puede ser invertido en otra propiedad existente, por lo que alguien más tomará el capital y lo depositará en  un banco que lo prestará. Un préstamo para una nueva casa, en cambio, financia todos los salarios pagados durante su construcción por lo que una gran parte se convierte en ingresos. El auge de la construcción en Irlanda fue por lo tanto una forma muy eficaz de conseguir el dinero que el país había gastado en exceso  en el extranjero y que luego había pedido prestado de nuevo convirtiéndolo en ingresos en los bolsillos de la gente. El endeudamiento externo directo por parte de  los gobiernos para pagar  los salarios del sector público es todavía una forma más efectiva de convertir una entrada de capital en renta.
Gráfico 2. Los países ricos han pedido prestado masivamente a los países ”en desarrollo” y “en transición” durante los últimos diez años. Este gráfico muestra el flujo neto de capital. Los fondos  prestados venían principalmente de los ingresos de exportación de energía y de materias primas.  Fuente:  World Situation and Prospects 2010, publicado por la ONU.
De aquí podemos concluir que un país que presenta un déficit comercial de bienes y servicios durante varios años se encontrará con que sus empresas y los individuos estarán altamente  endeudadas debido a que habrá sido necesaria la creación de una densa red de  deuda  en ese país para conseguir que el poder adquisitivo perdido como resultado del déficit regrese de nuevo a manos de todos. Esta es exactamente la razón por la que el Reino Unido y los Estados Unidos están experimentando la crisis de la deuda. Los EE.UU. sólo ha tenido superávit comercial durante  un año, y  pequeño, desde 1982 y el Reino Unido no ha tenido ninguno en absoluto desde 1983.
Las deudas contraídas por los países con déficit de cuenta corriente eran de dos tipos: las originales adeudadas en el exterior y las de las sucesoras, de mayor valor y  adeudadas en casa en forma de préstamos basados en  deuda extranjera que se convertía en ingresos. La deuda interna – es decir, la deuda contraída por el Estado o el sector privado con los residentes del mismo país – es una carga mucho menor que  la deuda externa, pero aun así perjudica todavía a un país al deteriorar su competitividad.  Lo hace a pesar de que el pago de intereses de la deuda implica un coste real mucho menor para el país ya que la mayoría de los pagos no son más que  transferencias de un residente a otro. (El resto del pago consiste en los honorarios al sector de los servicios financieros. El aumento de endeudamiento ha asegurado una gran parte de su crecimiento reciente.)
La deuda interna es perjudicial ya que un país con un mayor nivel de deuda en relación con su PIB tendrá  mayores costos que un país competidor con menor deuda interna. Esto es debido a que, a igualdad de  tasas de interés en ambos países, las empresas del país más endeudado tendrán que permitir una carga de intereses más elevados por unidad de producción que las del otro país a la hora de calcular sus costos de operación y los precios. Estos costes  adicionales afectan a la competitividad nacional  exactamente de la misma forma en que lo hacen los salarios más elevados. De hecho, son los salarios de los que un marxista llamaría la clase rentista, una clase a la que pertenece cualquiera que, directa o indirectamente, tenga un ahorro que devenga intereses. Por tanto, el banco central de un país  debe publicar las cifras anuales de la deuda nacional en relación a los ingresos para el mercado interior (Gráfico 3).
Gráfico 3. La deuda de los países ricos ha crecido notablemente en los últimos diez años debido a la cantidad de préstamos generados por los flujos de capital procedentes de las naciones productoras de  energía fósil – y materias primas- se utilizó para inflar las burbujas de los activos. Las economías emergentes, por el contrario, invirtieron el dinero prestado en el aumento de la producción. Como resultado, su  deuda / PIB disminuyó. Fuente: The Economist.
El aumento de la deuda de la mayor parte del mundo se concentra en los países mas ricos . Su ratio de deuda respecto al PIB se ha más que duplicado, mientras que en las llamadas «economías emergentes» la relación deuda-PIB ha disminuido. Esta diferencia se puede explicar mediante la adaptación de un ejemplo dada por Peter Warburton en su libro de 1999, Deuda y engaño. Supongamos que yo extraigo €1000 de mi línea de crédito del banco para comprar una mesa de comedor y sillas. La tienda de muebles utiliza la mayor parte de su margen de venta para pagar al personal, el alquiler, la luz y la calefacción. Digamos que eso cuesta € 250. La mayor parte del resto de mi pago lo utiliza para comprar nuevo stock, por ejemplo, 700€.  La fábrica a la cual él hace el pedido  adquiere la madera y paga sus costos  y  salarios. Pongamos que cuestan € 650, pero ya que la madera viene de extranjero, € 100 de los 650 € salen fuera de la economía de mi país. Y así podría seguir observando después de cada nuevo pago cómo se iría  gastando  y regastando hasta que todos los euros que yo había pagado, finalmente se habrían ido al extranjero. La pagos que se hicieron a las empresas y personas que viven en mi país como resultado de mi préstamo de 1000 € contribuyeron a su renta nacional. Si sumamos sólo los que he mencionado aquí,  € 1.000 + € 250 + € 700 + € 550,  podemos ver que el PIB de mi país se ha incrementado en € 2500 como resultado de la la deuda de 1.000 € que contraje. En otras palabras, la relación deuda-PIB fue del 40%.
Ahora supongamos que en lugar de la compra de muebles, invierto mi dinero prestado en la compra de acciones de una persona que ya disponga de ellos, en lugar de una nueva emisión. De los € 1.000 que pago, sólo los agentes de comisiones y los impuestos terminan como ingreso de nadie. Digamos que la cantidad suma 100 €. Si es así, la relación deuda-PIB es de 1.000% (Gráfico 4).
Gráfico 4. Debido a que los préstamos se han invertido principalmente en la compra de activos
en lugar de en capacidad de producción, cada aumento del endeudamiento en los EE.UU. ha hecho aumentar cada vez menos  la renta nacional. El debacle más reciente de endeudamiento – para rescatar  al sistema bancario – logró realmente rendimientos negativos, ya que no fue capaz de detener la  contracción de la economía. Gráfico elaborado por Christopher Rupe y Nathan Martin con EE.UU. Hacienda cifras de fecha 11 de marzo de 2010.
Así que una razón por la que la carga de la deuda ha crecido en los países «ricos» y ha caído en los «emergentes» es la forma en que se ha utilizado esta deuda. Como que los sectores manufactureros de los países más ricos generalmente no fueron aumentando su producción sino que, en muchos casos,  esta se encontraba en declive, una mayor proporción del dinero prestado en algunos de estos países se destinó a la compra de activos, haciendo subir sus precios, cosa que no ocurrió en los más pobres. A partir de un  cierto punto, en los países consumidores de activos, fue má el aumento del precio de estos activos lo que hizo atractiva su compra, quela renta que se podía ganar de ellos. Las rentas se convirtieron en insuficientes para pagar los intereses sobre el valor teórico de mercado de la propiedad, mientras que en el mercado de valores, la relación precio-beneficio se elevaba cada vez más.
En 2007, la carga impuesta a la economía real por la necesidad de soportar  los precios de los activos y los niveles de deuda que comportaban se hicieron  demasiado grandes. Los países mas ricos que habían estado funcionando con déficit en la balanza de pagos en sus cuentas corrientes descubrieron que el pago de los altos precios de la energía y de los materias primas más el interés de su aumentada deuda externa, además de los pagos de transferencia requeridos en sus pagos de la deuda interna, eran demasiado. Los prestatarios mas débiles, los que tenían hipotecas sub-prime en EE.UU., se encontraron en la imposibilidad de pagar los cargos más altos de energía y servicio de sus préstamos. Y, ya que muchos de estos préstamos habían sido titulizados y vendidos fuera a los bancos de todo el mundo, su valor como activo se puso en cuestión. Los bancos temieron que los pagos que les debían otros bancos podrían no llegar si otros  se declararan insolventes debido a sus pérdidas en esos activos dudosos.  Esto hizo difícil los pagos interbancarios y el sistema internacional de transferencia de moneda casi se vino abajo.
Todos los valores de los activos cayeron tras el pánico. Las cifras de los mercados de valores mundiales muestran que el FTSE-100 perdió 43% entre Octubre de 2007 y febrero de 2009 y que el Nikkei y el S & P 500 perdieron el 56% y 52%, respectivamente, entre mayo y junio de 2007 y su valor inferior se observó  también en febrero de 2009. Todos los tres índices han recuperado desde entonces parte de su valor anterior, pero esto es debido sólo a que los inversores consideran que los ingresos se van a recuperar, aumentando así  la capacidad de la economía para pagar las deudas y mantener los precios de los activos. Serían mucho menos optimistas sobre los precios futuros si reconocieran que, en el medio plazo al menos, la escasez cada vez mayor de energía significará que los ingresos caerán  en lugar de aumentar.
Varias conclusiones se pueden extraer de este análisis, pero en este artículo  voy a concentrarme en tres.
1. No se llegará a permitir que los precios conseguidos por los productores de energías fósiles aumenten tanto que haga necesario que estos presten de nuevo  grandes cantidades a sus clientes como consecuencia de que  su creciente deuda desestabiliza sus economías.
2. El sistema de creación de dinero basado en la deuda no puede funcionar si cada vez menos cantidad de energía va a estar disponible y en consecuencia los ingresos vayan cayendo de manera que estos sean  inadecuados para respaldar la deuda. Hay que encontrar por tanto, nuevas formas de emisión de dinero.
3. También van a ser necesarias nuevas formas de endeudamiento y financiación, ya que, como los ingresos se reducirán y se podrá utilizar menos energía, las tasas fijas de interés impondrán  una carga cada vez mayor.
Vamos a discutir esto por orden.
1. Limitar el precio pagado a  los productores de combustibles fósiles
 Cuando el precio sube porque algo es escaso, los economistas denominan «renta de escasez» al dinero adicional que los productores ganan de más, por encima de su coste de producción. Si la economía mundial se recupera y los precios del petróleo vuelven de nuevo a subir mucho se necesitará  encontrar una manera  para evitar que el  dinero que sale de un país como ingreso regrese como capital. Esto significa que se tendrá que encontrar un sistema que  capture la mayor parte de la renta de la escasez  y la distribuya como ingresos en lugar de tener que terminar como capital de un fondo soberano.
“Cap and Share” (limitar y distribuir), un método de reducción de las emisiones de combustibles fósiles ideado por Feasta, think-tank con sede en Irlanda6, sería un buen sistema de captura de la renta de escasez. Se trata de la colocación de una cantidad anual límite global y decreciente de toneladas de CO2 emitido por los combustibles fósiles y la asignación anual de una gran parte de este tonelaje a cada habitante del planeta de manera equitativa. Cada año, al recibir los permisos anuales, cada individuo  los vende a un banco u oficina de correos por el precio al que valen el día de la venta, del mismo modo en que vendería moneda extranjera. Los compradores reunirían el tonelaje comprado y lo repartirían en bloques para  venderlos a su vez a los productores de combustibles fósiles que necesitarían adquirirlos  para cubrir las emisiones de su producción anual.
Los permisos, obviamente, tienen que ser más escasos que el la oferta de combustible para poder capturar la renta de escasez y a medida que fuesen distribuyéndose por todo el mundo, no sólo el dinero que se  recuperase seria gastado  como ingreso sino que además, las personas más pobres del mundo  podrían, aún, comprar alimentos y combustible a medida que el precio subiese. Esto es importante porque si la distribución de la energía fósil se dejase en manos  del mercado, sólo los ricos serían capaces de comprarla, así como los alimentos producidos y distribuidos con ella. Si los pobres se viesen empujados a crear disturbios como consecuencia, contribuirían a una ruptura caótica. Es improbable que la ONU adopte “Cap and Share” porqué en las negociaciones climáticas se está siguiendo una via muy diferente. Sin embargo, algo  parecido a “Cap and Share” podría ser promovido por el G-20, que podría crear un organismo especial,  llamémoslo “La Fundación Clima Global” (FCG). Aparentemente, la Fundación serviría para gestionar las emisiones de CO2 pero, en realidad, su función sería la de asignar el uso de combustibles fósiles en todo el mundo y por lo tanto evitar la competencia excesiva por dichos combustibles, causando la ruptura de la economía mundial.
En efecto, la Fundación Clima Global sería un intercambiador de compradores de energía  que tendría que conseguir que la mayor parte de países consumidores de energía se uniesen para maximizar su poder de negociación. Intentaría que los países se inscribieran al garantizarles una participación en el cártel (conjunto de organizaciones convenientemente reunidas para formar un monopolio) de los ingresos en función de su población.
La legitimidad de la Fundación vendría de su papel en el clima más que de su carácter económico. Teniendo el mejor asesoramiento científico, debería decidir sobre la velocidad a la que tendrían que disminuir anualmente las emisiones de los combustibles para evitar  una catástrofe climática. Dado que muchas propuestas para la estabilización del clima calculan reducciones del CO2 de las emisiones de los combustibles fósiles entre un 80% y un 100% en el 2050, la Fundación podría decidir que se requiere una tasa anual de reducción de alrededor del 6%. Este valor no se aleja mucho de la velocidad a la que la producción de petróleo puede caer7.
Cada año, la Fundación subastaría los derechos de la cantidad máxima de CO2 producida por los combustibles fósiles que habría decidido que se podrían liberar aquel año. Estos derechos serían comprados por los productores de combustibles fósiles que tendría que adquirir suficientes permisos para cubrir las emisiones de los combustibles que planeaban vender. La Fundación tendría un cuerpo de inspectores que visitarían las  empresas petroleras,  gasísticas y de carbón para asegurar que sus ventas concordasen con el número de permisos que habían comprado. La Subastas anuales dejarían a la Fundación una gran suma de dinero en efectivo y se producirían luchas políticas durante el período en que la Fundación establecería  su distribución. Los contendientes serían:
1. Pagos compensatorios por los mayores precios de la energía.
2. Una cuota  de mantenimiento del carbono para proteger las reservas de carbono del suelo y los bosques.
3. Un fondo de solidaridad para las comunidades especialmente afectadas por los perjuicios del cambio climático o por la transición a la energía sin carbono.
4. Capital de inversión para el desarrollo de energías renovables.
5. Los gastos de funcionamiento de la misma Fundación Clima Global.
Demos un vistazo a los cuatro primeros.
1. Pagos compensatorios. Los productores de combustibles fósiles tendrán que trasladar los costes de los permisos que han comprado a sus clientes. Como el suministro de permisos es cada vez más difícil, su precio, y por lo tanto el precio de los energía, subirá arrastrando con él el precio de los alimentos y otras necesidades. La gente tendrá que ser compensada por estas subidas en algún nivel básico ya que, si de lo contrario, toda la regulación se dejase en manos de los mercados, los pobres llegarían a situaciones de  frío y hambre. Sin embargo, la compensación básica nunca podría ser suficiente como para cubrir el aumento del coste de la vida de las personas cuyo estilo de vida deriva de la utilización directa o indirecta de una gran cantidad de energía. Este grupo, que se compone de las personas más ricas de cada país, se encontrará que inevitablemente su coste de vida subirá más que el pago compensatorio.
2. Cuota de mantenimiento del carbono. Los altos precios de la energía pondrían una presión adicional sobre los bosques y los pastos del mundo. A menos que estos se protegieran, acabarían sucumbiendo a la producción de biocombustibles y se liberarían cantidades masivas de dióxido de carbono como resultado del  cambio de uso del suelo. Esto ya está sucediendo en Indonesia, donde se calcula que cuando  la selva que crece en turberas se elimina  para producir aceite de palma, la cantidad de dióxido de carbono liberado por la quema del aceite de palma en substitución del diesel será  tan grande que se tardará más de un siglo para recuperarlo de nuevo8. El pago de la Cuota de Mantenimiento del Carbono (CMC) para premiar a los países que mantienen el carbono almacenado en los suelos y los pantanos y en las plantas que crecen en ellos es, por lo tanto, una parte esencial de cualquier método para limitar las emisiones de CO2 de los combustibles fósiles. En virtud de los acuerdos de la FCG, se pagaría anualmente una pequeña cantidad por cada tonelada que el país en cuestión hubiese mantenido intacta. Con esta medida se cubriría el coste de oportunidad que el país soporta al abstenerse de darle a las tierras en cuestión un uso más rentable. Sin embargo, si el tonelaje tutelado decrece, el país responsable tendría que comprar permisos de emisión especiales para cubrir la cantidad de carbono implicada. Por otro lado, si un país aumentase la cantidad de carbono en su biomasa y suelo, obtendría un precio  especial de permiso por cada tonelada de CO2 fijada.
3. El fondo de solidaridad. La población de algunas partes del mundo está especialmente afectada por los efectos del cambio climático – Bangladesh y las Maldivas están amenazadas por la subida del nivel del mar, por ejemplo. Otras comunidades pueden necesitar hacer ajustes excepcionales para hacer frente a los niveles mucho más bajos de combustibles fósiles. Todo los países, ricos y pobres, podrían reclamar los dos tipos de ayuda de este fondo.
4. Inversión en Energía. Habría muchas convocatorias anuales de la Fundación para utilizar cantidades importantes del dinero ingresado anualmente  para financiar el desarrollo de fuentes de energía sin carbono y probablemente se crearía un fondo internacional para conceder préstamos para proyectos multinacionales y a los gobiernos nacionales para inversiones en energía. Sin embargo, también es importante que las comunidades y las familias puedan hacer inversiones en energía y, en un mundo ideal, parte de los ingresos de la Fundación se destinarían a este propósito.
Después de mucho regateo y alegaciones  especiales, probablemente se requeriría a la Fundación para que pagase parte del dinero colectado anualmente a cada uno de los habitantes del planeta en una base equitativa  per cápita para compensar los mayores costes en alimentos y energía tal como sucedería en la propuesta de Feasta de “Cap and Share”. La mayor parte de dinero restante iría a los gobiernos bajo los capítulos de Cuota de mantenimiento del carbono, Fondo de solidaridad e Inversiones en Energía. El resto se utilizaría para financiar las operaciones de la  Fundación que incluirían programas para hacer frente a otros gases causantes del efecto invernadero distintos del CO2.
Los productores de los combustibles tendrían que ponerse de acuerdo para trabajar con la Fundación, por supuesto, y el incentivo para hacerlo sería que aunque su producción se fuese reduciendo cada año, el precio al que se la pagarían  se incrementaría para mantener sus ingresos. Los negociadores del cártel argumentarían que el precio que los productores obtuviesen no podría ser menor que la media del precio que hubiesen recibido en condiciones de libre mercado en el que después de períodos cortos de precios muy altos les seguirían largos períodos de bajos precios como consecuencia de la debilidad económica causada por la subida de precios. Una tercera ventaja sería que las inversiones que los productores hiciesen en las economías de sus clientes serian mejores que las realizadas  en condiciones de libre mercado.
2. El final de dinero basado en deuda
La producción en la economía actual se ve fuertemente impulsada por el alto  consumo de energía. Si en el futuro cada vez va a ser menor el nivel de energía disponible, la producción media por persona  disminuirá y los ingresos reales caerán. La disminución de ingresos conllevará que la deuda cada vez sea más difícil de pagar, creándose una resistencia tanto a prestar como a pedir prestado. Durante varios años en el período del declive energético, el suministro de dinero se contraerá ya que las antiguas deudas se pagan más rápidamente que la velocidad a la que se contraerán nuevas deudas, destruyéndose así el dinero creado cuando se contrajeron  las deudas antiguas. Esto hará que sea cada vez más difícil para las empresas el comercio y el pago a los empleados. Las empresas también tendrán más problemas para pagar impuestos y el servicio de sus deudas. Abundarán las deudas incobrables y las quiebras y la economía monetaria se romperá.
Los gobiernos tratarán de dirigir la ruptura con las herramientas que se están utilizando en la actual crisis crediticia – producir dinero de la nada con la flexibilización  cuantitativa (quantitative easing). Hasta ahora, el dinero QE que se ha introducido, que podría haber sido distribuido libre de deuda, se ha trasferido a los bancos a tasas de interés muy bajas con la esperanza de que estos reanudaran los préstamos a la economía real. Pero esto no está sucediendo a ninguna escala debido al alto grado de incertidumbre entre los potenciales prestatarios. Hay muy pocas áreas en las economías de los países ricos donde las personas pueden invertir el dinero prestado y estar razonablemente seguras de ser capaces de devolver el crédito.
Por tanto, va a tener que encontrarse alguna manera mejor de obtener dinero sin deuda en la economía real. En el diseño de dicho sistema, la primera pregunta que hay que plantearse es «¿Son los gobiernos los agentes adecuados para crearlo?. «El valor de cualquier moneda, incluso aquellas respaldadas por oro o algún otro producto, es creado por sus usuarios. Esto se debe a que cualquier persona sólo estará dispuesta a aceptar el dinero de otra si sabe que alguien más aceptará el suyo. Cuantas más personas acepten el dinero y cuanto mas amplia sea la gama de bienes y servicios que se ofrezcan a cambio, más útil y aceptable será la moneda. Si un gobierno y sus agencias aceptan este dinero, aumentará mucho más su valor.
Dado que los usuarios dan valor al dinero se deduce que debería ser emitido por ellos y que el sistema monetario funcionaria en su nombre. El gobierno sería un importante usuario pero la moneda no debería funcionar enteramente en su propio interés  a pesar de que, naturalmente, pretendería actuar en nombre de la sociedad en su conjunto y, por lo tanto, de los usuarios. La experiencia del pasado con monedas emitidas por los gobiernos no es alentadora debido a que crear-dinero-y-gastar ha parecido siempre políticamente preferible a recaudar-y-gastar y los resultados han sido algunas inflaciones espectaculares que han socavado la utilidad de alguna moneda. Por lo tanto, al menos sería necesario que se estableciera una autoridad monetaria independiente para determinar la cantidad de dinero que un gobierno debe permitirse crear y pasar a la circulación de mes en mes y, en ese caso, las atribuciones de la comisión podrían incluir fácilmente una cláusula en el sentido de que se debería tener en cuenta los intereses de todos los usuarios al tomar sus decisiones.
Esto plantea otra cuestión de diseño. «la nueva moneda debería  circular por todo el territorio nacional o sería mejor tener un conjunto de sistemas regionales?» A las diferentes partes de cada país va a irles de forma muy diferente a medida que disminuya el uso de energía. Algunas serán capaces de utilizar sus recursos locales de energía para mantener un nivel de prosperidad, mientras que otras se encontrarán con que tienen pocas fuentes de energía propia y que el coste de la compra de energía del exterior los  empobrecerá. Si ambos tipos de regiones utilizan la misma moneda, los más pobres se encontrarán en la imposibilidad de devaluar para mejorar sus exportaciones y reducir sus importaciones. Su pobreza persistirá tal como ha ocurrido en Alemania del Este, donde los problemas creados por la decisión política de desechar el  Ostmark y negar a los alemanes orientales la flexibilidad que necesitaban para alinear su economía con la occidental han dejado cicatrices en la actualidad.
Si las monedas regionales hubieran estado en funcionamiento en Gran Bretaña en los 1980 cuando Londres experimentó el gran auge mientras que la economía de Norte de Inglaterra sufría viendo que sus minas de carbón y la mayoría de sus industrias pesadas se cerraban porque eran poco competitivas, la brecha Norte-Sur que se originó podría haberse evitado. La libra del norte de Inglaterra se podría haber dejado devaluar en comparación con la de Londres, salvando a muchas de las empresas que se vieron obligadas a cerrar. Del mismo modo, si Irlanda hubiese introducido monedas regionales durante el breve período en que tuvo la soberanía monetaria, un punt Connacht (antigua moneda irlandesa)  habría creado más oportunidades de negocio en el oeste de Shannon si hubiera tenido un valor inferior al de su homólogo de Leinster.
Las monedas sin deuda no se deben planear a nivel nacional o, peor aún, multinacional como el euro. La UE reconoce 271 regiones, cada una con una población de entre 800.000 y 3 millones en sus 27 Estados miembros. Si todos ellos tuviesen su propia moneda, la isla de Irlanda tendría tres y Gran Bretaña 36, cada una de los cuales podría tener un tipo de cambio flotante con una moneda de referencia común europea y así con todas las demás. Si se considera deseable que el euro continúe, podría hacerlo como moneda de referencia para todas las monedas regionales y su autoridad monetaria independiente podría ser el Banco Central Europeo. En este caso,  el euro dejaría de ser la moneda única para ser simplemente una moneda  compartida.
Las ventajas de las monedas regionales podrían ser enormes:
1. dado que cada moneda seria creada por sus usuarios en lugar de tener que ser ganada o prestada desde el exterior, debería tener siempre la liquidez suficiente para que pudiese continuar un alto nivel de comercio dentro de la región. Esto diluiría los efectos de los problemas monetarios de otros lugares.
2. El comercio regional se vería favorecido porque el dinero necesario para ello sería más fácil de obtener. Se desarrollaría una economía regional fuerte e integrada, construyéndose así la resiliencia de la región a los shocks externos.
3. A medida que el volumen de comercio regional creciese, el señoreaje proporcionaría a la autoridad regional de una capacidad de gasto adicional. Idealmente, esto se utilizaría para proyectos de capital.
4. Los niveles de deuda de la región serían más bajos, lo que supondría un menor coste de estructura. Gran parte del dinero utilizado se crearía libre de deudas.
Cabe señalar que algunos autores sobre los sistemas monetarios, Thomas Greco por ejemplo9, no creen que el dinero sin deuda sea posible. Su punto de vista es que cualquiera que  emita el dinero en cuestión debe garantizarlo de alguna manera si tiene que tener un valor. La historia muestra que esto no es correcto. Nadie necesitó estar en deuda o dar algún tipo de valor garantizado cuando el wampum, cinturón hecho con conchas blancas y negras utilizado como dinero por varias tribus indígenas en la Nueva Costa de Inglaterra, en los siglos 17 y 18, entró en circulación. Fue suficiente que la oferta de cinturones estuviese limitada por la enorme cantidad de tiempo requerido para recoger las conchas y ensamblarlas, especialmente porque los agujeros se tenían que hacer en las conchas con la tecnología de la Edad de Piedra, taladros con punta de cuarzo. La persona que aceptaba un cinturón wampum en un trato comercial lo hacía porque él o ella sabían que alguien más podría aceptarlo también y a cambio ofrecer bienes y servicios. Se podrían dar muchos otros ejemplos de moneda sin deuda.
Además de las monedas regionales, las monedas creadas por sus usuarios necesitan establecerse de forma más local para proporcionar una vía para que la gente intercambie su tiempo, su energía humana, sus habilidades y otros recursos sin tener que ganar primero su moneda regional. Uno de los modelos más conocidos y más exitosos es la Hora Ithaca, un sistema monetario pionero creado por Paul Glover en Ithaca, Nueva York, en 1991, en respuesta a la recesión del momento. La Hora  Ithaca es principalmente una moneda sin deuda ya que la mayor parte de su  papel moneda en circulación se da o se gana aunque también se realizan algunos pequeños préstamos comerciales sin intereses. Un comité controla la cantidad de dinero que va a utilizarse. En la actualidad, los nuevos participantes pagan $ 10 para unirse y se les da publicidad en un anuncio que aparece en la directorio del sistema. Se les da, también, dos billetes de una hora cada uno – cada hora es normalmente aceptada como equivalente a $ 10 – y se les paga más cuando renuevan su participación cada año como premio a su continuo apoyo. En la actualidad el sistema tiene sólo alrededor de 900 miembros y alrededor de 100.000 horas puestas en circulación, muy lejos de los días en que miles de personas y más de 500 empresas participaban10. Su decadencia se remonta a 2005 cuando Glover se marchó a Filadelfia, un traslado que le costó al sistema su jornada  completa como cooperante.
La hora Ithaca no tiene mecanismos para sacar dinero fuera de uso por  la caída del volumen  de negociación, ni puede premiar a sus miembros más activos para ayudar a reconstruir el sistema. Tendría que seguir todas transacciones para que eso fuese posible y esto exigiría abandonar sus billetes de papel i pasar a la electrónica. El resultado sería algo muy similar al sistema de red de liquidez que Feasta ha desarrollado11. Muy probablemente van a surgir nuevas variantes de otro tipo de moneda creada por los usuarios, el Sistema Local de Intercambio y Comercio (Local Exchange and Trading System) (LETS) iniciado por Michael Linton en Comox Valley, Columbia británica, en la década de 1990 12. Cientos de LETS se han iniciado en todo el mundo en tiempos de recesión pero, por desgracia, la mayoría han desaparecido después de unos dos años desde su comienzo. La causa se debe a un defecto en su diseño: las monedas se creaban en el momento en que sus miembros contraían una deuda, pero, a diferencia del sistema monetario actual, no tenían ningún mecanismo para controlar la cantidad de deuda asumida por cada miembro ni para garantizar que esta deuda se reembolsase en el tiempo acordado. Seguramente, los nuevos  sistemas de tipo LETS que emerjan se registrarán  en  la web y, por  tanto, sea más fácil controlar las deudas que sus miembros asumen. Como estas deudas serán  de muy corto plazo no deberían ser incompatibles con una reducción de la economía nacional.
Las monedas complementarias se han utilizado con buenos resultados en tiempos de crisis económica en el pasado. Algunas funcionaron tan bien en los EE.UU. en 1930, que el profesor Russell Sprague, de la Universidad de Harvard aconsejó al presidente Roosevelt clausurarlas porque el sistema monetario americano se estaba «democratizado escapándose de su control [del gobierno]». Lo mismo sucedió con las monedas puestas en circulación por los gobiernos provinciales en Argentina en 2001, cuando el peso se volvió muy escaso por la gran cantidad de dinero que estaba saliendo del país. Estas monedas  llegaron a  constituir el 20% de la oferta de dinero en su auge y evitaron una gran cantidad de dificultades, pero fueron retirados a mediados de 2003 por dos razones principales. Una fue la presión del FMI, que consideró que Argentina sería incapaz de controlar el suministro de dinero y, por tanto, el tipo de cambio y la tasa de inflación si las provincias seguían emitiendo sus propias monedas. La otra razón más poderosa fue que el gobierno federal consideró que las monedas daban a las provincias demasiada autonomía e incluso podrían dar lugar a la ruptura del país.

3. Nuevas formas de pedir prestado y financiarse
Las monedas regionales antes mencionadas no serán respaldadas por nada ya que cualquier promesa de pagar algo específico a cambio, implicaría una deuda. Además, si se hacen promesas, alguien tiene que comprometerse a velar por su cumplimiento y eso significa que quien lo haga no sólo tiene que controlar la emisión de moneda, sino que también tiene que contar con los recursos para respetar la promesa  en caso de requerirse. En otras palabras, el sujeto de la promesa tendría que desempeñar el papel que los bancos desempeñan actualmente con el dinero basado en deuda. Tales monedas respaldadas no extenderían, por tanto, el poder financiero y, en cambio, podrían dar lugar a su concentración.
Aún así, algunos tipos de divisas futuros estarán respaldados por promesas. Algunas pueden prometer entregar cosas reales, como kilovatios-hora de electricidad, al igual que la libra esterlina y el dólar de EE.UU. fueron una vez respaldados por la promesas de la entrega de oro. Otras pueden ser bonos respaldados por derechos a una participación de un flujo de rentas en lugar de una participación de beneficios. Estos dos tipos de dinero se utilizarán para el ahorro en lugar de la compra y venta. La gente las comprará con su moneda regional y, o bien las mantendrá hasta su vencimiento si son bonos, o bien las venderá por dinero regional al tipo de cambio que exista cuando lo necesite para gastar.
Estas monedas de ahorro podrían funcionar así. Supongamos que una comunidad quisiese establecer una empresa de suministro de energía (ESE) para instalar y hacer funcionar una planta de cogeneración para suministrar agua caliente para la calefacción y electricidad a su área local. El dinero regional necesario para adquirir el equipo podría ser adquirido por la venta de «bonos» de energía que prometen pagar al portador el precio de un número específico de kWh en el día de su vencimiento. Por ejemplo, alguien podría comprar un bono que vale lo que valga el precio de 10.000 kWh. en la fecha de vencimiento al cabo de cinco años. El dinero para redimir estos bonos vendría de los pagos realizados por las personas que compran la energía de la planta en su quinto año. La ESE también ofrecería otros bonos con diferentes fechas de vencimiento y, a medida que fuesen canjeados gradualmente, los que comprasen electricidad de la ESE serían, de hecho, los propios propietarios de la ESE.
Estos bonos de energía probablemente se emitirán con nominales elevados para la venta a los compradores, tanto dentro como fuera de la comunidad y no circularían como dinero. Sin embargo, una vez que la ESE estuviese  suministrando electricidad, el comité directivo podría convertirlo en un banco. Podría emitir billetes de, por ejemplo, 50 y 100 kWh, que los lugareños podrían utilizar para la compra y venta, con la certeza de que el billete tendría un valor real, ya que siempre podría ser utilizado para pagar sus facturas de energía. Una vez que sus billetes hubiesen  ganado aceptación, la ESE podría abrir cuentas a las personas para ofrecer toda  la gama de servicios de movimiento de dinero disponibles para aquellos que utilizan las unidades respaldadas por energía. Sin embargo, sería poco probable que una  ESE hiciese tal cosa  si la gente estuviera  satisfecha con el funcionamiento de la moneda regional. Sólo si la unidad regional fuese perdiendo rápidamente su valor en términos de energía, sus usuarios migrarían  a otra unidad que no la perdiera.
4. Conclusión
Hasta ahora, los bancos comerciales han asignado la oferta de dinero de la sociedad. Ellos han decidido  quién podía pedir prestado, por qué y en qué cantidad. Ellos  han determinado lo que se llevaría  a cabo y,  por  tanto, la configuración de la economía y la sociedad. En el futuro, ese papel pasará a los suministradores  de energía. Sólo este grupo tendrá, literalmente, el poder de hacer cualquier cosa. El dinero tradicionalmente ha servido para comprar energía. Ahora la energía, o por lo menos un  derecho a ella, será en realidad  el dinero y las empresas de energía podrán  convertirse en los nuevos bancos en la forma descrita. Esto hace que sea especialmente importante que las comunidades desarrollen sus propias fuentes de energía como parte del proceso de decrecimiento y que, si se desarrollan  bancos emisores de dinero respaldado por energía, sean propiedad de la comunidad.
Como la energía va a ser más escasa, su coste en términos del tiempo que deberemos trabajar para comprar un kilovatio-hora  o su equivalente  va a aumentar. Visto al revés, probablemente la energía es  mas  barata  hoy que en el futuro y para siempre, en el sentido  de tener que renunciar a algo  para obtenerla. Por tanto, debemos asegurarnos de que, en nuestras comunidades y en otros lugares, los proyectos de uso intensivo de energía que se requieran para  proporcionar los elementos esenciales de la vida en un mundo con escasez de energía, se lleven a cabo ahora. Si no lo hacemos ahora, su coste real va a subir y puede que nunca se lleguen a realizar.
Se necesitan con urgencia ejemplos de monedas regionales  ya sea  respaldadas o bien  sin respaldar que funcionen. Hasta que no se encuentre al menos un ejemplo de una moneda no basada en deuda distinta del oro que funcione bien en algún lugar del mundo, los gobiernos se aferrarán a la esperanza de que las cada vez mas inestables  monedas basadas en deuda nacionales y multinacionales mantendrán su valor. Sus esfuerzos para asegurarse que esto ocurra van a arruinar a millones de vidas, al igual que está ocurriendo en Grecia e Irlanda mientras escribo el artículo.
Sin alternativas monetarias equitativas, local y regionalmente  controlables que proporcionen flexibilidad  la inevitable transición hacia una economía de menor energía va a ser extraordinariamente dolorosa para miles de comunidades corrientes  y millones de personas comunes. En efecto, con casi toda seguridad sus transiciones van a producirse como resultado de un caótico colapso en lugar de un decrecimiento gestionado y los niveles de consumo de energía que podrán mantener posteriormente se reducirán considerablemente. Por tanto, sus producciones se reducirán y puede que lleguen a ser insuficientes para permitir la supervivencia de todos. Una reconstrucción total de nuestro sistema de emisión de dinero y de financiación es,  por tanto, sine qua non si queremos escapar de un desastre económico, social y humano. (tabla 1).
Tabla 1
Los  mayores déficits mundiales en la  balanza de pagos en el apogeo del boom de 2007.
Es de destacar que todos los países de la eurozona que experimentan una crisis de la deuda – los «PIIGS» Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España – aparecen en esta tabla y que los tres peores déficits cápita son los de Grecia, España e Irlanda. Los países con un fondo sombreado tiene su propia moneda y por tanto son más capaces de corregir sus  situaciones.
Fuente: CIA World Factbook, 18 de diciembre de 2008, con los cálculos del autor.
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Notas
*Autor para correspondencia. Tel:. +353 98 25313. E-mail:richard@douthwaite.net.
2  Zero Carbon Britain (2007) zerocarbonbritain: an alternative energy strategy, Machynlleth: Centre for Alternative Technology.
3  http://aspoireland.files.wordpress.com/2009/12/newsletter100_200904.pdf.
4  Ver David Korowicz, “On the cusp of collapse: complexity, energy and the globalised economy” en Fleeing Vesuvius: overcoming the risks of economic and environmental collapse, editado por Richard Douthwaite y Gillian Fallon, Feasta,Dublin, 2010.
5  Obstfeld, Maurice y Kenneth Rogoff, 2009 «,“Global imbalances and the financial crisis: products of common causes”, Centre for Economic Policy Research Discussion.Paper No. 7606. argumentan que cuando el crecimiento mundial se fortaleció y los precios de los productos básicos se dispararon, los exportadores generalmente aumentaron su superávit en cuenta corriente. Esto condujo a mayores s flujos de capital hacia los países deficitarios que a su vez aumentaron  los desequilibrios  del sector financiero. http://www.econ.berkeley.edu/ ~ Obstfeld / santabarbara.pdf.
6  Véase Cap and Share, una manera justa de reducir las emisiones de efecto invernadero, Feasta, mayo de 2008. Descargable desde http://www.capandshare.org/download_files/C&S_Feasta_booklet.pdf.  C&S no se debe confundir con la propuesta estadounidense Cap and Dividend (Ver http://www.capanddividend.org/) que tiene algunas similitudes, pero limita sus actividades a nivel nacional. Sin embargo, Peter Barnes, que  lo ideó, también fue el impulsor de la propuesta para la Fundación Atmósfera Tierra que operaría de manera muy similar a C&S. Ver Barnes, PR Costanza, P. Hawken, D. Orr, E. Ostrom, A. Umaña y O. Young. 2008. “Creating an earth atmospheric trust” Science. 319:724.
7 El IEA World Energy Outlook 2008 informó que la disminución de la producción de petróleo en
600 campos petroleros existentes es de un 6,7% anual en comparación con la reducción del 3,7% que se  había estimado en 2007.
8 Página, SE, F. Siegert, JO Rieley, V. Boehm Hans-Dieter, A. Jaya y S. Limin. 2002. «La cantidad de carbono liberado por la turba y los incendios forestales en Indonesia durante 1997». Nature 420: 61. 65.
9 Greco, T. H. 2001. Money: understanding and creating alternatives to legal tender. Chelsea Green, White River Junction, VT. 295 pp.
10 Personal communications from Paul Glover and Paul Strebel, August 2010.
11 Sede Graham Barnes, «Redes de liquidez: un sistema de moneda electrónica libre de deudas para las comunidades”  en Fleeing Vesuvius: overcoming the risks of economic and environmental collapse, editado por Richard Douthwaite y Gillian Fallon, Feasta, Dublin, 2010.
12  Sede Douthwaite, Richard, The Ecology of Money, Libros Verdes, Totnes, Devon, 1999, pp.39-44.